Los temidos dragones de
tierra
Volgia advirtió que en sólo tres días
liberaría un ejército de resucitados sobre el mundo, mismos que Leiyus y los
demás aprovecharon para descansar y mejorar sus habilidades antes del
enfrentamiento final con el dragón oscuro, y cumplido ese tiempo, partieron sin
demora hacia el pilar del cielo, pero su llegada no pasó inadvertida para
Volgia…
Los ojos de Leiyus y
sus amigos observan con horror cómo una oleada de poderosos enemigos está por
venírseles encima.
Doma -¡Manténganse juntos pase lo que pase! –les
advierte al tiempo que se prepara física y mentalmente para la batalla.
Para cuando el primer dragón llega a ellos,
Leiyus utiliza parte de su fuerza de dragón para saltar sobre él, golpeándolo
en el hocico con una inmensa fuerza que termina por romper el cuello de la
criatura, deteniendo su avance en seco.
Dine es la segunda en actuar liberando su aura
en forma de dragón, la cual envía a combatir a la oleada de dragones negros,
mientras que Astrid hace uso de hechizos de trueno.
Kindolf, por su parte y con manos temblándole
incontrolablemente, recibe a uno de los dragones negros con la espada Leivan.
La bestia se precipita desde las alturas sobre él, listo para embestirlo con
toda su fuerza, pero antes de que esto suceda, el caballero le lanza un corte
de vacío.
En un principio, su ataque no parece tener
ningún efecto en la enorme bestia, pues el dragón continúa descendiendo a toda
velocidad sobre él, pero cuando Kindolf finalmente se prepara para escapar, el
cuerpo del dragón repentinamente es partido limpiamente a la mitad desde su
espina dorsal, cayendo aniquilado a sus pies.
-¡Esta espada es en verdad genial! –mustia,
emocionado, tras contemplar su proeza.
Entre tanto, Doma se dedica a cubrir aa sus
aliados con sus escudos de energía y poderosos hechizos de luz.
En paralelo, en lo alto de la torre central,
Ráfaga y Delta observan la batalla que se suscita entre los dragones negros y Leiyus
y sus amigos.