21 abril, 2024

Dragon Legacy, Vol.1: Capitulo 39


Los temidos dragones de tierra


Volgia advirtió que en sólo tres días liberaría un ejército de resucitados sobre el mundo, mismos que Leiyus y los demás aprovecharon para descansar y mejorar sus habilidades antes del enfrentamiento final con el dragón oscuro, y cumplido ese tiempo, partieron sin demora hacia el pilar del cielo, pero su llegada no pasó inadvertida para Volgia…

 

Los ojos de Leiyus y sus amigos observan con horror cómo una oleada de poderosos enemigos está por venírseles encima.

 

Doma -¡Manténganse juntos pase lo que pase! –les advierte al tiempo que se prepara física y mentalmente para la batalla.

 

Para cuando el primer dragón llega a ellos, Leiyus utiliza parte de su fuerza de dragón para saltar sobre él, golpeándolo en el hocico con una inmensa fuerza que termina por romper el cuello de la criatura, deteniendo su avance en seco.

 

Dine es la segunda en actuar liberando su aura en forma de dragón, la cual envía a combatir a la oleada de dragones negros, mientras que Astrid hace uso de hechizos de trueno.

 

Kindolf, por su parte y con manos temblándole incontrolablemente, recibe a uno de los dragones negros con la espada Leivan. La bestia se precipita desde las alturas sobre él, listo para embestirlo con toda su fuerza, pero antes de que esto suceda, el caballero le lanza un corte de vacío.

 

En un principio, su ataque no parece tener ningún efecto en la enorme bestia, pues el dragón continúa descendiendo a toda velocidad sobre él, pero cuando Kindolf finalmente se prepara para escapar, el cuerpo del dragón repentinamente es partido limpiamente a la mitad desde su espina dorsal, cayendo aniquilado a sus pies.

 

-¡Esta espada es en verdad genial! –mustia, emocionado, tras contemplar su proeza.

 

Entre tanto, Doma se dedica a cubrir aa sus aliados con sus escudos de energía y poderosos hechizos de luz.

 

En paralelo, en lo alto de la torre central, Ráfaga y Delta observan la batalla que se suscita entre los dragones negros y Leiyus y sus amigos.

 

–Creo que es hora de hacer nuestra entrada triunfal. –dice Ráfaga repentinamente a su compañera.

 

Delta –Pero, Volgia dijo que…

 

Ráfaga –Tranquila, sólo iremos a saludarlos y a entregarles el obsequio que nuestro rey preparó especialmente para distraer a los amigos de la resurrección de Dyamat. Nosotros dos nos haremos cargo de ese al que llaman Leiyus personalmente.

 

Repentinamente en medio del campo donde se suscita la batalla, dos objetos caen a gran velocidad desde el cielo cerca de Leiyus y el resto, causando que una nube de polvo los tome por sorpresa. El evento incluso causa que los dragones negros dejen de pelear.

 

Astrid -¿Qué pasó? –pregunta, luego de levantarse tras caer de espaldas debido a la sacudida que acaban de sentir.

 

Doma  -Parece como si algo hubiese caído desde lo alto de la torre principal… –conjetura, sin dejar de toser a causa del polvo.

 

Repentinamente, los dragones que los asechaban hasta hace unos momentos parecen asustarse y se alejan sin más del lugar volando a toda prisa. Para entonces, los objetos que cayeron cerca de ellos que originalmente parecían dos enormes rocas comienzan a moverse por sí mismos.

 

Pronto, los objetos emergen de entre el polvo, revelando a unas criaturas ataviadas con un recubrimiento de gruesas escamas más parecidas a las de un dinosaurio sin alas que a un dragón. Eso, sumado a la enorme corpulencia de sus extremidades y garras delanteras comparadas con aquellas en sus patas traseras, les hace ver de manera similar a gorilas erguidos sobre sus cuatro extremidades.

 

Kindolf -¡¿Q-q-qué son esas cosas?! –inquiere el caballero, muerto de miedo mientras retrocede ante aquellos nuevos enemigos.

 

Ambos dragones los atacan en el acto al grupo tratando de morderlos con sus gigantescas mandíbulas, obligándolos a moverse para evitar ser destrozados por sus dientes.

 

Doma -¡Son dragones negros de tierra! –afirma mientras escapa de las fauces de uno de ellos.

 

Dine -¡¿Dragones de tierra dices?! –repite ella, alarmada.

 

Leiyus –¿Qué tienen de especial esas cosas frente a otros dragones?

 

De pronto, en medio de las bestias aparecen Ráfaga y Delta. –Sean bienvenidos a la al pilar del cielo. Consideren esto como una bienvenida de Volgia. –les dice Ráfaga, antes de dar un paso al frente hasta quedar entre los dragones de tierra y ellos.

 

Delta –¿Así que ustedes son los tipos que tantos dolores de cabeza le están dado a Volgia? No parecen la gran cosa… -afirma con un suspiro de decepción.

 

Kindolf -¿Y quién se supone que son ustedes, par de payasos? ¿A caso buscan pelea?

 

Ráfaga se echa a reír tras escucharle: –En realidad, no tengo intenciones de perder mí tiempo con basucra como ustedes… por el momento, al menos.

 

Delta –A quien realmente queremos saludar, es a su amigo, aquél al que conocen como Leiyus.

 

Ráfaga -Volgia nos dio un mensaje para ti: Una vez que obtengas la quinta perla del dragón, nuestro rey estará esperándote en el observatorio situado sobre la parte más alta de la torre que ven detrás de nosotros, pero para llegar allá, primero tendrás que vencerme a mí.

 

Astrid –Supongo que será mejor enfrentarnos a ellos en vez de tratar de acabar todos esos dragones negros.

 

Kindolf -¡Adelante! No le tenemos miedo a un par de dragonzuchos como ustedes. ¡Por si no lo saben, Leiyus ya derrotó a Grudan y a Bélidas antes! –alega ante sus enemigos con exceso de confianza.

 

Delta apenas le dirige una mirada rápida al caballero después de sus comentarios. –Lo siento, gusano, pero no estamos interesados en perder nuestro tiempo con ustedes. Es por eso que trajimos a nuestras mascotas para que se entretengan con ustedes. –asegura, al tiempo que acaricia a uno de los enormes dragones de tierra a su lado.

 

Con un movimiento muy rápido, Ráfaga entonces se mueve hasta Leiyus e intenta golpearlo en el pecho, pero éste logra reaccionar bloqueando su puño hasta desviarlo con su antebrazo. Sin darse cuenta, Delta se posiciona detrás de él y hace lo mismo, consiguiendo golpearlo en la espalda con tanta fuerza, que lo lanza por los cielos

 

Leiyus logra volverse y detener su trayectoria, pero apenas logra estabilizarse en el aire, éste descubre que ambos dragones se le acercan desde abajo a gran velocidad, pudiendo apenas detener los puños de ambos dragones negros con sus palmas.

 

Ráfaga –Veo que eres rudo, ¡pero no lo eres más que nosotros! –le advierte.

 

Acto seguido, ambos dragones negros usan su energía oscura contra Leiyus para encerrarlo dentro de una esfera hecha de fuego de la cual él no puede escapar antes de ser arrojado lejos por una patada de Delta.

Ráfaga no tarda en ir tras él, pero al darse cuenta que los amigos de Leiyus intentan sumarse a la batalla, la dragona oscura les ordena a sus dragones de tierra que los ataquen. –¡Ustedes no interferirán! Diviértanse con nuestras mascotas mientras nosotros nos encargamos de su amigo, ¿de acuerdo? –dice riendo antes de unirse a Ráfaga al encuentro de Leiyus.

 

Mientras tanto, al nivel del suelo, los dos dragones de tierra obedecen las instrucciones, lanzándose sobre el resto de ellos con las fauces abiertas.

 

Doma –No podemos perder tiempo con estas criaturas, yo me encargaré de ellas. ¡Ustedes adelántense y traten de ayudar a Leiyus!

 

Dine -¿Has perdido la cabeza? ¡No podrás tú sólo contra esas cosas, Doma!

 

Doma –¡Sólo váyanse y hagan lo que les digo! ¡Rápido! –los apremia.

 

Sin más remedio, el resto del equipo se apresura a seguir a Leiyus y a los dragones negros. Los dragones de tierra de inmediato intentan interceptarlos, pero Doma detiene su avance abruptamente encerrando a ambas criaturas dentro de una barrera de energía hecha de luz.

 

Lejos de rendirse, los dragones de tierra embisten repetidamente la barrera azotando sus cuerpos sobre ella en un intento por liberarse, permitiendo a sus amigos atravesar un puente que conecta a una de muchas islas flotantes, en donde otra oleada de dragones negros y resucitados ya los espera con ansia. Astrid, que se había rezagado del resto, decide volverse antes de cruzar el puente para asegurarse de que su amigo dragón se encuentra bien justo en el momento en el que los dragones de tierra logran liberarse de la prisión en la que Doma los tenía confinados momentos antes, por lo que en lugar de continuar, decide dar media vuelta y regresar en su ayuda.

 

La chica vampiro entonces sorprende a sus enemigos lanzando un hechizo de tierra sobre la plataforma en la que se encuentran, provocando que sus enormes patas de tierra comiencen a hundirse en el suelo como si se tratara de arenas movedizas, inmovilizando temporalmente a los dos dragones de tierra.

 

-¡Por qué no escapaste con ellos! –reprende Doma a Astrid apenas verla regresar a donde él se encuentra mientras se alejan del par de dragones de tierra.

 

Astrid –¡Discúlpame, Doma, pero no podía dejarte solo!

 

Doma –Bueno, ya no importa… Sólo espero que Dine y Kindolf se las arreglen por su cuenta. Por ahora, lo que más debe preocuparnos es cómo deshacernos rápido de esos dragones de tierra.

 

De pronto, una de las dos bestias enrolla su cuerpo sobre sí mismo hasta formar una esfera capaz de rodar  libremente sobre la plataforma antes de dirigirse a ellos e intentar aplastarlos.

 

Astrid recibe al dragón intentando alejarlo de ellos con una fuerte patada, pero para su sorpresa, la endurecida piel y su enorme peso evitan que ella pueda apartarlo siquiera un centímetro. -¡Hay, hay! –se queja ella sin dejar de saltar de un lado a otro sobre un solo pie a causa del dolor que le causa intentar patear al dragón de tierra.

 

Doma –¡Astrid, cuidado! –le advierte segundos antes de ponerse al frente de ella y protegerla con un campo de energía antes de que el segundo dragón de tierra logre embestirla con la parte baja de su mandíbula, la cual está repleta de protuberancias picudas-. ¡No podemos atacar deliberadamente a estas criaturas así como así! –le advierte a la vampiro-. ¡Su piel es más gruesa incluso que la de los dragones ordinarios! Además, la razón por la que son tan pesados es porque ellos han desarrollado una armadura de escamas sumamente gruesa a modo de defensa, lo que también les ha dejado sin la capacidad de poder azar el vuelo.

 

Astrid –¡Podrías habérmelo dicho antes! –le reprocha ella, todavía sobándose el pie lastimado.

 

 

-o-

 

Leiyus se levanta momentos después de haberse estrellado contra el suelo de una plataforma, luego de que el dúo de dragones negros lo atacase en conjunto. Para entonces, se da cuenta de que el golpe lo ha arrojado muy lejos de sus amigos.

 

–Veo que ya te levantaste, es una pena… para ti, claro está –lo sorprende la voz de Ráfaga cerca de él.

 

–¿De verdad crees que soy tan fácil de vencer? –le pregunta Leiyus sin dejar de mostrar una sonrisa confiada.

 

Momentos después, Delta también aterriza junto a su compañero Ráfaga. –No te olvides de mí, muñequito. No te guíes por las apariencias. Ambos somos dragones negros de élite... Pertenecemos a la familia real de los dragones de la oscuridad… No hay criaturas más poderosas en este mundo, además de Volgia.

 

Ráfaga -…hemos sobrevivido hasta ahora asesinando miles de dragones blancos. Lo que nos pone en cuestión de poder y experiencia, en un rango mucho más alto que a cualquiera de los dragones que has enfrentado antes.

 

Leiyus entonces dirige nuevamente la mirada a sus adversarios de forma desafiante. –Está bien, será a su modo… pensaba guardar toda mi energía para cuando tuviera que recuperar la última perla dorada de las manos de Volgia, pero veo que conseguirla me será imposible si no los derroto a ustedes primero…

 

Retrayendo los brazos hacia su cuerpo, Leiyus entonces se concentra, acumulando una cantidad explosiva de energía tal, que con ella forma un rayo de luz el cual expulsa en dirección al cielo, causando que la plataforma entera donde ellos se encuentran se sacuda.

 

Para ese momento, de la espalda de Leiyus emergen un par de alas doradas, mismas que él extiende al máximo antes de alzar el vuelo en un arranque explosivo de velocidad, en dirección a sus adversarios.

 

Es así como Leiyus logra sorprender a Ráfaga conectándole un golpe en el rostro. En respuesta, Delta le arroja al guerrero un rugido de dragón, pero Leiyus se adelanta a su movimiento respondiendo con el mismo ataque antes de que ella pueda siquiera lanzárselo. La dragona oscura es inmediatamente alcanzada por la tremenda onda de energía, arrastrándola lejos de allí.

 

Ráfaga, que hasta ahora había permanecido aturdido por el golpe sorpresa de Leiyus se recupera y contraataca con una patada dirigida a la cabeza que Leiyus, misma que él detiene fácilmente con la mano para posteriormente capturarlo por el pie y ser estrellado violentamente contra la plataforma flotante, causando con el impacto de su cuerpo una profunda hendidura en el área.

 

Casi de inmediato y para asombro de Leiyus, de entre los escombros de roca y tierra emerge Ráfaga. Delta no tarda en unírsele tras regresar volando al campo de batalla, luego de haber recibido directamente su rugido de dragón  

 

-¿Qué te parece, Ráfaga? –pregunta la dragona oscura a su compañero sin dejar de mirarlo con complicidad.

 

Ráfaga responde haciéndose tronar los huesos del cuello conforme acomoda su cabeza en su lugar. –Como dije antes, eres bastante rudo… Ahora veo cómo es que pudiste matar a ese par de Grudan y de Bélidas… ¿Qué dices, Delta? Quizás nosotros también deberíamos enseñarle nuestros verdaderos poderes al muchacho.

 

Leiyus -¿Qué has dicho? –exclama sin salir de su asombro- ¡¿A caso no estaban peleando con todo su poder hace unos momentos?!

 

–Por supuesto que no, niño –aclara Ráfaga, luego de reír apenas ve su expresión.

 

Delta –Verás… A diferencia tuya, nosotros somos dragones completos en cuerpo y alma,  lo que significa, que esta no es nuestra verdadera forma.

 

Leiyus -¡¿Verdadera… forma…!? –repite, consternado, a la vez que recuerda los relatos de sus amigos de cuando se transformó él mismo en un enorme dragón dorado.

 

Ráfaga –Así es. Ya deberías saberlo… cada perla dorada que has recolectado hasta ahora, además de los poderes originales de Dyamat, esconde una habilidad única que sólo nosotros los dragones reales poseemos.

 

Delta –¡Así es! ¡La quinta perla, te da la posibilidad de asumir la forma más poderosa que un dragón puede alcanzar! ¡¡Me refiero al dragón guerrero!! –agrega.

 

Leiyus -¿¡Dragón gerrero, dices?!

 

Ráfaga –¡Ahora mismo te demostraremos de lo que estamos hablando!

 

Frente a los ojos atónitos de Leiyus, ambos dragones oscuros comienzan una abominable transformación, dotando a sus cuerpos de una corpulencia mucho mayor mientras su piel es cubierta por brillosas escamas negras, algunas de las cuales asumen la forma de picos.

 

Además del par de alas negras que los dos dragones ya poseen, al final de su columna, comienza a crecerles una gruesa cola escamosa, mientras que de su cabeza emergen un par orejas de dragón, al igual que portentosos cuernos… Tanto sus pies y manos comienzan a crecer desproporcionadamente, a la vez de sus dedos surgen afiladas y gruesas garras. Por último, sus ojos adquieren un tono amarillo, y una apariencia más cercana a la de un reptil.

 

Una vez la transformación de los dragones negros termina, sus dos imponentes clavan su mirada llena de maldad sobre Leiyus.

 

Ráfaga –Bien… –dice finalmente y con una voz más  rasposa-. ¡Ahora nos toca a nosotros darte una pequeña demostración de nuestros verdaderos poderes!

 

-o-

 

Astrid y Doma luchan con todas sus fuerzas para mantener a raya a los dos poderosos dragones de tierra, que no dejan de acometer ferozmente contra ellos usando sus enormes y pesados cuerpos para destrozarlos.

 

En un intento desesperado Astrid arroja un hechizo eléctrico a uno de los dragones, el cual no parece hacerle el menor daño debido a la gruesa capa de piel que lo protege.

 

-¡Es inútil! –lloriquea ella, a punto de darse por vencido-. ¡Ninguno de mis ataques o golpes les hace el menor daño!

 

Doma –¡Te dije que no malgastaras tus energías en intentos que no nos llevarán a ninguna parte! –la reprende.

 

Astrid –Pero, ¿entonces qué podemos hacer? ¡No podemos quedarnos de brazos cruzados hasta que se cansen de nosotros!

 

Doma –Tranquila. Tengo una idea, pero no estoy seguro si funcione…

 

En ese momento, ambos dragones intentan embestirlos con sus dos cabezas desde puntos opuestos de la plataforma, obligándolos a separarse para no morir aplastados, causando que ambos dragones choquen cabezas entre sí sin causarse daño alguno.

 

Astrid -¿Cuál es el plan? –pregunta ella insistentemente, aprovechando el momento en el que dragones se recuperan luego de ser arrojados en direcciones opuestas tras haberse embestido .

 

Doma –¡Tenemos que llevarlos a la orilla de la plataforma! Una vez allí, haremos que nos ataquen mientras intentan embestirnos Cuando se hagan un ovillo de nuevo, los cargaremos y después los arrojaremos al vacío… Yo los distraeré, y cuando tengas la oportunidad, ¡tú los arrojarás al vacío!

 

Una vez formulado el plan, vampira y dragón se dirigen hacia la orilla de la plataforma flotante seguidos muy de cerca cada uno por los dragones de tierra. Una vez allí, Astrid es asediada por uno de los dragones, mientras que Doma llama la atención del segundo, y apenas se percata de que éste retrae su cuerpo para convertirlo en una rueda gigante, Doma no duda en atacarlo con un hechizo de fuego que convierte al reptil en una bola rodante de fuego.

 

El dragón blanco espera pacientemente a su enemigo al borde de la plataforma mientras observa a aquella bola gigante de fuego acercársele. Doma espera hasta el último segundo antes de apartarse de su camino con un salto, provocando que el dragón de tierra esté a punto de caer al vacío, pero en vez de ello, el inteligente animal abandona su forma de ovillo antes de rodar fuera y con sus garras delanteras, logra frenar su avance, sorprendiendo a Doma, quien es capturado en el acto por las garras del animal antes de ser aplastado por ellas contra el suelo.

 

Lejos de rendirse y usando su única mano libre, Doma conjura a toda prisa un hechizo de hielo sobre la cara del dragón apenas segundos antes de que éste le lance una llamarada de fuego desde su boca. La entonces bestia retrocede unos pasos luego de que su cara quede cubierta de escarcha, la cual le impide respirar.

 

En eso, Astrid aparece detrás de la criatura y con una fuerza sobrehumana, alza en vilo a la confundida criatura antes de arrojarla con toda sus fuerzas al vacío. El dragón de tierra termina por caer irremediablemente al vacío hasta perderse entre las nubes…

 

Astrid -¡Funcionó! –exclama con alivio a su colega dragón.

 

Doma –No te emociones todavía –le dice, levantándose con dificultad luego de haber sido apresado-, todavía nos queda deshacernos del segundo dragón.

 

Astrid –Descuida, no tienes por qué preocuparte. ¡Yo me haré cargo de él! –le asegura apenas nota el estado precario en el que se encuentra su amigo, para después volverse en dirección al segundo dragón de tierra, que permanece inmóvil y a cierta distancia de ellos.

 

Doma -…parece que ya sabe lo que tenemos planeado hacer –conjetura al ver que la criatura no los ataca-. No creo que sea tan fácil usar el mismo truco con este...

 

Astrid –¡Sólo obsérvame, Doma! –dice con exceso de confianza.

 

Corriendo a toda velocidad, la chica vampiro corre alrededor del dragón, rodeándolo en un intento por confundirlo antes de tratar de llegar a su cola. En eso, inesperadamente el dragón reacciona atacándola de un coletazo, mismo que ella evita ágilmente para posteriormente tomarlo por la cola con fuerza. Una vez ha conseguido su objetivo, Astrid comienza a hacer girar al dragón por el aire sin soltarlo de la cola hasta acumular suficiente fuerza para poder arrojarlo lejos de la plataforma una vez lo suelta. El dragón vuela sin control y momentos después, desaparece de su vista al caer fuera de la plataforma, pero para sorpresa de ambos, reaparece de la orilla trepando segundos después, más enfurecido que nunca, atacando al dúo con un rayo de plasma ardiente que por poco mata a Astrid de no ser porque Doma la protege generando una de sus barreras de energía frente a ella.

 

Astrid –¿Qué sucedió? ¿Por qué no cayó por la plataforma como el otro dragón de tierra?

 

Doma –Está claro que no podremos usar el mismo truco con él. ¡No hay opción! ¡La única forma de derrotarlo será si lo atacamos en su único punto débil!


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