26 mayo, 2024

Dragon Legacy, Vol.1: Capitulo 42

 



El regreso de Sanhgine


Habiendo derrotado a los dragones de tierra, Astrid y Doma se reúnen con sus amigos para tratar de ayudar a Leiyus a enfrentar en batalla a los centinelas de Volgia: Ráfaga y Delta, pero en vez de aceptar su propuesta, Leiyus les pide que busquen la quinta perla, la cual aparentemente se encuentra en el interior de la torre principal. No muy contento con ello, Ráfaga envía a Delta a detenerlos al interior de la torre mientras los dos dragones continúan peleando…

 

Tras haber sido alcanzados por el ataque eléctrico de Delta, los cuatro son separados tras ser arrojados con violencia en distintas direcciones hasta caer al suelo, en donde permanecen unos instantes hasta que finalmente se recuperan tras el impacto.

 

Doma -¿Se encuentran todos bien? –pregunta a los demás, llevándose las manos la cabeza después de caer al suelo.

 

Astrid –Eso creo… -responde intentando levantarse con dificultad.

 

Delta –No les permitiré avanzar ni un paso más –les advierte, todavía con su mano lanzando estática y humo-. No crean que seré benevolente con ustedes. ¿Acabaré con todos ustedes, uno por uno!

 

Dine –Ella es demasiado fuerte como para que alguno de nosotros pueda hacerle frente. ¡Tenemos que unir fuerzas y trabajar como equipo si queremos vencerla!

 

Delta –Adelante, los estoy esperando… -los desafía, sin perder la calma.

 

Los cuatro rápidamente coordinan una contraofensiva, empezando por Dine y Doma, quienes le lanzan a la dragona oscura dos hechizos reminat al mismo tiempo, que Delta anula lanzando su hechizo oscuro, el cual consigue paralizar momentáneamente a Dinde apenas la toca.

 

Astrid entra en escena atacando a Delta con una lluvia de dagas sangrientas, pero a pesar de sus esfuerzos, los proyectiles sólo consiguen rebotar en la dura piel de la dragona oscura.

 

Delta entonces toma la ofensiva y sin perder tiempo, ataca a Doma, quien intenta protegerse de su enemigo formando un escudo de energía, mismo que la dragona oscura no tiene problemas para romper fácilmente haciendo uso de su aura de dragón oscura, consiguiendo derribar al dragón blanco de un solo golpe.

 

Una vez Delta cree haber acabado con todos sus enemigos, ella declara en tono triunfal: –Vaya… pensé que como algunos de ustedes pertenecían a la familia real de los dragones me darían más pelea, pero veo que sólo son basura. El rey Volgia tiene razón. ¡Lo único que importa en este mundo es el poder! Y pensar que su amigo Leiyus me dio más problemas cuando…

 

De repente y sin que ella lo note. Kindolf logra infiltrarse a sus espaldas mientras ella continúa hablando blandiendo su espada Leivan, con la cual intenta  cortarla.

 

En ese instante, el tiempo parece transcurrir con mayor lentitud para ambos cuando Delta se da cuenta, demasiado tarde, que el caballero se le viene encima espada en mano por detrás. La dragona oscura se apresura a flexionar su toso al máximo para evitar la afilada hoja del caballero, pero incluso esta maniobra resulta insuficiente para evitar ser cortada por el arma de Kindolf, la cual termina incrustándose en su hombro derecho.

 

Para cuando Delta reacciona y el tiempo vuelve a su curso normal, se ve a sí misma atravesada de lado al lado por la espada de Leivan. De la herida no tarda en manar sangre con abundancia para horror de la dragona oscura. -¿Cómo…? –grita ella a voz en cuello, sin caber en su asombro-. ¡¿Cómo es que un maldito alfeñique como tú se atrevió a hacerme esto!?

 

-o-

 

Leiyus y Ráfaga se enfrentan en un duelo de golpes tan intenso, que la energía liberada por sus auras causa una turbulencia capaz de generar un vendaval a su alrededor. Repentinamente, Ráfaga lanza un puñetazo que Leiyus intercepta con la palma. Entonces el guerrero le responde con el mismo movimiento, el cual Ráfaga detiene a su vez, atrapando a ambos en un juego de fuerza bruta.

 

De pronto Ráfaga deja de ofrecer resistencia, lo que saca de balance a Leiyus, dándole la oportunidad al dragón negro para patearle el rostro y así, quitárselo de encima tras lanzar a su oponente por los cielos, y en lugar de esperar a que su adversario caiga de nuevo a tierra, Ráfaga decide darle alcance en las alturas para patearlo una segunda vez con más fuerza, causando que Leiyus termine por estrellarse fuertemente contra el suelo.

 

Una vez su rival ha caído, el dragón negro se dedica a rematarlo con su técnica especial, el rugido de dragón alfa.

 

Todavía sin haberse recuperado de la paliza, Leiyus apenas consigue rodar por el suelo lo suficiente para evitar que el rayo de destrucción no le impacte directamente y vientos destructivos circundantes lo destrocen. Después de que la explosión del ataque se consuma la explosión, Leiyus emerge, maltrecho, pero todavía con energías para pelear. A su vez, Rafaga le lanza una mirada condescendiente mientras él se encuentra todavía flotando sobre el aire.

 

“Cada vez que hace ese ataque especial, siento una energía muy extraña…” –reflexiona Leiyus en su mente-. “Estoy seguro que no pertenece a él... Esa energía que siento no es maligna… ¿Por qué…?”

 

Ráfaga –Creo que finalmente te diste cuenta, ¿no es verdad? –le pregunta éste, cruzado de brazos-. En realidad, la perla del dragón que buscas no se encuentra en el interior de la torre, a donde enviaste a tus amigos hace unos momentos...

 

Leiyus -¿¡Qué!? ¡Qué quieres decir con eso!

 

Ráfaga – Quiero decir, que Delta y yo somos en realidad los guardianes de la quinta perla dorada del dragón... La razón por la cual sólo percibes su energía cuando hago uso de ella es porque, a diferencia, de las otras cuatro, ¡la quinta perla se encuentra bajo un hechizo que la hace estar en dos lugares a la vez!

 

Leiyus -¡Pero, eso es imposible! –exclama.

 

Ráfaga -¡Claro que no…! ¿Puedes ver la gema roja que llevo en la frente? –le pregunta a Leiyus, al tiempo que señala dicha gema-. …Delta tiene una misma gema que yo, pero de color verde en el mismo lugar. ¡Ambas piedras son en realidad la manifestación incompleta de la perla dorada en este mundo, y para poder obtenerla, primero tendrías que matarnos a ambos! De otro modo, jamás la conseguirás.

 

Leiyus –Si ustedes tuvieron la perla en su poder todo el tiempo… ¿por qué enviaste a Delta por mis amigos?

 

Ráfaga entonces sonríe maliciosamente. –Porque de esa manera no podrás ayudarlos. ¡Sin ti, tus amigos no tienen oportunidad alguna en contra de un dragón guerrero de la clase a la que pertenece Delta! ¡Incluso si tuvieses la remota posibilidad de derrotarme, para cuando logres llegar a la torre, todos tus amigos seguramente ya estarán muertos!

 

Leiyus –Maldito… ¡No dejaré que eso pase!

 

Ráfaga –¡Entonces, más te vale darte prisa y acabar conmigo! –lo apremia sin dejar de sonreírle -…o Delta terminará con todos ellos en tan sólo unos minutos.

 

-o-

 

Astrid -¡Acaba con ella, Kindolf! –le grita a su amigo, mientras ella todavía reciente sus heridas, de rodillas al suelo.

 

Kindolf, que hasta ese momento no se había dado cuenta que sus demás compañeros habían sido derribados, de pronto se acobarda al darse cuenta de que está solo en la batalla.

Kindolf –Esperen un momento… ¡Qué pasó aquí!

 

Delta -¡Pagarás por esto! –le grita furiosa la dragona oscura antes de lanzarse sobre él.

 

Cegada por la ira, Delta ataca a Kindolf con una bola de fuego, que es interceptada en el último momento por Dine. Doma entonces entra en acción, atacándola con un ataque de tierra que le impide moverse el tiempo suficiente para que Dine la congele con un hechizo de hielo.

 

Tomando ventaja de la inmovilidad de su enemigo, los cuatro aprovechan para reagruparse de nuevo.

 

Doma –¡Tenemos que encontrar una forma de dañarle lo suficiente!

 

Astrid –Ustedes dos también son dragones –refiriéndose a Doma y a Dine-, ¿por qué no se transforman como ella?

 

Doma –Aunque Dine y yo pertenecemos a la familia real de los dragones blancos, no pertenecemos a la clase guerrera, lo que significa que nuestros poderes no están encaminados a la ofensiva, a diferencia de ella.

 

Kindolf –Pero aun así pueden transformarse en dragones gigantes, ¿no?

 

Doma –No serviría de nada… El generar su aura de dragón requiere que Dine concentre todo el poder que dispone para formarlo. Si Delta fue capaz de destruir esa técnica tan fácilmente, el transformarnos a nuestra verdadera forma no cambiará en nada la situación.

 

Astrid -…tampoco creo que mi colmillo sangriento, ni el tempest puedan hacerle nada. ¡Su piel es muy dura para que mis hechizos la atraviesen!

 

A Doma entonces se le ocurre una idea. -Sólo nos queda una última alternativa: ¡La espada de Kindolf!

 

Kindolf -¡¡Perdón!! –exclama, sorprendido-. ¿¡Cómo que mi espada?!

 

Doma –Es la única arma lo bastante poderosa para hacerle un daño considerable a Delta.

 

Tras escucharle, las piernas de Kindolf comienzan a flaquear. -¡C-claro que no, Doma! ¡¡No pueden dejarme todo el trabajo a mí solo!! –repone, tartamudeando.

 

Doma –Y no lo harás tú solo. Nosotros te cuidaremos la espalda, ¿de acuerdo?

 

Astrid entonces lo sorprende apoyando su mano contra el hombro del caballero. –Confiamos en ti, Kindolf –le dice, dándole un tierno beso en la mejilla.

 

Kindolf se toma unos momentos para pensarlo, claramente nervioso. –Está bien. ¡Haré lo mejor que pueda!

 

Detrás de ellos de pronto se escucha el crujir del hielo hacerse pedazos, a la vez que Delta resurge de entre una explosión de fragmentos de hielo. -¡¡No quedará ni rastro de sus cuerpos cuando acabe con ustedes, gusanos!! –los amenaza, llena de ira.

 

Sin perder tiempo Kindolf carga a toda velocidad contra Delta, pero todos sus cortes fallan debido a la gran velocidad con la que su enemigo se mueve en comparación con sus relativamente torpes movimientos. En eso, durante un momento, Kindolf logra alza la espada por sobre sus hombros con la intención de darle un golpe mortral, el cual  Delta bloquea fácilmente deteniendo la hoja entre sus palmas.

 

Delta –Es verdad que esa espada puede dañarme, niño –dice, sin dejar de sonreírle con malicia- ¡Pero no te servirá de nada si no puedes cortarme con ella!

 

Acto seguido, la dragona oscura le da una poderosa patada en el vientre al caballero que le hace soltar su arma y caer pesadamente de espaldas.

Una vez ha desarmado a su enemigo, Delta procede a romper el filo de la espada con un golpe seco, para después, arrojar los restos del arma lejos de su alcance. –Primero, me encargaré de ustedes dos –los amenaza Delta, refiriéndose a Doma y a Dine, a quienes mira con desprecio.

 

El par de dragones blancos intenta retroceder de su enemigo, pero Delta los ataca sin darles tiempo de escapar con energía oscura que sostiene en ambas manos, antes de arrojárselas en forma de lluvia sobre ellos. Tanto Dine como Doma logran esquivar la primera ráfaga de proyectiles para después contraatacar con hechizos de luz, los cuales Delta se deshace absorbiéndolos con su poder oscuro. Sin darse cuenta, uno de los rayos oscuros logra alcanzar a Doma, haciéndolo caer, inmóvil, al suelo.

 

Dine –¡Doma! –grita al verlo vulnerable sobre el suelo frente a su enemigo.

 

Delta -¡Ahora, probarás mi técnica secreta! –le advierte a su rival dragón-. ¡Garra de dragón!

 

En el acto, la mano derecha de Delta deja escapar un aura oscura con la que da un zarpazo a la espalda de Doma, pero antes de que éste caiga víctima del poder oscuro, Dine se interpone en su camino, siendo lanzada sin control a gran distancia debido a la tremenda fuerza del golpe, haciéndole perder el conocimiento instantáneamente.

 

Aprovechando la distracción del enemigo, Kindolf gatea se arrastra rápidamente detrás de Delta en un intento por tratar de recuperar su espada, pero cuando intenta tomar el arma rota por el mango, Delta ya está allí para recibirlo con una patada en el rostro.

 

–¡Que ingenuo! ¿Acaso no ves que no sirve de nada? ¡Un ser humano como tú no es lo suficientemente rápido para compararse con un dragón oscuro! ¡Es una pena que tu espada no te vuelva más veloz!

 

Astrid de inmediato corre al lado de Kindolf y lo ayuda a levantarse. -¿Te encuentras bien?

 

Kindolf –Sí… no es nada que un año de reposo en cama y sopa caliente no pueda aliviar –bromea.

 

Delta entonces da un paso al frente, con aire arrogante, para plantarse frente al par. –Ahora que he dejado fuera del juego a esos molestos dragones amigos suyos, ¡lo único que resta es encargarme de ustedes dos!

 

Kindolf –Astrid… sal de aquí… no podrás con ella –le suplica a su amiga con voz débil, apenas consciente.

 

Sin vacilar, Astid entonces se pone de pie en defensa de su lastimado amigo. –Quédate aquí… -le dice, antes de separarse de su lado para plantar cara a Delta.

 

Delta -¿Y qué piensas hacer contra mí, niña? ¡El resto de tus amigos no pudieron hacer nada!

 

Astrid –¡Tal vez no pueda derrotarte, pero lo intentaré de todas formas! ¡Es lo que mi hermano habría querido que hiciera…! ¡¡Estoy segura!!

 

Delta –¡Adelante, niña! ¡Estoy esperando, pero no creas que voy a ser amable contigo!

 

Kindolf –¡Astrid… no lo hagas! –le suplica el caballero, consciente de las consecuencias.

 

Astrid se queda inmóvil por unos segundos hasta que finalmente se decide a actuar. -¡¡Allá voy!!

 

Utilizando todo el poder que resta en su cuerpo y concentrándolo en su mano derecha, Astrid corre hacia Delta, que ya la espera en posición para ejecutar de nuevo la garra de dragón. Cuando ésta la tiene suficientemente cerca, la dragona oscura usa su mano para atravesar transversalmente el vientre de Astrid hasta que su mano emerge por su espalda.

 

A pesar del intenso dolor, la chica vampiro consigue solidifica toda la energía en su mano en un colmillo sangriento, mismo que entierra sobre la espalda de Delta, a la altura del omóplato, para después invocar un hechizo eléctrico sobre sí misma. -¡Tempest!

 

Delta ve con sorpresa que el poder eléctrico fluye desde el cuerpo de Astrid a sus manos y finalmente a través de la herida, traspasando su dura piel y dañándola desde el interior de su cuerpo.

 

Delta -¡Maldita! –alcanza a decir ella antes de que ambas sean impactadas por un segundo rayo que cae sobre ellas, causando una espectacular explosión de estática a su alrededor.

 

Kindolf, que se había protegido son su antebrazo de los relámpagos, se levanta, aún herido, y mira en todas direcciones en busca de Astrid tras perderla de vista junto con su enemigo. Es entonces que sus ojos se encuentran con una escena que le hiela la sangre: A unos metros de donde se encuentra, el caballero puede ver el cuerpo maltrecho de Astrid sobre un charco de su propia sangre.

 

Kindolf -¡Astrid! ¡¡ASTRID!! –grita incesantemente sin dejar de avanzar hacia ella con dificultad y cojeando hasta llegar finalmente a su lado-. Astrid, ¡aguanta! –dice, desesperado y con lágrimas en los ojos.

 

Dine y Doma, que también están mal heridos, observan impotentes la escena a la distancia. –Oh, no… ¡¡Astrid!!

 

Sosteniendo todavía a su amiga en brazos, Kindolf escucha de pronto la voz de Delta a sus espaldas. –Bien, parece que sólo quedamos tú y yo, renacuajo –le advierte Delta, reapareciendo con múltiples heridas en todo el cuerpo tras recibir los embates de los relámpagos.

 

Kindolf se levanta como puede, lleno de ira en sus ojos. –Esto… ¡Esto lo vas a pagar, Delta! ¡¡Flarion-shar!!

 

Poseído por la sed de venganza, Kindolf lanza incesantemente hechizos de fuego sobre Delta, los cuales ni siquiera la hacen parpadear cuando éstos estallan sobre su rostro, para luego lanzar a Kindolf contra el suelo antes de apresar su cuello y apretarlo con fuerza. –Espero que ya te hayas desahogado lo suficiente conmigo, humano. Pero no estés triste… ¡Que pronto te reunirás con tu amiga en el más allá!

 

Dicho esto, Delta estrangula con mayor fuerza su cuello hasta que éste comienza a crujir, bajo la enorme presión, y cuando está a punto de rompérselo, un objeto de apronto atraviesa el aire a gran velocidad con dirección a la cabeza de la dragona oscura, obligándola a saltar para evitarlo antes de que se incruste en su cráneo.

 

Aunque al principio confundida por lo ocurrido, Delta logra distinguir un fragmento perteneciente a la afilada espada de Leivan enterrada en el suelo. -¿Qué? ¡Quién me arrojó eso!

 

Frente a ella, aparece una figura oscura que se materializa frente a ella desde la nada. -¡Quién eres! –le exige la dragona oscura a aquella presencia siniestra que la asecha.

 

Cuando el extraño se acerca lo suficiente a ella para que su rostro se revele, todos, excepto Delta misma reconocen a Sanhgine, quien pronuncia unas palabras para ella: –Has cometido un grave error al meterte con mi hermana, y el daño que le has hecho, te lo regresaré al triple –la amenaza el vampiro, clavando sus ojos fríos sobre la dragona oscura.

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