La última perla dorada
Incapaz de ayudar a sus amigos en problemas,
Leiyus debió en su lugar hacer frente a Ráfaga mientras el resto de sus aliados
peleaban contra Delta, quien terminó por lastimar de gravedad a Astrid durante
su encuentro. Entonces apareció Sanhgine en escena…
Pequeñas gotas de sangre caen al suelo desde
la espalda de Delta, en el momento en el que ella da un paso atrás al
percatarse de la presencia de Sanhgine. -¡Quién diablos eres tú!
Sanhgine le responde con una mirada fría, para
luego volverse hacia donde se encuentra Kindolf, quien en esos momentos sostiene
en brazos a su hermana mal herida. -¿…cómo está Astrid? –le pregunta el vampiro
al caballero con voz calma, apenas audible.
Kindolf –…está respirando, pero tengo que
administrarle una pócima de recuperación cuanto antes –responde, tratando de
mantener la compostura.
Sanhgine -Lo dejo en tus manos… –le confía a
Kindolf antes de caminar hacia Delta y detenerse a pocos metros de ella.
Sin perder tiempo Kindolf saca de su bolsillo
la pócima que le entregó Laurel, y con cuidado se la da a beber a Astrid,
asegurándose de que el líquido no se derrame fuera de su boca.
Delta –¿Así que crees que puedes hacer lo que
tus patéticos amigos no pudieron? –le pregunta al vampiro provocativamente.
Sanhgine –Pruébame –la reta a su vez.
Delta –Muy bien, si eso es lo que quieres… ¡Drakint!
El hechizo de Delta, responsable de haber
derrotado tanto a Doma como a Dine, atraviesa el cuerpo del vampiro sin
causarle daño alguno. Aquello desconcierta a la dragona oscura
-¡¿Qué?! ¡Pero, cómo…! Ya veo… tú también eres
un ser de la oscuridad.
Sanhgine –Así es. ¡Val tempest!
El poder eléctrico de Sanhgine es a su vez
detenido fácilmente por Delta con una sola mano. –Veo que eres más estúpido de
lo que pensaba. Además de ser una criatura oscura, ¡también soy un dragón negro
de élite! No importa lo fuerte que seas, ningún hechizo o ataque de bajo nivel
puede dañarme lo suficiente… Tan sólo mira cómo acabaron tus amigos. ¡Solo, no
tienes oportunidad en contra mía!
Sanhgine permanece en silencio hasta que de
pronto esboza una ligera sonrisa. -¿En serio? ¿Por qué no intentas hacer lo
mismo conmigo entonces? –la provoca, sin inmutarse.
Los comentarios hacen que Delta pierda la
paciencia. –Bien, si eso es lo que quieres... ¡Te daré lo que quieres! ¡Garra
de dragón!
Sanhgine -¡Desmi-xaos!
El poderoso hechizo de Sanhgine toma por
sorpresa a Delta, y antes de que ella pueda consumar su ataque, es golpeada directamente
por la energía de Sanhgine, siendo arrastrada por ésta hasta ser derribada
bruscamente por el poder.
“¿C-cómo
es que una criatura como esa conoce un hechizo tan destructivo?” -se
pregunta Delta, tratando de ponerse de pie.
Kindolf, que entonces se encontraba observando
el desarrollo de la pelea, reconoce de inmediato el ataque de Sanhgine. –Un
momento. ¡Ese es el hechizo que usó en nuestra batalla con Bélidas! ¡¡Parece
que después de todo, sí logró perfeccionarlo!!
Sanhgine –Te equivocas, renacuajo. Sólo he
aprendido a dominarlo, pero será más que suficiente para acabar con esta
basura.
Justo en ese momento Astrid comienza a
recuperar la conciencia.
Kindolf –Astrid, ¿cómo te sientes?
Astrid –Kindolf… tú… ¿me diste a beber tu
pócima?
La mirada de su compañera y el acercamiento de
sus rostros ponen al caballero nervioso, por lo que él sólo atina a a reír
nerviosamente. –¡Eso no es importante ahora, Astrid! Tenemos que ayudar a Doma
y a Dine. Ellos todavía están bajo el efecto de la energía negativa de Delta.
–alega, ayudándola a levantarse para después ir juntos a socorrer a sus
compañeros dragones heridos.
Entre tanto, Delta logra ponerse de pie a
pesar de sus heridas, y para sorpresa de Sanhgine, comienza a reír. –Debo
admitir que me has dejado impresionada. No pensé que hubiese en este mundo
criaturas que pudieran enfrentarse cara a cara con un dragón guerrero... Pero
déjame decirte que estás subestimándome si crees que podrás vencerme tan
fácilmente.
Ignorando las palabras de Delta, Sanhgine
comienza a reunir fuerza en su puño derecho para un segundo ataque, pero antes
de que pueda terminarlo, Delta lo sorprende moviéndose a gran velocidad,
obligándolo a defenderse con sus brazos para evitar que ejecute de nuevo su
poder.
Aprovechando la cercanía, Delta utiliza su garra de dragón en Sanhgine, y aunque
éste logra defenderse del poder, el vampiro se ve obligado a ofrecer una enorme
resistencia con los pies tan sólo para no ser arrojado por los aires.
Delta –¡Lo sabía! -conjetura-. ¡Para usar ese ataque
tuyo, necesitas tiempo! Si te ataco continuamente sin darte oportunidad para
que vuelvas a conjurarlo, estarás tan indefenso como el tus amigos! ¿O me
equivoco?
Sanhgine entonces vuelve a la posición para
reunir energía sin darle el gusto responderle.
Delta -¡Te dije que no lo volverás a hacer! –ruge,
a la vez que le lanza un puñetazo al rostro que Sanhgine bloquea. Entonces
Delta usa su otro brazo para atestarle un codazo directamente en el pecho, aturdiendo
al vampiro, y permitiendo que ella pueda golpearlo repetidamente en el rostro
hasta que finalmente lo remata con su garra
del dragón.
Sanhgine cae al suelo con fuerza e
inmediatamente se levanta del suelo con un poco de sangre en la boca y tierra sobre
el rostro, intentando por tercera vez hacer su ataque especial. Aquello no hace
más que irritar a Delta todavía más, quien responde reanudando su ofensiva con
otra garra de dragón.
Las garras de Delta cargadas de energía oscura
se acerca a gran velocidad hacia Sanhgine, pero extrañamente, ella es detenida
súbitamente por una fuerza desconocida, quedando con sus garras apenas a unos
centímetros del pecho del vampiro. Para cuando Delta toma conciencia de ello,
la dragona oscura se da cuenta que ha sido Sanghine quien ha conseguido
detenerla, sosteniéndole el brazo con su propia mano desde la muñeca. –…puede
que tu piel sea más resistente que la mía –le aclara el vampiro-, pero hay dos
cosas que pasaste por alto…
Delta entonces intenta desesperadamente
retirar su mano, siendo incapaz de lograrlo, a la vez que Sanhgine continúa
hablándole. -…la primera, es que nosotros los vampiros podemos curarnos muy
rápidamente de nuestras heridas, y la segunda, es que mi fuerza es muy superior
a la tuya.
Delta –No es verdad. ¡Imposible! –niega a voz
en cuello, sin dejar de luchar por liberarse del agarre del vampiro.
Sanhgine entonces junta sus dedos, y con su
mano, atraviesa el vientre de la dragona de la misma manera en la que ella lo
hizo con Astrid. –No… ma-mal-di-to…. –murmura con voz débil la dragona oscura,
quedando mortalmente herida.
En un último intento desesperado, Delta trata de
usar su garra de dragón con Sanhgine,
pero éste lanza un hechizo sobre ella primero. -¡Val tempest!
Al momento, la fuerza de los truenos generados
por Sanhgine atraviesa con toda su fuerza el cuerpo de Delta, quien es
consumida por los rayos.
Una vez Sanhgine cree haber acabado con su
enemigo, quien yace frente a él sobre el suelo e inmóvil, éste le da la espalda
para retirarse. De pronto, el cuerpo de Delta comienza a moverse de nuevo hasta
ponerse de pie de nuevo con dificultad. El vampiro se vuelve hacia ella justo
en el momento en el que su moribunda rival alza su mano en dirección a él, en
un último intento por atacarle, pero antes de que pueda hacer más, cae muerta
frente al vampiro. De su frente se desprende la gema verde que hasta ahora ella
había estado protegiendo, misma que Sanhgine recoge en el acto.
Para entonces, tanto su hermana, Kindolf, y el
par de dragones ya se han logrado recuperar de sus heridas y le salen al
encuentro.
-¡La venciste, hermano! –exclama Astrid, que
para entonces ha recuperado completamente la salud y ahora lo recibe con un
abrazo-. ¡Nos has salvado a todos!
Doma –¿Quién es él? –pregunta a sus amigos
apenas se fija en Sanhgine-. Siento una presencia oscura en ese tipo. Acaso él es…
Adivinando sus pensamientos, Astrid se
apresura a explicarle. –Él es Sanhgine, es mi hermano mayor ¡Está de nuestro
lado!
Kindolf –Descuida, Doma. Parece un tipo malo,
pero la verdad es que no sólo ha ayudado a Leiyus en batalla, sino que también fue
gracias a él que pudimos derrotar a Bélidas.
Dine
-Un momento… ¿cómo llegaste hasta aquí, Sanhgine?
Kindolf –Es verdad… ¡Sólo nosotros sabíamos
cómo llegar a al pilar del cielo!
Sanhgine les da la espalda antes de comenzar a
explicarles: -Eso es porque los he estado siguiendo en secreto desde la ciudad
de Leria.
Dine –Pero, ¿cómo…?
Astrid –Eso es porque yo lo llamé cuando supe
que lucharíamos con Volgia –aclara ella a sus amigos.
Sanhgine –Estuve observándolos desde hace dos
días. Yo soy capaz de usar un hechizo muy parecido al de la teletransportación,
y aunque no es instantáneo como el de aquél chico, pude alcanzarlos antes de
que subieran hasta este punto.
Dine -¿Quieres decir que subiste hasta aquí
volando? ¡Eso es imposible!
Sanhgine niega con la cabeza en respuesta.
–Subí con ustedes, en aquél elevador mágico, sólo que lo hice en mi forma de
vampiro, justo antes de que la burbuja se elevara.
Kindolf –Un momento. ¡Eso significa que
estuviste todo el tiempo aquí sin hacer nada mientras nosotros peleábamos con
hordas enteras de dragones y éramos masacrados por Delta!
Sanhgine –No digas tonterías. Al igual que
ustedes, yo también tuve que pelear con una gran cantidad de dragones negros y
dragones resucitados para llegar hasta aquí.
Al escuchar esto, Astrid lo rodea con sus
brazos amorosamente. –Hermano… -dice con un tono meloso.
Doma –No quisiera romper esta reunión entre
hermanos, pero no tenemos tiempo que perder. Leiyus todavía debe seguir
peleando contra ese tipo llamado Ráfaga. ¡Tenemos que apresurarnos e ir en su
ayuda!
-o-
En medio de un intenso combate, Leiyus y
Ráfaga se mueven en el aire a velocidades supersónicas mientras se embisten el
uno al otro sin cesar, y en una de esas ocasiones, Leiyus logra burlar las
defensas de su oponente para después asestarle un fuerte golpe en el pecho que
hace caer del cielo a su rival a gran velocidad, pero antes de estrellarse
sobre la plataforma, Ráfaga logra darse vuelta en el aire y aterrizar
pesadamente con los pies y manos, causando que el suelo se resquebraje bajo sus
pies a causa del tremendo impacto.
Al ver esto, Leiyus se sorprende: “¿Cómo es posible? ¡Lo golpee con todas mis fuerzas, y aun así
no parece que le haya hecho el menor daño!” –piensa con angustia.
Desde abajo, Ráfaga observa a Leiyus descender
hasta tocar tierra para estar al mismo nivel que él. –Eres muy perseverante,
¡pero a pesar de tus esfuerzos, no lograrás ganar nada, incluso si por algún
milagro logras ganarme, resurrección de Dyamat!
Leiyus -¿Qué quieres decir?
Ráfaga – Dime
algo… ¿Por qué estás luchando? ¿Cuál es tu verdadero propósito en este
conflicto?
Leiyus tarda un poco en responderle mientras
busca las palabras adecuadas: -¡Lo sabes muy bien! ¡Nuestra misión es
recolectar las perlas del dragón para poder revivir a Dyamat!
Su respuesta hace reír a Ráfaga a carcajadas.
-¿En serio? Que noble de tu parte –le contesta con ironía-, pero ¿acaso tienes
idea de lo que significa la reencarnación de Dyamat?
Leiyus -¿De qué es lo que hablas? ¡Explícate!
Ráfaga –Escucha, no soy ningún tonto… Debes
tener un motivo oculto para querer sacrificarte voluntariamente de esa manera,
y dejar de existir cuando el alma de Dyamat ocupe tu lugar en ese cuerpo.
La confesión de Ráfaga lo deja de una pieza.
-¡¿Qué estás diciendo?!
Ráfaga -¿No te lo habían dicho…? En el momento
en el que destruyas la quinta perla dorada, tu conciencia será destruida, y
será reemplazada por la conciencia de Dyamat. En otras palabras, ¡el ser que
has estado luchando por revivir todo este tiempo sólo volverá a la vida cuando
reencarne en cuerpo!
Leiyus queda en shock por la revelación,
tomándole más tiempo de lo normal responderle. –Mientes… ¡Sólo tratas de
confundirme! –grita éste, para después alzar el vuelo a gran velocidad y
dejarse caer desde gran altura sobre su enemigo.
Ráfaga se prepara para recibirlo tomando aire
profundamente y arqueando la espalda hacia atrás. En el momento en el que
Leiyus está a punto de estrellarse cara a cara contra él, Ráfaga libera de su
boca un rayo de plasma extremadamente caliente, que dirige directo hacia el guerrero, pero
para su sorpresa, Leiyus esquiva el plasma, desapareciendo de la trayectoria
del rayo en pleno aire para reaparecer momentos después cerca de allí retomando
altitud, a la vez que prepara un rugido
de dragón alfa.
El poder, así como la intensidad del ataque de
Leiyus toma desprevenido a Ráfaga, quien es incapaz de esquivarlo una vez él se
lo arroja, por lo que el dragón oscuro sólo atina a intentar soportar el golpe,
extendiendo las manos al frente antes de ser consumido por el poderoso rayo,
cuya potencia es tal, que atraviesa la tierra de la plataforma hasta emerger
por la parte baja de la misma con tremenda fuerza.
Momentos después, puede verse resurgir a Ráfaga,
con parte de su armadura de escamas negras seriamente dañada, y en algunas
otras, completamente destruida después de haber recibido de lleno el ataque.
Para entonces, las manos del dragón negro
tiemblan sin control a causa del esfuerzo, y apenas mirarse las palmas, éste
descubre consternado que le han quedado completamente ennegrecidas y quemadas.
-Ma… ¡Maldito! –farfulla Ráfaga-. ¡¿Cómo es
que a estas alturas es capaz de tener tanta energía?!
Al ver a su enemigo todavía de pie después del
ataque, Leiyus se desconcierta. -No puede ser… ¡Ese tipo es invencible! A pesar
de haber replicado su ataque especial casi a la perfección, apenas y le he
hecho daño.
Ráfaga -¡Te haré pagar por esto mandándote al
infierno ahora mismo! –lo amenaza, fuera de sí.
Leiyus –¡Maldita sea…! Ya casi no me quedan
energías… ¿Qué voy a hacer? –dice para sí mismo y con creciente desesperación.
De pronto, el héroe cree escuchar una voz
conocida a la distancia que lo llama, y para su sorpresa, no muy lejos de allí divisa
a sus amigos, que en esos momentos corren en su dirección.
Ráfaga se sorprende al ver al grupo allí.
-¡Qué! ¡Cómo es que están vivos! Si ellos están aquí… ¡significa que Delta…!
Dine es la primera en hacer contacto con él
apenas se encuentran a suficiente distancia: –¡Leiyus, hemos venido a ayudarte
a derrotar a Ráfaga!
Leiyus entonces decide descender del aire para
reunirse con ellos. –Gracias, pero en estos momentos, es mi responsabilidad
vencerlo.
Dine se sorprende al notar la mirada
penetrante en los ojos de Leiyus. –Pero… -replica.
–Sé cómo acabar con él –la interrumpe-, pero
no me queda suficiente energía para ello.
Acto seguido, Leiyus saca el frasco que
recibió de Laurel y remueve el corcho para beber su contenido en su totalidad.
Dine –Leiyus… -musita, a la vez que él bebe.
Leiyus -Si de verdad quieren ayudarme, quiero
que lo mantengan a Ráfaga ocupado por unos momentos –les pide a sus amigos,
luego de beberse la poción.
Dine –Está bien… –accede finalmente.
Habiéndose recuperado de sus heridas, Leiyus
reúne lentamente toda la energía almacenada en su cuerpo hasta exteriorizarla
en forma de llamas de energía a su alrededor. Ráfaga no tarda en notar la
poderosa aura que emana su enemigo. –No sé qué es lo que intentes, ¡pero no te
dejaré hacerlo! –le advierte.
Doma -¡Rápido!, tenemos que distraerlo –ordena
a sus amigos, que lo siguen de un salto excepto Astrid y Sanhgine, que se
rezagan.
El vampiro aprovecha el momento para dirigirse
a su hermana y entonces le pregunta con serenidad: -¿Puedes usar tempest?
Astrid –Sí, ¿pero eso de qué serviría contra
él?
Sanhgine –Si combinamos tu hechizo de trueno
con el mío, la suma de nuestros poderes dará como resultado un ataque varias
veces más potente... Cuando Ráfaga se confíe e intente atacar a tus amigos, se
los lanzaremos conjuntamente ¿de acuerdo?
Entre tanto, Doma, Kindolf y Dine atacan en
equipo al dragón oscuro con hechizos de toda clase, quien parece decidido a matarlos,
pero es incapaz de concentrarse en un solo objetivo.
Kindolf aprovecha la confusión de su enemigo
para detenerse por un momento para formar una espada de aire, con la que lanza
cortes de vacío en dirección a Ráfaga, los cuales naturalmente no logran tener
efecto en su dura piel. -¡Tú serás el primero en morir! –lo amenaza éste, apenas
se percata de su presencia, para inmediatamente dirigirse hacia él a toda
velocidad.
Nervioso, Kindolf le lanza varios cortes más
que sólo logran rebotan sobre su piel y rostro sin causarle daño alguno. Para
entonces y a borde del pánico, el caballero finalmente le arroja su espada de
energía, la cual apenas impacta sobre el dragón, es destruida al instante, pero
antes de que Ráfaga llegue hasta él Dine y Doma aparecen atacando en conjunto con
una serie de reminats, los cuales él
destruye a puñetazos sin siquiera disminuir su velocidad. En el último segundo,
Kindolf aparta la vista momentos antes de ser alcanzado por su enemigo, es
entonces que Sanhgine y Astrid hacen su movimiento.
-¡Ahora Astrid! –le indica Sanhgine con un
grito.
Los hermanos vampiro conjuran a toda prisa sus
hechizos de trueno y los lanzan en perfecta sincronía contra su enemigo. Pronto,
los hechizos se combinan en uno solo hasta formar una poderosa tormenta
eléctrica, la cual impacta al desprevenido Ráfaga con toda su fuerza, logrando
detenerlo en seco antes de poder lastimar a Kindolf.
Entre tanto, Leiyus concentra toda su energía
hasta lograr condensarla en sus puños, a la vez que abre sus alas y vuela
directo hacia Ráfaga. -¡Este será mi último ataque! ¡Recibe el puño de dragón!
Aunque aturdido por el ataque de truenos, Ráfaga
logra recuperarse inmediatamente, consiguiendo bloquear el primer puñetazo de
Leiyus, pero la fuerza con la que éste lo ataca resulta ser demasiado poderos
para el dragón oscuro, destrozándole el hueso del antebrazo en el acto, para
después dejar escapar un grito de agonía.
Leiyus entonces le asesta un segundo golpe a
Ráfaga, liberando el resto de su energía contenida de dragón, con el cual
perfora el pecho del dragón oscuro, en medio de una explosión de energía y
sangre.
De inmediato, de la frente de Ráfaga se
desprende la gema roja, la cual cae al suelo antes de que el cuerpo inerte del
dragón oscuro salga catapultado con gran fuerza hasta estrellarse sobre la base
de la torre principal, causando un estruendo que sacude el lugar entero.
Tras haber gastado toda su energía en ese
ataque, las alas de Leiyus desaparecen de su espalda, y sus ojos amarillos
regresan a su color marrón claro natural. Para entonces, la batalla ha
terminado, por lo que el guerrero no tarda en recuperar la gema roja del suelo.
En ese momento, y para sorpresa de todos, la gema verde aparece junto a la
roja, combinándose en una sola, que luego se transforma en la última perla
dorada, cuyo brillo, a diferencia de las anteriores perlas, es mucho más
intenso…
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