02 junio, 2024

Dragon Legacy, Vol.1: Capitulo 43


La última perla dorada 


Incapaz de ayudar a sus amigos en problemas, Leiyus debió en su lugar hacer frente a Ráfaga mientras el resto de sus aliados peleaban contra Delta, quien terminó por lastimar de gravedad a Astrid durante su encuentro. Entonces apareció Sanhgine en escena…

 

Pequeñas gotas de sangre caen al suelo desde la espalda de Delta, en el momento en el que ella da un paso atrás al percatarse de la presencia de Sanhgine. -¡Quién diablos eres tú!

 

Sanhgine le responde con una mirada fría, para luego volverse hacia donde se encuentra Kindolf, quien en esos momentos sostiene en brazos a su hermana mal herida. -¿…cómo está Astrid? –le pregunta el vampiro al caballero con voz calma, apenas audible.

 

Kindolf –…está respirando, pero tengo que administrarle una pócima de recuperación cuanto antes –responde, tratando de mantener la compostura.

 

Sanhgine -Lo dejo en tus manos… –le confía a Kindolf antes de caminar hacia Delta y detenerse a pocos metros de ella.

 

Sin perder tiempo Kindolf saca de su bolsillo la pócima que le entregó Laurel, y con cuidado se la da a beber a Astrid, asegurándose de que el líquido no se derrame fuera de su boca.

 

Delta –¿Así que crees que puedes hacer lo que tus patéticos amigos no pudieron? –le pregunta al vampiro provocativamente.

 

Sanhgine –Pruébame –la reta a su vez.

 

Delta –Muy bien, si eso es lo que quieres… ¡Drakint!

 

El hechizo de Delta, responsable de haber derrotado tanto a Doma como a Dine, atraviesa el cuerpo del vampiro sin causarle daño alguno. Aquello desconcierta a la dragona oscura

 

-¡¿Qué?! ¡Pero, cómo…! Ya veo… tú también eres un ser de la oscuridad.

 

Sanhgine –Así es. ¡Val tempest!

 

El poder eléctrico de Sanhgine es a su vez detenido fácilmente por Delta con una sola mano. –Veo que eres más estúpido de lo que pensaba. Además de ser una criatura oscura, ¡también soy un dragón negro de élite! No importa lo fuerte que seas, ningún hechizo o ataque de bajo nivel puede dañarme lo suficiente… Tan sólo mira cómo acabaron tus amigos. ¡Solo, no tienes oportunidad en contra mía!

 

Sanhgine permanece en silencio hasta que de pronto esboza una ligera sonrisa. -¿En serio? ¿Por qué no intentas hacer lo mismo conmigo entonces? –la provoca, sin inmutarse.

 

Los comentarios hacen que Delta pierda la paciencia. –Bien, si eso es lo que quieres... ¡Te daré lo que quieres!  ¡Garra de dragón!

 

Sanhgine -¡Desmi-xaos!

 

El poderoso hechizo de Sanhgine toma por sorpresa a Delta, y antes de que ella pueda consumar su ataque, es golpeada directamente por la energía de Sanhgine, siendo arrastrada por ésta hasta ser derribada bruscamente por el poder.

 

“¿C-cómo es que una criatura como esa conoce un hechizo tan destructivo?”  -se pregunta Delta, tratando de ponerse de pie.

 

Kindolf, que entonces se encontraba observando el desarrollo de la pelea, reconoce de inmediato el ataque de Sanhgine. –Un momento. ¡Ese es el hechizo que usó en nuestra batalla con Bélidas! ¡¡Parece que después de todo, sí logró perfeccionarlo!!

Sanhgine –Te equivocas, renacuajo. Sólo he aprendido a dominarlo, pero será más que suficiente para acabar con esta basura.

 

Justo en ese momento Astrid comienza a recuperar la conciencia.

 

Kindolf –Astrid, ¿cómo te sientes?

 

Astrid –Kindolf… tú… ¿me diste a beber tu pócima?

 

La mirada de su compañera y el acercamiento de sus rostros ponen al caballero nervioso, por lo que él sólo atina a a reír nerviosamente. –¡Eso no es importante ahora, Astrid! Tenemos que ayudar a Doma y a Dine. Ellos todavía están bajo el efecto de la energía negativa de Delta. –alega, ayudándola a levantarse para después ir juntos a socorrer a sus compañeros dragones heridos.

 

Entre tanto, Delta logra ponerse de pie a pesar de sus heridas, y para sorpresa de Sanhgine, comienza a reír. –Debo admitir que me has dejado impresionada. No pensé que hubiese en este mundo criaturas que pudieran enfrentarse cara a cara con un dragón guerrero... Pero déjame decirte que estás subestimándome si crees que podrás vencerme tan fácilmente.

 

Ignorando las palabras de Delta, Sanhgine comienza a reunir fuerza en su puño derecho para un segundo ataque, pero antes de que pueda terminarlo, Delta lo sorprende moviéndose a gran velocidad, obligándolo a defenderse con sus brazos para evitar que ejecute de nuevo su poder.

 

Aprovechando la cercanía, Delta utiliza su garra de dragón en Sanhgine, y aunque éste logra defenderse del poder, el vampiro se ve obligado a ofrecer una enorme resistencia con los pies tan sólo para no ser arrojado por los aires.

 

Delta –¡Lo sabía! -conjetura-. ¡Para usar ese ataque tuyo, necesitas tiempo! Si te ataco continuamente sin darte oportunidad para que vuelvas a conjurarlo, estarás tan indefenso como el tus amigos! ¿O me equivoco?

 

Sanhgine entonces vuelve a la posición para reunir energía sin darle el gusto responderle.

 

Delta -¡Te dije que no lo volverás a hacer! –ruge, a la vez que le lanza un puñetazo al rostro que Sanhgine bloquea. Entonces Delta usa su otro brazo para atestarle un codazo directamente en el pecho, aturdiendo al vampiro, y permitiendo que ella pueda golpearlo repetidamente en el rostro hasta que finalmente lo remata con su garra del dragón.

 

Sanhgine cae al suelo con fuerza e inmediatamente se levanta del suelo con un poco de sangre en la boca y tierra sobre el rostro, intentando por tercera vez hacer su ataque especial. Aquello no hace más que irritar a Delta todavía más, quien responde reanudando su ofensiva con otra garra de dragón.

 

Las garras de Delta cargadas de energía oscura se acerca a gran velocidad hacia Sanhgine, pero extrañamente, ella es detenida súbitamente por una fuerza desconocida, quedando con sus garras apenas a unos centímetros del pecho del vampiro. Para cuando Delta toma conciencia de ello, la dragona oscura se da cuenta que ha sido Sanghine quien ha conseguido detenerla, sosteniéndole el brazo con su propia mano desde la muñeca. –…puede que tu piel sea más resistente que la mía –le aclara el vampiro-, pero hay dos cosas que pasaste por alto…

 

Delta entonces intenta desesperadamente retirar su mano, siendo incapaz de lograrlo, a la vez que Sanhgine continúa hablándole. -…la primera, es que nosotros los vampiros podemos curarnos muy rápidamente de nuestras heridas, y la segunda, es que mi fuerza es muy superior a la tuya.

 

Delta –No es verdad. ¡Imposible! –niega a voz en cuello, sin dejar de luchar por liberarse del agarre del vampiro.

 

Sanhgine entonces junta sus dedos, y con su mano, atraviesa el vientre de la dragona de la misma manera en la que ella lo hizo con Astrid. –No… ma-mal-di-to…. –murmura con voz débil la dragona oscura, quedando mortalmente herida.

 

En un último intento desesperado, Delta trata de usar su garra de dragón con Sanhgine, pero éste lanza un hechizo sobre ella primero. -¡Val tempest!

 

Al momento, la fuerza de los truenos generados por Sanhgine atraviesa con toda su fuerza el cuerpo de Delta, quien es consumida por los rayos.

 

Una vez Sanhgine cree haber acabado con su enemigo, quien yace frente a él sobre el suelo e inmóvil, éste le da la espalda para retirarse. De pronto, el cuerpo de Delta comienza a moverse de nuevo hasta ponerse de pie de nuevo con dificultad. El vampiro se vuelve hacia ella justo en el momento en el que su moribunda rival alza su mano en dirección a él, en un último intento por atacarle, pero antes de que pueda hacer más, cae muerta frente al vampiro. De su frente se desprende la gema verde que hasta ahora ella había estado protegiendo, misma que Sanhgine recoge en el acto.

 

Para entonces, tanto su hermana, Kindolf, y el par de dragones ya se han logrado recuperar de sus heridas y le salen al encuentro.

 

-¡La venciste, hermano! –exclama Astrid, que para entonces ha recuperado completamente la salud y ahora lo recibe con un abrazo-. ¡Nos has salvado a todos!

 

Doma –¿Quién es él? –pregunta a sus amigos apenas se fija en Sanhgine-. Siento una presencia oscura en ese tipo. Acaso él es…

 

Adivinando sus pensamientos, Astrid se apresura a explicarle. –Él es Sanhgine, es mi hermano mayor ¡Está de nuestro lado!

 

Kindolf –Descuida, Doma. Parece un tipo malo, pero la verdad es que no sólo ha ayudado a Leiyus en batalla, sino que también fue gracias a él que pudimos derrotar a Bélidas.

 

Dine  -Un momento… ¿cómo llegaste hasta aquí, Sanhgine?

 

Kindolf –Es verdad… ¡Sólo nosotros sabíamos cómo llegar a al pilar del cielo!

 

Sanhgine les da la espalda antes de comenzar a explicarles: -Eso es porque los he estado siguiendo en secreto desde la ciudad de Leria.

 

Dine –Pero, ¿cómo…?

 

Astrid –Eso es porque yo lo llamé cuando supe que lucharíamos con Volgia –aclara ella a sus amigos.

 

Sanhgine –Estuve observándolos desde hace dos días. Yo soy capaz de usar un hechizo muy parecido al de la teletransportación, y aunque no es instantáneo como el de aquél chico, pude alcanzarlos antes de que subieran hasta este punto.

 

Dine -¿Quieres decir que subiste hasta aquí volando? ¡Eso es imposible!

 

Sanhgine niega con la cabeza en respuesta. –Subí con ustedes, en aquél elevador mágico, sólo que lo hice en mi forma de vampiro, justo antes de que la burbuja se elevara.

 

Kindolf –Un momento. ¡Eso significa que estuviste todo el tiempo aquí sin hacer nada mientras nosotros peleábamos con hordas enteras de dragones y éramos masacrados por Delta!

 

Sanhgine –No digas tonterías. Al igual que ustedes, yo también tuve que pelear con una gran cantidad de dragones negros y dragones resucitados para llegar hasta aquí.

 

Al escuchar esto, Astrid lo rodea con sus brazos amorosamente. –Hermano… -dice con un tono meloso.

 

Doma –No quisiera romper esta reunión entre hermanos, pero no tenemos tiempo que perder. Leiyus todavía debe seguir peleando contra ese tipo llamado Ráfaga. ¡Tenemos que apresurarnos e ir en su ayuda!

 

-o-

 

En medio de un intenso combate, Leiyus y Ráfaga se mueven en el aire a velocidades supersónicas mientras se embisten el uno al otro sin cesar, y en una de esas ocasiones, Leiyus logra burlar las defensas de su oponente para después asestarle un fuerte golpe en el pecho que hace caer del cielo a su rival a gran velocidad, pero antes de estrellarse sobre la plataforma, Ráfaga logra darse vuelta en el aire y aterrizar pesadamente con los pies y manos, causando que el suelo se resquebraje bajo sus pies a causa del tremendo impacto.

 

Al ver esto, Leiyus se sorprende: “¿Cómo es posible?  ¡Lo golpee con todas mis fuerzas, y aun así no parece que le haya hecho el menor daño!” –piensa con angustia.

 

Desde abajo, Ráfaga observa a Leiyus descender hasta tocar tierra para estar al mismo nivel que él. –Eres muy perseverante, ¡pero a pesar de tus esfuerzos, no lograrás ganar nada, incluso si por algún milagro logras ganarme, resurrección de Dyamat!

 

Leiyus -¿Qué quieres decir?

 

Ráfaga – Dime algo… ¿Por qué estás luchando? ¿Cuál es tu verdadero propósito en este conflicto?

 

Leiyus tarda un poco en responderle mientras busca las palabras adecuadas: -¡Lo sabes muy bien! ¡Nuestra misión es recolectar las perlas del dragón para poder revivir a Dyamat!

 

Su respuesta hace reír a Ráfaga a carcajadas. -¿En serio? Que noble de tu parte –le contesta con ironía-, pero ¿acaso tienes idea de lo que significa la reencarnación de Dyamat?

 

Leiyus -¿De qué es lo que hablas? ¡Explícate!

 

Ráfaga –Escucha, no soy ningún tonto… Debes tener un motivo oculto para querer sacrificarte voluntariamente de esa manera, y dejar de existir cuando el alma de Dyamat ocupe tu lugar en ese cuerpo.

 

La confesión de Ráfaga lo deja de una pieza. -¡¿Qué estás diciendo?!

 

Ráfaga -¿No te lo habían dicho…? En el momento en el que destruyas la quinta perla dorada, tu conciencia será destruida, y será reemplazada por la conciencia de Dyamat. En otras palabras, ¡el ser que has estado luchando por revivir todo este tiempo sólo volverá a la vida cuando reencarne en cuerpo!

 

Leiyus queda en shock por la revelación, tomándole más tiempo de lo normal responderle. –Mientes… ¡Sólo tratas de confundirme! –grita éste, para después alzar el vuelo a gran velocidad y dejarse caer desde gran altura sobre su enemigo.

 

Ráfaga se prepara para recibirlo tomando aire profundamente y arqueando la espalda hacia atrás. En el momento en el que Leiyus está a punto de estrellarse cara a cara contra él, Ráfaga libera de su boca un rayo de plasma extremadamente caliente,  que dirige directo hacia el guerrero, pero para su sorpresa, Leiyus esquiva el plasma, desapareciendo de la trayectoria del rayo en pleno aire para reaparecer momentos después cerca de allí retomando altitud, a la vez que prepara un rugido de dragón alfa.

 

El poder, así como la intensidad del ataque de Leiyus toma desprevenido a Ráfaga, quien es incapaz de esquivarlo una vez él se lo arroja, por lo que el dragón oscuro sólo atina a intentar soportar el golpe, extendiendo las manos al frente antes de ser consumido por el poderoso rayo, cuya potencia es tal, que atraviesa la tierra de la plataforma hasta emerger por la parte baja de la misma con tremenda fuerza.

 

Momentos después, puede verse resurgir a Ráfaga, con parte de su armadura de escamas negras seriamente dañada, y en algunas otras, completamente destruida después de haber recibido de lleno el ataque.

 

Para entonces, las manos del dragón negro tiemblan sin control a causa del esfuerzo, y apenas mirarse las palmas, éste descubre consternado que le han quedado completamente ennegrecidas y quemadas.

 

-Ma… ¡Maldito! –farfulla Ráfaga-. ¡¿Cómo es que a estas alturas es capaz de tener tanta energía?!

 

Al ver a su enemigo todavía de pie después del ataque, Leiyus se desconcierta. -No puede ser… ¡Ese tipo es invencible! A pesar de haber replicado su ataque especial casi a la perfección, apenas y le he hecho daño.

 

Ráfaga -¡Te haré pagar por esto mandándote al infierno ahora mismo! –lo amenaza, fuera de sí.

 

Leiyus –¡Maldita sea…! Ya casi no me quedan energías… ¿Qué voy a hacer? –dice para sí mismo y con creciente desesperación.

 

De pronto, el héroe cree escuchar una voz conocida a la distancia que lo llama, y para su sorpresa, no muy lejos de allí divisa a sus amigos, que en esos momentos corren en su dirección.

 

Ráfaga se sorprende al ver al grupo allí. -¡Qué! ¡Cómo es que están vivos! Si ellos están aquí… ¡significa que Delta…!

 

Dine es la primera en hacer contacto con él apenas se encuentran a suficiente distancia: –¡Leiyus, hemos venido a ayudarte a derrotar a Ráfaga!

 

Leiyus entonces decide descender del aire para reunirse con ellos. –Gracias, pero en estos momentos, es mi responsabilidad vencerlo.

 

Dine se sorprende al notar la mirada penetrante en los ojos de Leiyus. –Pero… -replica.

 

–Sé cómo acabar con él –la interrumpe-, pero no me queda suficiente energía para ello.

 

Acto seguido, Leiyus saca el frasco que recibió de Laurel y remueve el corcho para beber su contenido en su totalidad.

 

Dine –Leiyus… -musita, a la vez que él bebe.

 

Leiyus -Si de verdad quieren ayudarme, quiero que lo mantengan a Ráfaga ocupado por unos momentos –les pide a sus amigos, luego de beberse la poción.

 

Dine –Está bien… –accede finalmente.

 

Habiéndose recuperado de sus heridas, Leiyus reúne lentamente toda la energía almacenada en su cuerpo hasta exteriorizarla en forma de llamas de energía a su alrededor. Ráfaga no tarda en notar la poderosa aura que emana su enemigo. –No sé qué es lo que intentes, ¡pero no te dejaré hacerlo! –le advierte.

 

Doma -¡Rápido!, tenemos que distraerlo –ordena a sus amigos, que lo siguen de un salto excepto Astrid y Sanhgine, que se rezagan.

 

El vampiro aprovecha el momento para dirigirse a su hermana y entonces le pregunta con serenidad: -¿Puedes usar tempest?

 

Astrid –Sí, ¿pero eso de qué serviría contra él?

 

Sanhgine –Si combinamos tu hechizo de trueno con el mío, la suma de nuestros poderes dará como resultado un ataque varias veces más potente... Cuando Ráfaga se confíe e intente atacar a tus amigos, se los lanzaremos conjuntamente ¿de acuerdo?

 

Entre tanto, Doma, Kindolf y Dine atacan en equipo al dragón oscuro con hechizos de toda clase, quien parece decidido a matarlos, pero es incapaz de concentrarse en un solo objetivo.

 

Kindolf aprovecha la confusión de su enemigo para detenerse por un momento para formar una espada de aire, con la que lanza cortes de vacío en dirección a Ráfaga, los cuales naturalmente no logran tener efecto en su dura piel. -¡Tú serás el primero en morir! –lo amenaza éste, apenas se percata de su presencia, para inmediatamente dirigirse hacia él a toda velocidad.

 

Nervioso, Kindolf le lanza varios cortes más que sólo logran rebotan sobre su piel y rostro sin causarle daño alguno. Para entonces y a borde del pánico, el caballero finalmente le arroja su espada de energía, la cual apenas impacta sobre el dragón, es destruida al instante, pero antes de que Ráfaga llegue hasta él Dine y Doma aparecen atacando en conjunto con una serie de reminats, los cuales él destruye a puñetazos sin siquiera disminuir su velocidad. En el último segundo, Kindolf aparta la vista momentos antes de ser alcanzado por su enemigo, es entonces que Sanhgine y Astrid hacen su movimiento.

 

-¡Ahora Astrid! –le indica Sanhgine con un grito.

 

Los hermanos vampiro conjuran a toda prisa sus hechizos de trueno y los lanzan en perfecta sincronía contra su enemigo. Pronto, los hechizos se combinan en uno solo hasta formar una poderosa tormenta eléctrica, la cual impacta al desprevenido Ráfaga con toda su fuerza, logrando detenerlo en seco antes de poder lastimar a Kindolf.

 

Entre tanto, Leiyus concentra toda su energía hasta lograr condensarla en sus puños, a la vez que abre sus alas y vuela directo hacia Ráfaga. -¡Este será mi último ataque! ¡Recibe el puño de dragón!

 

Aunque aturdido por el ataque de truenos, Ráfaga logra recuperarse inmediatamente, consiguiendo bloquear el primer puñetazo de Leiyus, pero la fuerza con la que éste lo ataca resulta ser demasiado poderos para el dragón oscuro, destrozándole el hueso del antebrazo en el acto, para después dejar escapar un grito de agonía.

 

Leiyus entonces le asesta un segundo golpe a Ráfaga, liberando el resto de su energía contenida de dragón, con el cual perfora el pecho del dragón oscuro, en medio de una explosión de energía y sangre.

 

De inmediato, de la frente de Ráfaga se desprende la gema roja, la cual cae al suelo antes de que el cuerpo inerte del dragón oscuro salga catapultado con gran fuerza hasta estrellarse sobre la base de la torre principal, causando un estruendo que sacude el lugar entero.

 

Tras haber gastado toda su energía en ese ataque, las alas de Leiyus desaparecen de su espalda, y sus ojos amarillos regresan a su color marrón claro natural. Para entonces, la batalla ha terminado, por lo que el guerrero no tarda en recuperar la gema roja del suelo. En ese momento, y para sorpresa de todos, la gema verde aparece junto a la roja, combinándose en una sola, que luego se transforma en la última perla dorada, cuyo brillo, a diferencia de las anteriores perlas, es mucho más intenso…


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