30 junio, 2024

Dragon Legacy, Vol.1: Capitulo 45

 


La caída de Dyamat


Dyamat, el rey de los dragones blancos finalmente ha reencarnado, por lo que sin pensarlo dos veces, desafió a Volgia en una batalla final. Entre tanto, el resto se encuentra de nuevo con Ráfaga, quien robó los poderes de Delta para poder regresar de las puertas de la muerte, esta vez más fuerte y más furioso que nunca para poder vengarse de ellos…

 

Volgia cae de rodillas después de perder ambos brazos, mirando sus muñones sangrantes de los cuales no para de supurar sangre color púrpura en abundancia.

 

Por su parte, Dyamat lo mira en silencio, hasta que finalmente pronuncia unas cuantas palabras. -No tiene por qué acabar así… Aún queda tiempo para reivindicar tu alma. Si dejas tu absurda búsqueda de venganza, te perdonaré la vida. Pero si insistes, no me dejarás otra opción más que eliminarte.

 

Volgia alza la vista repentinamente para mirarlo a los ojos por unos instantes con expresión de incredulidad antes de echarse a reír. –A pesar de todo no has cambiado nada… ¡Siempre has sido el mismo tonto…! –asevera Volgia, poniéndose de pie como si nada ocurriera.

 

Dyamat reacciona clavándole inmediatamente los dedos por debajo del hombro, hasta que de la herida brota más sangre, pero para su sorpresa, Volgia no parece sentir dolor alguno. -¿Acaso te has vuelto loco? Sabes que no me ganarás –asevera Dyamat.

 

Volgia –Tienes razón. Mi fuerza por sí sola no sería suficiente para acabar contigo, pero ya te dije que no soy el mismo de antes. Los demonios me dieron otro cuerpo, uno que no puedes matar, ¡porque ya está muerto!

 

De pronto, Dyamat es sorprendido por una repentina explosión de energía que Volgia comienza a irradiar, haciéndolo retroceder. La poderosa energía circundante pronto comienza a salirse de control, haciendo estragos a sus alrededores tras ser expulsada con tal violencia, que ésta comienza a erosionar las paredes y corroyendo cualquier metal cercano cual ácido.

 

En medio de la conmoción Dyamat puede observar el momento en el que algo detrás de Volgia se arrastra hacia la espalda de éste. El objeto en sí extraño resulta ser su martillo, el cual repta al cuerpo de Volgia hasta penetrar su piel para posteriormente fusionándose con su columna vertebral. De inmediato, el cuerpo del dragón negro comienza a sufrir cambios drásticos:

 

Su tamaño empieza a incrementarse de manera desproporcionada, al igual que su masa muscular. De todas partes del cuerpo de Volgia emergen ojos de todos los tamaños, mientras que de sus hombros le crecen dos cabezas de dragón. Finalmente, de los muñones en donde alguna vez estuvieron sus brazos comienzan a crecer decenas de tentáculos oscuros, a la vez que si rostro se deforma por uno más acorde al de una bestia con cuernos.

 

Sin inmutarse ante la nueva forma de su enemigo, Dyamat ataca a la criatura que solía ser Volgia, pero antes de siquiera poder tocarlo, los tentáculos del dragón oscuro le cortan el paso e intentan apresarlo.

 

El rey de los dragones reacciona rápidamente generando una poderosa barrera de luz que consigue mantener a raya a los tentáculos, lo que le da el tiempo para alejarse de ellos para después retomar su ataque lanzándose hacia la bestia a toda velocidad, pero cuando está a punto de llegar a Volgia, las decenas de ojos que recubren el cuerpo del dragón oscuro se giran en su dirección, lanzando una lluvia de rayos de energía en forma de ases de luz que impactan al unísono sobre Dyamat, derribándolo al suelo con una enorme fuerza.

 

Vogia –¡Ahora ya no habrá nada que pueda detenerme! –dice con voz rasposa la criatura-. Gracias a la energía de luz que has liberado durante nuestro encuentro, ¡finalmente podré abrir la puerta de los cielos y permitir que las sombras cubran este mundo! –afirma con satisfacción, al tiempo una gran cantidad de nubes se acumulan sobre ellos hasta formar un vórtice.

 

Pronto, del centro del vórtice emerge una sustancia marrón, misma que comienza a caer en grandes cantidades en dirección a la tierra, y en cuestión de minutos, el mundo entero cae víctima de una lluvia oscura, la cual es inmediatamente absorbida por el suelo. Poco después, cientos de miles de cuerpos y cadáveres de toda índole empiezan a levantarse, reanimados por aquella sustancia marrón, a través de toda la faz del mundo, causando destrucción y caos a donde quiera que van.

 

Reinos y naciones enteras observan consternadas cómo las criaturas del inframundo invaden sus tierras, obligándolos a luchar contra una interminable horda de reanimados. Entre las naciones afectadas está el reino Leivan y la ciudad de Leria…

 

Dyamat se levanta de un salto. –No te lo permitiré. ¡Rugido alfa! –lanzándose hacia la criatura, que lo recibe estirando sus tentáculos hacia él.

 

El poder de Dyamat es tan poderoso que atraviesa el pecho de Volgia de lado a lado brotando entrañas y sangre por detrás de la herida. De repente, la sangre y las entrañas regresan al interior de Volgia como si se hubiese revertido el tiempo.

 

Volgia -¿Acaso no te lo dije? ¡Ahora soy inmortal! –asevera atacándolo con sus tentáculos, que Dyamat rechaza destruyendo uno por uno haciendo uso de su energía y de sus propias manos.

 

-o-

 

Ajenos a lo que sucede en la cima de la torre en esos momentos, el resto de los amigos de Leiyus encaran otro problema al reencontrarse con Ráfaga, a quien ya creían haber vencido.

 

Astrid -¡Es Ráfaga! –dice pasmada.

 

Kindolf –Pero, ¿¡cómo…?!

 

Ráfaga –¿Les sorprende? –responde sin evitar sonreír-. No ha sido fácil, pero para hacerlo, tuve que absorber el cuerpo de Delta… Todavía no me he recuperado totalmente de mis heridas, pero no sólo he recobrado las fuerzas. ¡También soy más fuerte!

 

Astrid –¡Eso no es posible! Creía que los guardianes de las perlas estaban ligados a su poder para sobrevivir.

 

Ráfaga –Es verdad que los guardianes de las perlas anteriores dependían de el poder de la perla para sobrevivir porque eran débiles, pero yo soy diferente… ¡Mis poderes oscuros sobrepasan por mucho los de la perla dorada, lo que me hace incompatible para un pacto como ese! En otras palabras: la vida de Delta y mía no estaban vinculadas a la existencia de la perla.

 

Doma –¡Pues siento mucho decirte esto, pero aunque nos mates, de nada te servirá! Volgia ha puesto una barrera alrededor del pilar del cielo. ¡Quedarás atrapado aquí sin importar quién de nosotros gane la batalla!

 

Ráfaga echa a reír repentinamente. -¿Atrapado? ¡Fui yo quien colocó esa barrera, tontos! ¡No voy a dejar que basuras como ustedes se me escapen de las manos después de lo que le hicieron a Delta!

 

Dine -¿Qué haremos…? –pregunta en voz baja a sus compañeros.

 

Doma -…no tenemos otra opción más que enfrentarlo, aunque dudo que alguno de nosotros tenga la fuerza suficiente para acabar con él.

 

Sanhgine –Habla por ti, dragón. Acabar con otro de estos tipos no será problema para mí –asegura el vampiro sin asomo de emoción.

 

Astrid -¡Hermano!

 

Sanhgine –No sé si el desmi-xaos que he dominado sea suficiente para matarlo, pero estoy seguro que al menos le causaría un gran daño… Si ese es el caso, ustedes podrán rematarlo en caso de que me quede sin energía.

 

Ráfaga -¿Y bien? –pregunta ginalmente con impaciencia el dragón oscuro-. ¿Quién será de ustedes el primero en enfrentarme? ¿¡O es que prefieren que acabe con todos a la vez!?

 

Sanhgine -…el problema es que ese hechizo requiere de mucho poder y toma tiempo terminarlo –explica a sus aliados-. Para que mi plan funcione, tendrán que distraer a esta basura el tiempo suficiente para que yo cree el hechizo, y después asegurarse de que lo reciba directamente.

 

–Si ustedes no me atacan, ¡entonces yo tomaré la iniciativa! –grita Ráfaga con impaciencia en ese momento.

 

Acto seguido, Dine, Doma y Kindolf deciden formar un frente unido en contra del dragón oscuro, a quien atacan arrojándole hechizos reminat, aqua-prist, y exus-lay respectivamente, los cuales Ráfaga recibe de lleno sin causarle el menor daño, rebotando sobre su piel mientras éste se dirige hacia ellos a toda velocidad. Doma entonces intenta conjurar un hechizo protector para sus amigos, pero antes de poder hacerlo, se da cuenta muy tarde que Ráfaga ya está sobre él.

 

En ese instante, el dragón negro le propina un tremendo golpe a Doma que lo derriba antes de que pueda reaccionar. A su vez, Dine trata de sorprender a su enemigo atacándolo por la espalda mientras éste se concentra en Doma, pero Ráfaga se percata de su presencia a tiempo y antes de que pueda conectarle el golpe, su rival la sorprende apresándola por las muñecas con una mano.

 

Astrid trata de acudir al rescate de su amiga dragona haciendo uso de su colmillo sangriento sobre Ráfaga, pero él reacciona antes de que pueda alcanzarlo hundiendo su codo en el vientre de la chica vampiro con una fuerza tal, que la manda al suelo violentamente.

 

Ráfaga entonces se vuelve hacia Dine, a quien todavía mantiene apresada de las muñecas: -¿Qué crees que haces? –le pregunta el dragón negro a ella antes de comenzar a torturarla liberando un hechizo de energía oscura a través de su mano que se propaga sobre los brazos de la dragona.

 

Dine deja escapar un grito de agonía mientras su cuerpo es sacudido por el poder de la oscuridad antes de perder el sentido. Para entonces, Ráfaga la alza en vilo e intenta arrojarla lejos, pero antes de poder hacerlo, ella lo sorprende abriendo de golpe los ojos para después sonreírle: -¡Sólo quería distraerte!

 

Para entonces, Rafaga se da cuenta muy tarde, que detrás de la dragona se encuentra Sanhgine juntando una gran cantidad de energía con la que crea un poderoso hechizo oscuro, mismo que concentra en su puño derecho. -¡Desmi-xaos!

 

Ráfaga intenta moverse a toda velocidad para esquivar el ataque tratando de usar a Dine, a quien todavía tiene apresada por el brazo como escudo humano, interponiéndola en la trayectoria del ataque del vampiro, pero Sanhgine consigue desviar en el último segundo su poder lejos de la dragona antes de redirigirlo de nuevo hacia el dragón oscuro. Para entonces, Dine logra zafarse del agarre de su enemigo y se pone a salvo antes de que la explosión la alcance también.

 

La silueta de Ráfaga se pierde de visa dentro de la monstruosa explosión causada por el poder del vampiro, quien después de ejecutar su ataque queda exhausto a causa del enorme esfuerzo.

 

Por un momento, parece que ellos han derrotado por fin a Ráfaga, pero su alegría no dura mucho cuando éste emerge de entre el fuego y el polvo.

 

Ráfaga –¡No crean que pueden engañarme con el mismo truco dos veces! –les advierte, para después dirigirse a increíble velocidad hacia Sanhgine, a quien toma por sorpresa golpeándolo salvajemente hasta que el vampiro cae inconsciente al suelo, momento que el dragón oscuro aprovecha para pisotear su rostro contra el piso con todas sus fuerzas.

 

-¡¡Hermano, no!! –grita Astrid con desesperación. -¡Tenemos que ayudar a mi hermano!

 

Kindolf –¡Yo tengo una idea, Astrid, pero necesito de tu ayuda! ¿Podrías crear un colmillo sangriento más para mí?

 

Astrid –Eso creo… ¿por qué?

 

Kindolf –No hagas preguntas, ¡sólo hazlo…! ¡Y asegúrate de emplear todo lo que te resta de energía! –la apremia.

 

Siguiendo las instrucciones de Kindolf. Astrid crea un colmillo sangriento con todas sus energías. Al mismo tiempo, el caballero forma una espada de viento, misma que combina con la daga roja de si colega vampiro hasta formar una espada hecha de energía de gran poder. –Bien, con eso debe bastar… -murmura el caballero, listo para enfrentar a Ráfaga con su nueva arma.

 

Mientras Ráfaga continúa aplastando sin piedad el rostro de Sanhgine contra el suelo, de pronto el dragón oscuro escucha la voz de Kindolf detrás de él.

 

Kindolf –¡¡Oye, grandote!! –lo llama.

 

Doma y Dine, que todavía no se han recuperado del todo, observan incrédulos a Kindolf enfrentar solo a su enemigo.

 

-Pero, ¿qué está haciendo? –Pregunta Doma-. ¿¡Acaso ha perdido la razón?!

 

Ráfaga vuelve su inmenso torso hacia él. -¿Qué quieres renacuajo? ¡¿Acaso quieres que acabe primero con tu miserable vida?!

 

Kindolf -¿Por qué no vienes acá y lo intentas? –lo provoca.

 

Para el horror del caballero, Ráfaga responde a sus provocaciones y se lanza sobre él, y cuando éste se encuentra a punto de embestirlo, Kindolf coloca rápidamente su mano al frente y a toda prisa recita un hechizo: -¡Revolt!

 

Un repentino y fugaz resplandor sorprende a Ráfaga, cegándolo momentáneamente, quien detiene en seco su avance para momentos después, llevarse las manos a los ojos.

 

No es sino hasta ese momento que Kindolf, en una descarga de adrenalina, decide atacar al dragón negro con la espada verde y roja hecha de energía, consiguiendo rasgar con ella la piel del pecho de su enemigo, enterrándosela con todas sus fuerzas desde un costado hasta el hombro, causándole una gran herida antes de que la espada pierda poder y se desintegre sobre sus manos apenas instantes después.

 

Enceguecido y herido, Ráfaga retrocede. -¡¡Maldito!! –ruge.

 

Dine -¡Lo hizo! ¡¡Realmente lo hizo!! –expresa ella, sin caber en su asombro-.¡Logró herir a Ráfaga!

 

Astrid entonces corre a socorrer a su hermano, quien yace tendido en el suelo, mal herido. -¡Hermano!  

 

En ese momento y sosteniendo a su hermano entre brazos, la chica vampiro recuerda entonces recuerda que ella todavía lleva consigo la pócima que les dio Laurel, pero al sacarla de su bolsa, en su nerviosismo y apremio por dársela a beber a su hermano, ella derrama accidentalmente su contenido sobre el suelo.

 

Una vez ha pasado el efecto del hechizo de luz, Ráfaga finalmente es capaz de abrir los ojos de nuevo antes de mirarse al pecho, en donde descubre la gran herida que Kindolf le ha provocado. –Cómo es posible que haya hecho esto… un simple ser humano. ¡¡Te haré pagar!!

 

Al ver a su rival furioso, Kindolf retrocede, tropezando y terminando por caer de espaldas al suelo.

 

-¡Maldición! ¡Ni siquiera el poder de mi hechizo con el colmillo sangriento fue capaz de hacerle daño! Si tan sólo tuviera completa mi espada Leivan… -se lamenta.

 

Sintiéndose como ratón acorralado, el caballero sólo atina a alejarse a rastras de la ira de Ráfaga, quien se encamina hacia él con los ojos enrojecidos y una muesca de profundo odio.

 

–¡E-espera un poco! –intenta negociar Kindolf con él desesperadamente- ¿No podemos arreglarnos de otra manera?

 

Ignorando las súplicas del caballero, Ráfaga entonces alza una de sus dos manos, con la cual piensa darle el golpe de gracia. –¡Ve pensando en tus últimas palabras antes de que te haga pedazos!

 

En un rápido movimiento, Ráfaga lanza su mano con las garras al frente directo al pecho del inmóvil Kindolf. A su vez, éste cierra los ojos, esperando lo peor.

 

Los segundos corren, y el caballero no parece sentir nada, por lo que al abrirlos nuevamente, se encuentra con Sanhgine al frente suyo, conteniendo con sus propias fuerzas el brazo de Ráfaga entre su propio brazo y sus costillas.

 

 -¡Tú otra vez! –ruge Ráfaga apenas reconocer al vampiro, luego de que éste interviniera en su golpe.

 

Sanhgine –Ya veo que ustedes los dragones son muy ingenuos… -asegura éste.

 

Ráfaga -¡¿Qué dices?!

 

Sanhgine –Ustedes no son los únicos seres en poseer características especiales… Nosotros los vampiros, por ejemplo, podemos curar nuestras heridas y regenerarnos a una velocidad que ninguna otra criatura puede.

 

Ráfaga –¡Y tú pareces haber olvidado el hecho de que nosotros los dragones somos casi perfectos! –estalla-. ¡¡Ninguna de sus tontas técnicas o golpes podrá causarme suficiente daño para matarme!!

 

Ambos contendientes terminan enfrascados en una batalla sin cuartel, y con cada golpe que recibe del dragón negro, Sanhgine parece desgastarse con mayor rapidez que su rival, mientras que Ráfaga parece volverse más fuerte conforme se prolonga el combate. Consciente de esta situación, Sanhgine cambia de estrategia, evitando todo contacto con Ráfaga sin dejar de retroceder constantemente, lo que no pasa desapercibido por su enemigo, quien detiene la lucha en ese momento.

 

Ráfaga -¿Qué sucede?, ¿acaso tienes miedo? –le pregunta al vampiro, con una sonrisa confiada-. Ya que eres el más molesto de todos, te daré el honor de ser el primero en morir.

 

Guardando absoluto silencio, Sanhgine se pone en guardia, aguardando el siguiente ataque de su contrincante con paciencia.

 

Ráfaga se prepara para comenzar el segundo asalto, pero antes siguiera de dar un paso al frente, algo parece repentinamente perturbarlo, y al virar la cabeza hacia atrás, el dragón oscuro se encuentra con Kindolf trepado sobre su espalda, clavando la parte inferior de su espada rota sobre su carne con todas sus fuerzas.

 

-¡Otra vez esta basura! –grita el dragón encolerizado, intentando quitarse al caballero de encima sin poder conseguirlo.

 

Kindolf -¡Apresúrate y haz ese hechizo! ¡Rápido! –le suplica a Sanhgine, tratando de evadir las manos de Ráfaga a toda costa.

 

Sin perder tiempo, Sanhgine comienza a realizar conjuro más poderos nuevamente. –Está bien…

 

Mientras tanto, Ráfaga logra tomar a Kindolf por la cabeza. -¡Pronto! ¡No sé cuánto tiempo pueda entretenerlo! –grita el caballero, al borde del pánico.

 

Ráfaga se prepara para aplastar su cráneo de Kindolf con sus propias manos cuando de pronto, una fuerza extraña lo inmoviliza por completo.

 

-¡Zel-luminos! –gritan al mismo tiempo Doma y Dine, quienes realizan un pentagrama de luz alimentado por su energía conjunta, inmovilizando a Ráfaga en el interior con su hechizo.

 

Ráfaga -¡No crean que pueden detenerme! –brama éste, emanando energía oscura cada vez más poderosa que comienza a interferir con el campo de energía de luz que el par de dragones ha creado.

 

En el momento en el que Ráfaga logra finalmente liberarse e intenta matar a Kindolf, Sanhgine lanza su hechizo contra él, a la vez que Astrid aparta a Kindolf de la espalda del dragón oscuro a toda prisa.

 

El ataque de Sanhgine resulta en tan devastador sobre Ráfaga, que el dragón negro es consumido en su totalidad por la energía negativa sin dejar rastro alguno…

 

-o-

 

Dyamat mantiene una lucha intensa en contra de Volgia, que ha dejado su forma humana atrás para convertirse en una criatura oscura que no para de asecharlo con sus miles de tentáculos, a la vez que le arroja rayos de energía desde sus interminables ojos.

 

Pronto, el rey de los dragones queda abrumado por la cantidad de tentáculos y láseres que debe evitar volando a toda velocidad por él aire, por lo que Dyamat decide expandir su aura de dragón, protegiéndolo de la lluvia de incesantes proyectiles antes de arrojar contra su rival un rugido alfa a máxima potencia, consiguiendo destruir parte del costado de la monstruosidad que ahora es Volgia, incluyendo parte de su grotesco rostro.

 

A pesar de haber recibido un gran daño, Volgia mantiene su sonrisa perversa antes de regenerar las partes perdidas en cuestión de segundos.

 

Volgia  -Es el final para ti, Dyamat –le asegura con voz rasposa-. No podrás conmigo… Por más poderoso que seas, esta batalla dejó de tener sentido… ¡El poder de los demonios es demasiado inmenso, como para que tú sólo puedas ser una amenaza para mí. ¡Tú única, opción es aceptar la extinción!

 

–Tal vez tengas razón –le responde Dyamat al punto-. El poder de los demonios es grande, pero no infinito. Incluso con sus poderes, debes tener alguna debilidad, y voy a encontrarla, así me cueste la vida.

 

Volgia –¿Es que acaso no lo ves? En este punto, incluso si destruyeses todas las células de mi cuerpo regresaría a la vida gracias al poder de muerte oscura. ¡Ahora conocerás su poder! ¡Vórtice oscuro!

 

Desde el interior de las nubes encima de ellos que forman la puerta al otro mundo, se comienza a escuchar un sonido similar a un grito grave, que precede a la caída de un rayo desde los cielos en dirección a Dyamat.

 

El rey de los dragones intenta detener el relámpago rodeándose de su propia energía, pero apenas es alcanzado por el ataque, es arrastrado contra su voluntad por éste hasta el fondo de la torre en cuestión de una fracción de segundo, destruyendo todo a su paso, lo que termina por colapsar la torre entera, en medio de un gran estruendo que resuena por todo el pilar del cielo.

 

En ese momento, Dine, Doma, Astrid, Kindolf y Sanhgine observan con asombro desde lo lejos el colapso de la torre mientras un segundo rayo oscuro cae sobre la base, causando una reacción de sucesivas explosiones muy fuertes…


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