09 febrero, 2014

Signos Etéreos: Capítulo 1



Finalmente ha llegado la hora. Signos Etéreos, uno de muchos proyectos por venir hace su debut con el primer capítulo que narra las andanzas de Jacs Rengard. En este primer capítulo haré una breve introducción al personaje la cual incluyo abajo así como una descripción de hechicería empleada. En lo sucesivo todos los capítulos publicados vendrán acompañados con información relevante para el lector. Sin más que agregar ¡que comience la aventura!


Nombre: Jacs Rengard
Residencia: Pueblo Sunabi

Jacs es un joven que fue criado por su madre y por sus abuelos en una granja en las afueras del pueblo Sunabi, situado a las orillas del bosque gris, por lo que se le considera uno de los asentamientos humanos más remotos. Aprendió el arte del combate con espada de su abuelo, quien desde pequeño tomó el papel de su padre después de que éste muriera repentinamente. Las razones de su muerte nunca le fueron reveladas a Jacs hasta años después.

A la edad de 17 años su abuelo también muere en extrañas circunstancias por un asesino misterioso, lo que lo hace emprender un viaje para vengar la muerte de su querido abuelo. Es así como empieza su aventura…

Descripción de hechizos:

Magia de fuego:

Incendio súbito: hace arder cualquier objetivo al instante.


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Titulo: El extraño medallón: La verdad se revela
Escenario: en un camino del bosque.
Tiempo: antes del amanecer 
Personaje: Lanz Rengard y Jacs


El choque de espadas resuena por todo el bosque. La luna creciente ilumina el escenario en el que un hombre de avanzada edad pelea ferozmente contra una decena de soldados fuertemente armados. En una breve pausa durante el combate la espalda del anciano es apuñalada por una espada que atraviesa hasta su pecho cayendo herido de muerte. Su espada cae de sus manos con su último aliento de vida… Horas después el sol comienza a salir por entre las montañas.

En una pequeña casa, en medio del bosque, duerme intranquilamente un joven. Dentro de sus sueños, se ve a sí mismo rodeado de llamas que amenazan con quemarlo vivo. Con su vieja y oxidada espada como única arma, crea corrientes de aire que mantienen al ras a las flamas, pero éstas comienzan a crecer hasta envolverlo por completo.

El joven despierta agitadamente de vuelta en su habitación, en donde los primeros rayos de luz de la mañana se cuelan por su ventana. –Era… sólo un sueño… –reflexiona en voz alta al encontrarse consciente.

Al levantarse recoge su largo cabello hacia atrás con una cola de caballo, se pone una banda negra en la cabeza y se dirige a la cocina. Allí encuentra a su madre sirviéndole el desayuno.

-¡Apresúrate, Jacs!, o llegarás tarde a la escuela –lo apresura mientras le pone un plato con huevos fritos frente a él.

Jacs –¿De verdad tengo que ir? No me siento bien –le responde el joven, cansado por haber pasado una mala noche.

Madre -¡Por su puesto que sí! ¿Qué diría tu difunto padre si supiera que su hijo se dedica a causar problemas y no es un hombre de bien? Jacs, sabes muy bien que algún día tú abuelo no podrá trabajar y tendrás que pasar a ser el hombre de la casa.

Jacs suspira mientras su madre continúa sermoneándole. Observa su desayuno sin apetito y, tomando una pieza de pan tostado, se levanta saliendo de la casa velozmente -Está bien mamá, entonces nos veremos luego –le dice a medio camino despidiéndose de su madre con la mano antes de salir por la puerta.

Madre -¡Espera! Al menos termina tu desayuno –le grita desde la puerta.

Sin hacer caso Jacs continúa corriendo hasta llegar a un camino que conduce al pueblo. Mientras camina rumbo a la escuela atraviesa un puente que cruza un río. Allí, unos jóvenes se le aparecen al paso en busca de problemas.

Un chico mucho más alto que el resto, que parece ser el líder de la banda le dice con voz enérgica: -Oye, ¡Jacs!, creí haberte dicho que éste es nuestro territorio y que no volvieras más a menos que estuvieras dispuesto a pagar una pequeña cuota por el derecho de cruce.

Jacs –¿En serio? –responde con sarcasmo-. No me digas que ya olvidaste la última vez que nos vimos les di una paliza. Además, no tengo intenciones de pelear con ustedes –asegura pasando de ellos sin tomarlos muy en serio.

Líder -¿Ah, sí? Pues te tengo una pequeña sorpresa –asegura mostrándole un medallón de bronce con un extraño símbolo en el medio.

Jacs -¿Piensas golpearme con eso? –le pregunta divertido.

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Líder –Jah, estúpido campesino. Apuesto a que no sabes lo que es: se trata de un medallón mágico. Ayer robé éste medallón con el cual me convertiré en un asesino profesional.

Jacs –Pues si crees que puedes vencerme, adelante –le contesta provocativamente desenfundando su espada de madera que lleva a cuestas.

Líder –Entonces, probémoslo. ¡Adelante chicos!

Los cuatro cómplices atacan simultáneamente a Jacs, quien con reflejos sorprendentemente rápidos, golpea hábilmente a cada uno de los rufianes al tiempo que bloquea sus golpes con su arma hasta dejar a todos sus secuaces fuera de combate.

Sin darse cuenta, el líder lo ataca por detrás con llamas que emergen de su mano -¡INCENDIO SÚBITO!

Jacs observa incrédulo que su enemigo no mentía y logra ponerse a salvo del alcance de las flamas saltando hacia atrás.

Sin darle tiempo, el líder de la banda crea inmediatamente otro hechizo invocando llamas que aparecen bajo los pies de Jacs. Saltando con todas sus fuerzas, Jacs logra esquivar nuevamente el ataque no sin que una de las flamas lo alcance provocándole una leve quemadura en su hombro izquierdo.

Al caer en tierra, Jacs resiente el dolor de la quemadura llevándose una mano a su hombro –Tra… tramposo... –le reprocha adolorido, y con el orgullo lastimado.

Líder de la banda se acerca hacia él y le advierte triunfal –Que esta sea la última vez que te veo por aquí, Rengard, porque entonces ni tu abuelo podrá ayudarte.

Habiéndose alejado el agresor, Jacs se queda allí, acostado un largo rato junto al puente, reflexionando lo que sucedió -¿Cómo lo hizo? –se pregunta para sí mismo reviviendo el momento en su mente.

El atardecer llega y Jacs regresa a su casa. Al acercarse a la cabaña que es su hogar nota que hay muchos caballos amarrados e incluso una carroza cerca de la entrada. Cuando abre la puerta se extraña aún más  al ver a gente desconocida dentro. Su madre y su abuela se encuentran rezando frente a un altar con velas y sobre él, se percibe el cuerpo de una persona cubierto por una mortaja negra.

Cuando Jacs se acerca, su madre lo ve entrar, entonces corre hacia él para abrazándolo -¡Oh, Jacs! –gime rompiendo en llanto.

Jacs -¿Qué sucede aquí?

La madre le explica entre sollozos –Jacs… tu abuelo… fue… asesinado.

Al escuchar tan terrible noticia, Jacs se derrumba -Lo encontraron esta mañana –prosigue ella con voz entrecortada-, en un claro cerca de la ciudad.

Tras escucharla Jacs comienza a sentirse mareado. Todo a su alrededor parece dar vueltas a su alrededor hasta que finalmente no puede soportarlo más y sale de allí intentando que sus emociones no lo dominen, entonces las lagrimas comienzan a brotar de sus ojos. Se sienta en un viejo tronco cercano, frente a su casa. Allí evoca los recuerdos y de los buenos momentos que vivió en ese lugar en el que él y su abuelo solían charlar y practicar con la espada cuando era más jóven.

Sus pensamientos se ven interrumpidos cuando siente una mano en su hombro. Al mirar detrás ve a su abuela, que con voz tranquila y dulce lo consuela: - Tienes que ser fuerte, Jacs.

Jacs -¿Cómo me pides que sea fuerte abuela? Mi padre murió de la misma forma injusta que mi abuelo y hasta ahora su muerte no ha recibido justicia. Jamás se esclareció quién fue su asesino.

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Su abuela entonces nota la fea herida en su hombro –Ven, vamos a curarte esa herida. Después quiero enseñarte algo.

La tenue luz de una vela ilumina el cuarto de la anciana, la cual sostiene una caja metálica frente a Jacs. Al abrirla, el resplandor de un medallón dorado con gemas rojas incrustadas forman un símbolo en el medio el cual Jacs reconoce de inmediato.

Jacs -¡Ese símbolo! ¡Es el mismo que vi esta mañana!

Abuela -¿Te refieres al muchacho que te causó la herida? Bueno, este es mucho más poderoso, te lo aseguro.

Jacs lo toma entre sus manos observándolo con detenimiento -Este es un medallón –continúa su abuela-, es muy especial y raro, pues está hecho de gemas preciosas y oro puro, lo que hace que su magia sea muy poderosa.

Jacs –No lo entiendo abuela, ¿por qué tienes éste medallón?

Abuela –Ese medallón perteneció a tu abuelo, Jacs. Nunca te lo había contado antes, pero él fue uno de los más poderosos guerreros de su época. Luchando con su espada y sus poderes mágicos de fuego, trató durante gran parte de su vida traer justicia y paz a éste mundo. Desgraciadamente, se dio cuenta ya muy tarde que estaba luchando del lado equivocado y tuvo que enfrentarse a aquél a quien había jurado lealtad para poder protegerme a mí y a tu padre. Él nos trajo hasta aquí que estaríamos a salvo en un pueblo tan remoto e insignificante como este que está al borde del mundo, pero desafortunadamente parece ser que finalmente esas personas nos encontraron después de tantos años…

Jacs –Abuela, ¿por qué no me habías dicho nada de esto hasta ahora?

Abuela –Tu abuelo Lanz estaba muy preocupado por tu padre, así que decidió mantener su pasado en secreto para protegerlo, pero cuando tu padre desapareció hace unos años en aquél viaje, cuando apenas tenías tres años, me hizo jurarle que nunca revelaría su pasado a menos que le pasara algo. De ese modo podrías vivir una vida tranquila y libre de preocupaciones. Debes saber lo que ha pasado, hijo.

Jacs -¿Quieres decir que la desaparición de mi padre también está relacionada con la muerte de mi abuelo?

Abuela –Eso no lo sé, Jacs, pero lo que sí sé es que ahora tu vida corre peligro. Es por eso que él decidió enseñarte el arte de la espada, así sabrías defenderte si llegaba el momento.

Jacs –Pero, si quería protegerme,  ¿por qué nunca me dijo nada sobre la magia?

Abuela -Porque él temía que al enseñarte a usar la magia serías considerado una amenaza para sus enemigos y terminarían por perseguirte.

Después de un breve silencio, Jacs continúa: Abuela, quiero aprender a usar la magia.

Sorprendida ante su reacción, su abuela titubea, pero al final acepta. –Escucha bien, Jacs. Los principios de la magia son simples –le asegura al tiempo que toma una hoja de papel y dibuja en ella el mismo símbolo que forman las piedras del medallón-. Cuando trazas el símbolo en una superficie, invocas la fuerza vital que se encuentra alrededor tuyo, y cuándo encierras éste símbolo dentro de un círculo, activas su poder.

Jacs observa cómo su abuela ejecuta los pasos en el trozo de papel haciendo que el símbolo resplandezca con un aura rojiza apenas termina de hacer un círculo. -¡Increíble! –exclama.

-El poder de la magia depende de muchos factores, como el tipo de material en el que lo traces. En cierta forma, los medallones son pentagramas portátiles que te permiten usar la magia en cualquier situación sin tener que marcar el símbolo. Inténtalo – lo anima entregándole el medallón.
Jacs –Pero, yo no sé cómo usar la magia –repone intentando devolvérselo. 

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Su abuela lo rechaza sutilmente con una negativa –Es muy sencillo: simplemente crea una imagen mental de lo que quieres hacer.

Con el medallón en su mano, Jacs desvía su mirada hacia una vela cercana encendida. Poniendo su otra mano cerca de ésta, se concentra.

La vela pierde fuerza poco a poco poder hasta casi extinguirse. De pronto, la tenue flama se convierte en una llamarada tan potente que alcanza el techo haciendo que algunas pequeñas flamas comienzan a propagarse por las paredes. Jacs corre fuera por un balde de agua hasta extinguir las flamas. El alboroto hace que su madre despierte y corra a ver lo que sucede.

Entre los dos logran apagar las llamas antes de que se extiendan por toda la casa. En ese momento su madre los descubre con el medallón a la vista y de inmediato deduce lo que ha pasado.

-Pero, ¡qué acaso estás loco! –le grita fuera de sí a Jacs mientras toma el medallón en sus manos y lo agita frente a su cara-. ¿¡Sabes que por ésta razón mataron a tu padre y a tu abuelo!?

Jacs –Lo siento mucho, pero ya está decidido: voy a vengar su muerte –repone con detenimiento en los ojos.

-¡Esto no es un juego, Jacs! esas personas se enteran que puedes usar la magia, no dudarán en asesinarte a ti también. No voy a permitir que te suceda lo mismo –asegura su madre antes de marcharse todavía con el medallón en sus manos de vuelva a su habitación.

La noche avanza lentamente para Jacs, que no puede conciliar el sueño a causa de las ideas en su mente en busca de una respuesta a sus preguntas. “No puedo quedarme así. Tengo que saber quién es el responsable de la muerte de mi padre y de mi abuelo. Mañana partiré antes de que puedan detenerme” piensa hasta que finalmente toma una decisión.

Ocultándose bajo la oscuridad antes del alba, Jacs sale de su casa con su espada de madera a cuestas y algunas provisiones que hurtó de la cocina. Camina lentamente hasta la colina que marca el límite entre su casa y el camino hacia el pueblo. Allí, observa por última vez su casa antes de emprender el viaje con los primeros rayos del sol –Adiós madre… adiós abuela… -se despide en voz baja.

Al darse la vuelta escucha una voz lo llama desde lejos -¡Espera, hijo! La puerta de su casa se abre con un golpe y de ella sale su abuela a su encuentro cargando un bulto entre sus manos que le entrega en el acto.

Él desata con delicadeza el bulto y observa su contenido. –Pero, abuela…

-Es el medallón de tu abuelo. Lo tomé durante la noche; también quiero darte algo muy importante –le dice mientras le entrega una espada de metal con una reluciente piedra roja-. Esta espada es muy especial, ya que potencia los poderes mágicos. Estoy segura de que te será de mucha ayuda y te protegerá como lo hizo con tu abuelo en sus mejores días.

Jacs –Abuela… gracias…

-Sé que no puedo detenerte, así que lo único que puedo hacer por ti es entregarte esto y rezar por tu bienestar. Puedo ver en ti la misma determinación en tus ojos que en tu abuelo Lanz. Confío en que regresarás con bien, hijo mío.

Jacs –Te prometo que así será, abuela.

Abuela –Hay algo más que quiero decirte. No estoy segura de si encontrarás a los responsables de la muerte de tu abuelo, pero sí sé que podrían serte de ayuda unos artefactos llamados tesoros que se encuentran en la montaña del sabio de los que me contó alguna vez él.

Jacs asiente con la cabeza y, después de despedirse, se aleja lentamente hacia la ciudad más cercana y en la que una nueva aventura está por comenzar.



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