13 marzo, 2015

Una historia de la jungla: Capítulo 9




El noveno de los diez primeros capítulos de esta comedia romántica experimental finalmente está aquí, en donde Tisca se encontrará con una vieja amistad que posteriormente terminó en rivalidad creándole así problemas de los que no podrá librarse fácilmente. ¿Quieres saber cómo? ¡Entérate de esto y más en el capítulo nueve de Una historia de la jungla!





Reto en la piscina


Es muy temprano en la mansión, y los gritos de Christoper, Tiko y Mali se escuchan por toda la casa mientras juegan. En el comedor están desayunando Mali, Tisca y su madre, quienes deliberadamente hacen caso omiso del escándalo que el mono y el niño hacen al perseguirse por toda la casa jugando a los indios y vaqueros. –Te atraparé –grita el niño eufórico al simio que corre cargando un arco de juguete y haciendo gritos típicos de mono.

En cierto momento ambos pasan por sobre la mesa frente a las narices de Tisca, y contrario a lo esperado por Mali, ella no parece reaccionar en absoluto, completamente impasible y con un dejo de tristeza en su rostro, lo que él nota de inmediato momentos antes de ser alcanzado por una flecha con punta pegajosa en la nuca.

Una vez ambos están de camino a la escuela en la limusina, Mali se atreve finalmente a preguntarle: -¿Te sucede algo? No pareces ser la misma de siempre.

-¿Ah? –atina a decir distraídamente.

-¿Estás bien?

Rápidamente Tisca sacude la cabeza. -¡Claro que estoy bien! ¿Por qué crees que me pasa algo? Soy la misma de siempre –el asegura echándose a reír de manera exagerada con una reacción muy sobreactuada.

Una vez en la escuela se encuentran con una mujer vestida con ropa deportiva que apenas ver a Tisca, la saluda. –¡Eh, señorita Drivas!

A lo que Tisca parece estresarse apenas la escucha en tanto se da vuelta lentamente para saludara de una manera rígida y con una sonrisa muy forzada. –Hola, maestra Williams. ¿Cómo está?

-Ansiosa por verte de nuevo en el equipo de natación. ¿Cómo está esa lesión en la rodilla?

-¡Bien, muy bien! –alzando la rodilla y doblándola varias veces con efusividad.

-Esa actitud me gusta. Te veo en la piscina, Drivas. – se despide mientras se aleja caminando.

Mali confundido, la mira por unos momentos hasta que esto le incomoda a ella. –Bueno, ¿y qué tanto me ves?

-Nada, sólo que no sabía que tenías una lesión en la rodilla.

Tisca inmediatamente le cubre la boca. -¡Shhh! ¡No la tengo, pero ella cree que sí la tenía!

-Pero, ¿por qué?

-Ah –suspira-, es una larga historia…

Verás, a principios de verano mis amigas me convencieron de entrar con ellas al club de natación de la escuela, así que me vi comprometida con ellas. Pero la verdad es que yo le temo al agua desde que soy niña.

-Eso no los sabía…

-Además, ¡tú has contribuido a ese miedo! –recordando la ocasión en la que cayó a la piscina en el primer día de escuela de Mali, y cuando ambos cayeron al río por tratar de llegar a tiempo a la escuela.

-¡¿Yo?!

-¡Así es! –señalándolo con una actitud juciosa-. Desde los cuatro años le he temido al agua. Mi madre me inscribió a clases de natación y nado sincronizado, pero yo siempre he sido muy torpe para moverme en el agua y varias veces casi terminé ahogada.

-Pero entonces, ¿por qué aceptaste sabiendo que no puedes nadar?

-Ya te dije que fue por compromiso. Yo estoy acostumbrada a destacar en todo lo que hago, sin excepciones. Puedo hacer cualquier deporte o tocar cualquier instrumento musical si me lo propongo. Además, no es que no sepa nadar. Simplemente me entra pánico cuando lo hago y termino por hundirme como una roca.

-Pues te deseo suerte, porque según el itinerario la primera clase que nos toca es natación.

-¡¿Qué?!

De pronto ella tanto Mali se ven transportados a la piscina de la escuela, ya con el traje de baño puesto. Mientras Mali se prepara para nadar en la segunda piscina paralela para hombres puede ver detrás de él a Tisca frente a la piscina, temblando de miedo. –Estoy muerta –balbucea para sí misma.

-¿No es genial estar aquí en vez de estar estudiando en el salón? –le dice de pronto su amiga Lila, quien se acerca a ella junto con su otra compañera Brenda.

-Te ves muy bien de traje de baño, Tisca.

Tratando de disimular su nerviosismo lo mejor que puede, Tisca les responde. –G-gracias. E-esperaba con ansias esta clase.

-Pero miren quién vino a mostrar su real presencia en la clase –dice repentinamente una voz a la lejanía que proviene de una joven de cabello castaño, con un tono color canela en toda su piel.

-¡Es Capricia! –exclama Lila.

-Dicen que es la mejor nadadora de la escuela. Debido a su gran resistencia y habilidades físicas, algunos la apodan la amazonia –continúa Brenda.

-He escuchado rumores que dicen que es tan buena, que incluso ha participado en competencias internacionales y casi siempre queda el primer lugar.

La joven de figura delgada, pero atlética se acerca a ellas sin dejar de ver a Tisca a los ojos de manera desafiante. –Así que la princesa finalmente tiene las agallas para enfrentarme.

El comentario molesta visiblemente a Tisca. -¿A caso crees que te tengo miedo? ¿O es que a caso no has podido superar haber perdido en la escuela primaria?

-¿Qué? ¡La conoces! –exclama Brenda.

-En efecto. Ella y yo somos viejas rivales en el campo deportivo desde el preescolar. En el último año, ella me retó durante el último partido escolar que jugaríamos antes de pasar a la secundaria porque no soportaba que su hermano mayor gustara de mí, así que acepté su reto.

Para ese momento sus amigas y las demás chicas, en vez de atender la clase se han sentado alrededor de Tisca y de Capricia a escuchar la historia.

-¿Y qué pasó entonces? –inquiere una de sus amigas.

-Naturalmente mi equipo ganó y desde entonces Capricia juró cobrar revancha algún día –responde restando importancia al asunto.

Sin poder contenerse más el resentimiento, Capricia estalla. –¡Y por eso te reto a una competencia de natación, aquí y ahora!

Es entonces cuando toda la motivación y confianza en Tisca parecen desmoronarse. -¿Qué? ¿Quieres una revancha aquí y ahora?

-Así es, con eso probaremos de una vez por todas quién es la mejor.

El rumor del enfrentamiento se corre como la pólvora y los alumnos se reúnen alrededor de la piscina de las chicas para verlas competir, incluyendo a los integrantes masculinos del grupo entre los que se encuentran Mali y Nendel, este último sentado cerca de Mali, con su característica figura enclenque resaltada por su traje de baño, preparando con emoción su cámara digital ante la expresión incómoda de Mali. –No puedo creerlo. Mi querida Tisca en traje de baño, a punto de mostrar toda su habilidad y destreza en el agua cual hermoso lirio acuático.

Mientras apunta a la cámara, la figura grácil de Tisca en su cabeza es reemplazada por la versión real y asustadiza de Tisca momentos antes de empezar la competencia.

Mali parece ser el único en darse cuenta de que ella está en problemas. “Tisca… ¿por qué eres tan cabeza dura? ¿Por qué no simplemente te retiras de la competencia?

La maestra alza la mano, se pone el silbato en la boca y da la señal. Capricia hace un salto al agua perfecto nadando a una velocidad asombrosa, mientras que Tisca tiene que armarse de valor viendo hacia la piscina con vértigo y en un momento de adrenalina finalmente salta saliendo momentos después nadando de manera errática, apenas pudiendo mantenerse a flote y al darse cuenta de que su rival ni siquiera ha avanzado un cuarto del carril Capricia se detiene por completo sólo para ver a Tisca luchar por no ahogarse.

Afortunadamente Mali se mete al agua para ayudarla a llegar a la orilla, exhausta por el esfuerzo seguida de Capricia, quien sale del agua tranquilamente, aunque decepcionada del pobre desempeño de su antigua rival. –Vaya ridículo espectáculo te montaste hoy, Tisca. ¡Ni siquiera sabes nadar! –dice tratando de no reírse.

Tisca se queda en de rodillas en el suelo, respirando agitadamente, apretando los puños con fuerza y tragándose su orgullo. De pronto Mali interviene. –Claro que sabe nadar, es sólo que no tiene técnica.

-¿Ah, sí? ¿Y tú quién eres para decidir eso? –pregunta mirándolo a los ojos, desafiante.

-Mi nombre es Mali.

Capricia lo mira de pies a cabeza, analizando su complexión y musculatura. –¿A caso quieres tomar el lugar de tu patética amiga?, pero te advierto que ninguna mujer u hombre puede igualar mi técnica de nado de delfín.

-Acepto tu reto –dice sin vacilar ante la mirada de asombro de todos, incluyendo a Tisca.

Así pues, una vez más los estudiantes se reúnen alrededor de la piscina. Los dos contendientes se plantan en la plataforma de inicio mientras esperan la señal, la cual llega en forma del sonido del silbato. Al instante, ambos contendientes se lanzan al agua muy parejos. Capricia mira por sobre su hombro sin dejar de nadar a toda velocidad para medirse con su oponente. “Es muy rápido… ¡es capaz de igualar mi velocidad muy fácilmente!” –dice para ella.

Para cuando Mali llega a la mitad de la piscina le lleva ya una considerable ventaja a Capricia, quien sin dejar de nadar con todas sus fuerzas piensa con asombro: “¡No puede ser que sea tan rápido! ¡Pero no me ganarás!”

Al momento Capricia duplica su esfuerzo comenzando a acortar la distancia con Mali, quien para entonces está a punto de llegar a la orilla. En una sorprendente recuperación, Capricia y Mali logran empatar tocando al mismo tiempo la orilla para después dar la vuelta y volverse para completar la vuelta, lo que Capricia intenta usar a su provecho.

“¡No sé quién seas, pero estás acabado! ¡Usaré mi técnica secreta, el impulso de delfín!”

Con una sorprendente fuerza, Capricia logra impulsarse adquiriendo mayor velocidad en el nado que la hace llegar sin esfuerzo a la mitad de la piscina antes de darse cuenta que ha perdido de vista a Mali.

“¡Lo hice! ¡Logré rebasarle! Ahora el último esfuerzo”

En eso divisa algo frente a ella que confunde con la meta a la que se dirige con las fuerzas que le quedan y al momento de estirar la mano para tocar la orilla se encuentra con algo suave, el cual estruja en un intento de determinar de qué se trata. Intrigada por el misterioso objeto se olvida de la competencia por un momento y alza la vista sólo para ver que en su mano está posada en una de los glúteos de Mali, quien hace rato ya ha llegado a la meta. Llena de vergüenza y por la impresión Capricia se desmaya con un grito y con la cara enrojecida de verguenza.

Más tarde, Capricia despierta de su letargo con sus compañeros de clase a su alrededor y la cara de Mali muy cerca de ella al tiempo que le pregunta dulcemente: -¿Te encuentras bien?

Ella se ruboriza en el acto y se apresura a erguirse, evidentemente asustada. -¡¿Qué… qué pasó?!

Sin asomo de emoción Tisca responde a su pregunta: -Mali llegó primero a la orilla cuando inadvertidamente invadiste su carril.

Todavía con el rostro rojo, ella replica. -¡Qué! ¡Eso es imposible! Yo jamás cometería un error de principiante como ese.

-Pues lo hiciste y encima te aprovechaste de la situación

Capricia se pone de pie de un salto. –¡No me aproveché de nadie, simplemente no podía saber que él estaba delante de mí…! Está bien, lo acepto, me ganaste –acepta con resignación-. Pero les advierto que esta no es la última vez que nos vemos. Ya será en otra ocasión cuando cobre mi revancha.

Acto seguido Capricia se aleja corriendo rumbo a los vestidores. –¡Pero la clase todavía no ha terminado! –le grita la maestra a quien no le hace el menor caso.

Ya en las regaderas, Capricia se da un baño a solas, recreando los acontecimientos ocurridos en la piscina anteriormente.

“¿Qué me sucede? Jamás había perdido frente a un hombre. ¿Por qué él fue diferente? ¿Por qué cometí un error tan tonto como ese?”

Es entonces cuando rememora el momento en el que despertó en los brazos de Mali, con el rostro de ambos tan cerca que parecían estar a punto de besarse.

“¡Pero qué estoy pensando! ¡Soy la amazonia…! Aunque, debo admitir que tiene algo lindo”

Sus pensamientos se ven interrumpidos abruptamente por las risas y las voces de sus compañeras al momento de entrar a las regaderas, luego de que ha terminado la clase.

Al terminar las escuela, Capricia se dirige rápidamente a la entrada del instituto, aparentemente en espera de alguien, pues observa con gran interés los rostros de los alumnos que salen hasta que una voz detrás de ella la asusta.

-¿Qué estás haciendo aquí? –inquiere Tisca-. ¿A caso estás esperándome?

A lo que Capricia pasa rápidamente del asombro a una actitud soberbia. –Pero si es la princesa en persona. Lo que yo haga o deje de hacer no es asunto tuyo, perdedora.

-¡¿Cómo me llamaste?!

-Per-de-do-ra –repite en tono burlesco. Yo gané justa y limpiamente, ¿o es que acaso quieres una revancha?

La ira contenida en Tisca está a punto de llegar a su clímax, y cuando está a punto de usar la fuerza física Mali hace acto de presencia.

Hola Tisca. ¿Nos vamos a casa?

La presencia de Mali hace que la actitud de Capricia cambie radicalmente por una más apacible y amable.

-¡Mali, e-eres tú! –tartamudea nerviosamente.

-Ah, eres la amiga de Tisca de la piscina, ¿no?

-S-sí –responde ella con timidez.

-¡Qué amiga ni que amiga! ¡Vámonos ya!

Así, ambos se alejan camino a la salida dejando a Capricia, quien parece recobrar su actitud de siempre de golpe apenas Mali se retira. -Ya veo… Esa Tisca cree que puede quedarse con Mali para ella sola. Eso está por verse.

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