27 marzo, 2015

Una historia de la jungla: Capítulo 10





Una historia de la jungla llega a sus diez primeros capítulos con un considerable éxito con respecto a mis primeras historias, por lo que habrá más de Tisca y Mali en el futuro, pero al ser un proyecto experimental intenté ser cauteloso con el número de capítulos en caso de que no gustara. Dicho esto, esta serie tendrá su continuación más adelante, con un reparto de personajes más amplio y muchas más aventuras que tengo en mente, pero por el momento dedicaré mi tiempo a continuar con otros proyectos existentes antes de dar continuidad a esta historia. Gracias de antemano por su comprensión y espero disfruten del último capítulo de momento- de Una historia de la jungla.


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Un dulce regalo


Tisca acaba de salir de la escuela de cocina de repostería fina a la que asiste muy orgullosa y cargando con una enorme caja de repostería cuando repentinamente una de sus amigas de la clase se le acerca.

-Vaya, Tisca, hoy si que te esforzaste en la clase. ¿Qué clase de pastel hiciste?

A lo que ella muy orgullosa le responde: -El cumpleaños de mi madre es mañana, así que para este año pensé en hacerle algo especial. ¡Un pastel de chocolate!

-Eso no tiene nada de especial –repone su compañera-, yo tuve uno en mi cumpleaños hecho por uno de los mejores reposteros italianos.

Ante la incredulidad de su amiga Tisca la mira con una sonrisa suspicaz. -Pero por puesto a que el chocolate que usaste no es nuage du chocolat.

-¡¿Te refieres al chocolate legendario del que sólo se fabrican diez kilos cada diez años?! ¡Dicen que es el chocolate más caro del mundo! Eso sin mencionar su extremada rareza y su exquisito sabor.

-Así es –prosigue arqueando la ceja-, y su sabor es tan fino que literalmente lo llaman nube de chocolate. Se trata de un chocolate silvestre extraído de la selva maya y conservado y tratado por el mejor chocolatero suizo, a ello se le añade una mezcla secreta de ingredientes muy costosos entre los cuales se emplea oro en polvo de 24 quilates.

-¡Como conseguiste algo así! –exclama incrédula su compañera.

-No fue fácil. Tuve que esperar diez años después de hacer el pedido y pagar una fortuna para poder tener un poco. Es por eso que he estado practicando día y noche en esta clase de cocina para hacer este delicioso pastel sólo para el cumpleaños número 45 de mi madre. Con esto mi mamá será la envidia de sus invitados cuando sepan de lo que está hecho esta fina obra de arte- asegura ella sin poder contener su emoción.

Más tarde ese día, Tisca llega a casa con el pastel en manos. En la entrada encuentra un mensaje en la contestadora que reproduce al entrar. -Hola, Tisca querida-se oye la voz de su madre en el aparato-, llamo para avisarte que mi junta en París se prolongó más de lo esperado, pero no te preocupes que mañana estaré a tiempo para la fiesta. Te encargo que le avises a Mali de mi ausencia y cuides la casa- Te quiere tu madre.

Después de esto Tisca se dirige a la cocina para dejar el pastel en la mesa, es allí donde su gatita Alysa le sale al encuentro maullando con tristeza. –Alysa, no me digas que quieres comer otra vez. ¡Ya estás muy gorda! –dice al tiempo que pone su dedo en el estómago de su mascota, el cual se mueve como gelatina al menor contacto y en vez de desistir en su intento la gata comienza a maullar con mayor insistencia.

-Está bien, está bien, te daré de comer un poco de caviar, pero que esto quede entre tú y yo.

Momentos después Tisca sale de la cocina cargando una lata de caviar seguida de su gata, olvidándose del pastel por unos momentos. Para cuando ha terminado de alimentar a su gata Tisca regresa a la cocina sólo para encontrar la caja del pastel abierta; en la cocina pueden verse desperdigados restos de pastel por todas partes.

Al ver el desastre en la cocina Tisca casi se desmaya y de inmediato revisa el interior de la caja, la cual encuentra vacía salvo por unas pocas migajas. En eso está cuando escucha a Mali pasar silbando afuera, en el jardín.

Inmediatamente ella relaciona el incidente con él, por lo que un sentimiento de rabia como nunca había sentido se apodera de ella, así que sin perder tiempo toma un cuchillo de la cocina y sale en persecución de Mali, quien al verla tan molesta intenta escapar saltando por una ventana hasta la sala. -¡Tisca, tranquilízate!

-¿Cómo pudiste? ¡CÓMO PUDISTE! –repite ella sin hacer caso a sus súplicas.

Mali salta y trepa por una de las largas cortinas de la sala para ponerse a salvo de Tisca sin contar con que ella también trepa rasgando la tela y haciendo que ambos caigan al suelo.
Cuando el polvo se disipa, Mali se encuentra enredado entre las sábanas, impidiéndole usar sus brazos y a merced de Tisca, que lo amenaza con el cuchillo.

-¡Tisca, qué tienes! ¿Por qué estás así?

Ella, todavía controlada por la ira, clava el cuchillo a un lado de la cabeza del asustado Mali y de pronto se detiene. Del rostro de Tisca cae una lágrima en la cara de Mali, quien todavía no comprende lo que sucede. -…te comiste el pastel de mi madre. ¡Te comiste el pastel de nube de chocolate que había estado planeando hacer para mi madre durante diez años! Te detesto. ¡No vuelvas a hablarme nunca!

Tisca se aleja del lugar dejando a Mali asustado y confundido. Poco después, la señora Brisk entra en la cocina y ve a Mali sentado en el piso, apoyando su cabeza sobre sus pies, ya que todavía tiene los brazos atrapados en las cortinas junto a su mono mascota.

-Mali, ¿qué estás haciendo aquí?

-Hola señora Brisk. Sucede que Tisca se enojó conmigo.

-Bueno, eso no es nuevo –agrega riendo entre dientes mientras lo libera de la cortina.

-Pero esta vez es diferente. Ella piensa que yo me comí su pastel, cosa que no es verdad.

-Bueno, si eso es todo no es tan grave. Lo que tienes que hacer es explicarle cuando ella se calme que tú no te comiste su pastel, además puedes hacerle uno en señal de paz.

-Pero no sé cómo hacer un pastel.

-Es fácil, sólo necesitas in poco de harina, leche, azúcar, mantequilla, huevos y los ingredientes que más te gusten. Si quieres yo te puedo ayudar a hacer uno.

-¿En serio?

-Sí, pero será después de que termine de hacer mis deberes. Te veo más tarde.

Una vez la señora Brisk se ha marchado, Mali piensa mejor las cosas. –No, tengo que hacer el pastel por mí mismo. Para cuando la señora Brisk pueda quizás ya sea tarde. ¿Qué dices Tiko? ¿Hacemos un pastel?

Emocionado, el micho se pone a dar saltos en señal de aprobación. Pronto Mali reúne los ingredientes de la cocina, es entonces cuando se da cuenta de que no tiene idea de cómo empezar, así que pone la harina en un tazón, la leche, la mantequilla y los huevos enteros junto con los cascarones, los cuales revuelve a conciencia hasta formar una pasta uniforme.

-No estoy seguro si así deba lucir un pastel, ¿tú qué dices Tiko?

El mono se queda mirando, muy pensativo a la masa hasta que parece tener una idea. Entonces se dirige al jardín de donde vuelve con algo en su puño que vierte en el tazón. Al mirar dentro Mali observa a unas cuantas hormigas, todavía vivas, luchando por no quedar pegadas a la masa.

-¡Pero claro! Ella dijo que debíamos añadir nuestros ingredientes favoritos. Veamos… creo que deberíamos añadir algo dulce. ¡Ya lo tengo! ¡Piña! ¡Y un poco de coco! ¡Bananas, claro!

Así, tanto Mali como su simio se dedican a añadir cuanto ingrediente delicioso les viene a la mente. Después de un rato se les acaban las ideas y comienzan a mezclar nuevamente, es entonces cuando se detienen nuevamente.

-No lo sé… no se parece a un paste todavía.

De pronto aparece Christopher, quien echa un vistazo a la masa con mucho interés.

-¿Están haciendo un pastel? Tienen que meterlo al horno –agrega al tiempo que mete un dedo en la masa para probarla y para sorpresa de todos, parece gustarle.

-¡Qué rico está! Vamos a meterlo al horno.

Así, con la ayuda de Christopher, los tres meten al horno la masa hasta que media hora después el pastel está listo. Con mucho cuidado, Mali y Christopher lo sacan para admirar su obra.

-¡Luce muy bien! –exclama Mali seguido de su mono.

-¿Puedo probarlo? –pregunta el niño, emocionado.

Mali lo piensa unos momentos –Bueno, el pastel es para tu hermana, pero ya que sin tu ayuda Tiko y yo no podríamos haberlo terminado, tiene mereces un poco.

Rápidamente Chirstopher corta una rebanada engulléndola de un solo bocado. -¡Mmm! –exclama al saborear el pastel-.  ¡Está muy rico! ¿De qué está hecho?

Tratando de hacer memoria Mali le responde: -Bueno, la señora Brisk nos dijo que usáramos ingredientes que nos gustaran, así que le puse un poco de fruta, plátanos, algunas lombrices de tierra, termitas, huevos de hormiga…

Mientras escucha hablar, de pronto Chistopher muerde algo duro en su interior justo en el momento en el que Mali menciona los insectos. De inmediato su cara se pone azul y sale corriendo directo al baño.

-¡Christopher, espera! –lo llama inútilmente antes de que el niño se encierre en el baño, lo que parece desmoralizar a Mali-. Y ahora, ¿qué voy a hacer? No hay forma de que este pastel reemplace el de Tisca.

Su mono mascota se sienta con él, imitando sus gesticulaciones preocupadas como acto de solidaridad. –¡Ya sé! -dice de pronto-. Si consigo el ingrediente principal, es decir, el chocolate del que estaba hecho el pastel, quizás pueda hacer uno igual con ayuda de la señora Brisk.

Mali sale de la mansión y le pide a Sansbury que lo lleve al centro, a un lugar en donde vendan chocolate. El chofer lo lleva a todas las dulcerías y chocolaterías que figuran en el mapa, pero en ninguna parecen tener en existencia el refinado ingrediente. La tarde cae y Mali ha estado fuera todo el día sin éxito; desde hace un rato que Sansbury ha regresado a la mansión dejándolo solo en su camino de regreso a casa por sugerencia del propio Mali.

Cabizbajo, camina lentamente en paralelo al camino, con la mirada en el suelo. De pronto, a la orilla del camino, se encuentra a un hombre regordete llorando al lado de un camión de entregas. -¿Puedo ayudarle en algo? –pregunta al acercarse al hombre.

-No creo que puedas, muchacho… a menos que tengas una motocicleta o algo –le responde el hombre con un marcado acento francés.

-Pues no. ¿Por qué lo pregunta?

-Verás, trabajo en una repostería muy prestigiosa, y en mitad de una entrega muy especial a mi camioneta se descompuso. ¡Ahora no tengo forma de entregar este delicioso pastel de nube de chocolate a tiempo! –al tiempo que el hombre se echa a llorar de nuevo.

-Yo puedo ayudarle si está dispuesto a darme un poco de ese chocolate.

-¿Qué? ¿¡Estás loco!? Ese chocolate vale más que mi empleo –alega sacando a relucir un frasco con un poco del chocolate, el cual lanza destellos dorados a causa del polvo de oro.

-Bueno, entonces supongo que tendrá que esperar a que alguien más lo ayude –dice dándole la vuelta, resignado y listo para marcharse, entonces el hombre lo detiene.

-¡No, espera! Si realmente puedes ayudarme y llegamos a tiempo, te prometo que te daré el chocolate.

-Trato hecho –agrega con una sonrisa.

Acto seguido Mali se pone a hurgar en el camión y comienza a tirar todas las cosas de su interior a la calle, luego prosigue a hacer lo mismo con el motor. -¡¿Pero, qué estás haciendo?!

Sin inmutarse, Mali continúa con su tarea hasta que sólo queda en el interior del camión el pastel, entonces procede a sentar al hombre en el asiento conductor, ata una cuerda a la parrilla del vehículo y con ella comienza a tirar de éste con todas sus fuerzas. Para sorpresa del hombre, el camión comienza a moverse a una buena velocidad usando tan sólo la fuerza del muchacho, por lo que en menos de media hora logran llegar a su destino con Mali apenas capaz de tenerse en pie del cansancio.

El hombre hace la entrega a tiempo y regresa al camión, junto al exhausto Mali.

-Lo hiciste muy bien, jovencito, te felicito. Aquí está el chocolate como acordamos.

Apenas se lo ofrece, Mali recupera todas sus fuerzas, sosteniendo el preciado ingrediente de forma triunfal entre sus manos. -¡Lo conseguí!

Acto seguido echa a correr camino a casa. Una vez allí se dirige a toda velocidad por el jardín frontal hacia la entrada principal de la mansión cuando algo lo hace tropezar, dejando caer el frasco de chocolate en el césped. –Oh, no. ¿Dónde está el frasco?

Mali se pone a buscar el frasco entre la hierba sin darse cuenta de que el jardinero pasa cerca de él con una podadora de césped. En un instante se escucha el sonido del cristal chocando con las aspas de la máquina. Desilusionado, Mali regresa a casa con las manos vacías.
Dentro ya está Tisca, quien parece muy molesta por alguna razón. –Tisca, ya regresaste. Yo sólo quería decirte que no fui yo quien.

-Ya lo sé –lo interrumpe-. Los verdaderos autores intelectuales del crimen ya confesaron –le dice señalando a su hermano Christopher y a Tiko.

-Vaya, ¿eso quiere decir que no estás enojada conmigo?

-Contigo no, pero con estos dos sí. Por culpa de ellos no tenemos pastel para la fiesta de mamá el día de mañana.

Christopher, que no muestra señas de arrepentimiento alguno, se le ocurre una idea –Mali, ¿por qué no le muestras tu pastbh…?

Antes de que pueda terminar Mali le cubre la boca con la mano. –¿A qué te refieres? –pregunta ella.

-¡Nada! –responde Mali, muy nervioso.

Poco después Mali le cuenta lo que tuvo que hacer para conseguir más chocolate y cómo lo perdió al llegar a la mansión. –Parece que tuviste muchos problemas. Siento haberme enojado contigo siendo que no fuiste tú… esta vez. De cualquier modo, no te preocupes. Mañana mandaré a hacer un pastel cualquiera. Me habría gustado hacerle un pastel muy especial a mi mamá, pero ya no hay nada que se pueda hacer.

En ese instante se escucha a alguien tocar la puerta, y al abrir se encuentran con el jardinero, quien sostiene algo en la mano. –Me parece que el muchacho perdió esto hace un rato mientras yo estaba cortando el césped –al tiempo que se lo entrega a Mali.

Tanto él como Tisca observan con emoción el contenido del frasco, el cual parece intacto. -¡No puedo creerlo! ¡Conseguiste nube de chocolate!

-¿Crees que puedas hacer un pastel con él?

-Bueno, es mucho menos chocolate del que tenía, pero creo que nos alcanza para hacer un pastel de tamaño mediano por lo menos.

Tisca, Mali y la señora Brisk pasan el resto de la noche preparando el pastel hasta el gran día del cumpleaños de Acanta.

Pronto todos los invitados comienzan a llegar a la mansión. En el patio trasero se ha colocado una gran carpa con mesas y un escenario improvisado. Cerca hay varias mesas con una gran variedad de manjares a la vista, y en el centro de todo está el pastel de nube de chocolate que resplandece con los reflejos de la luz debido al polvo de oro que cubre su superficie.
Al verlo, Acanta agradece a Tisca por su obsequio cuando lo prueba. -¿De verdad lo hiciste tú, Tisca? Es el mejor pastel que he probado en mi vida, y no lo digo sólo porque eres mi hija.

Los elogios de su madre hacen enrojecer el rostro de Tisca. –Bueno, a decir verdad, Mali y la señora Brisk me ayudaron a terminarlo a tiempo.

-¿En serio? –refiriéndose Acanta a Mali-. Ustedes dos hacen un muy buen equipo para hacer pasteles, pero, ¿no les parece un poco pequeño para los ciento cincuenta invitados.

-Bueno, lo que sucede es que…

Mientras Tisca intenta explicarles, la señora Brisk llega a escena con el primer pastel que Mali había hecho anteriormente. –No se preocupe, señora. Encontré este otro pastel justo en la cocina. ¿Me pregunto quién lo habrá preparado?

Al verla con el pastel, Mali se pone nervioso. –Eh, fui yo, pero…

-¿En serio? –pregunta Tisca al tiempo que toma un cuchillo y se sirve una rebanada-. Me pregunto, ¿de qué está hecho?

-¡Tisca, espera!

Haciendo caso omiso de sus advertencias, Tisca saborea un pedazo del pastel en un intento por descifrar los sabores que contiene. –¡No está nada mal! –exclama momentos antes de que sus dientes se encuentren con algo duro y de textura desagradable.

Tisca tiene que salir corriendo de la carpa, con la cara completamente verde seguida de Mali, Tiko y Christopher. -¡Te dije que no lo probaras!

-Tisca… ¿qué haces con esa hacha? ¡Espera!

Lo último que se escucha antes de que la banda contratada para la fiesta comience a tocar y los invitados empiecen el banquete es a Tisca maldecir a Mali: -¡Te vas a arrepentir!





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