Una historia de la jungla: Capítulo 1





Un huésped viene de la jungla




En el interior de una gran habitación cuyas cortinas cubriendo todavía las ventanas se encuentra una mujer sentada al filo de la cama que, juzgando por su aspecto, ha estado llorando recientemente; entre sus manos sostiene una carta con sellos postales que sugieren una tierra exótica y lejana. Ella mira el sobre por largo rato hasta que se arma de valor y, pasando saliva, abre el sobre para leer su contenido. –Mali… -susurra para sus adentros cuando termina de leer el mensaje de la carta.

Más tarde ese día, la campana de una prestigiosa escuela bordeada por rebosantes jardines suena indicando el final de las clases. Los alumnos salen del edificio acompañados de sus amigos para despedirse de ellos antes de volver a sus hogares. Entre ellos destaca la energía de una chica rubia, no mayor de 14 años que habla animosamente con sus amigas mientras ellas se dirigen a las grandes rejas de la escuela.

Con un suspiro que termina en un quejido, la chica comienza la conversación. –Maldición, el verano está por terminar y ahora tenemos que volver a clases. Estas vacaciones me parecieron muy cortas.

-¿Y, qué piensas hacer esta tarde, Tisca? –pregunta la más alta de sus dos amigas, que tiene la mirada clavada en su teléfono celular táctil.

-Podemos vernos en el centro comercial. Escuché que hoy es la inauguración de una heladería italiana –agrega su otra amiga de lentes con timidez.

La joven lo piensa por unos breves instantes, un tanto indecisa. –Me gustaría acompañarlas, pero antes debo pedirle permiso a mi madre.

-¿No me digas que todavía estás castigada por haberte escapado conmigo a la fiesta nocturna el otro día?

-Sería una pena que permanezcas encerrada en tu casa cuando el verano está a punto de terminar.

-Claro que no. No es que siga castigada, pero mi madre a veces es muy desconfiada conmigo. Si no voy directo a casa y pido permiso pensará que es una excusa para ir a otra parte sin haberla enterado –les responde a sus amigas-. ¿Por qué tenían que acabarse las vacaciones de verano? Mi vida es muy aburrida –se queja con ellas.

Una vez han llegado a la puerta principal de la escuela se detienen para despedirse.

-Entonces, ¿nos vemos allá? –insiste su amiga de lentes.

Echando a correr en dirección a una limusina negra ella les responde: -Las llamaré en cuanto pueda. Si todo sale bien, las veré allá –se despide de ellas haciendo un ademán con la mano para despedirse mientras la limusina a la que ha subido arranca hasta unirse al tráfico de la gran ciudad.

Una vez camino a casa, el anciano chofer saluda a la joven asintiendo ligeramente con la cabeza.

-Sansbury –dirigiéndose la chica al chofer-, podrías darte un poco más de prisa. Necesito llegar a casa cuanto antes. Mis amigas me estarán esperando en el centro comercial y debo informarle a mi mamá personalmente antes de poder reunirme con ellas.

Sin quitar la vista en el camino el hombre le responde: -Está bien, pero me temo que su madre no se encuentra en casa en estos momentos –le informa.

-¿Qué? ¿Cómo es posible? Ella no me avisó que saldría hoy a ninguna parte –se pregunta en voz alta Tisca con aire pensativo, intentando recordar.

Una vez llega a su casa, una mansión de tres pisos en forma de “L”, con un gran jardín, cancha de tenis y alberca, la encuentra en silencio. A su encuentro le sale su mascota, una gatita birmana blanca, a la que saluda con algunas caricias mientras ella ronronea de placer. –Hola Alysa, ¿cómo te portaste hoy? -tomándola en brazos.

Para cuando Tisca llega a la cocina encuentra en ella a la señora Brisk, el ama de llaves principal a la que le pregunta sobre el paradero de su madre después de que ella le da la bienvenida como acostumbra. –Señora Brisk, ¿sabe a dónde se ha ido mi madre?

La mujer madura le responde con una gentil sonrisa: -Tu madre parecía muy apurada esta mañana. No estoy segura, pero creo que fue a recoger a un distinguido huésped que vendrá a quedarse una temporada con nosotros.

Tras escuchar esto, Tisca fantasea sobre el misterioso huésped del que la señora Brisk habla dejando volar su imaginación haciendo que su emoción se desborde. Sin darse cuenta, en el proceso deja caer a su pobre mascota al suelo que deja escapar un maullido de susto antes girar rápidamente para caer sobre sus patas, lo que amortigua la caída antes de salir corriendo, malhumorada por el trato que acaba de recibir.

-¡En serio! Me pregunto quién podrá ser. ¿Será a caso un distinguido mandatario de un país lejano? ¿Un diplomático, un adinerado empresario del medio oriente? Incluso podría tratarse de una reina; mejor aún, ¡un príncipe! Me pregunto si será guapo.

En ese instante se escucha sonar el timbre de la puerta principal, a lo que ella reacciona dejando escapar un grito de alegría. Tisca corre a recibir a quien cree es su madre, que llega a casa junto con su misterioso invitado. Al llegar a la puerta se encuentra con que el chofer está a punto de abrir, pero al ver que ella se le viene encima se hace a un lado apenas un momento antes de ser arrollado por ella dejando que abra la puerta. –Buenas tardes –dice con una sonrisa de oreja a oreja-, mi nombre es Tisca. ¡Es un honor recibirlo en nuestra casa!

Tras un corto silencio, ella se da cuenta que quien ha tocado el timbre resulta ser el cartero, quien de inmediato le entrega un par de cartas mientras éste le explica apenado –lo siento, olvidé entregar estas cartas esta mañana.

Dicho esto, el hombre se aleja tras lo cual Tisca cierra la puerta con brusquedad, se da vuelta y se cruza de brazos evidentemente enojada. –Diantres, ¿hasta cuándo tendré que esperar a mi mamá? Mis amigas ya deben estar esperándome en el centro comercial.

El timbre vuelve a sonar nuevamente, pero en vez de abrir de inmediato se toma un poco de tiempo usando un espejo cercano para arreglarse el pelo y hacer poses de modelaje antes de abrir –Buenas tardes, mi nombre es Tisca. ¡Es un honor recibirlo en nuestra casa! –repite justo como la última vez.

Para su sorpresa a primera vista no parece haber nadie frente a la puerta, entonces baja la vista y se encuentra con un mono sentado frente a la puerta que la mira con ojos inquisitivos. De pronto escucha un grito a la lejanía asusta a ambos haciendo que el mono entre como bólido a la casa, pasando por debajo de su falta. -¡Tiko! –clama una voz desconocida.

Acto seguido Tisca casi choca de frente con un muchacho de cuerpo atlético, de piel morena y largo cabello alborotado que entra a la casa tras el mono, derribándola. -¡Qué demonios está sucediendo aquí! –exclama con un grito.

Detrás de ellos llega su madre que la saluda estando ella todavía tirada en el suelo. –Hola, Tisca querida, cómo te va.

Horrorizada, Tisca se prende de las piernas de su madre. -¡¡Qué!! ¡Qué demonios fue eso mama! ¡No me digas que el distinguido huésped del que había escuchado es este simio!

Su madre sonríe divertida ante la ocurrencia de su hija–Claro que no, ése es la mascota de nuestro invitado. Su nombre es Tiko.

-¿E-ese extraño es Tiko? –inquiere con la voz temblorosa al ver correr al simio salvajemente por toda la casa seguido de cerca por el desconocido joven.

-No, así se llama su mascota

En ese momento el simio vuelve a salir al exterior en el instante en el que el muchacho le da alcance atrapándolo por la cola y metiéndolo como puede al interior de una jaula portátil para perro no sin dejar de dar pelea estirando sus alargadas manos y cola desde el interior sin dejar de chillar.

-Tisca, te presento a Mali –dice su madre a su todavía exaltada hija, quien todavía se encuentra prendida de sus piernas con fuerza.

Cuando finalmente se calma, Tisca recupera la compostura, se levanta y saluda al joven no sin recelo extendiéndole la mano. Mucho gusto –dice Tisca ofreciéndole la mano en señal de saludo, pero en vez del esperado saludo, el joven mira su mano aparentemente sin saber qué hacer, entonces la toma de la muñeca y coloca la palma de Tisca en su cabeza moviéndola como si fuese un gato en espera que su dueño lo acaricie.

Ella retira la mano, extrañada por su comportamiento -¿Qué estás haciendo?

En ese momento se acerca su madre a explicarle –Lo que sucede es que él viene de un país muy lejano y hasta hace muy poco no había salido de su hábitat, en la jungla.

Tras escucharla, su hija parece alarmarse -¿Qué? ¿¡Me estás diciendo que el distinguido huésped que esperábamos es un salvaje de la jungla!? ¿Qué tal si es caníbal? ¿Y si tiene pulgas?

En respuesta su madre suelta una risotada despreocupada. -No seas ridícula, ahora se buena y ayuda a Sansbury a meter a Tiko a la casa. Esta noche cenaremos juntos.

-Pero mamá –replica siguiéndola hacia la puerta cargando ella sola la jaula del mono que le ha sido entregada por el chofer-, quería preguntarte su puedo ir al centro comercial con mis amigas. De hecho, ¡seguramente ya me están esperando allá!

Demasiado ocupada intentando convencer a su madre Tisca tropieza con un doblez en la alfombra dejando caer la jaula liberando al enloquecido mono de nuevo, que comienza a correr como loco por todo el extenso jardín de la entrada seguido por Mali y Sansbury, quienes inútilmente tratan de seguirle el paso.

Tras esto su madre se vuelve hacia ella –lo lamento, querida, pero me temo que hoy no podrás divertirte con tus amigas. ¿Por qué no vas otro día? –le sugiere antes de volver adentro como si nada hubiese pasado.

Todavía en el suelo, Tisca se lamenta en voz alta: -Vaya manera de terminar el verano…

Una vez más su madre se asoma para decirle algo: -Una cosa más, estoy algo ocupada así que, ¿podrías mostrarle a nuestro invitado la casa? Te veo en la cena, querida.

Poco tiempo después Tisca recorre la casa de mala gana con su nuevo huésped, quien parece abrumado por las diferencias culturales a las que se ve expuesto en tan corto tiempo. Restando importancia a esto, Tisca lo acompaña con expresión malhumorada.

-Esta es la sala principal –le indica en tono seco mientras pasan por el pasillo-. Este es el jardín, y esta, la piscina.

Mientras ella continúa el recorrido, instantes después escucha el sonido del agua detrás de ella. Al mirar atrás se encuentra con que Mali está bebiendo del agua de la piscina como si se tratase de un lago. –¡No bebas esa agua! –le advierte con voz exaltada y para su sorpresa, Mali parece entenderle.

Momentos más tarde regresan al interior de la casa pasando por la cocina –Y esta es la coci…- Antes de terminar se encuentra con que la cocina es todo un desastre. No tarda en dar con el responsable, quien es nada más y nada menos que el mono, el cual se encuentra comiendo helado y frutas que ha extraído del refrigerador.

Incapaz de contenerse la ira de Tisca se desata nuevamente persiguiendo al primate por toda la cocina sin que Mali, que estaba a su lado la observa correr como poseída por todo el lugar causando así un mayor desorden -¡Ven acá, animal del demonio! ¡Largo de la cocina! –grita tomando una sartén con la cual intenta golpear al mico.

En cierto momento, la chica y el mico quedan trabados en una batalla en la que ambos tiran de las mejillas del otro con fuerza hasta que Tisca intenta atraparlo por el cuello. Asustado, el mono termina por trepar a los hombros de Mali en un intento por esconderse de Tisca. Ella intenta lanzarle al mono un periódico, pero Mali la detiene diciendo algo en otro idioma en un tono tranquilizante que ella no alcanza a comprender.

En ese instante Tisca retoma el control, aunque sigue furiosa por lo ocurrido –¡Hazme el favor de controlar a tu mascota! –le reprocha a Mali- Esta es una mansión con objetos muy costosos, ¡así que ustedes dos van a tener que comportarse!

Mali parece entender el mensaje intentando tranquilizar a su asustada mascota acariciándola.

Una vez se han calmado los ánimos y la cocina ha vuelto a estar en orden, Tisca conduce a sus invitados hacia su habitación designada: Un espacioso cuarto con magnífica vista hacia el jardín y a la piscina. –Esta será su habitación –dice en tono seco-. Cenaremos en una hora, así que traten de no destruir el cuarto mientras tanto. –Es entonces cuando percibe un olor penetrante que la obliga a cubrirse la nariz-. ¡Pero qué mal huelen ustedes dos! No puedo dejar que bajen así. Ambos necesitan un baño.

Tisca se dirige entonces al baño privado del cuarto, abre la llave de la regadera, espera a que el agua esté caliente y le indica a Mali y al mono que se metan. Apenas ver el agua y el vapor de la ducha, muchacho y animal dan un paso atrás negando enfáticamente con la cabeza. -¡No estoy para juegos! ¡Métanse de una vez al agua o voy a obligarlos! –les advierte arrojándoles una botella de shampú que ambos esquivan.

Mali y su mascota corren hacia la puerta de salida, pero antes de que puedan llegar Tisca se les adelanta cerrando la puerta con llave y tragándose esta al tiempo que les lanza una mirada perversa. -Por su culpa no pude reunirme con mis amigas esta tarde, ¡así que lo menos que pueden hacer es tener un poco de decencia en nuestra casa!

Dicho esto, Tisca se lanza sobre ellos como león a sus presas. Del cuarto pueden innumerables golpes, estruendos y gritos que duran hasta la hora de la cena.

Una hora más tarde, Tisca, su madre y Mali bajan a cenar al comedor en el que les son servidos sus alimentos sobre una gran mesa de roble, y mientras que Mali parece estar limpio y reluciente, las ropas de Tisca están todavía empapadas de agua y en su despeinado cabello hay rastros de burbujas de jabón.

En medio de un silencio incómodo en el cual sólo se escucha el sonido de las cucharas tocar el fondo de los platos con sopa, la madre de Tisca toma sus alimentos despreocupadamente al lado de su hija, quien no puede quitarle la mirada a Mali y a su mascota mientras los observa inspeccionar detenidamente sus alimentos con las manos, lo que parece enfadarla impidiéndole disfrutar de su comida.

-Mamá –le susurra en voz baja-, ¿no te parece que ya es demasiado dejar que él coma con las manos como para dejar que su simio coma con nosotras? ¡Es asqueroso!

Sin perder el buen humor que caracteriza a su ligeramente rechoncha madre, ella le responde limpiándose elegantemente la boca con una servilleta de seda: -No seas exagerada, hija. Está adiestrado, además, es un monito muy simpático. ¿No lo crees?

-¿¡Simpático!? –grita llamando la atención de los presentes, por lo que trata de moderar su voz- Deberías ver el lío que me costó obligarlos a bañar, sin contar lo que esos dos hicieron en la cocina. Tuve que ayudarle a la pobre señora Brisk a limpiar antes de que comenzara a preparar la cena. Por cierto, ¿por qué no está cenando ella con nosotros como acostumbra?

-Ella comió más temprano hoy para tener todo listo para nuestros huéspedes.

-Todavía no me has respondido por qué has traído a un tipo tan extraño a vivir con nosotras.

Sin dejar de comer su madre le responde: -Tisca, querida, no es de buena educación hablar de una persona, en especial si dicha persona está frente a ti.

-¡Pero ni siquiera entiende lo que decimos! –replica volviendo la mirada al par, que ajenos a la conversación están peleando por un pedazo de carne el cual ambos se disputan enterrando sus colmillos en la carne y tirando en direcciones opuestas.

De un momento a otro entre ambos rompen el pedazo de carne desperdigando trozos de jugo y grasa por doquier. En el proceso un pedazo de carne va a dar directamente al rostro de Tisca. Habiendo tenido suficiente y todavía con trozos de carne y grasa en la cara, Tisca se levanta de un salto dando un golpe seco a la mesa y se retira furiosa a su habitación.

Una vez allí se limpia el rostro en su baño privado mientras sigue refunfuñando en voz alta –Vaya día… no sólo no pude ir con mis amigas, sino que tengo que soportar a un niño y su mono que mi madre trajo de la jungla.

En ese momento escucha a alguien llamar a la puerta, pero cuando abre encuentra el pasillo vacío y a oscuras. Sin embargo, al pie de su puerta encuentra una bella flor tropical recién cortada que ella toma con delicadeza con ella al interior de su habitación.

Horas más tarde y ya entrada la noche, Tisca se encuentra dormitando, sentada en su mesa de estudios, con un libro entre las manos. A su lado se encuentra la flor puesta dentro de un vaso de agua. Una brisa ligera se cuela de la ventana abierta cuando alguien vuelve a tocar su puerta de nuevo, lo que la saca del sueño ligero en el que se encontraba.

Al abrir la puerta se encuentra con su madre. –Tisca, quisiera hablar un momento contigo antes de acostarme.

Ella la deja pasar y ambas se sientan en silencio en la cama de ella. -¿Has venido a decirme por qué has traído a ese chico tan extraño? –finalmente se aventura a preguntar.

-Algo así. He venido para decirte que seas bueno con él. Verás, él viene de la jungla y nunca había salido de su hogar, es comprensible que no conozca las costumbres de las personas que vivimos en grandes ciudades como nosotras.

-Pero, ¿por qué ha venido a quedarse con nosotras? ¿Cuánto tiempo piensas dejarlo quedar aquí?

La voz de su madre se torna más seria –Escucha, hija, hace poco recibí una carta. El padre de Mali y yo éramos… muy buenos amigos.

-Ahora entiendo. Seguramente lo conociste en una de esas expediciones a la jungla de las que tanto me hablabas cuando yo era niña, cuando todavía eras arqueóloga, ¿no es así?

-Así es. Como te decía, Mali va a quedarse un tiempo con nosotras porque su padre falleció hace muy poco.

La noticia impacta a Tisca, quien no se esperaba algo como eso. –No sé cuánto tiempo exactamente Mali se quedará con nosotros, eso depende de muchas cosas, sólo sé que será por un buen tiempo. Él no es tonto, de hecho, puede entender todo lo que le dices.

-¡No me digas que conoce nuestro idioma! –dice sorprendida.

Su madre trata de disimular su risa para contestarle -Claro que lo sabe, es sólo que no está acostumbrado a hablar nuestra lengua. Cuando veníamos camino a casa le pedí que fuera paciente contigo…

La madre de Tisca rememora el momento en el que ambos viajan en la limusina camino a casa:

-Mali, quiero pedirte un favor. Espero que disculpes a mi hija si dice o hace algo impropio cuando se conozcan. Puede que a veces parezca lo contrario, pero ella es una buena persona. Mi hija es de carácter impulsivo, así que te pido que tengas paciencia con ella, con el tiempo descubrirás igual que yo que mi querida Tisca tiene un buen corazón. Estoy seguro que ustedes dos terminarán llevándose bien.

Tras escuchar a su madre, Tisca reflexiona en sus palabras –¿Por qué no me dijiste esto antes?

-Eso ya no importa. Espero que a partir de mañana ustedes dos se lleven mejor –despidiéndose de ella dándole un beso en la frente-. Que pases unas buenas noches, hija.

Incapaz de dejar las cosas como están Tisca resuelve ir a la habitación de Mali a disculparse, pero al tocar en su habitación varias veces no recibe respuesta. AL ver que las luces están apagadas decide entrar. Una vez dentro, encuentra la habitación vacía y al notar que la ventana está abierta decide cerrarla, pero cuando está a punto de hacerlo se percata de que trepados en un árbol junto a la ventana se encuentran Mali y su mascota durmiendo acurrucados. Tisca sonríe dejando la habitación en espera de un nuevo día.

A la mañana siguiente Mali es perseguido por toda la casa con Tisca detrás de él llevando unas tijeras en las manos. -¡Tienes que cortarte el cabello! No puedes andar por ahí pareciendo un cavernícola.

En determinado momento logra acorralarlo y riendo con malicia le advierte a Mali. –¡Esta vez n no podrás escapar de mí!

Cerca de allí, en el comedor, Tiko, Alysa y la señora Brisk acompañan a Acanta, quien bebe su café matutino con los gritos desesperados de Mali y la risa siniestra de Tisca como fondo. –¿Parece que esos dos ya se llevan mejor, no lo crees? –preguntándole a la señora Brisk, quien al igual que las mascotas está demasiado inquieta escuchando los gritos de Mali como para responderle.



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