Sueño sin fin
Han pasado
varios días desde que ocurrió el accidente. Es el comienzo un nuevo día, y
Farell duerme plácidamente en el sofá de la sala cuando el vaivén de Aria, que
parece tener mucha prisa lo despierta de su letargo. Cuando estira sus manos,
percibe algo sobre su cabeza. Se trata de banda de color negro alrededor de su
cabeza. -¿Qué es esto? –le pregunta a
Aria cuando pasa cerca de él.
–Ah, lo siento,
debí avisarte antes –se disculpa-, pero no quería despertarte. Es un aparato
especial que se usa para dormir. –le contesta distraídamente mientras enciende
la cafetera con agua caliente de la llave.
-¿Un aparato
especial? –repite examinándolo mientras su curiosidad aumenta.
Aria le
responde con el mismo tono distraído –Es un sistema que bloquea la proyección
de ondas delta de tu cerebro-. Farell se le queda mirando sin entender
absolutamente nada de lo que acaba de explicarle -…en pocas palabras, evita que
tu conciencia viaje involuntariamente hacia otros sueños. También evita que las
pesadillas invadan tus sueños mientras duermes.
-¿Te refieres a
esos monstruos?
–En efecto
–dando una mordida a su rebanada de pan recién tostado.
Levantándose de
mala gana, Farell camina hacia la cocina -¿Cuánto tiempo crees que pueda
quedarme aquí? -le pregunta de improviso.
La pregunta
toma la por sorpresa –Pues, no lo había pensado… –reflexiona-. ¿Tienes algún
pariente o conocidos que puedan estar preocupados por ti?
–No, no tengo a
nadie… mis padres emigraron aquí antes de que yo naciera. –confiesa con
amargura.
Aria intenta
animarlo –Pero no tienes que poner esa cara. Puedes quedarte aquí el tiempo que
desees. A mí no me molesta.
La sinceridad
de sus palabras le hace recuperar la sonrisa, entonces se sienta ya más
tranquilo a tomar su desayuno en la mesa junto a ella, que consiste de pan
tostado y leche.
–Escucha –le
dice al sentarse a la mesa frente a él-. El día de hoy me gustaría que me
acompañaras al trabajo.
Farell da un
mordisco a su rebanada de pan mientras la escucha, pero hace una muesca de
disgusto al percibir un sabor a quemado. Al mismo tiempo, Aria da un sorbo al
café, que escupe casi de inmediato en el lavabo por estar demasiado amargo.
Tras el incidente hay un breve lapso de silencio entre los dos, que se miran el
uno al otro sorprendidos por su reacción.
–Bueno… pare
ser que nunca he sido muy buena cocinando, ¿verdad? –agrega a modo de disculpa.
Más tarde esa
mañana, ambos viajan en auto. Aria sostiene un vaso de café, y tanto ella como
Farell toman constantemente rosquillas recién hechas de un paquete que ambos
comparten comiendo con avidez. Cuando llegan a su destino: un complejo que
parece más el campus de una universidad, coronado con un imponente edificio
central, bajan del auto. Farell queda pasmado. -¿Aquí es donde trabajas?
–pregunta sin poder disimular su asombro.
–Así es. Te
presentaré con unas personas.
Ambos caminan a
través de la vereda que conduce al edificio principal, Farell nota una cierta
atmósfera de tranquilidad que se respira en el ambiente. Una vez llegado a su
destino, se dirigen hacia la recepción, en donde un hombre uniformado que viste
de manera similar a ella los saluda amablemente: –Muy buenos días, señorita
Aria.
-Buenos días
–dice ella regresándole el cumplido.
Tras pasar una
puerta, llegan a una sala que abarca la mayor parte del primer piso, la cual
está llena de cubículos individuales. Gente vestida con el mismo atuendo que
Aria camina por todas partes en el típico cuadro de caos organizado de una
oficina cualquiera.
Aria lo guía
por entre los cubículos a un elevador en el fondo. Las puertas se abren en uno
de los últimos pisos revelando un pasillo elegantemente decorado que los lleva
hasta una sala de espera, en donde los recibe una mujer de edad madura detrás
de un escritorio. –Buenos días, señorita Aria. ¿Quién es el apuesto chico con
el que viene? –refiriéndose a Farell, que se oculta detrás de Aria.
–Su nombre es
Farell –le responde con el mismo tono gentil que la mujer.
-¿Lo has traído
a ver al señor Jens?
–En efecto.
¿Podemos entrar a verlo?
-Por supuesto,
pero primero tendré que anunciarlos. Esperen un segundo, por favor.
Poco tiempo la
mujer les indica en que pueden pasar señalándoles el camino hacia una elegante
oficina adornada con muebles de madera antiguos y estanterías llenas de libros.
Al fondo, junto a una gran ventana se encuentra un hombre regordete, de edad
madura y cara afable, con cabello y bigote entrecanos, luciendo un traje
pulcramente planchado que acentúa su personalidad madura y seria, trabajando en
su escritorio.
Apenas entran,
el hombre se levanta de su asiento y los saluda personalmente. –Hola, Aria. No
te había visto en tres días a causa de todo este trabajo extra. Me alegra verte
por aquí.
–Señor Jens, me
gustaría presentarle a Farell. Él y yo nos conocimos hace poco y me gustaría
saber qué opina de él.
–Así que tú
nombre es Farell. –poniendo su atención en el chico-. Bueno, mi nombre, como ya
te lo dijo esta adorable jovencita es Jens Houler. Soy director de la S.A.C.L.,
una institución fundada como un centro de estudio e investigación de los sueños
a nivel mundial. Nuestra organización no sólo se limita a eso, sino que también
tenemos una misión más importante. Como ya sabes, personas como Aria y yo
poseemos habilidades que nos permiten viajar a los sueños de otros. Si Aria te
trajo hasta aquí, es porque significa que tú también tienes esa habilidad y, en
un futuro, podrías aspirar a formar parte de nuestra organización.
Farell se
enfurece de repente - ¡No! ¡Yo no quiero ser un fenómeno!
–Pero Farell.
En este lugar podemos ayudarte. No sólo te enseñaremos a controlar tus
habilidades, sino que en esta organización podrás tener protección de las
pesadillas.
-¡Farell! –Lo
reprende Aria ante su reacción-. No lo entiendes. Estarás mejor aquí, con
nosotros.
- No. ¡Yo no
quería esto! ¡Sólo quiero ser normal! –agrega retrocediendo unos pasos, como
queriendo escapar de allí-. Quiero que las cosas sean como eran antes. –grita
con lagrimas de rabia y dolor.
Jens continúa
hablando con voz serena, tratando de tranquilizarlo. -Me estás
malinterpretando. Verás, al igual que Aria, tienes la habilidad de manifestarte
en los sueños de otros. Si no aprendes a controlarlo, podrías ponerte en riesgo
a ti y a otras personas.
–Farell, te he
traído hasta aquí para que el señor Jens y yo podamos ayudarte y orientarte
sobre lo que es nuevo para ti. Es muy importante que nos escuches…
-¡No! ¡No soy
un animal de laboratorio! ¡Es por culpa de estas visiones que me han arruinado
la vida! –alega enfureciéndose aún más.
–Farell, no
entiendes el peligro en el que te encuentras. Sin nuestra ayuda, podrías ser
víctima de una de las pesadillas.
Su enojo se
transforma en miedo al recordad vívidamente lo que experimentó en aquél sueño.
–No… no quiero encontrarme con una de esas cosas nunca más. Sólo quiero que me
dejen en paz y poder llevar una vida normal…
Aria se acerca
a él abrazándolo –Comprendo cómo te sientes. La mayoría de nosotros hemos
tenido que pasar por situaciones similares. Es por eso que es tan importante
que nos dejes ayudarte.
–Parece ser que
por ahora no está listo para aceptar ese tipo de carga –concluye al ver al niño
temblar sin control entre los brazos de Aria. Será mejor darle más tiempo, pero
aún así, debemos aplicarle las pruebas de rutina.
Más tarde,
Farell es recostado en una cama que se encuentra en un cuarto completamente
blanco. Sus ropas han sido sustituidas por una bata. Un médico conecta diodos
por toda su cabeza. En una de las paredes, detrás de una ventana polarizada se
encuentran Jens, Aria y un médico que es la supervisora de la prueba.
Hecho esto, lo
introducen dentro de un escáner electromagnético. Al instante, las pantallas
muestran en tiempo real el cerebro del niño, así como los impulsos eléctricos
del mismo.
-Tal parece que
sus ondas cerebrales no dan resultados fuera de la escala normal. Ni siquiera
alcanzan el mínimo del umbral espectral de un dreamwalker –concluye la doctora.
–Aria, ¿estás totalmente segura de que este chico es
uno de nosotros? –la cuestiona no muy convencido con los resultados.
–Señor Jens, el
chicho y yo no sólo nos conocimos en el sueño de una víctima al que él no
conocía. También pareció despertar interés en una pesadilla. Eso es algo que
nunca había sucedido antes. Hasta donde sabemos, ellos son atraídos por un tipo de onda cerebral que nosotros los dreamwalkers poseemos. Además, no me
explico cómo, pero fue capaz de defenderse por sí mismo de una pesadilla.
–Te creo, pero
sabes muy bien que no podemos tomarnos la libertad de cometer errores como estos.
Estas operaciones están al margen del conocimiento público. Debemos ser
cuidadosos en quién podemos confiar. Incluso si se trata de un niño.
–Pero, incluso
si llegara a equivocarme, el parece tener algo diferente… no sé… el accidente
de sus familiares, la forma en que nos encontramos en el subterráneo, y la
atención que parecía llamar en aquél hombre infectado. No puedo explicarlo,
pero estoy segura de que pueden estar buscando al chico. De no ser por mí ya
estaría muerto.
Jens da media
vuelta para retirarse mientras Aria sigue hablando –Si de verdad piensas
eso, voy a dejarlo a cargo tuyo. Pero
antes, es imperativo que me muestres que el chico puede realmente viajar a
otros sueños, de lo contrario, no podemos considerarlo uno de nosotros.
–Está bien, le
haremos una prueba cuanto antes.
Farell es
llevado hasta los pisos subterráneos del edificio a través de un elevador
alterno escoltado por Aria. Allí, se reúnen con tres médicos. Juntos, recorren
un extenso pasillo lleno de puertas con habitaciones numeradas; se detienen en
la puerta marcada con el número 204.
El interior es
oscuro; en el centro de la habitación, unas débiles luces intermitentes
emitidas por aparatos de soporte vital hacen compañía a un cuerpo, que yace
recostado en la cama contigua. Al acercarse, Farell nota que se trata de una
niña pequeña, que parece dormitar profundamente, es entonces cuando nota que su
cuerpo está conectado por una maraña de cables y tubos que se pierden entre su
carne y las sábanas.
–Farell, ella
es Alicia
–No entiendo.
¿Qué estamos haciendo aquí?
Antes de que
ella pueda contestarle, una doctora interviene –Al igual que tú, ella sufrió un
accidente hace dos años, cuando apenas tenía cuatro años de vida. Desde
entonces ha estado en este lugar en espera de recuperarse.
-¿Qué tiene que
ver ella conmigo? –inquiere nuevamente
–Queremos poner
a prueba tu capacidad de viajar a través de los sueños de las personas con esta
niña.
Farell se
exalta -¡Acaso están dementes! Esas cosas podrían atraparme.
La doctora lo tranquiliza
–Cálmate Farell. Ella está simplemente en estado de coma. No hay nada dentro de
su sueño que pueda lastimarte. Mientras ella esté en un estado así, las
pesadillas no pueden entrar a su mente.
–Si quieres,
puedo ir contigo. Será una prueba rápida. Sólo quieren comprobar que puedes
viajar por los sueños.
– Pero, ¡no
quiero hacerlo...! No sé cómo hacerlo.
–Farell, tienes
que confiar en mí. No voy a dejar que nada malo te pase.
Farell observa
con frustración a Aria. Al final, su sinceridad parece ser suficiente para
convencerlo. -Está bien.
La doctora y
sus ayudantes preparan en el acto una cama contigua poniéndola paralelamente a
la de la niña en la que lo acuestan para después colocarle una especie de banda
metálica en la cabeza. Farell siente un ataque de pánico momentos antes de que
lo duerman, y busca con la mirada a Aria, que presencia pasivamente el proceso
de pie, junto a él.
-Ahora quédate quieto y relájate –lo consuela
con palabras amables una de las ayudantes-. Este aparato bloqueará tus ondas
Betha de tu cerebro y te inducirá a un sueño profundo.
– ¿Me va a
doler? –pregunta a la doctora angustiado.
Esperando su
respuesta, su vista comienza a volverse borrosa y deja de comprender lo que le
dicen. Rápidamente se sumerge en una completa oscuridad.
De un momento a
otro, Farell abre los ojos en lo que parece ser un parque abandonado el cual se
encuentra en medio de un denso bosque, a mitad de la noche. La luna creciente
apenas brinda luz suficiente para que distinga las formas y los contornos que
yacen entre las sombras.
Una sensación
de soledad y miedo lo invade al encontrarse en aquél lugar tan inhóspito. De
repente, siente cómo una mano le toca el hombro. Farell da un respingo soltando
un grito y retrocediendo por instinto, pero entre la penumbra logra distinguir
el rostro de Aria–Tranquilo Farell. Recuerda que es solamente un sueño.
Él se
tranquiliza con la presencia de Aria. -¿Qué clase de sueño es este para una
niña? –se pregunta para sí mismo en voz alta tras mirar a su alrededor.
Los dos
emprenden una caminata para explorar la zona. El camino por el que transitan
está en mal estado: lleno de hojas secas y basura que provocan crujidos al ser
aplastadas bajo sus pies al pasar. A los lados del camino se ven áreas de
recreación con juegos metálicos, algunos oxidados, y otros destruidos por el
tiempo.
Al final del
camino, llegan a lo que alguna vez fue una piscina, ahora seca que está junto a
unos vestidores en ruinas. La entrada ha sido bloqueada por escombros que han
caído desde el techo de la construcción. En cierto momento, Farell intenta asir
la mano de Aria, pero sólo palpa el aire. Al volverse descubre que ella no está
más con él.
Sin darse
cuenta, ambos se han separado tomando caminos diferentes. Entre tanto, Aria
también se percata de la ausencia de Farell y comienza a buscarlo desandando
sus pasos -¿Farell?, ¿dónde estás? –pregunta una y otra vez en la penumbra.
Farell intenta
encontrar a Aria, pero el miedo que le inspira el lugar lo inhibe a llamarla.
En cierto momento, caminando sin rumbo, percibe un leve rechinido de metal que
lo perturba. Al mirar en dirección de unos columpios descubre a una niña
sentada a espaldas suyas que se mece lentamente.
A pesar de
estar asustado, camina hacia la niña, pero cuando ya está cerca, la niña se
percata de su presencia y apenas lo ve, echa a correr -¡Espera! –le grita
Farell intentando que vuelva.
La niña se
detiene un momento al oírle hablar y gira la cabeza en dirección a él. Su
cabello claro y sus ojos llorosos brillan con el tenue resplandor de la luna
-¿Quién eres tú? –le pregunta mordiendo sus labios.
–No tienes por
qué temerme. Mi nombre es Farell.
-N… no deberías
estar aquí. El señor malo podría verte –le advierte la niña.
–Estoy buscando
a mi amiga. Su nombre es Aria. ¿Le has visto? Ella podrá ayudarnos.
Él intenta
asirla de la mano, pero ella lo rechaza –Si no te vas pronto de aquí, el señor
malo te atrapará y te quedarás aquí para siempre. –insiste la pequeña.
Farell entonces
comprende a lo que se refiere a la niña –Una pesadilla… -pronuncia entre
labios.
Entre tanto, en
otra parte del parque, Aria continúa buscando a Farell sin éxito. Enciende su
lámpara integrada en su brazalete continuando la búsqueda. En cierto momento
del camino se detiene inesperadamente. La luz de su linterna no puede iluminar
más allá de cierto punto en la oscuridad. Un mal presentimiento asalta su
mente.
Justo en ese
momento, de entre los árboles aparece una figura. El viento comienza a soplar
fuertemente haciendo que las hojas de los árboles vuelen a su alrededor. El
ser, cuyos ojos arrojan un resplandor verdoso se clavan en ella.
Aria queda
inmóvil frente a la criatura que emerge de entre la oscuridad, mostrando sus
dientes en una sonrisa desencajada.
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