07 abril, 2024

Dragon Legacy, Vol.1: Capitulo 37

 


La quinta perla


Después de que Dine, y el resto de sus amigos pasaron muchas dificultades para conseguir la perla blanca del dragón en el reino de Leivan, los cuatro finalmente pueden regresar a la ciudad de Leiria.

 

Todos, a excepción de Doma, quien debido al fuerte desgaste que sufrió durante la batalla en Leria, se encuentra en la misma habitación en la que en esos momentos está confinado Leiyus: atado de pies y manos sobre una cama de piedra y bajo la influencia de una estrella mágica de seis puntas. Finalmente y después de unos momentos de suspenso, Laurel entra al círculo de la estrella acompañado de Dine, quien lleva en sus manos la perla blanca del dragón.

 

Leiyus aún permanece profundamente dormido en el momento en el que ambos se acercan a él, entonces Dine coloca en su frente la perla blanca, la cual es inmediatamente absorbida por el cuerpo de Leiyus. Enseguida, el círculo pierde su poder, y Laurel manda a desatar al guerrero.

 

No pasa mucho tiempo para que Leiyus comience a reaccionar y por fin abra los ojos. Lo primero que ve es a sus amigos a su alrededor, expectantes de ver su reacción tras volver en sí.

 

Kindolf –¿Leiyus…? –le pregunta con cautela.

 

Astrid -¿Ya está curado? –inquiere ella a su vez a Laurel.

 

Leiyus –Me alegra verlos, chicos. –les responde con una sonrisa.

 

Sin poder contenerse, Dine se apresura a abrazarlo. –¡Gracias a los dioses que estás bien, Leiyus!

 

Esa misma tarde, sus amigos lo ponen al tanto de los recientes acontecimientos mientras se encontraba confinado por su seguridad. –Ya veo… así que pude vencer a Argol, y Doma no había realmente muerto… Me gustaría poder ver cómo está.

 

Dine –Doma tuvo que quedarse en Leivan un tiempo más debido a que usó toda su energía para poder proteger el reino de los dragones negros.

 

Kindolf –¡Ahora lo más importante es darnos prisa y encontrar la quinta perla dorada!

 

Astrid –Es verdad. ¡No sabemos cuándo Volgia o alguno de sus secuaces puedan atacarnos de nuevo!

 

Leiyus –Tienen razón. Entonces no se diga más. ¡Debemos partir de inmediato!

 

Dine –¿Estás seguro que ya te sientes mejor? –le pregunta con aire preocupado, lo que parece incomodarle un poco al verla tan afectiva con él, algo a lo que no está acostumbrado.

 

Leiyus –Sí, gracias... De hecho, ¡me siento mejor que nunca! Ciertamente, esa última perla dorada incrementó mis poderes de una manera que todavía no alcanzo a medir. ¡Estoy ansioso por comprobar que tan fuerte me he vuelto…! Dine, ¿podrías indicarnos en qué dirección se encuentra la quinta perla?

 

Dine asiente la cabeza y cierra los ojos para concentrarse, pero pasados un par de minutos, su rostro cambia a una expresión de frustración. -¡No puedo…! ¡No puedo sentir la presencia de la perla!

 

En los rostros de los presentes se dibujan gestos de sorpresa apenas escucharla.

 

Kindolf -¡Cómo que no  puedes sentir la perla! ¡Pero si tú eres la que nos ha estado guiando todo este tiempo!

 

Leiyus -¿Estás segura? –insiste él-. Quizás sólo estás cansada, o te falta concentración.

 

Astrid –Quizás debamos preguntarle a Doma, a ver qué opina del asunto…

 

Dine -¿Será que he perdido la capacidad de sentir la presencia de Dyamat? –se pregunta a si misma, consternada.

 

Leiyus entonces saca el fragmento de perla rota que llevaba consigo y lo deja en el aire colgando del hilo al que está atado para ver su reacción. A diferencia de ocasiones anteriores, éste no se mueve en absoluto.

 

–No, no eres tú Dine… la presencia de la quinta perla parece haber desaparecido. ¿Pudiera ser que Volgia, o alguien más la haya destruido para evitar que caiga en nuestras manos?

 

Dine –¡No, eso es imposible…! Volgia quería apoderarse de la fuerza de Dyamat desde un principio y usar sus poderes para su beneficio... Si él se atreviera a destruir cualquiera de las perlas, el poder que cada una contiene, regresaría inmediatamente a ti.

 

Leiyus –Entonces,  ¿cómo vamos a poder saber en dónde se encuentra la perla si no podemos sentir su presencia?

 

Laurel –¡Ese no será un problema! ¡Pueden consultar al oráculo nuevamente si lo desean!

 

-Eso no será necesario –contesta una voz desconocida, que parece provenir desde fuera de la ventana de la habitación.

 

En ese instante, aparece en el interior del cuarto un ojo de demonio, el cual se abre para proyectar la imagen de Volgia frente a ellos.

 

Dine –Volgia… pronuncia en voz baja.

 

Volgia –La razón por la cual no pueden localizar la quinta perla –continúa hablando a través de su vasallo-, es porque yo la tengo en mí poder. Pero no se preocupen por ello, pues el motivo de esta visita, es precisamente para indicarles en dónde me encuentro.

 

La imagen de Volgia entonces se dirigie a Leiyus, a quien lanza una mirada desafiante-: Si tú y tus patéticos amigos de verdad quieren la quinta perla dorada,  entonces no tendrán otra opción que venir a el pilar del cielo.

 

Luego de escuchar a su rival, Leiyus se levanta de un salto. -¡Por qué nos dices todo esto! –le exige.

 

Volgia comienza a reír apagadamente-: Si yo fuera ustedes, me daría prisa, ya que no tienen mucho tiempo... En sólo tres días, tendré el control absoluto del ejército de resucitados. –amenaza.

 

Mientras el dragón negro continúa hablándoles, el ojo demonio deja de mostrarles la imagen de Volgia  para proyectar en su lugar lo que el dragón les describe con sus propias palabras:

 

“Si eso ocurre, no sólo los cuerpos de los dragones caídos me obedecerán, sino que los restos de toda criatura bajo tierra servirán a mis mandatos. Infinidad de cuerpos se levantarán a través de todo el mundo y arrasarán con todo en su camino... Pero esa no es la mejor parte... Cuando inevitablemente la batalla entre mis sirvientes caídos y los seres de este mundo se enfrenten, incluso los cuerpos de los valientes guerreros caídos en batalla se volverán a levantar, esta vez como mis sirvientes. Pronto, no quedará ser vivo en este mundo aparte de nosotros los dragones negros, y una legión interminable que formará parte de mi ejército de muerte...”

 

Volgia -Si mis deseos se cumplen, es sólo cuestión de tiempo para que el mundo que conocen sea reducido a una tierra estéril, reinada sólo por dragones y cadáveres.

 

Astrid -¡Maldito! –exclama.

 

Volgia –No importa si sean humanos, criaturas de luz, o de oscuridad, todas tendrán el mismo destino. ¡Muy pronto, podré reinar sobre todas las criaturas de la tierra! Bueno, los estaré esperando… Disfruten de sus últimos días como seres libres.

 

Tras finalizar el mensaje, el ojo de demonio sufre una transformación repentina en la que le crecen cuatro extremidades, mismas que entierra en el suelo y para sorpresa de todos, comienza a emitir una luz cegadora.

 

Laurel es el primero en comprender lo que está a punto de suceder. -¡Salgan de aquí! ¡Está a punto de autodestruirse!

 

Sin perder tiempo, todos se dirigen a la salida menos Dine, quien decide hacer frente al pequeño demonio al que encierra dentro de una barrera de energía. Al  darse cuenta de lo que ocurre, Leiyus regresa con ella al interior de la habitación.  Segundos después, una poderosa explosión sacude el palacio entero.

 

Cuando el humo se disipa y todo vuelve a la normalidad, Laurel se asoma al interior de la habitación. Allí dentro, encuentran a Leiyus y a Dine tendidos el piso, aparentemente sanos y salvos.

 

Laurel –Ustedes dos, ¿están bien?

 

Dine asiente con la cabeza, un poco exaltada.  –Era un demonio menor, pero utilizó tanta energía para estallar, que terminó por consumirse a sí mismo.

 

Leiyus la mira con supresa. –Te has vuelto mucho más fuerte de lo que eras antes, Dine.

 

Dine se queda mirándolo a los ojos tras su comentario sin decir nada cuando de pronto, llega Kindolf  y el resto con ellos. –Lamento interrumpirlos, ¡pero tenemos que hallar ese lugar llamado “pilar del cielo” y llegar hasta allí en menos de tres días si no quieren convertirse en esqueletos al servicio de Volgia!

 

Astrid –Pero, ¿cómo vamos a encontrar ese lugar en primer lugar?

 

Laurel –¡Descuiden! Yo sé exactamente en dónde se encuentra.

 

Leiyus -¿En serio?

 

Laurel –¡Por supuesto! –agrega en tono experto a la vez que se acomoda las gafas que lleva puestas-. ¡Después de todo, fue mi gente la que construyó ese lugar!

 

Dine –El nombre me parece familiar… -reflexiona ella-. Pero no logro recordar en dónde lo he escuchado…

 

Laurel –Hace mucho tiempo, antes de que los seres humanos caminaran por la tierra. Nuestra raza era la más avanzada de aquél entonces. Mi gente decidió crear un sitio sagrado en donde pudiéramos tener contacto con los dioses, pero semejante hazaña no era tarea fácil… Se le conoce como el pilar del cielo porque es en realidad un templo que flota sobre los cielos. Desde ese lugar se creía que podíamos observar mejor el mundo astral.

 

Astrid –Entonces, eso quiere decir que tú eres un unicornio, ¿no es verdad?

 

Laurel se avergüenza notablemente ante su comentario. –¡Me sorprende que no lo hayan notado antes, chicos!

 

Dine –¡Claro! ¡Eso explica el origen de tus grandes poderes mágicos!

 

Kindolf –Yo no entiendo nada… Creía que los unicornios eran caballitos con cuernos que concedían deseos.

 

Astrid –¡Es mucho más que eso! Los unicornios que describes, son la forma original de ellos, pero he escuchado que, al igual que los dragones, michos de ellos han abandonado esta forma desde hace algunos milenios.

 

Laurel –Es verdad. Asumiendo una forma similar al de los seres humanos y otras especies, nos permite desarrollar mejor nuestros poderes mágicos, además, el poder hablar nos facilita comunicarnos con otras especies de una manera más eficiente... Regresando al tema, la entrada del pilar del cielo se encuentra en el extremo más al sur de la tierra, si no mal recuerdo.

 

Dine -¿Te refieres a las tierras que se encuentran cerca del mar de fuego?

 

Leiyus –Podríamos llegar volando, o usando la trasportación instantánea de Laurel para llegar allí...

 

Laurel –Yo puedo llevarlos hasta allá, pero serán ustedes los que entren. Seguramente se trata de una trampa. ¿Están seguros de que quieren ir?

 

Leiyus  -¡No tenemos otra alternativa, Laurel! Debemos conseguir la quinta perla para que Dyamat pueda renacer y se haga cargo él mismo de Volgia. De otro modo, ese sujeto acabará con la tierra.

 

Astrid –Es cierto. ¡Vamos ahora mismo!

 

Dine –No te precipites Astrid.

 

Astrid -¿Acaso no oíste lo que dijo Volgia? ¡En tres días liberará a su ejército de dragones muertos sobre la tierra!

 

Kindolf –Creo que sé a dónde quiere ir Dine: Si aprovechamos estos tres días para prepararnos antes de enfrentar a Volgia, tendremos mayores posibilidades de salir victoriosos en la batalla.

 

Leiyus –¡Esa me parece una buena idea, Kindolf! Antes de luchar, me gustaría medir el alcance de mis nuevos poderes. Además, también les dará tiempo a ustedes para descansar a ustedes y reponer fuerzas. Sólo espero que para entonces Doma pueda unírsenos.

 

Kindolf -¡Esa es una excelente idea!Astrid y yo tendremos tiempo para aprender uno o dos hechizos, aunque no creo que los necesite con la espada Leivan –agrega, mientras frota su mejilla amorosamente contra la funda de su nueva arma.

 

Esa misma noche, Leiyus no puede conciliar el sueño. Después de pasar horas en vela, revolviéndose entre las sábanas de su cama, decide levantarse y salir al palacio en dirección al mar.

 

De pie, bajo la luz de la luna llena, el guerrero mira hacia el horizonte, el cual es perfectamente visible gracias a la luz de la luna llena. Súbitamente, él conjura un hechizo de fuego, mismo que lanza con fuerza mar adentro, en donde estalla provocando una nube de vapor. De pronto, escucha una voz tras de sí.

 

-¿Tú tampoco puedes dormir? –le pregunta Dine, apareciendo junto a él.

 

Leiyus –No… La verdad es que no esperaba llegar tan lejos con este asunto... Creí que terminaría muerto, o algo así antes de que lográramos obtener siquiera la primera perla. ¿Sabes?, siempre me he preguntado cómo fue Dyamat. Supongo que podré verlo en persona cuando libere su espíritu y él resucite. Por un lado, es una lástima que tenga que perder estos fabulosos poderes, pero por el otro, me siento feliz de poder retomar mi vida como ser humano normal una vez su espíritu sea liberado de mi cuerpo.

 

Ella lo escucha en silencio por unos momentos, con expresión melancólica y fijando la vista sobre el mar, incapaz de verlo a los ojos. Luego de una larga pausa, ella finalmente pronuncia unas palabras: -Leiyus, hay algo que… -murmura ella, en un tono apenas audible.

 

Leiyus -¿Qué sucede? –le pregunta distraídamente.

 

Dine –No… no es nada importante. Será mejor que regreses a la cama. Mañana nos espera un día muy largo.

 

Sin protestar, Leiyus le hace caso y camina de regreso al palacio.  –¿Sabes? Has cambiado de actitud conmigo desde que te conocí, Dine. Ya no eres tan mandona como solías serlo –asegura, medio en broma-. Me iré a acostar... Tú también deberías hacer lo mismo.

 

Dine lo ve alejarse en silencio para después contemplar las estrellas en completa soledad…

 

Es la mañana del tercer día. Leiyus y los demás, incluyendo a Laurel y a su ayudante se reúnen en las proximidades de la ciudad.

 

Laurel –Bien, ¿ya están listos para partir?

 

Leiyus –¡Definitivamente! –dice, sin ocultar su ímpetu.

 

Laurel –¡Casi lo olvido! –dice, sacando unos pequeños frascos esféricos con corcho que contienen un líquido azul brillante en su interior, el cual reparte entre ellos.

 

Kindolf -¿Qué es esto? –pregunta al recibir el extraño líquido.

 

Laurel –Son pócimas mágicas que recuperarán su salud y energía en caso de emergencia. Lamento no poder haber traído más, pero no tuve tiempo de preparar mucho. Cada uno tendrá un frasco, así que úsenlo sabiamente.

 

Dine –Un momento, ¿cómo vamos a llegar a ese lugar del que mencionas? ¡Ninguno de nosotros ha estado ahí antes!

 

Laurel –¡Es por eso que voy con ustedes! ¡Tivas, encárgate de todo en mi ausencia! –le confía a su ayudante-. No tardaré mucho en regresar.

 

Tivas –Behenehadedebe –responde el viejo en tono afirmativo.

 

Laurel –Bien, ya es hora.

 

Antes comenzar el hechizo, son interrumpidos por una voz que se acerca corre hacia ellos. -¡Esperen!

 

Para sorpresa de todos, Doma aparece de último momento para unírseles. –Lamento el retraso –se disculpa entre jadeos, tratando de recuperar el aliento.

 

Leiyus -¡Doma! –exclama al verlo allí, sorprendido.

 

Astrid –¡Creíamos que estabas en Leivan todavía!

 

Doma –Es verdad. No me he recuperado totalmente, pero creo que puedo servirles de apoyo. Están por afrontar una batalla muy difícil, así que van a necesitar toda la ayuda posible.

 

Leiyus –Bien, ahora que estamos completos, ¡es hora de partir!

 

Laurel –Muy bien, tómense de las manos todos y cierren los ojos. ¡Estamos por irnos…! Poderes concedidos por los dioses, permítanme usar su fuerza para atravesar el tiempo y las distancias… ¡Insta-motus!

 

Todos los presentes son transportados instantáneamente a otro lugar, dejando tras de sí una nube de polvo y al viejo Tivas despidiéndolos al mover un paño en el aire.


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