19 diciembre, 2014

Una historia de la jungla. Capítulo 3




El tercer capítulo de mi actual proyecto titulado Una historia de la jungla está aquí con más aventuras. En esta ocasión, Mali deberá enfrentarse a un reto más en la gran urbe: asistir a la escuela y pasar desapercibido. Acompaña a Mali y a Tisca en este nuevo capítulo de sus vidas.





Clases al desnudo

Han pasado dos días desde que Mali fue a vivir a casa de Acanta y su hija Tisca, en los lujosos suburbios de una gran ciudad, y desde entonces parece que la relación entre Mali y Tisca ha tenido sus altibajos.

A solas en su habitación, Tisca escribe en su diario:

Querido diario, mi vida ha tomado un giro inesperado desde la llegada de un chico muy extraño venido de la jungla que mi madre acogió en nuestra casa. Desde entonces no he tenido un solo día de paz y por lo que pace, esto es sólo el comienzo…

-El comienzo… -repite con u suspiro.

En eso escucha que alguien toca su puerta y para su sorpresa resulta ser Mali.

-Hola.

-Ah, hola, chico de la selva. Parece que después de todo sí sabes hablar.

Mali se sienta al lado de ella para conversar un rato. -Siempre he podido hacerlo. Mi padre me enseñó a hablar su lengua.

-Antes que nada, quisiera darte las gracias formalmente por lo que hiciste ayer por mí. ¿Por qué no habías hablado hasta lo que ocurrió en el centro de la ciudad?

-Bueno, tu madre me dijo que fuera amable contigo desde un principio, y como no estoy acostumbrado hablar este idioma decidí no decir nada para no ofenderte.

El comentario hace sonreír a Tisca -Pero, que tonterías dices. Quizás si hubieses hablado desde un principio no habríamos ahorrado muchos malentendidos.

-Tienes razón. De todas formas no entiendo la forma de comportamiento de las personas de la ciudad. Todo es muy confuso para mí desde que llegué. MI padre me dijo que al principio no entendería las etiquetas de los que viven aquí, pero que debía poner mi mejor esfuerzo por aprender.

-Eso es verdad. Con el tiempo ya verás que te vas a costumbra...

De pronto nota algo raro en Mali, quien se rasca por todo el cuerpo con desesperación -¿Qué sucede? ¿Qué tienes?

-Esta cosa que llaman ropa produce mucha picazón -agrega sin dejar de rascarse como si fuese un perro lleno de pulgas, sacudiéndose e incluso usando los pies que tiene envueltos en calcetines.

Para entonces la actitud amable de Tisca da un giro de 180º grados. -¡Pues más vale que te acostumbres! ¡Ni se te ocurra andar por ahí medio desnudo! ¿Sabes la vergüenza que me hiciste pasar el otro día? –lo amenaza con mirada severa.

La reprimenda parece surtir efecto y Mali se reprime el impulso de seguir rascándose. Ese mismo día, a la hora de la cena, la madre de Tisca se reúne con ellos en la mesa al igual que la señora Brisk.

-Y díganme, ¿cómo les fue a ustedes dos el día de hoy?

-La mayoría de mis amigas salieron de la ciudad y no regresarán hasta mañana –responde su hija con sequedad.

-¿Y tú, querido? -refiriendose a Mali, a quien toma por sorpresa la pregunta.

-Y-yo sólo estuve en el jardín con Tiko. Me gusta mucho pasar el rato viendo volar a las mariposas y buscando hormigas para comer -responde tímidamente. Su comentario parece enfadar a Tisca, quien le lanza una mirada fría con la que él responde con una gran sonrisa inocente.

Sin dejar de llenarse la boca de comida muy discretamente Acanta le responde -Eso no es bueno, cariño. Ahora que estás con nosotros en la ciudad debes salir y hacer amigos. Eso es importante, en especial cuando tengas que ir a la escuela.

Tisca, que en ese momento estaba tomando agua y escucha el cometario de su madre escupe el contenido el cual es vaciado en Mali y su mono al tiempo que ella se levanta precipitadamente de la mesa. -¿¡Qué has dicho, madre!? ¿No me digas que piensas inscribirlo en una escuela?

-Pero claro que Mali irá a la escuela, de hecho, acabo de inscribirlo en la misma escuela de prestigio a la que tú asistes.

Para ese momento Tisca palidece -Ya me temía que dijera algo así -se queja, lloriqueando momentos de ser rociada de la misma manera en la que roció a Mali con su bebida por éste, lo que provoca risas entre él y el mono.

-Yo no le veo el problema, querida -alega su madre ante la exagerada reacción de su hija.

-Pues deberías voltear y verlo por ti misma -dice con fastidio, señalando a Mali, quien de pronto tiene un ataque de comezón y1 no deja de rascarse furiosamente debido a la irritación que le causa usar ropa.

Al verlo su madre se echa a reír. -No te preocupes, estoy segura de que Mali se llevará muy bien con todos tus amiguitos, además, tú te vas a encargar de ser su guía en la escuela y ayudarlo en todo lo que necesite.

Resignada, Tisca vuelve a sentarse agachando la cabeza. -¿Por qué no terminas con mi sufrimiento de una vez y me desheredas.

A la mañana del día siguiente Tisca se prepara para ir a la escuela y al bajar las escaleras se encuentra con Mali, quien ya está vestido y desayunado en espera de la limusina.

-Vaya -le dice con una sonrisa-, que bien te ves vestido así. Uno no pensaría que vienes de la jungla vestido así.

Ignorando sus buenos comentarios Mali parece preocupado.

-No estoy seguro de esto, Tisca. Sólo he asistido a la escuela de la jungla y es muy distinto a lo que me comentó tu madre. ¿Crees que esta es una buena idea?

-¡Por supuesto que no lo es!, pero ya conoces a mi madre. Ninguno de los dos tiene otra salida, así que trata de comportarte lo mejor posible.

-Además -agrega Mali en tono lastimero-, la ropa que usé ayer me irritó mucho la piel. No creo poder soportar pasar todo el día con este uniforme, mira.

Sin más, Mali le muestra los irritados pectorales a la avergonzada y a la vez sorprendida Tisca, quien lo toma del cuello y con una fuerza sobrehumana lo pone contra la pared.

-¡Escúchame bien! -dice arrojando chispas por los ojos-. Yo tengo una reputación en esa escuela. Me ha tomado años poder ser reconocida como una de las chicas más refinadas y populares, así que no voy a perder mi imagen por tus tonterías. Si veo que te quitas una sola prenda mientras estás en la escuela, incluso el saco, te asesinaré con mis propias manos, ¡entendiste!

Al ver su exagerada reacción Mali se limita a sonreír nerviosamente. –Lo que tú digas.

Tan pronto como apareció, la furia de Tisca parece desvanecerse y ella lo libera con una dulce expresión en el rostro. -¡Perfecto! Me alegra que hayamos tenido esta pequeña charla. Andado, que Sansbury nos espera.

Poco tiempo después la limusina llega a su destino dejándolos en la entrada del prestigioso instituto y ambos se mezclan entre la multitud de estudiantes.

-Recuerda lo que te dije -le advierte susurrando mientras caminan juntos a la entrada del colegio-. No hagas ninguna tontería y no te quites la ropa por nada, ¿comprendes?

Antes de que Mali pueda responderle escucha una voz que la llama por su nombre.

-Tisca, ¿cómo estás? -la saluda una compañera de colegio de cabello largo con unos enormes audífonos en la cabeza seguida de otra que luce un par de lentes y una larga cola de caballo.

-No te habíamos visto en todo el fin de semana.

Al notar que Tisca está acompañada, una de sus amigas se aventura a preguntar: -¿Quién es tu amigo?

Tisca se pone nerviosa. -Él... ahhh... es... –responde poniéndose nerviosa y tratando de pensar rápido- ¡Es el hijo de un mandatario de un país del trópico!

-¿En verdad? Es un gusto, mi nombre es Brenda –al tiempo que la chica, extiende tímidamente su mano para saludarlo sin parecer sorprendida en lo absoluto por la mentira de Tisca.

Por unos momentos Mali no parece entender lo que sucede así que se queda mirando la mano de la muchacha, desconcertado.

Tisca nota el problema de inmediato y le da un ligero codazo mientras le susurra en voz baja: -quiere que la saludes. ¡Tómale la mano!

Nervioso, Mali hace lo que ella le pide, pero en vez de estrechar manos él le toma la muñeca llevándose la mano a su rostro. La chica entonces cree que quiere besarle la mano, lo que la hace sonrojar, apartándola en el acto.

-Vaya, eres todo un caballero –repone la amiga de Tisca mientras ésta se lleva la palma a la cara, llena de vergüenza.

Una vez comenzadas las clases, Tisca y Mali se encuentran sentados junto con el resto de sus compañeros de clase en sus respectivos pupitres atendiendo la clase que imparte la maestra sobre una lección de matemáticas.

Repentinamente a Mali lo asalta un ataque de comezón por todo el cuerpo obligándolo a rascarse desesperadamente con las manos, pero como no es suficiente para mitigar su malestar comienza a restregar el cuerpo sobre la silla y el respaldo, llamando la atención de algunos alumnos a su alrededor. En cierto momento se vuelve hacia el lugar en donde está Tisca y se percata de que ella lo está mirando muy enojada, al grado de partir el lápiz que sostenía en una de las manos.

Asustado, Mali deja de rascarse enseguida. Ninguno de los dos se da cuenta que la mitad del lápiz roto va a dar justo entre el cabello de la maestra, quien se vuelve hacia sus alumnos muy molesta. -¿Quién fue el gracioso que me arrojó esto?

Al ver que se encuentra en problemas Tisca se deshace de la otra mitad del lápiz arrojándolo hacia atrás.

La campana suena anunciando la llegada del receso, por lo que Tisca se apresura a salir del salón en busca de Mali, quien ha desaparecido entre los pasillos llenos de estudiantes. -¿A dónde se habrá metido ahora? –se pregunta con cierta preocupación.

Entonces escucha una voz a su lado que la asusta. ¿Vienes con nosotros a almorzar? –le pregunta una de sus amigas, que parecen extrañadas ante la exagerada reacción de su compañera.

-¿Qué te sucede? –Inquiere su segunda amiga-. Parece que perdiste algo.

-No me digas que estás buscando al chico con el que llegaste a la escuela.

Antes de que ella pueda responder su otra amiga interviene. –Sospecho que él es más que un huésped tuyo. ¿A caso son novios o algo así?

-¡Claro que no! –exclama con la cara roja, pero intenta calmarse respirando lentamente hasta que lo consigue- Escuchen, ¿por qué no se adelantan? Las veré debajo de nuestro lugar habitual para almorzar. –promete alejándose de ellas como si no pasara nada.

Sus amigas la siguen con la mirada, extrañadas de su comportamiento hasta perderla de vista. -¿Crees que se traiga algo entre manos, Lila?

-Así parece.

Tan rápido como puede Tisca recorre el edificio revisando uno por uno los salones hasta quedar exhausta haciendo una pausa en el pasillo. –Esto es un desastre, si llega a hacer algo extraño y mis amigos lo ven, mi reputación estará arruinada.

En ese momento mira por la ventana y ve a un nutrido grupo de estudiantes alrededor de la piscina deportiva del colegio. En el centro del bullicio está Mali. -¡Allí está!

Al mismo tiempo, en la piscina, varias muchachas interrogan a Mali sobre cosas de su vida con mucho interés, lo que parece incomodarlo.

-¿En serio eres capaz de nadar cinco kilómetros sin descanso?

-C-claro. En donde yo vivo tenemos que ser muy rápidos nadando debido a las pirañas y a los cocodrilos.

-Sería genial si nos mostraras tu técnica –le dice una de ellas.

-¡Sí! ¡Enséñanos! –agrega otra.

Resignado, Mali comienza a quitarse el saco del uniforme en preparación para meterse al agua cuando de pronto aparece en la distancia Tisca corriendo hacia ellos. -¡No te atrevas!

Cuando está a punto de alcanzar a Mali y en su carrera por detenerlo ella tropieza con la losa de la piscina que sobresale ligeramente de la tierra provocando que se valla de bruces. Al verla Mali se aparta instintivamente de su camino haciendo que Tisca vaya a dar directo al agua.

Instantes después ella sale a la superficie con el uniforme completamente empapado ante la mirada expectante de los presentes.

Poco tiempo después, Tisca espera pacientemente a que sus calcetas, sus zapatos y parte de su uniforme se sequen al sol. A su lado se encuentra Mali, quien parece preocupado por ella cada vez que estornuda. -¿Estás segura de que te encuentras bien?

-No es nada, es sólo un leve resfriado.

-Lamento lo que te sucedió en la piscina.

-Está bien, ya olvídalo –asegura con voz serena.

-No puedo dejar de pensar que todo esto fue culpa mía –se lamenta-. Como compensación te prometo que no me quitaré el uniforme hasta que terminen las clases.

La promesa alegra a Tisca. -¿De verdad harías eso por mí? ¡Qué alivio!

Acto seguido, ella se levanta y se va muy contenta de regreso al salón de clases. Mali se queda un poco más hasta asegurarse de que no lo ven, entonces comienza a rascarse por todo el cuerpo. -¡Esta comezón me está matando! Daría lo que fuera por quitarme esto de encima.

Los chicos vuelven a clases y con el paso de las horas la incomodidad y la picazón se vuelven insoportables para Mali, quien permanece sentado, con el cuerpo crispado y tenso sobre su pupitre, mirando el reloj en espera de que la clase termine. Tisca lo ve desde su asiento y comienza a preocuparse cuando las uñas de Mali dejan muescas en la madera del asiento. Finalmente y cuando siente que está a punto de estallar la campana suena.

Mali es el primero en salir del salón de clases a toda velocidad. Tisca intenta ir tras él pero una de sus amigas la retrasa -¿Qué le pasa a Mali?

-Ah, no es nada –echándose a reír-, es sólo que no está acostumbrado a nuestras maneras de vestir.

-Me alegra saberlo… oye, ¿es verdad que ustedes dos no son nada?

-Claro que no –responde divertida-. No me digas que estás interesada en él, Brenda.

Antes de que ella le responda se escucha un grito de una chica más adelante. Al bajar las escaleras las dos se encuentran con que Mali se ha quitado toda la ropa menos la interior y se rasca su enrojecido, pero atlético cuerpo en medio de una multitud de estudiantes igualmente curiosos y divertidos. -¡Qué demonios estás haciendo, Mali! –Estalla Tisca apenas verlo.

Sin dejar de rascarse Mali le responde. –Pero las clases ya han terminado. Creía que no querías que me quitara la ropa mientras estuviésemos en clase.

Enfurecida, Tisca toma la ropa que yace en el suelo y la aprieta con fuerza. –No, so tonto. Debías dejarte la ropa hasta que llegáramos a casa, ahora póntela de nuevo.

-Olvídalo. Ya no puedo soportarlo ni un momento –repone este entre las risas de los estudiantes.

-¡Te he dicho que te la pongas ahora mismo!

Tisca se lanza sobre Mali quien es cegado temporalmente por su propia ropa al momento en el que ella se la arroja a la cara para después montarse sobre él cual fiera salvaje. Todavía ciego Mali logra escaparse de las manos de Tisca para echarse a correr por la escuela y sus alrededores hasta que salen de la escuela y ambos se pierden en el horizonte. A lo lejos, las dos amigas de Tisca todavía pueden escucharla gritar tras de Mali.

-Pobre Tisca.

-Para mí que esos dos son algo más –afirma Lila.





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