08 marzo, 2019

Una historia de la jungla: Capítulo 23






Ya que las últimas semanas no hubo actualización, esta vez subiré dos capítulos en un solo día 23 y 24 de Una historia de la jungla. El primero de ellos titulado “La doble cita”, en donde nuestros dos protagonistas serán arrastrados involuntariamente a una tarde de locura por dos de sus amigos.





La doble cita

Mali se ha despertado muy temprano de mañana, y como todavía faltan horas para que inicien las clases y el desayuno esté servido, decide hacer lo que siempre hace en esas situaciones: salir a correr acompañado de su mico al hombro.

-¡No hay nada como salir a correr al despuntar el alba, no te parece, Tiko! –asegura Mali mientras corre por sobre la acera, pero su entusiasmo pronto se desvanece luego de unos minutos. -. Esto es demasiado aburrido. ¿Qué te parece si mejor nos balanceamos de vuelta a casa como solíamos hacer en la jungla? -propone al mico, quien está de acuerdo con su propuesta.

Así, Mali da un salto por sobre la barda para después balancearse sobre los postes de luz y saltar de uno a otro en zig-zag a través de la calle. En eso, un camión que pasaba por el lugar se cruza en su camino justo en el momento en el que Mali se balancea por la calle hasta golpearlo de frente. El y su mico terminan estrellándose con el parabrisas para luego ser lanzados con fuerza en el momento en el que el camión frena bruscamente hasta detenerse. La conductora del vehículo, sólo visible después de haber bajado de éste resulta ser nada menos que Emilie, quien acompañada por su mascota baja a toda prisa para ayudar a Mali a levantarse.

-¡Mali! ¡Perdóname, lo siento! ¡No te vi!

Mali se recupera sorprendentemente rápido sacudiendo vigorosamente la cabeza de un lado a otro. -¡Eres tú, Emilie…!

Ella no tarda en ofrecerse a llevarlo de regreso a casa en su camión de entregas.

-¿Estás seguro que estás bien? -pregunta preocupada Emilie a Mali mientras conduce tras mirar de nueva cuenta la abolladura que el cuerpo de Mali dejó impresa en la cabina de su vehículo.

-Estoy bien, no te preocupes -le responde éste distraídamente mientras devora pieza por pieza de pan que Emilie le ha ofrecido como disculpa.

-Mali, me siento responsable por lo que sucedió, y quiero compensarte... Y, ¿sabes? Esta tarde no tengo más entregas…  conque... ¿Aceptarías salir conmigo en una cita?

-¿Salir contigo? -repite con la boca repleta de pan.

-¡Sí! -repone ella sin poder contener su emoción-. Tú sabes, como una pareja. ¡Será maravilloso si tú y yo saliéramos! ¿Verdad que sí aceptas?

Emilie termina por emocionarse tanto con la propuesta que suelta repentinamente el volante para abrazar con fuerza a Mali, causando que el automóvil pierda el control.
Al percatarse del peligro, Mali trata de inmediato de recobrar el control del vehículo con Emilie todavía prendido a él, y las mascotas de ambos rebotan por toda la cabina. Es entonces que Mali suelta un grito al percatarse de que están a punto de impactarse contra un poste, por lo que en un intento desesperado Mali empuja con todas sus fuerzas el fondo del vehículo con los pies, permitiendo éstos atraviesen el armazón hasta llegar al suelo, usándolos como lastre para detener el vehículo. El truco funciona reduciendo gradualmente su velocidad hasta hacerlos detenerse apenas un segundo antes de estrellarse. Tanto Mali como Emilie parecen salir del percance sanos y salvos, si bien quedan cubiertos de pastel, merengue y crema pastelera.

Poco después, ya en la escuela, Mali le explica lo ocurrido a Tisca, algo que no parece ser de su agrado. -¡¿Que hiciste una cita con quién mañana?! ¡¡¿Y encima de todo aceptaste?!!

-Bueno, en realidad fue Emilie la que me invitó a mí.

-¡¿Cómo pudiste pensar que sería una buena idea salir con esa lunática, Mali?!

La creciente molestia de Tisca parece tener sin cuidado a Mali, quien finalmente no resiste en preguntarle: -Oye, Tisca. Por cierto, ¿qué es una cita…?

Al día siguiente Mali se detiene fuera de la panadería tal como había acordado con Emilie y la espera hasta que ella finalmente sale acompañada de su cerdito, a quien carga entre brazos.

-¡Buenos días, Mali! -Estoy muy emocionada de que hayas aceptado mi invitación... -entonces se dedica a inspeccionarlo con la mirada-. Pero, ¿dónde está tu mascota?

-¿Te refieres a Tiko? Tisca dice que no debo sacarlo a la calle a menos que sea por corto tiempo. Ella cree que puede asustar a la gente.

El nombre de Tisca  de inmediato causa malestar en Emilie. -No quiero hablar sobre esa chica tan fea y descortés. ¿Por qué no mejor comenzamos con nuestra cita? ¡Anda, vamos a tomarnos un café! -insiste mientras lo toma de la mano.

No muy lejos de allí, escondida detrás de la calle, Tisca observa la escena. -¿Pero, qué está planeando esa enana...? Necesito seguirlos, pero no sé cómo es que puedo espiarlos sin despertar sospechas...

En eso nota que Nendel camina casualmente por allí. -¡Oye, tú! Como quiera que te llames, ¿quieres salir conmigo? -le grita con tono áspero desde lejos.

Al volverse y reconocer de quién se trata, a Nendel le salen lágrimas de alegría. -¡En serio! Y pensar que mi madre y mi psiquiatra me advirtieron que esto jamás ocurriría este día. ¡Ven a mis brazos, mi amor! -proclama estrechando los labios con la intención de besarla.

Tisca entonces detiene su avance en seco apresando los labios de Nendel con la mano. –Sí… como sea, ¡hay que darnos prisa, o los perderemos!

Una vez en el restaurante, Emilie comienza a cuestionar a Mali sin parar con varias preguntas personales mientras él devora plato tras plato del menú.

-Y dime Mali, ¿por qué vives en la misma casa que esa chica rica?

-Lo que sucede es que estaba pasando dificultades en mi aldea natal, y por eso la madre de Tisca me invitó a vivir con ellos temporalmente hasta que se arreglaran las cosas.

Tras escuchar esto, Emilie no tarda en mostrarse entuciasmada. -¿Entonces tú y esa niña rica no son pareja, o novios?

-¿Qué es un novio? ¿Es algo que se come?

Emilie sonríe ante la ocurrencia de Mali. -Quiero decir que si tú y ella no están comprometidos…

Al mismo tiempo, sentados en otra mesa cercana, Tisca los observa con sumo interés: -¡Maldición! Están demasiado lejos para que pueda escuchar lo que dicen... -se lamenta.

Al mismo tiempo un mesero le toma la orden a Nendel. -Yo voy a querer un frappé, pero que sea a con leche descremada; tengo intolerancia a la lactosa.   ¿Y tú cariño, qué vas a pedir? -pregunta dirigiéndose a Tisca, quien le replica molesta.

-¡Silencio, que no me dejas escuchar!

El incidente llama la atención de Mali y de Emilie, quienes se vuelven en dirección de donde ellos se encuentran, pero gracias a sus rápidos reflejos, Tisca logra esconder su rostro detrás de un menú del restaurante, y una vez que ambos han retomado su conversación, Tisca se apresura a reprocharle a Nendel tratando de bajar su tono de voz: -¿Ya vez lo que haces? ¡Guarda silencio, o nos descubrirán!

-Pero, ¿de quienes estás hablando, mi amor?

-¡De Mali y esa demente dueña de la panadería! -enfatiza señalándolos con el dedo.

Al volverse y reconocer a Mali, Nendel se pone feliz. -No sabía que estábamos en una cita doble. ¡Hola, Mal...!

Antes de que Nendel pueda terminar la frase, Tisca se lanza sobre él y le tapa la boca con las manos, provocando que ambos terminen en el suelo, causando todavía más alboroto y haciendo que Mali y Emilie vuelvan a fijar su atención en ellos, pero Tisca nuevamente logra reaccionar a tiempo cubriéndose la boca con una servilleta, como si se tratase de una pañoleta.

-¿Sucede algo? -pregunta Emilie a Mali

-Nada... es que creí escuchar una voz familiar.

Emilie entonces le echa una mirada con mayor escrutinio a Tisca, a quien no tarda en reconocer. -Conque esas tenemos, rubia... –pronuncia Emilie en voz baja.

Todavía tirado en el piso y con Tisca sobre él, Nendel se emociona tanto que no puede evitar que sus lágrimas se desborden de alegría. -Es verdad, me quieres tanto que no puedes esperar a la luna de miel. ¡Dame un beso!

Tisca reacciona metiéndole la azucarera en la boca a Nendel y apartándose de él tan rápido como puede. Para cuando se da cuenta, Tisca encuentra la mesa en donde estaban Emilie y Mali vacía. -¡No puede ser! ¡Se escaparon! -exclama con Nendel todavía aferrado a su pierna, balbuceando cosas inteligibles debido a que todavía tiene la azucarera obstruyendo su boca.

Caminando por la calle, Emilie trata de encontrar un pretexto para acercarse a Mali y estar a solas con él encontrando finalmente lo que busca en el anuncio de un cine en el que muestran en cartelera la película de un enorme simio que ataca una ciudad.

-Oye, Mali. ¿Te gustan las películas?

-¡Claro, me encantan! En especial acompañando la película comiendo esas semillas que explotan.

-¡Qué graciosos eres! Anda, entremos. ¡La función está por comenzar!

Apenas Emilie y Mali entran al cine, Tisca se acerca a la entrada llevando de la mano a Nendel para apresurarle.

-Estoy segura que los vi por aquí. ¡Esos dos no deben andar muy lejos! –es entonces que se da cuenta que ellos se encuentran justo en la entrada del cine. -¡Pero claro! Seguramente esa ingenua creyó que podría perderme si entraban aquí, ¡pero yo soy más lista! ¡Oye...! Um... ¿cómo dijiste que te llamabas? -pregunta dirigiéndose a Nendel.

-¡Soy Nendel...! Pero tú puedes llamarme “querido”, o mejor aún, “papi”.

-Como sea. ¿Quieres entrar a ver una película conmigo? Yo invito.

El corazón de Nendel comienza a latir con fuerza apenas escucharla. -¿Quieres decir que quieres que tú y yo pasemos un rato a solas, en un lugar oscuro? ¡Es la primera vez que una chica me hace una proposición como esa…! Excepto aquella que me golpeó en la entrepierna y huyó con mi dinero-. Sin darle tiempo de terminar, Tisca lo arrastra al interior del cine -¡Soy tan feliz!

Las luces no tardan en apagarse y la película en comenzar: En la gran pantalla comienza el filme. En algún lugar de la sala se encuentran sentados Mali y Emilie, estando ésta última demasiado nerviosa como para prestar atención a la película, a diferencia de su cerdito y Mali, quienes miran la película felizmente mientras comparten las palomitas de maíz.

“No puedo creer que llegara tan lejos con Mali en mi primer intento” -piensa Emilie para sus adentros. “¡Tengo qué aprovechar el momento ahora que lo tengo sólo para mí! Pero, ¿cómo...? ¡Ya sé! Voy a fingir que me asusto en la próxima escena de acción.

No pasa mucho para que la película muestre un enorme simio sobre la cima de un edificio que combate a un ejército de aviones que tratan. Emilie aprovecha la situación para aferrar a Mali del brazo con fuerza. -¡Qué miedo! -finge ella.

-¿Sucede algo malo? –dice Mali, sorprendido.

-Estoy asustada. ¿No te importa si te abrazo durante el resto de la película?

-Por supuesto que no. ¡Adelante! -responde Mali con inocencia mientras se lleva a la boca otro bocado de palomitas de maíz.

No muy lejos de allí, y tan sólo unas filas superiores, Tisca los observa en la oscuridad con creciente furia. A su lado está Nendel, demasiado entretenido en la película como para prestarle atención a ella, pues ese es el tipo de películas que le gusta mirar llevando puestas gafas 3D.

-¡Esa chica! -exclama Tisca tan furiosa, que termina por aplastar el vaso de bebida que tenía en las manos, derramando su contenido. -¡Es una cínica y manipuladora! ¡Pero me las va a pagar!

Al mismo tiempo, Emilie espera pacientemente a que otra escena de acción se presente con la idea de lanzarse hacia Mali para besarlo, pero cuando llega el momento y Emilie se precipita sobre Mali, éste se percata que la cubeta con palomitas está vacía, por lo que se dedica a inspeccionar el bote poniéndose éste sobre la cabeza con la esperanza de encontrar restos. Al final, Emilie termina con los labios pegados al cubo de palomitas en vez de los labios de Mali.

Entre tanto, Tisca observa lo ocurrido y debido a la oscuridad del lugar piensa que Emilie ha besado a Mali con éxito, desatando su furia y en represalia, toma la bebida que Nendel en esos momentos estaba bebiendo y se la arroja a Emilie. -¡Espera, mi amor! ¡Ese es un vaso de colección! -grita Nendel luego que Tisca le arrebata la bebida de las manos.
El proyectil da en el blanco empapando la cabeza de Emilie, quien no tarda en descubrir a Tisca filas arriba, mirándola con furia.

-¡Tú de nuevo! ¡Ya estoy harta de que nos estés siguiendo a todas partes! -le reprocha Emilie a Tisca a todo pulmón.

Tisca se levanta de su asiento en el acto y desafiante, pone el pie sobre la cabeza de un hombre medio calvo frente a ella: -¡Eres una manipuladora! ¡Te he estado observando todo el tiempo! ¡Debería darte verguenz...!

De pronto un bote de palomitas lanzado por Emilie se estrella directo en el rostro de Tisca. -¡Muy bien! ¿Con que esas tenemos? ¡Esto es la guerra!

Tanto Emilie como Tisca proceden a lanzarse toda clase de alimentos y golosinas que encuentran en la sala en medio de gritos e insultos entre ambas, lo que no tarda en molestar al resto de la audiencia por el escándalo.

Mojada y cubierta de caramelo y palomitas de maíz, Emilie finalmente toma a su cerdito mascota y se lo lanza a Tisca. -¡Ya me harté! ¡Pigin, ataca!

Al ver que el animalito vuela hacia ella con las fauces abiertas, Tisca toma rápidamente a Nendel y lo pone frente suyo. El cerdito entonces aterriza en la cara de Nendel, quien confunde al animal con un efecto especial de la película en el momento en el que se le viene encima. -¡Estos lentes en 3D realmente son impresionantes! –exclama. Momentos después, el cerdito le muerde la nariz con fuerza.

Nendel entonces comienza a gritar al tiempo que trata de quitarse al animal del rostro. Mientras tanto, Tisca y Emilie continúan su pelea, es entonces las luces del cine se encienden y la película se interrumpe. Pronto no tarda en llegar el acomodador del cine, quien lanza a las chicas una mirada de disgusto.

-¿Qué está ocurriendo aquí? –pregunta el hombre hecho una furia.

Los espectadores molestos no tardan en señalar a las chicas como responsables del alboroto.

-¡Ella comenzó a arrojarme cosas! -culpa Emilie a Tisca.

Al ver que la mirada de pocos amigos del corpulento acomodador se posa en ella, Tisca. -¡Ella me arrojó este cerdito! -se defiende arrancando al animalito de la nariz de Nendel.

-¿Ese cerdito es tuyo? ¡La entrada al cine está estrictamente prohibida a animales y mascotas! ¡Ustedes dos tendrán que acompañarme!

Así, el acomodador del cine se lleva consigo a Tisca y a Emilie fuera de la sala para gusto del resto de los espectadores de la función.

Nendel y Mali se quedan parados el uno junto al otro, mirando perplejos a las chicas ser escoltadas fuera del cine.

-¿Palomitas? -le ofrece Nendel a Mali con toda naturalidad, quien todavía conserva las marcas en la nariz del puerquito.

Tisca y Aisa pasan la siguiente hora esperando en la calle, todavía cubiertas de caramelo y palomitas hasta que la película termine, cuando esto sucede, Mali y Nendel salen finalmente de la función. Apenas los ven pasar por la entrada las chicas se acercan a ellos con expresión de disgusto.

-Aquí estás. ¡Ya es hora de que me expliques qué haces con esta psicópata y su sucia mascota! -le espeta Tisca a Mali furiosa.

-¡Mali, no puedes dejarme aquí! ¿Qué pasó con nuestra cita? –secunda Emilie, dirigiéndose a Mali.

Al verlas echas una furia, ambos retroceden. -¿Saben qué? Creo que prefiero irme a casa por ahora.

-Tisca, amada mía, me la he pasado maravillosamente, pero tengo que ir a que me ajusten los frenos -se excusa Nendel con creciente nerviosismo.

-¡De ningún modo! Ya qué Emilie quiere tanto una cita, ¿por qué no le haces compañía el resto de la velada, Nendel?

-Yo jamás me atrevería a separar a una bonita pareja como ustedes -responde Emilie en tono burlón.

-¿¡Qué dijiste?!

Mientras ellas discuten Mali y Nendel aprovechan el momento para darse a la fuga, pero al darse cuenta de ello, las chicas salen tras ellos.

-¡Al final creo que es menos peligroso salir contigo que con alguna de ellas! -le confiesa Mali a Nendel sin dejar de correr.

-Créeme, ¡todas las chicas están locas…! –asevera Nendel-. Pero aun así, mi corazón le pertenece a mi amada Tisca –agrega cambiando su tono por uno más meloso.

Entonces Emilie le arroja a su cerdito, que termina aterrizando en la cara de Nendel nuevamente.

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