Ya que las últimas semanas no hubo actualización, esta vez
subiré dos capítulos en un solo día 23 y 24 de Una historia de la jungla. El
primero de ellos titulado “La doble cita”, en donde nuestros dos protagonistas
serán arrastrados involuntariamente a una tarde de locura por dos de sus amigos.
La doble cita
Mali se ha despertado
muy temprano de mañana, y como todavía faltan horas para que inicien las clases
y el desayuno esté servido, decide hacer lo que siempre hace en esas
situaciones: salir a correr acompañado de su mico al hombro.
-¡No hay nada como
salir a correr al despuntar el alba, no te parece, Tiko! –asegura Mali mientras
corre por sobre la acera, pero su entusiasmo pronto se desvanece luego de unos
minutos. -. Esto es demasiado aburrido. ¿Qué te parece si mejor nos balanceamos
de vuelta a casa como solíamos hacer en la jungla? -propone al mico, quien está
de acuerdo con su propuesta.
Así, Mali da un salto
por sobre la barda para después balancearse sobre los postes de luz y saltar de
uno a otro en zig-zag a través de la calle. En eso, un camión que pasaba por el
lugar se cruza en su camino justo en el momento en el que Mali se balancea por
la calle hasta golpearlo de frente. El y su mico terminan estrellándose con el
parabrisas para luego ser lanzados con fuerza en el momento en el que el camión
frena bruscamente hasta detenerse. La conductora del vehículo, sólo visible
después de haber bajado de éste resulta ser nada menos que Emilie, quien
acompañada por su mascota baja a toda prisa para ayudar a Mali a levantarse.
-¡Mali! ¡Perdóname, lo
siento! ¡No te vi!
Mali se recupera sorprendentemente rápido sacudiendo
vigorosamente la cabeza de un lado a otro. -¡Eres tú, Emilie…!
Ella no tarda en ofrecerse a llevarlo de regreso a
casa en su camión de entregas.
-¿Estás seguro que estás bien? -pregunta preocupada
Emilie a Mali mientras conduce tras mirar de nueva cuenta la abolladura que el
cuerpo de Mali dejó impresa en la cabina de su vehículo.
-Estoy bien, no te preocupes -le responde éste distraídamente
mientras devora pieza por pieza de pan que Emilie le ha ofrecido como disculpa.
-Mali, me siento responsable por lo que sucedió, y quiero
compensarte... Y, ¿sabes? Esta tarde no tengo más entregas… conque... ¿Aceptarías salir conmigo en una
cita?
-¿Salir contigo? -repite con la boca repleta de pan.
-¡Sí! -repone ella sin poder contener su emoción-. Tú
sabes, como una pareja. ¡Será maravilloso si tú y yo saliéramos! ¿Verdad que sí
aceptas?
Emilie termina por emocionarse tanto con la propuesta que
suelta repentinamente el volante para abrazar con fuerza a Mali, causando que
el automóvil pierda el control.
Al percatarse del peligro, Mali trata de inmediato de
recobrar el control del vehículo con Emilie todavía prendido a él, y las
mascotas de ambos rebotan por toda la cabina. Es entonces que Mali suelta un
grito al percatarse de que están a punto de impactarse contra un poste, por lo
que en un intento desesperado Mali empuja con todas sus fuerzas el fondo del
vehículo con los pies, permitiendo éstos atraviesen el armazón hasta llegar al
suelo, usándolos como lastre para detener el vehículo. El truco funciona
reduciendo gradualmente su velocidad hasta hacerlos detenerse apenas un segundo
antes de estrellarse. Tanto Mali como Emilie parecen salir del percance sanos y
salvos, si bien quedan cubiertos de pastel, merengue y crema pastelera.
Poco después, ya en la escuela, Mali le explica lo
ocurrido a Tisca, algo que no parece ser de su agrado. -¡¿Que hiciste una cita
con quién mañana?! ¡¡¿Y encima de todo aceptaste?!!
-Bueno, en realidad fue Emilie la que me invitó a mí.
-¡¿Cómo pudiste pensar que sería una buena idea salir
con esa lunática, Mali?!
La creciente molestia de Tisca parece tener sin
cuidado a Mali, quien finalmente no resiste en preguntarle: -Oye, Tisca. Por
cierto, ¿qué es una cita…?
Al día siguiente Mali se detiene fuera de la panadería
tal como había acordado con Emilie y la espera hasta que ella finalmente sale
acompañada de su cerdito, a quien carga entre brazos.
-¡Buenos días, Mali! -Estoy muy emocionada de que
hayas aceptado mi invitación... -entonces se dedica a inspeccionarlo con la
mirada-. Pero, ¿dónde está tu mascota?
-¿Te refieres a Tiko? Tisca dice que no debo sacarlo a
la calle a menos que sea por corto tiempo. Ella cree que puede asustar a la
gente.
El nombre de Tisca de inmediato causa malestar en Emilie. -No
quiero hablar sobre esa chica tan fea y descortés. ¿Por qué no mejor comenzamos
con nuestra cita? ¡Anda, vamos a tomarnos un café! -insiste mientras lo toma de
la mano.
No muy lejos de allí, escondida detrás de la calle,
Tisca observa la escena. -¿Pero, qué está planeando esa enana...? Necesito
seguirlos, pero no sé cómo es que puedo espiarlos sin despertar sospechas...
En eso nota que Nendel camina casualmente por allí.
-¡Oye, tú! Como quiera que te llames, ¿quieres salir conmigo? -le grita con
tono áspero desde lejos.
Al volverse y reconocer de quién se trata, a Nendel le
salen lágrimas de alegría. -¡En serio! Y pensar que mi madre y mi psiquiatra me
advirtieron que esto jamás ocurriría este día. ¡Ven a mis brazos, mi amor!
-proclama estrechando los labios con la intención de besarla.
Tisca entonces detiene su avance en seco apresando los
labios de Nendel con la mano. –Sí… como sea, ¡hay que darnos prisa, o los
perderemos!
Una vez en el restaurante, Emilie comienza a
cuestionar a Mali sin parar con varias preguntas personales mientras él devora
plato tras plato del menú.
-Y dime Mali, ¿por qué vives en la misma casa que esa
chica rica?
-Lo que sucede es que estaba pasando dificultades en
mi aldea natal, y por eso la madre de Tisca me invitó a vivir con ellos
temporalmente hasta que se arreglaran las cosas.
Tras escuchar esto, Emilie no tarda en mostrarse
entuciasmada. -¿Entonces tú y esa niña rica no son pareja, o novios?
-¿Qué es un novio? ¿Es algo que se come?
Emilie sonríe ante la ocurrencia de Mali. -Quiero
decir que si tú y ella no están comprometidos…
Al mismo tiempo, sentados en otra mesa cercana, Tisca
los observa con sumo interés: -¡Maldición! Están demasiado lejos para que pueda
escuchar lo que dicen... -se lamenta.
Al mismo tiempo un mesero le toma la orden a Nendel.
-Yo voy a querer un frappé, pero que sea a con leche descremada; tengo
intolerancia a la lactosa. ¿Y tú cariño,
qué vas a pedir? -pregunta dirigiéndose a Tisca, quien le replica molesta.
-¡Silencio, que no me dejas escuchar!
El incidente llama la atención de Mali y de Emilie,
quienes se vuelven en dirección de donde ellos se encuentran, pero gracias a
sus rápidos reflejos, Tisca logra esconder su rostro detrás de un menú del
restaurante, y una vez que ambos han retomado su conversación, Tisca se
apresura a reprocharle a Nendel tratando de bajar su tono de voz: -¿Ya vez lo
que haces? ¡Guarda silencio, o nos descubrirán!
-Pero, ¿de quienes estás hablando, mi amor?
-¡De Mali y esa demente dueña de la panadería!
-enfatiza señalándolos con el dedo.
Al volverse y reconocer a Mali, Nendel se pone feliz.
-No sabía que estábamos en una cita doble. ¡Hola, Mal...!
Antes de que Nendel pueda terminar la frase, Tisca se
lanza sobre él y le tapa la boca con las manos, provocando que ambos terminen
en el suelo, causando todavía más alboroto y haciendo que Mali y Emilie vuelvan
a fijar su atención en ellos, pero Tisca nuevamente logra reaccionar a tiempo
cubriéndose la boca con una servilleta, como si se tratase de una pañoleta.
-¿Sucede algo? -pregunta Emilie a Mali
-Nada... es que creí escuchar una voz familiar.
Emilie entonces le echa una mirada con mayor
escrutinio a Tisca, a quien no tarda en reconocer. -Conque esas tenemos, rubia...
–pronuncia Emilie en voz baja.
Todavía tirado en el piso y con Tisca sobre él, Nendel
se emociona tanto que no puede evitar que sus lágrimas se desborden de alegría.
-Es verdad, me quieres tanto que no puedes esperar a la luna de miel. ¡Dame un
beso!
Tisca reacciona metiéndole la azucarera en la boca a
Nendel y apartándose de él tan rápido como puede. Para cuando se da cuenta, Tisca
encuentra la mesa en donde estaban Emilie y Mali vacía. -¡No puede ser! ¡Se
escaparon! -exclama con Nendel todavía aferrado a su pierna, balbuceando cosas inteligibles
debido a que todavía tiene la azucarera obstruyendo su boca.
Caminando por la calle, Emilie trata de encontrar un
pretexto para acercarse a Mali y estar a solas con él encontrando finalmente lo
que busca en el anuncio de un cine en el que muestran en cartelera la película
de un enorme simio que ataca una ciudad.
-Oye, Mali. ¿Te gustan las películas?
-¡Claro, me encantan! En especial acompañando la
película comiendo esas semillas que explotan.
-¡Qué graciosos eres! Anda, entremos. ¡La función está
por comenzar!
Apenas Emilie y Mali entran al cine, Tisca se acerca a
la entrada llevando de la mano a Nendel para apresurarle.
-Estoy segura que los vi por aquí. ¡Esos dos no deben
andar muy lejos! –es entonces que se da cuenta que ellos se encuentran justo en
la entrada del cine. -¡Pero claro! Seguramente esa ingenua creyó que podría
perderme si entraban aquí, ¡pero yo soy más lista! ¡Oye...! Um... ¿cómo dijiste
que te llamabas? -pregunta dirigiéndose a Nendel.
-¡Soy Nendel...! Pero tú puedes llamarme “querido”, o
mejor aún, “papi”.
-Como sea. ¿Quieres entrar a ver una película conmigo?
Yo invito.
El corazón de Nendel comienza a latir con fuerza
apenas escucharla. -¿Quieres decir que quieres que tú y yo pasemos un rato a
solas, en un lugar oscuro? ¡Es la primera vez que una chica me hace una
proposición como esa…! Excepto aquella que me golpeó en la entrepierna y huyó
con mi dinero-. Sin darle tiempo de terminar, Tisca lo arrastra al interior del
cine -¡Soy tan feliz!
Las luces no tardan en apagarse y la película en
comenzar: En la gran pantalla comienza el filme. En algún lugar de la sala se
encuentran sentados Mali y Emilie, estando ésta última demasiado nerviosa como
para prestar atención a la película, a diferencia de su cerdito y Mali, quienes
miran la película felizmente mientras comparten las palomitas de maíz.
“No puedo creer que llegara tan lejos con Mali en mi
primer intento” -piensa Emilie para sus adentros. “¡Tengo qué
aprovechar el momento ahora que lo tengo sólo para mí! Pero, ¿cómo...? ¡Ya sé!
Voy a fingir que me asusto en la próxima escena de acción.
No pasa mucho para que la película muestre un enorme
simio sobre la cima de un edificio que combate a un ejército de aviones que
tratan. Emilie aprovecha la situación para aferrar a Mali del brazo con fuerza.
-¡Qué miedo! -finge ella.
-¿Sucede algo malo? –dice Mali, sorprendido.
-Estoy asustada. ¿No te importa si te abrazo durante el resto de la
película?
-Por supuesto que no. ¡Adelante! -responde Mali con
inocencia mientras se lleva a la boca otro bocado de palomitas de maíz.
No muy lejos de allí, y tan sólo unas filas
superiores, Tisca los observa en la oscuridad con creciente furia. A su lado
está Nendel, demasiado entretenido en la película como para prestarle atención
a ella, pues ese es el tipo de películas que le gusta mirar llevando puestas
gafas 3D.
-¡Esa chica! -exclama Tisca tan furiosa, que termina por
aplastar el vaso de bebida que tenía en las manos, derramando su contenido.
-¡Es una cínica y manipuladora! ¡Pero me las va a pagar!
Al mismo tiempo, Emilie espera pacientemente a que
otra escena de acción se presente con la idea de lanzarse hacia Mali para
besarlo, pero cuando llega el momento y Emilie se precipita sobre Mali, éste se
percata que la cubeta con palomitas está vacía, por lo que se dedica a
inspeccionar el bote poniéndose éste sobre la cabeza con la esperanza de
encontrar restos. Al final, Emilie termina con los labios pegados al cubo de
palomitas en vez de los labios de Mali.
Entre tanto, Tisca observa lo ocurrido y debido a la
oscuridad del lugar piensa que Emilie ha besado a Mali con éxito, desatando su
furia y en represalia, toma la bebida que Nendel en esos momentos estaba
bebiendo y se la arroja a Emilie. -¡Espera, mi amor! ¡Ese es un vaso de
colección! -grita Nendel luego que Tisca le arrebata la bebida de las manos.
El proyectil da en el blanco empapando la cabeza de Emilie,
quien no tarda en descubrir a Tisca filas arriba, mirándola con furia.
-¡Tú de nuevo! ¡Ya estoy harta de que nos estés
siguiendo a todas partes! -le reprocha Emilie a Tisca a todo pulmón.
Tisca se levanta de su asiento en el acto y desafiante,
pone el pie sobre la cabeza de un hombre medio calvo frente a ella: -¡Eres una
manipuladora! ¡Te he estado observando todo el tiempo! ¡Debería darte
verguenz...!
De pronto un bote de palomitas lanzado por Emilie se
estrella directo en el rostro de Tisca. -¡Muy bien! ¿Con que esas tenemos?
¡Esto es la guerra!
Tanto Emilie como Tisca proceden a lanzarse toda clase
de alimentos y golosinas que encuentran en la sala en medio de gritos e
insultos entre ambas, lo que no tarda en molestar al resto de la audiencia por
el escándalo.
Mojada y cubierta de caramelo y palomitas de maíz, Emilie
finalmente toma a su cerdito mascota y se lo lanza a Tisca. -¡Ya me harté!
¡Pigin, ataca!
Al ver que el animalito vuela hacia ella con las
fauces abiertas, Tisca toma rápidamente a Nendel y lo pone frente suyo. El
cerdito entonces aterriza en la cara de Nendel, quien confunde al animal con un
efecto especial de la película en el momento en el que se le viene encima.
-¡Estos lentes en 3D realmente son impresionantes! –exclama. Momentos después,
el cerdito le muerde la nariz con fuerza.
Nendel entonces comienza a gritar al tiempo que trata
de quitarse al animal del rostro. Mientras tanto, Tisca y Emilie continúan su
pelea, es entonces las luces del cine se encienden y la película se interrumpe.
Pronto no tarda en llegar el acomodador del cine, quien lanza a las chicas una
mirada de disgusto.
-¿Qué está ocurriendo aquí? –pregunta el hombre hecho
una furia.
Los espectadores molestos no tardan en señalar a las
chicas como responsables del alboroto.
-¡Ella comenzó a arrojarme cosas! -culpa Emilie a
Tisca.
Al ver que la mirada de pocos amigos del corpulento
acomodador se posa en ella, Tisca. -¡Ella me arrojó este cerdito! -se defiende
arrancando al animalito de la nariz de Nendel.
-¿Ese cerdito es tuyo? ¡La entrada al cine está
estrictamente prohibida a animales y mascotas! ¡Ustedes dos tendrán que
acompañarme!
Así, el acomodador del cine se lleva consigo a Tisca y
a Emilie fuera de la sala para gusto del resto de los espectadores de la
función.
Nendel y Mali se quedan parados el uno junto al otro,
mirando perplejos a las chicas ser escoltadas fuera del cine.
-¿Palomitas? -le ofrece Nendel a Mali con toda
naturalidad, quien todavía conserva las marcas en la nariz del puerquito.
Tisca y Aisa pasan la siguiente hora esperando en la
calle, todavía cubiertas de caramelo y palomitas hasta que la película termine,
cuando esto sucede, Mali y Nendel salen finalmente de la función. Apenas los
ven pasar por la entrada las chicas se acercan a ellos con expresión de
disgusto.
-Aquí estás. ¡Ya es hora de que me expliques qué haces
con esta psicópata y su sucia mascota! -le espeta Tisca a Mali furiosa.
-¡Mali, no puedes dejarme aquí! ¿Qué pasó con nuestra
cita? –secunda Emilie, dirigiéndose a Mali.
Al verlas echas una furia, ambos retroceden. -¿Saben
qué? Creo que prefiero irme a casa por ahora.
-Tisca, amada mía, me la he pasado maravillosamente,
pero tengo que ir a que me ajusten los frenos -se excusa Nendel con creciente
nerviosismo.
-¡De ningún modo! Ya qué Emilie quiere tanto una cita,
¿por qué no le haces compañía el resto de la velada, Nendel?
-Yo jamás me atrevería a separar a una bonita pareja
como ustedes -responde Emilie en tono burlón.
-¿¡Qué dijiste?!
Mientras ellas discuten Mali y Nendel aprovechan el
momento para darse a la fuga, pero al darse cuenta de ello, las chicas salen
tras ellos.
-¡Al final creo que es menos peligroso salir contigo que
con alguna de ellas! -le confiesa Mali a Nendel sin dejar de correr.
-Créeme, ¡todas las chicas están locas…! –asevera
Nendel-. Pero aun así, mi corazón le pertenece a mi amada Tisca –agrega
cambiando su tono por uno más meloso.
Entonces Emilie le arroja a su cerdito, que termina
aterrizando en la cara de Nendel nuevamente.
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