En este capítulo Tisca está actuando de forma extraña, por
lo que corresponde a Mali y al resto de sus amigos y compañeros descubrir la
causa de su comportamiento.
¿Tisca está deprimida?
Un nuevo día comienza
en la mansión, y a Mali se le ha hecho tarde porque que ha dormido de más.
Mientras corre por los pasillos intentando ponerse el pantalón de la escuela,
hace una pequeña escala en el cuarto de Tisca para tocar la puerta.
-¡Tisca! ¡Por qué no
me despertaste! ¡Se nos ha hecho tarde para llegar a la escuela! -grita a voz
en cuello.
Luego de unos momentos
en los que no respuesta, Mali se atreve a entreabrir la puerta, encontrando la
habitación vacía.
Rápidamente Mali baja
las escaleras mientras se sube los pantalones y corre hasta la entrada, en
donde encuentra a Sasbury, el chofer de la limusina, limpiando esta con una
esponja.
-¿Y Tisca? –le
pregunta al hombre.
-Salió camino a la
escuela esta mañana, temprano. Dijo que prefería ir en bicicleta a la escuela
hoy...
En eso, el chofer hace
una incómoda pausa sin dejar de mirar el pantalón de Mali. Es entonces que éste
se percata que detrás de su pantalón emerge una cola peluda, y al bajarse los pantalones
su mono mascota sale molesto de entre la ropa.
Ya en la escuela, Mali
presta poca atención a la clase pues lleva contemplando a Tisca largo rato,
quien mira en la dirección opuesta, hacia la ventana. En todo el día Mali no ha
hablado con ella, y presiente que algo le sucede. Más tarde, apenas termina la
clase, Mali se dirige a hablar con ella, pero para su sorpresa, antes de que
pueda acercársele, Tisca toma apresuradamente sus cosas y se aleja, dejándolo
atrás.
Durante la hora de la
comida Mali se acerca a las amigas de Tisca para comentarles lo ocurrido. Nendel
y Capricia, que estaban escuchando también se unen a la conversación.
-¿A ti también te ha
estado evitando Tisca, Mali? -pregunta Brenda.
-Sí, ha estado
evitándome todo el día.
-Qué extraño. -expresa
Caris-. Tisca no es así. Me pregunto si le ocurrirá algo.
-Tal vez sólo quiere
estar un momento a solas -opina Capricia.
-Quizás está sufriendo
por un amor no correspondido. Un amor prohibido y secreto con el estudiante más
inteligente y apuesto de la escuela del que siempre ha estado enamorado desde
la infancia –comenta Nendel.
En ese momento se
produce un silencio en el grupo al tiempo que sus compañeros lo miran con
extrañeza.
-Bueno, todo es
posible. ¿No?
-…Creo que sé la causa
del por qué Tisca está así -asevera de pronto Capricia. -Es porque ayer la
humillé –asevera con orgullo.
-¿A qué te refieres?
-inquiere Mali.
-Sucede que ayer...
El día de ayer,
Tisca y yo nos encontramos en la cafetería de la escuela. Como todos los
miércoles había pudín de chocolate, mi favorito. Ella estaba delante de mí
cuando...
-¿Qué quieres de
postre, niña? –pregunta la mal encarada y robusta empleada de la cafetería a
Tisca.
-¡Un pudín de
chocolate, por favor! -responde ella con alegría.
En eso, Capricia
observa cómo la empleada le entrega el último postre a Tisca frente a sus ojos.
-¡Un momento! ¡Ese es
mi pudín! -espeta Caprcia a voz en cuello, armando un escándalo.
-¿Ah, sí? Pues yo no
veo tu nombre escrito en él -responde su rival con desdén y un tono burlón.
-¡Sabes que el pudín
es mi postre favorito!
-Tranquila, señorita
-interviene la robusta empleada de la cafetería-. Aún quedan otros postres en
el menú. Tenemos todavía mucho engrudo que sobró de las obras de remodelación
de la semana pasada. También tenemos esto -al tiempo que le ofrece lo que
parecen ser gelatinas de sabores.
-¿Gelatinas?
-Algo mejor. ¡Es sopa
fría de carne que ha tomado forma de gelatina!
-¿Lo ves, Capricia?
¡Disfruta tu gelatina! -dice en tono burlón.
-¡De ninguna manera!
-estalla al punto-. ¡¡Te reto a un duelo!!
-¡Adelante! ¡Estoy
lista para derrotarte!
Creyendo que están a
punto de pelear, todos los estudiantes presentes se aglomeran alrededor
mientras ambas se dirigen miradas desafiantes. Finalmente, ambas hacen su
movimiento haciendo como si estuviesen a punto de golpearse con los puños cuando
de pronto ambas bajan la mano al mismo tiempo.
-¡Pieda, papel o
tijeras! -gritan al unísono.
Decepcionados, los
estudiantes pierden el interés y se dispersan de nuevo, dejando a ambas batirse
en varios enfrentamientos del juego hasta que Capricia finalmente surge
vencedora, dejando a Tisca con el semblante caído y sin postre.
Naturalmente fui la
vencedora. Eso debió afectarle tanto que hoy debió juntar todas las fuerzas que
le quedaban para poder levantarse de la cama y venir hoy a la escuela...
-Seguramente es por
eso que quedó devastada después de esa derrota y de haberme comido el pudín
-concluye Capricia frente al grupo con orgullo.
Todos los presentes la
miran con incredulidad.
-…Eso parece bastante
trivial. -opina Brenda.
-Sí, yo tampoco creo
que haya sido eso... -En eso, Caris recuerda algo: -Brenda, ¿crees que Tisca
haya resentido lo de ayer?
-¡Es verdad, lo había
olvidado!
-¿Pasó algo ayer entre
ustedes? -pregunta nuevamente Mali.
-Bueno -continúa
Brenda-, ayer, Caris y yo...
Ayer Caris y yo
estábamos conversando después de la clase sobre lo emocionadas que estábamos
porque habíamos sido invitadas a la fiesta exclusiva. Fue entonces que Tisca
nos escuchó hablar…
Caris y Brenda se
encuentran hablando entre ellas hasta que Tisca se acerca y las cuestiona sobre
el motivo de su emoción, a lo que ellas reaccionan escondiendo las invitaciones
a sus espaldas y fingiendo desentendimiento.
-¿A qué se debe tanto
alboroto? Vamos, ¡díganme!
-¡A-a nada! -se
apresura a responder Capricia.
-¡Sí! ¡Nada
importante!
Tisca les lanza una
mirada de escepticismo a sus amigas, entonces se le ocurre una idea: -¡Míren!
¡Un avión! -exclama simulando asombro al tiempo que señala hacia la ventana.
-Oye, Tisca, ¡no somos
Mali! -le espeta Brenda enfadada ante la burda treta de la que acaba de ser
objeto.
Pensando rápidamente,
Tisca cambia entonces su afirmación: -¡Míren! ¡Un avión de chicos guapos!
Al instante sus amigas
se vuelven, exponiendo sus espaldas en donde resguardaban las invitaciones.
-¡Dónde! ¡Dónde! -grita sus amigas.
Sin perder tiempo,
Tisca les arrebata las invitaciones, huyendo con ellas. Apenas se dan cuenta de
lo ocurrido, sus amigas salen del salón a toda velocidad tras ella.
Aventajando a sus
amigas por un buen tramo mientras corren por los pasillos, Tisca se dispone a
leer el contenido de las invitaciones.
-¡Tisca! ¡No! -escucha
a su amiga Caris advertirle sin que ella haga caso.
-¡No se preocupen! ¡Se
las devolveré en cuanto sepa de qué se trata!
-¡Cuidado! -grita
Brenda momentos antes de que Tisca se dé cuenta que está a punto de estrellarse
con un bote de basura.
Tisca logra detenerse
apenas a tiempo, suspirando de alivio sin notar que sus amigas corren hacia
ella. Finalmente, el golpe resultante manda a as tres al interior del bote de
basura.
La cabeza de Tisca con
una cascara de banana sobre ella no tarda en emerger con una sonrisa triunfal,
sosteniendo una de las invitaciones. -¡Una invitación a una fiesta! Ahora
entiendo por qué me habían estado ocultando esto. Es una sorpresa para mí, ¿no
es verdad? -indaga, feliz.
Sus amigas tratan de
reincorporarse entre la basura, buscando las palabras con las que responder.
-N-no exactamente...
-afirma finalmente Brenda.
-¿Entonces, de qué se
trata?
-¡Lo siento mucho! -se
apresura a disculparse Caris-. Una amiga mía me invitó a esta fiesta, me dijo
que podía llevar a quien yo quisiera, ¡pero sólo me dio un boleto extra!
Lamentablemente era
un evento el cuál sólo podía uno acceder con invitación, y sólo teníamos dos,
así que no podríamos llevarla a la fiesta -concluye Caris el relato.
-Quizás pensó que no quería que fuera con
nosotras...
-Ahora que lo pienso
detenidamente, quizás también fue en parte mi culpa -interviene Mali con aire
pensativo.
-¡No digas eso, Mali!
-exclama Caris.
-Pero es verdad. Yo
también tengo una historia que contar. Verán, todo empezó el día de ayer...
Tiko y yo estábamos
comiendo bananas en la cocina, cuando mi mono arrojó accidentalmente una
cascara al pasillo. Tisca, que iba pasando, resbaló...
Habiendo perdido el
equilibrio, Tista intenta desesperadamente de aferrarse a un pedestal de mármol
para no caer que sostenía una valiosa estatua. Ella evita caer, pero la estatua
se tabalea hacia a un lado hasta finalmente caer causando un desastre al
derribar a su paso columnas con estatuas similares que empiezan a romperse en
cadena por todo lo largo del pasillo. Al final, el lugar termina hecho un caos.
Tisca se limita a contemplar los restos de las estatuas mientras una cascara de
plátano aterriza en su cabeza. No pasa mucho para que las cabezas de Mali y
Tiko se asomen tímidamente desde la cocina.
En eso, Tisca se
vuelve con los ojos en llamas. -¡¡Ustedes!!
-¡Espera, Tisca!
¡Yo...! ¡Puedo...! ¡Explicarlo...! -grita pausadamente tras ser golpeado en la
cara por un florero, un reloj antiguo, y un gran mueble respectivamente.
Luego Tisca se lanza
en persecución del mono y el chico.
Nos persiguió a
Tiko y a mí por dos horas seguidas hasta que logramos trepar a una palmera...
-Parecía muy molesta
entonces. Me pregunto si esa sería la causa de su actitud.
Para entonces, el
resto del grupo observa a Mali con una mirada de incredulidad.
-Dudo que sea eso,
pero entiendo por qué estaría molesta contigo -admite Brenda.
De pronto Nendel
suelta un grito. -¡Ya sé que es! ¡Cómo pude olvidarlo!
-¿Tú también tienes
algo que contar, Nendel? -pregunta Mali.
-Así es. Lo que pasa
es que ayer, durante la clase...
Estábamos a punto
de comenzar una prueba. Yo naturalmente estaba preparado para la ocasión con mi
lápiz y papel, mi calculadora en forma de hamster de la suerte, y mi compás,
repentinamente Tisca se volvió hacia mí preguntando si tenía un lápiz que
pudiera prestarle...
Nendel hurga entre sus
pertenencias y no tarda en descubrir que en su mochila hay un pequeño agujero.
Su inquietud inicial entonces se transforma en histeria.
-¡Mi lápiz, dónde está
mi lápiz de emergencia!
Cansada y aburrida de
esperar respuesta de Nendel, Tisca simplemente opta por pedirle un lápiz a otro
de sus compañeros. Entre tanto, la desesperación de Nendel al no encontrar su
lápiz crece hasta dejarse caer en el suelo, abatido. Hincado y sin parar de
llorar, lanza un grito de desesperación: -¡Por qué! ¡Tisca, te fallé mi amor!
Desde entonces no ha vuelto a hablar conmigo. Es más,
creo que de la impresión hasta se le olvidó mi nombre...
Para cuando termina el relato, Nendel se da cuenta que
los demás lo han hecho a un lado y están conversando aparte. Para ese momento
incluso Cyntia se ha unido a la especulación:
-Yo creo que tengo la solución a su problema -asegura ella
al tiempo que saca algo de su mochila-. No importa si Tisca está simplemente
deprimida o tiene mal de ojo, ¡nada mejor para estas situaciones que una cabeza
reducida! –asegura, mostrándoles una vieja cabeza deshidratada cuyo cabello
rojizo ha sido peinado y estilizado como el de una muñeca.
Los demás retroceden con horror. -¡Aleja esa cosa de
nosotros! -le reprocha Capricia con asco y horror.
-¡Nada de cosa! ¡Se llama Bibi! Bueno… ¡hayá ustedes!
-dice molesta mientras guarda la cabeza de nuevo y se aleja del lugar. El resto
se relaja una vez la chica se ha marchado.
-Bueno, dado que no conocemos la causa del
comportamiento de Tisca, sugiero que le preguntemos -se anima a decir Brenda.
-Falta un minuto para que terminen las clases. ¿Por
qué no le pregunta...?
Al momento de volverse hacia el asiento de Tisca,
todos se dan cuenta que ésta ya se ha marchado. Momentos después se escucha el
motor de la limusina arrancar a toda velocidad, dejando una estela de humo a su
paso. El grupo observa desde lejos la escena con asombro.
Más tarde, ese día. Mali regresa a la mansión, trepa
por un árbol y se posa en una rama junto a la habitación de Tisca, en cuya
ventana da golpecitos con la esperanza de que ella abra la ventana, y al no
obtener respuesta, se asoma un poco para mirar dentro. Allí encuentra a Tisca
sentada sobre su cama, envuelta en una manta y dándole la espalda.
De improviso la ventana se abre y Mali se dispone a
entrar a la habitación sin dejar de hablarle.
-Tisca, ¿sucede algo? Has estado evitándome a mí... y
a... nuestros... amigos -dice Mali tras recibir en la cara una muñeca, una
silla, y un tocador de madera, lo que casi le hace caer.
-¡¡Fuera!! -le grita ella enérgicamente sin dejar de
arrojar cosas por sobre la ventana.
-Qué violenta -se lamenta Mali, todavía colgando del
bode de la ventana.
Tisca continúa arrojando cosas por la ventana
indefinidamente hasta que siente que alguien le toca el hombro con los dedos,
al volverse se da cuenta que es Mali, quien ha entrado por la puerta. Ante
esto, Tisca vuelve la cara rápidamente para que Mali no le vea el rostro.
-¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Cómo entraste?!
-Dejaste la puerta sin llave... -se explica.
Ella de inmediato se aleja de él y todavía con una
manta sobre su cabeza, se acuclilla en un rincón de la habitación. -¡A-alejate!
¡No quiero ver a nadie!
-No me iré hasta que me digas qué sucede -le responde
Mali resuelto, al tiempo que se acerca de nuevo a ella-. Todos estamos
preocupados por ti. ¿Qué te sucede? ¿Por qué estás evitando a todo el mundo?
Tisca entonces se pone de pie de un salto. -Está bien…
-dice dándose la vuelta para mostrarle su rostro.
Los dos se quedan mirándose el uno al otro en silencio
por unos momentos hasta que Mali se atreve a preguntar de nuevo.
-¿Qué tienes?
-¿A caso no ves? –insiste Tisca señalando su rostro,
claramente avergonzada.
Mali esfuerza la vista sin lograr mucho. -Pues... no.
Es entonces que Tisca toma una enorme lupa y la pone
sobre su mejilla, a pesar de la imagen magnificada de su rostro, Mali apenas
puede notar un pequeño punto rojo en la superficie. -¡Tengo una espinilla!
-asevera.
Al día siguiente, Mali cuenta lo acontecido el día
anterior a sus amigos.
-Así que era eso... -dice Capricia con incredulidad.
-Así es Tisca… -comenta Caris con una sonrisa incómoda,
tratando de disculpar su comportamiento.
-Oye, ¿y por qué Tisca no vino hoy a la escuela -le
pregunta entonces Brenda a Mali.
-Es que se en la mañana se rompió una uña al abrir la
puerta, justo cuando íbamos camino a la limusina…
Tras escuchar a Mali, los presentes sueltan un suspiro
al unísono.
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