31 marzo, 2019

Una historia de la jungla: Capítulo 25





En este capítulo Tisca está actuando de forma extraña, por lo que corresponde a Mali y al resto de sus amigos y compañeros descubrir la causa de su comportamiento. 







¿Tisca está deprimida?


Un nuevo día comienza en la mansión, y a Mali se le ha hecho tarde porque que ha dormido de más. Mientras corre por los pasillos intentando ponerse el pantalón de la escuela, hace una pequeña escala en el cuarto de Tisca para tocar la puerta.

-¡Tisca! ¡Por qué no me despertaste! ¡Se nos ha hecho tarde para llegar a la escuela! -grita a voz en cuello.

Luego de unos momentos en los que no respuesta, Mali se atreve a entreabrir la puerta, encontrando la habitación vacía.

Rápidamente Mali baja las escaleras mientras se sube los pantalones y corre hasta la entrada, en donde encuentra a Sasbury, el chofer de la limusina, limpiando esta con una esponja.

-¿Y Tisca? –le pregunta al hombre.

-Salió camino a la escuela esta mañana, temprano. Dijo que prefería ir en bicicleta a la escuela hoy...

En eso, el chofer hace una incómoda pausa sin dejar de mirar el pantalón de Mali. Es entonces que éste se percata que detrás de su pantalón emerge una cola peluda, y al bajarse los pantalones su mono mascota sale molesto de entre la ropa.

Ya en la escuela, Mali presta poca atención a la clase pues lleva contemplando a Tisca largo rato, quien mira en la dirección opuesta, hacia la ventana. En todo el día Mali no ha hablado con ella, y presiente que algo le sucede. Más tarde, apenas termina la clase, Mali se dirige a hablar con ella, pero para su sorpresa, antes de que pueda acercársele, Tisca toma apresuradamente sus cosas y se aleja, dejándolo atrás.

Durante la hora de la comida Mali se acerca a las amigas de Tisca para comentarles lo ocurrido. Nendel y Capricia, que estaban escuchando también se unen a la conversación.

-¿A ti también te ha estado evitando Tisca, Mali? -pregunta Brenda.

-Sí, ha estado evitándome todo el día.

-Qué extraño. -expresa Caris-. Tisca no es así. Me pregunto si le ocurrirá algo.

-Tal vez sólo quiere estar un momento a solas -opina Capricia.

-Quizás está sufriendo por un amor no correspondido. Un amor prohibido y secreto con el estudiante más inteligente y apuesto de la escuela del que siempre ha estado enamorado desde la infancia –comenta Nendel.

En ese momento se produce un silencio en el grupo al tiempo que sus compañeros lo miran con extrañeza.

-Bueno, todo es posible. ¿No?

-…Creo que sé la causa del por qué Tisca está así -asevera de pronto Capricia. -Es porque ayer la humillé –asevera con orgullo.

-¿A qué te refieres? -inquiere Mali.

-Sucede que ayer...

El día de ayer, Tisca y yo nos encontramos en la cafetería de la escuela. Como todos los miércoles había pudín de chocolate, mi favorito. Ella estaba delante de mí cuando...

-¿Qué quieres de postre, niña? –pregunta la mal encarada y robusta empleada de la cafetería a Tisca.

-¡Un pudín de chocolate, por favor! -responde ella con alegría.

En eso, Capricia observa cómo la empleada le entrega el último postre a Tisca frente a sus ojos.

-¡Un momento! ¡Ese es mi pudín! -espeta Caprcia a voz en cuello, armando un escándalo.

-¿Ah, sí? Pues yo no veo tu nombre escrito en él -responde su rival con desdén y un tono burlón.

-¡Sabes que el pudín es mi postre favorito!

-Tranquila, señorita -interviene la robusta empleada de la cafetería-. Aún quedan otros postres en el menú. Tenemos todavía mucho engrudo que sobró de las obras de remodelación de la semana pasada. También tenemos esto -al tiempo que le ofrece lo que parecen ser gelatinas de sabores.

-¿Gelatinas?

-Algo mejor. ¡Es sopa fría de carne que ha tomado forma de gelatina!

-¿Lo ves, Capricia? ¡Disfruta tu gelatina! -dice en tono burlón.

-¡De ninguna manera! -estalla al punto-. ¡¡Te reto a un duelo!!

-¡Adelante! ¡Estoy lista para derrotarte!

Creyendo que están a punto de pelear, todos los estudiantes presentes se aglomeran alrededor mientras ambas se dirigen miradas desafiantes. Finalmente, ambas hacen su movimiento haciendo como si estuviesen a punto de golpearse con los puños cuando de pronto ambas bajan la mano al mismo tiempo.

-¡Pieda, papel o tijeras! -gritan al unísono.

Decepcionados, los estudiantes pierden el interés y se dispersan de nuevo, dejando a ambas batirse en varios enfrentamientos del juego hasta que Capricia finalmente surge vencedora, dejando a Tisca con el semblante caído y sin postre.

Naturalmente fui la vencedora. Eso debió afectarle tanto que hoy debió juntar todas las fuerzas que le quedaban para poder levantarse de la cama y venir hoy a la escuela...

-Seguramente es por eso que quedó devastada después de esa derrota y de haberme comido el pudín -concluye Capricia frente al grupo con orgullo.

Todos los presentes la miran con incredulidad.

-…Eso parece bastante trivial. -opina Brenda.

-Sí, yo tampoco creo que haya sido eso... -En eso, Caris recuerda algo: -Brenda, ¿crees que Tisca haya resentido lo de ayer?

-¡Es verdad, lo había olvidado!

-¿Pasó algo ayer entre ustedes? -pregunta nuevamente Mali.

-Bueno -continúa Brenda-, ayer, Caris y yo...

Ayer Caris y yo estábamos conversando después de la clase sobre lo emocionadas que estábamos porque habíamos sido invitadas a la fiesta exclusiva. Fue entonces que Tisca nos escuchó hablar…

Caris y Brenda se encuentran hablando entre ellas hasta que Tisca se acerca y las cuestiona sobre el motivo de su emoción, a lo que ellas reaccionan escondiendo las invitaciones a sus espaldas y fingiendo desentendimiento.

-¿A qué se debe tanto alboroto? Vamos, ¡díganme!

-¡A-a nada! -se apresura a responder Capricia.

-¡Sí! ¡Nada importante!

Tisca les lanza una mirada de escepticismo a sus amigas, entonces se le ocurre una idea: -¡Míren! ¡Un avión! -exclama simulando asombro al tiempo que señala hacia la ventana.

-Oye, Tisca, ¡no somos Mali! -le espeta Brenda enfadada ante la burda treta de la que acaba de ser objeto.

Pensando rápidamente, Tisca cambia entonces su afirmación: -¡Míren! ¡Un avión de chicos guapos!

Al instante sus amigas se vuelven, exponiendo sus espaldas en donde resguardaban las invitaciones. -¡Dónde! ¡Dónde! -grita sus amigas.

Sin perder tiempo, Tisca les arrebata las invitaciones, huyendo con ellas. Apenas se dan cuenta de lo ocurrido, sus amigas salen del salón a toda velocidad tras ella.

Aventajando a sus amigas por un buen tramo mientras corren por los pasillos, Tisca se dispone a leer el contenido de las invitaciones.

-¡Tisca! ¡No! -escucha a su amiga Caris advertirle sin que ella haga caso.

-¡No se preocupen! ¡Se las devolveré en cuanto sepa de qué se trata!

-¡Cuidado! -grita Brenda momentos antes de que Tisca se dé cuenta que está a punto de estrellarse con un bote de basura.

Tisca logra detenerse apenas a tiempo, suspirando de alivio sin notar que sus amigas corren hacia ella. Finalmente, el golpe resultante manda a as tres al interior del bote de basura.

La cabeza de Tisca con una cascara de banana sobre ella no tarda en emerger con una sonrisa triunfal, sosteniendo una de las invitaciones. -¡Una invitación a una fiesta! Ahora entiendo por qué me habían estado ocultando esto. Es una sorpresa para mí, ¿no es verdad? -indaga, feliz.

Sus amigas tratan de reincorporarse entre la basura, buscando las palabras con las que responder.

-N-no exactamente... -afirma finalmente Brenda.

-¿Entonces, de qué se trata?

-¡Lo siento mucho! -se apresura a disculparse Caris-. Una amiga mía me invitó a esta fiesta, me dijo que podía llevar a quien yo quisiera, ¡pero sólo me dio un boleto extra!

Lamentablemente era un evento el cuál sólo podía uno acceder con invitación, y sólo teníamos dos, así que no podríamos llevarla a la fiesta -concluye Caris el relato.

-Quizás pensó que no quería que fuera con nosotras...

-Ahora que lo pienso detenidamente, quizás también fue en parte mi culpa -interviene Mali con aire pensativo.

-¡No digas eso, Mali! -exclama Caris.

-Pero es verdad. Yo también tengo una historia que contar. Verán, todo empezó el día de ayer...

Tiko y yo estábamos comiendo bananas en la cocina, cuando mi mono arrojó accidentalmente una cascara al pasillo. Tisca, que iba pasando, resbaló...

Habiendo perdido el equilibrio, Tista intenta desesperadamente de aferrarse a un pedestal de mármol para no caer que sostenía una valiosa estatua. Ella evita caer, pero la estatua se tabalea hacia a un lado hasta finalmente caer causando un desastre al derribar a su paso columnas con estatuas similares que empiezan a romperse en cadena por todo lo largo del pasillo. Al final, el lugar termina hecho un caos. Tisca se limita a contemplar los restos de las estatuas mientras una cascara de plátano aterriza en su cabeza. No pasa mucho para que las cabezas de Mali y Tiko se asomen tímidamente desde la cocina.

En eso, Tisca se vuelve con los ojos en llamas. -¡¡Ustedes!!

-¡Espera, Tisca! ¡Yo...! ¡Puedo...! ¡Explicarlo...! -grita pausadamente tras ser golpeado en la cara por un florero, un reloj antiguo, y un gran mueble respectivamente.

Luego Tisca se lanza en persecución del mono y el chico.

Nos persiguió a Tiko y a mí por dos horas seguidas hasta que logramos trepar a una palmera...

-Parecía muy molesta entonces. Me pregunto si esa sería la causa de su actitud.

Para entonces, el resto del grupo observa a Mali con una mirada de incredulidad.

-Dudo que sea eso, pero entiendo por qué estaría molesta contigo -admite Brenda.

De pronto Nendel suelta un grito. -¡Ya sé que es! ¡Cómo pude olvidarlo!

-¿Tú también tienes algo que contar, Nendel? -pregunta Mali.

-Así es. Lo que pasa es que ayer, durante la clase...

Estábamos a punto de comenzar una prueba. Yo naturalmente estaba preparado para la ocasión con mi lápiz y papel, mi calculadora en forma de hamster de la suerte, y mi compás, repentinamente Tisca se volvió hacia mí preguntando si tenía un lápiz que pudiera prestarle...


Nendel hurga entre sus pertenencias y no tarda en descubrir que en su mochila hay un pequeño agujero. Su inquietud inicial entonces se transforma en histeria.

-¡Mi lápiz, dónde está mi lápiz de emergencia!

Cansada y aburrida de esperar respuesta de Nendel, Tisca simplemente opta por pedirle un lápiz a otro de sus compañeros. Entre tanto, la desesperación de Nendel al no encontrar su lápiz crece hasta dejarse caer en el suelo, abatido. Hincado y sin parar de llorar, lanza un grito de desesperación: -¡Por qué! ¡Tisca, te fallé mi amor!

Desde entonces no ha vuelto a hablar conmigo. Es más, creo que de la impresión hasta se le olvidó mi nombre...

Para cuando termina el relato, Nendel se da cuenta que los demás lo han hecho a un lado y están conversando aparte. Para ese momento incluso Cyntia se ha unido a la especulación:

-Yo creo que tengo la solución a su problema -asegura ella al tiempo que saca algo de su mochila-. No importa si Tisca está simplemente deprimida o tiene mal de ojo, ¡nada mejor para estas situaciones que una cabeza reducida! –asegura, mostrándoles una vieja cabeza deshidratada cuyo cabello rojizo ha sido peinado y estilizado como el de una muñeca.

Los demás retroceden con horror. -¡Aleja esa cosa de nosotros! -le reprocha Capricia con asco y horror.

-¡Nada de cosa! ¡Se llama Bibi! Bueno… ¡hayá ustedes! -dice molesta mientras guarda la cabeza de nuevo y se aleja del lugar. El resto se relaja una vez la chica se ha marchado.

-Bueno, dado que no conocemos la causa del comportamiento de Tisca, sugiero que le preguntemos -se anima a decir Brenda.

-Falta un minuto para que terminen las clases. ¿Por qué no le pregunta...?

Al momento de volverse hacia el asiento de Tisca, todos se dan cuenta que ésta ya se ha marchado. Momentos después se escucha el motor de la limusina arrancar a toda velocidad, dejando una estela de humo a su paso. El grupo observa desde lejos la escena con asombro.

Más tarde, ese día. Mali regresa a la mansión, trepa por un árbol y se posa en una rama junto a la habitación de Tisca, en cuya ventana da golpecitos con la esperanza de que ella abra la ventana, y al no obtener respuesta, se asoma un poco para mirar dentro. Allí encuentra a Tisca sentada sobre su cama, envuelta en una manta y dándole la espalda.

De improviso la ventana se abre y Mali se dispone a entrar a la habitación sin dejar de hablarle.

-Tisca, ¿sucede algo? Has estado evitándome a mí... y a... nuestros... amigos -dice Mali tras recibir en la cara una muñeca, una silla, y un tocador de madera, lo que casi le hace caer.

-¡¡Fuera!! -le grita ella enérgicamente sin dejar de arrojar cosas por sobre la ventana.

-Qué violenta -se lamenta Mali, todavía colgando del bode de la ventana.

Tisca continúa arrojando cosas por la ventana indefinidamente hasta que siente que alguien le toca el hombro con los dedos, al volverse se da cuenta que es Mali, quien ha entrado por la puerta. Ante esto, Tisca vuelve la cara rápidamente para que Mali no le vea el rostro.
-¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Cómo entraste?!

-Dejaste la puerta sin llave... -se explica.

Ella de inmediato se aleja de él y todavía con una manta sobre su cabeza, se acuclilla en un rincón de la habitación. -¡A-alejate! ¡No quiero ver a nadie!

-No me iré hasta que me digas qué sucede -le responde Mali resuelto, al tiempo que se acerca de nuevo a ella-. Todos estamos preocupados por ti. ¿Qué te sucede? ¿Por qué estás evitando a todo el mundo?

Tisca entonces se pone de pie de un salto. -Está bien… -dice dándose la vuelta para mostrarle su rostro.

Los dos se quedan mirándose el uno al otro en silencio por unos momentos hasta que Mali se atreve a preguntar de nuevo.

-¿Qué tienes?

-¿A caso no ves? –insiste Tisca señalando su rostro, claramente avergonzada.

Mali esfuerza la vista sin lograr mucho. -Pues... no.

Es entonces que Tisca toma una enorme lupa y la pone sobre su mejilla, a pesar de la imagen magnificada de su rostro, Mali apenas puede notar un pequeño punto rojo en la superficie. -¡Tengo una espinilla! -asevera.

Al día siguiente, Mali cuenta lo acontecido el día anterior a sus amigos.

-Así que era eso... -dice Capricia con incredulidad.

-Así es Tisca… -comenta Caris con una sonrisa incómoda, tratando de disculpar su comportamiento.

-Oye, ¿y por qué Tisca no vino hoy a la escuela -le pregunta entonces Brenda a Mali.

-Es que se en la mañana se rompió una uña al abrir la puerta, justo cuando íbamos camino a la limusina…

Tras escuchar a Mali, los presentes sueltan un suspiro al unísono.









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