El capítulo número 22 está aquí, trayendo probelmas a la mansión cuando ésta se ve rodeada por una espesa jungla en el momento menos oportuno, ya que una representante de importante revista está por hacerles una visita...
¡Una jungla crece en la mansión!
Es de noche en la
mansión, por lo que Mali se dispone a dormir en su lugar favorito: la rama más
alta de uno de los muchos árboles que rodean la mansión. Luego de darle las
buenas noches a su mascota, Mali se acomoda entre las hojas, listo para una
noche de descanso. Todo parece tranquilo por unos momentos hasta que una luz
cegadora proveniente de la calle le obliga a abrir los ojos.
El sonido de los
claxon de los autos termina por devolverlo a un estado de alerta que le hace
mirar en dirección de la calle. Allí puede apreciar que no muy lejos se ha
creado un congestionamiento de automóviles, cuyos conductores frustrados han
empezado a tocar las bocinas de sus vehículos y a gritarse entre sí.
Como puede, Mali ignora
el alboroto de la calle e intenta dormir revolviéndose entre las hojas con
creciente desesperación hasta que finalmente opta por llenarse los oídos de
hojas secas y cubrirse el rostro con las mismas para evitar la luz artificial, sólo
entonces es capaz de conciliar el sueño.
Esa noche, Mali sueña
con regocijo que ha regresado a la jungla, por lo que sin perder tiempo se pone
a recorrer la espesura verde, columpiándose entre liana y liana. A su paso, los
animales parecen darle la bienvenida a su manera muy particular: las aves
cantan alegremente, mientras que los micos del lugar le hacen muescas sin dejar
de bailar.
Mali entonces decide
zambullirse en un manantial reluciente, por el cual nada acompañado de peces
multicolor. Una vez emerge A la superficie, su rostro se ilumina de alegría al
notar que no muy lejos de allí, lo espera un montículo compuesto de una gran
variedad de frutas silvestres. Incapaz de contenerse, Mali se lanza sobre las
frutas, devorando una tras otra la dulce pulpa hasta llegar a un melón, el cual
le da un gran mordisco. En ese instante, la fruta comienza a emitir un fuerte
sonido rítmico que hace que toda su cabeza se sacuda…
Mali se despierta de
repente por el estridente sonido de música a todo volumen proveniente de la
habitación de Tisca, quien en esos momentos ya se encuentra levantada y se
dispone a cambiarse de ropa. El sonido de la música es tan alto, que hace
retumbar el árbol en el que Mali y su mico se encuentran descansando.
Incapaz de soportar el
escándalo, decide acercarse a la ventana para pedirle a Tisca que baje el
volumen de la música, pero apenas se acerca a ésta, ella nota su presencia
estando todavía en ropa interior. Mali se dispone a pedirle que baje el volumen,
pero antes de que pueda hacerlo, ella deja escapar un grito. Segundos después,
Mali es acribillado por toda clase de objetos personales y muebles que Tisca le
arroja a través de la ventana, pero no es sino hasta que ella le arroja el
colchón de su cama que Mali es derribado, cayendo al suelo pesadamente junto con
el colchón encima de él.
Más tarde, Tisca y
Mali conversan mientras caminan por la acera de la calle, discutiendo lo
ocurrido aquella mañana.
-Bueno, si querías que
bajara el volumen, debiste esperar a que me cambiara de ropa primero.
-Pues, yo no veo el
problema…
-¡Estaba en ropa
interior! –le espeta hecha una furia.
-Sigo sin saber cuál
es el problema. Ya te he visto muchas veces sin ropa.
-¡Ese no es el…!
¿Punto? –exclama Tisca, confundida al darse cuenta que Mali ya no se encuentra
a su lado. No pasa mucho para que lo localice no muy lejos de allí, dándole la
espalda, de rodillas, y contemplando algo que ella no alcanza a apreciar desde
su perspectiva.
Mali se detiene
maravillado a contemplar una pequeña flor silvestre que ha crecido entre las
juntas del pavimento de la acera. Repentinamente, un zapato aplasta a la flor y
comienza a restregar su suela repetidamente contra ella hasta dejarla hecha una
mancha verde en el pavimento. Pronto Mali nota que el dueño del pie resulta ser
un transeúnte, quien lo mira con extrañeza al verlo de cuclillas, en medio de
la calle.
-¡Oh, disculpa! –se
excusa el desconocido con Mali-. Sucede que pisé un insecto unas calles
atrás, y quería quitármelo del zapato.
Por unos momentos Mali
parece no reaccionar ante sus palabras, pero luego, evidentemente molesto, se
pone a gruñirle al extraño como perro, luego, apresa su pierna con los dientes
y lo muerde, sujetándolo del pantalón.
El extraño se exalta
ante esta conducta y comienza a pedir a gritos ayuda. Tisca no tarda en llegar
a escena tomando a Mali por los pies para intentar sepáralo.
-¡Ya es suficiente,
suéltalo!
No es sino hasta que
el pantalón del transeúnte se rompe que el hombre puede huir de allí.
Poco después, y debido
al incidente, Tisca decide enviar a Mali de regreso a casa a través de la
limusina, quedando ella sola en la calle mientras habla por teléfono con su
madre explicándole lo sucedido.
-Sí, ya lo envié a
casa… no te preocupes, Mali no lastimó a ese hombre. ¡No sé qué le pasa…! Sí… De
acuerdo…Volveré a casa más tarde. Adiós.
Una vez ha terminado
la llamada, Tisca nota que una chica que ha cruzado la calle se dirige a ella
apresuradamente.
-¿De casualidad eres
Tisca Drivas? –le pregunta con voz entrecortada, intentando recuperar el
aliento.
-Sí, ¿por qué?
–inquiere con extrañeza.
-Soy editora de la
revista de estilos de moda. ¡La mansión Drivas es de las más elegantes de la
ciudad, y me preguntaba si podríamos hacer un reportaje de ella!
Tras escuchar esto, el
rostro de Tisca se ilumina de felicidad. -¿En serio? ¡Eso quiere decir que mi
casa saldrá en una revista de modas!
-Así es. ¿Podemos
hacer cita mañana? Nos encantaría tomar unas fotos del interior de la mansión y
hacerles una entrevista ti y a tu familia para conocer su estilo de vida.
-¡Por supuesto!
–accede ella sin poder contener la emoción.
-¡Genial! ¡Estaremos
mañana a primera hora! –le asegura la chica al entregarle una tarjeta con su
nombre y sus datos.
Tiempo más tarde, ese
mismo día, Tisca regresa a la mansión con un aire de felicidad que le es
imposible disimular. Al entrar se encuentra, no muy lejos de allí a su madre en
la sala, a quien comunica las buenas nuevas, pero contrario a lo que esperaba
Tisca, ella no parece hacerle mucho caso sin dejar de mirar a través de la
ventana que da al jardín.
-¿Qué sucede, mamá?
Ella no tarda en
señalar a Mali, quien yace fuera tendido entre las ramas de un árbol con aire
decaído, grandes ojeras y sus cabellos alborotados más de lo habitual.
-Estoy preocupada por
Mali… -expresa Acanta.
-Sí, ahora que lo
mencionas, ha estado actuando extraño todo el día. Antes de enviarlo a casa se
quejó del smog de los automóviles.
-Creo que el
pobrecillo debe extrañar su hogar. Me gustaría hacer algo por él.
-No te preocupes, mamá.
Seguro se le pasará pronto… -le asegura Tisca.
-o-
A la mañana siguiente,
Tisca despierta repentinamente luego de escuchar un fuerte ruido que sacude la
casa. De inmediato, baja a la planta inferior en pijama justo en el momento en
el que se escucha un segundo estruendo en el exterior. Para cuando llega a la
puerta y se asoma al jardín de la entrada principal y descubre que ésta se ha
convertido repentinamente en una espesa jungla que sólo es interrumpida por un
estrecho camino que conduce a la entrada. Estando Tisca todavía en un estado de
shock, no pasa mucho para que su madre aparezca detrás de ella vestida con una
piel de tigre.
-Buenos días, cariño.
-¡¡Qué está pasando
aquí, madre!! ¡Nuestro jardín principal se ha convertido en una jungla!
-Oh, no es nada. Es
algo que se me ocurrió a mí y a Christopher ayer para animar a Mali. Descuida,
cariño, sólo es una decoración temporal. ¡Mira lo felices que se ven Mali y tu
hermano jugando entre los árboles tropicales! –señala ella con toda
naturalidad.
En ese momento Mali
aparece balanceándose sobre una liana en el exterior para finalmente aterrizar
de pie, no muy lejos de ellas. -¡Hola, Tisca! ¿No es genial? ¡Tu madre
construyó una selva artificial no solo por fuera.
En eso, su hermano
Christopher aparece vistiendo pieles de animales. Pronto Tisca se da cuenta que
no son sólo ellos, sino todo el personal de la mansión viste de manera similar.
-Al menos no
convirtieron mi cuarto en una selva… -se dice a sí misma para consolarse.
De pronto, uno de los sirvientes
de la mansión vistiendo un traje de mono se acerca para comunicarles algo:
-Señorita Tisca, unos visitantes la aguardan en la entrada. Dicen que son de
una revista y que vienen para una cita.
-¡Lo había olvidado por completo! ¡Quedé de verme con los editores de la
revista de moda hoy! Y ahora, ¡qué voy a hacer! ¡Tenemos que regresar la casa a
su estado original, o seré el hazmerreir de la ciudad!
-De ninguna manera,
pastelito –le reprocha su madre con tono enérgico –todos acordamos que haríamos
sentir a Mali en casa, al menos por este fin de semana. Puedes decirles a tus
amigas de la escuela que pueden venir otro día a jugar, o mejor aún, ¡invítalas
a pasar una tarde tropical con nosotros!
A ese punto Tisca
estalla -¡Ellas no son mis amigas, son editores de una importante revista de
modas!
Tisca nota entonces
que su madre no le presta atención, pues en esos momentos ya se encentra
recostada a la sombra de un cocotero mientras uno de sus mayordomos le sirve
una bebida tropical.
-Bueno… -dice Tisca
para sí misma-. Al menos la casa aún está intacta... Si pudiera de algún modo
hacerlos pasar sin que vean el jardín… ¡Ya lo tengo! –entonces se dirige de
nuevo para con su madre-. Mamá, ¿todavía tienes los fondos de escenografía de
la obra en la que Christopher actúo el año pasado?
-Por supuesto,
querida. Tú sabes que yo no soy el tipo de persona que desperdicia cosas. Creo
que están en el sótano. ¿Por qué?
Sin siquiera
responderle, Tisca toma a Mali junto con un par de sirvientes y los dirige en
dirección a la puerta principal a toda prisa.
Poco después, ella
misma sale a recibir a sus invitadas sobrn un pequeño carro sin techo que es
manejado por un sirviente, al cual se ha cuidado de cambiarle la ropa por su
uniforme regular.
-¡Bienvenidos sean!
–anuncia Tisca a sus invitadas.
Luego de que los
invitados la saludan, le expresan a Tisca lo emocionados que están por conocer
el interior de la mansión Drivas. Dos editores de la revista, un hombre y la
chica con las que se topó en la calle suben con ella al vehículo que los
transportará a la entrada de la mansión.
En el camino,
cubriendo ambos flancos del camino yacen erguidos enormes fondos pintados de
escenografía que recrean un hermoso prado holandés.
-¡Es increíble!
–exclama la editora-. ¡Nunca pensé que el jardín de una mansión fuese tan
grande!
-¡Sí…! Y mira, ¡hasta
tienen un molino! –señala el segundo a con entusiasmo al mirar un molino de
viento que se puede apreciar a la distancia. Esto último parece incomodar a
Tisca.
Más adelante Mali,
quien se encuentra con la servidumbre de la mansión se apresura a colocar los
fondos a los lados del camino antes de que el vehículo pase por ahí.
Uno de los empleados
se encuentra al borde de desfallecer luego de erguir uno de los pesados
escenarios cuanto es cuestionado por Mali: ¿Oye, tú recuerdas qué fondo quería
Tisca que colocáramos? –le pregunta al hombre sin dejar de mirar una variedad
de escenografías esparcidas por el suelo.
En ese momento se
escucha el sonido del motor del vehículo acercarse, por lo que, consciente de
que los empleados no serán capaces de colocar la escenografía a tiempo, él
mismo se apresura a hacer el trabajo sin fijarse en el contenido de las
escenografías, que coloca al lado del camino tan rápido como puede.
Para cuando el auto
pasa por el lugar, los pasajeros del vehículo notan de inmediato un cambio en
el paisaje pasando de un llano, a un bosque y a una pradera con un enorme
castillo que se ve a la distancia, para finalmente terminar en una playa con un
faro que se aprecia sobre un risco.
-Vaya que los ricos
tienen clase. –expresa nuevamente la editora, un tanto escéptica de lo que
observa.
Rápidamente Tisca se
apresura a dar un manotazo intencionalmente a la editora, quien sostiene su
cámara justo cuando está a punto de tomar una foto del paisaje. La cámara cae
al fondo del vehículo, provocando que los visitantes se agachen durante el
resto del recorrido buscando la cámara. –Disculpen. ¡Qué torpe soy! –se
disculpa Tisca, sumamente nerviosa.
Una vez han llegado a la
entrada, la servidumbre les abre la puerta al grupo, pero antes de entrar los
editores comienzan a reír al ver que el mayordomo lleva puesto una piel de
tigre raída.
-Creo que a la familia
Drivas se les acabó el dinero para comprar ropa para la servidumbre después de
pagarle a los jardineros –asegura en broma el joven de la revista, tratando de
contener la risa.
Muy nerviosa, Tisca
inmediatamente los toma de las manos y las hala rápidamente al interior de la
mansión. -¡Por qué no comenzamos el recorrido con las habitaciones! –sugiere,
llevándoselos consigo al piso superior seguidos de cerca por Mali.
Una vez en el segundo
piso, Tisca comienza el recorrido por la elegante habitación de su madre,
explicando a sus visitantes sobre las finas maderas con las que están
revestidas las paredes. Acto seguido se dirigen al baño principal, una
habitación amplia decorada con mármol y un gran jacuzzi en el centro.
Posteriormente avanzan a la habitación de Tisca. Allí, Mali nota que Tiko sigue
al grupo de lejos y está muy interesado en uno de los invitados, de cuya
chaqueta sobresale una barra de caramelo y chocolate en la cual el mico ha
puesto sus ojos. Al ver esto, Mali inmediatamente trata de ir tras él mientras
los huéspedes y Tisca están distraídos, pero el mico escapa de sus manos hábilmente
antes de ser capturado.
Finalmente, Tisca los
conduce de nuevo al pasillo para continuar el recorrido seguidos muy de cerca
por Tiko y Mali.
Cuando el grupo pasa
junto a las habitaciones de Christopher y Mali, Tisca les impide el paso
interponiéndose en la puerta de ebrada. -¡Esta habitación está fuera de los
límites del recorrido!
-¿Qué sucede?
–pregunta la chica.
-Lo que pasa es que
esta habitación no está en uso y en estos momentos la están remodelando
–explica ella nerviosamente.
Es entonces que Tisca
nota la presencia del mico y Mali al otro lado del pasillo, quienes luchan
entre sí, causando un alboroto que por poco llama la atención de las visitas de
no ser porque ella los conduce a la habitación de su hermano. Al mismo tiempo,
Tiko logra escapar de las manos de Mali y entra a la habitación seguido de
éste.
Mientras los editores
se encuentran apreciando la gran colección de juguetes y revistas de su hermano
menor, el mico aprovecha para acercarse furtivamente a ellos con la esperanza
de tomar la barra de chocolate hasta que Mali llega y lo sujeta con todas sus
fuerzas causando que el mico suelte un grito ahogado antes de que Mali pueda
silenciarlo. Tisca se apresura entonces a mostrar la colección secreta de
juegos de video de Christopher escondida detrás de una pared falsa que se mueve
al activar un interruptor secreto.
El editor de la
revista se sorprende por la cantidad de videojuegos, quien como niño en una
juguetería, se pone a contemplar la gran variedad de títulos de la colección.
–¡No puedo creerlo! Incluso hay ediciones especiales de Amazonia, y Batallas
perdidas! –exclama el chico frente a la mirada de incomodidad de su compañera.
Mali aprovecha la
distracción para saltar al techo y permanecer oculto parado sobre un ventilador
de techo. Para cuando los invitados y Tisca pasan por allí, y a pesar de estar
bajo el control de Mali, Tiko usa su cola para deslizarla sobre el bolsillo del
hombre y sacar el caramelo sin que éste se dé cuenta.
Entre tanto, afuera de
la mansión, Acanta y Christopher disfrutan de una fiesta aderezada con los
sonidos de un tambor artesanal.
-¡Esta fue una idea
genial, mamá! –dice Christopher con alegría.
-Como antes tenías
muchas alergias, nunca habías podido visitar una jungla de verdad, ¿no es
cierto, panquecito?
-Sí, pero a esta
jungla le faltan animales… -agrega con cierta tristeza el niño.
Después de pensarlo un
momento, Acanta toma su teléfono portátil mientras afirma: -Creo que eso se
puede arreglar…
Luego de que Tisca y
los editores de la revista bajan al primer piso, se dirigen a la sala, en donde
Tisca los invita a tomar asiento mientras esperan a que la servidumbre les
sirva unos bocadillos mientras conversan.
-¡Ha sido una visita
muy interesante! –afirma la chica.
-Sí, pero me habría
gustado haber podido pasar más tiempo el jardín frontal.
-¡No se preocupen! Ya
habrá tiempo para eso –asegura Tisca, cada vez más nerviosa, entonces se
apresura a ofrecerles bocadillos que un sirviente acababa de traerles.
Los visitantes toman
un bocadillo cada uno y lo degustan felizmente. -¡Este queso es delicioso! –afirma
la chica.
Por un momento y por
primera vez desde que empezó la entrevista Tisca siente que está en control de
la situación y se permite relajarse un poco, es entonces que nota que, en medio
de sus invitados, una enorme trompa gris se escabulle hasta la charola de aperitivos
y toma un palito con queso y frutas para luego retraerse silenciosamente.
-¿Me disculpan un
momento? –pregunta Tisca al borde el pánico al tiempo que sale de la habitación
cerrando la puerta tras de sí. Al llegar a la puerta principal se encuentra con
su madre y su hermano montados sobre dos elefantes dentro de la casa, los
cuales ayudan a colocar plantas y árboles exóticos en el interior de la
mansión.
-¡¡Pero, qué están
haciendo!!
-Hola, cariño –la
saluda su madre como si más-. ¿No te gusta? Tu hermano tuvo la idea de decorar
el interior de la mansión también y de alquilar estos elefantes de la india.
Así podremos tener un zafari sin salir de casa.
El estridente sonido
de uno de los elefantes le pone a Tisca los nervios de punta temiendo que sus
huéspedes pudieran escuchar el escándalo, por lo que se regresa a toda velocidad
con sus invitados. Para cuando regresa a la sala, encuentra a los editores
evidentemente perturbados por el sonido del elefante de hacía un momento.
-¿Qué fue eso?
–exclama la chica intentando levantarse, algo que Tisca le impide obligándola a
sentarse de nuevo.
-¡No es nada! ¡Es sólo
el televisor de super alta definición que tenemos en el cuarto de
entretenimiento! –le asegura.
En ese instante, el
compañero de la chica suelta un grito al descubrir que debajo de su silla y
entre sus piernas emerge una trompa de elefante para tomar uno de los
bocadillos en medio de la mesa. -¡Un ratón! ¡Un ratón enorme!
Al mismo tiempo, la
chica es alzada por la trompa de otro elefante que se encuentra en el exterior y
termina por sentar en su lomo a la aterrorizada chica. -¡Qué está pasando aquí!
-¡Puedo explicarlo!
–insiste Tisca, tratando de calmarlos.
Poco tiempo después,
los editores, ahora montados sobre elefantes se unen a un recorrido a través de
la jungla artificial acompañados de Mali, su mico y de Tisca y su familia.
Acanta termina por explicarles lo ocurrido, pero Tisca la interrumpe para
disculparse con ellos una vez más: -¡Lamento mucho lo que ha pasado el día de
hoy! Si me dan otra oportunidad, ¡podemos arreglar otra entrevista!
Ambos editores se
miran el uno al otro, y para sorpresa de Tisca, ambos parecen tomarselo con una
sonrisa.
-¡No hay por qué
disculparse! –afirma la chica.
-¡Sí! ¡Este es
probablemente el mejor artículo que hemos conseguido en todo el año!
-¡Jamás habría pensado
que se pudiera hacer un zafari dentro y fuera de una mansión!
-¡Claro! De hecho, nos
gustaría tomarte la palabra y volver nuevamente con todo el equipo de nuestra
revista para hacer un segundo recorrido.
Las palabras de los
editores ponen de buen humor a Tisca. -¡Me alegra que todo haya salido bien al
final!
-Eso me recuerda
–agrega repentinamente Acanta-. Esta mañana, unos vecinos que son reporteros de
un canal de televisión pasaron frente a nuestra casa y me preguntaron si podían
hacer un reportaje. Llegarán en una hora, así que se me ocurre que tú y Mali
salgan a recibirlos y les den un tour por la casa. ¿Qué te parece, querida?
Desde lo más profundo
de la pequeña jungla del jardín se puede escuchar la respuesta furiosa de
Tisca. -¡¡Por supuesto que no!!
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