La fuerza interna de
Astrid
Tras viajar al pilar
del cielo. Leiyus y el resto de sus amigos tuvieron que enfrentarse no sólo a
un ejército de dragones negros y a un par de los temidos dragones de tierra,
Ráfaga y Delta también los esperaban, poniendo en riesgo la búsqueda por la
quinta perla del dragón.
Una de decenas de dragones que sobrevuelan la
plataforma donde Dine y Kindolf se encuentran se deja caer de pronto en picada
con los ojos fijos en el caballero, quien en ese momento se encuentra
combatiendo cuerpo a cuerpo con un dragón negro. Haciendo uso de su afilada
espada de Leivan, Kindolf logra degollar al dragón sin percatarse todavía que
detrás suyo, otro dragón está a punto de lanzarle una llamarada de fuego.
Dine -¡Cuidado! –le advierte ella al tiempo
que mantiene a raya a tres dragones resucitados con su aura de dragón.
Gracias a la advertencia de su amiga, Kindolf
logra reaccionar a tiempo, protegiéndose de las llamas que se le aproximan tras
ponerse en cubierto detrás de las alas del cadáver dragón que acaba de
liquidar. Una vez ha pasado el peligro, el caballero resurge haciendo frente a
uno de los dragones que abalanzan sobre él saltando a su lomo mientras éste
toma altura. En pleno vuelo, el dragón comienza a balancearse bruscamente de un
lado a otro intentando hacerlo caer. Kindolf, por su parte, se aferra con todas
sus fuerzas a la piel de la bestia antes de asestarle varios golpes con su
espada en el mismo punto hasta poder atravesar su vértebra. Tras recibir aquél
mortal golpe, el animal queda fulminado, y su cuerpo se precipita a tierra a gran
velocidad junto con el caballero.
Aterrado y cayendo a una vertiginosa
velocidad, Kindolf no puede pensar más que en cerras los ojos y esperar el
impacto, pero para su sorpresa, el aura
de dragón de Dine logra salvarlo en el último momento tomándolo por las
ropas para después depositarlo gentilmente sobre tierra, sano y salvo, al lado
de su compañera dragona.