11 febrero, 2024

Dragon Legacy, Vol.1: Capitulo 32

 



Alas de muerte

Leiyus, que había decidido enfrentar sólo a Argol, el demonio, se encontraba en una situación difícil hasta que Doma y Dine lograron llegar a su rescate, salvándole la vida. Pero incluso con su presencia, su enemigo demostró ser un oponente formidable, por lo que la única opción viable parece ser liberar una vez más los poderes de dragón que duermen dentro de Leiyus a pesar de las consecuencias y peligros que esto conlleva para él y sus amigos…

 

La batalla entre Leiyus y Argol se intensifica a cada momento mientras el resto de sus amigos observan el encuentro a prudente distancia. A pesar de sus enormes esfuerzos, Leiyus es incapaz de igualar en velocidad y fuerza los movimientos de Argol, quien aprovecha para tomarlo desprevenido y patearlo salvajemente una y otra vez hasta rematarlo con un golpe en el rostro, que lo lanza con fuerza en dirección a sus amigos..

 

Luego de aquél castigo, Leiyus logra ponerse trabajosamente de pie, tratando de acumular fuerzas para resistir el combate desigual.

 

Dine -¡Leiyus! –exclama preocupada al darse cuenta de su estado.

 

El héroe entonces se vuelve hacia sus amigos y con sangre en la boca les pide: –¡Salven… salven a Kindolf y a Astrid…! ¡Después, huyan de aquí!

 

Acto seguido, Leiyus intenta regresar al campo de batalla, pero antes de que pueda lorarlo, Dine lo sujeta de la mano. -¡Espera! No puedes pelear con él ahora.

 

Leiyus -¡Claro que sí! –insiste este, tratando de soltarse.

 

Dine -¡Hay algo que no sabes! ¡Laurel y yo sellamos de nuevo tus poderes como precaución después de tu batalla con Bélidas! ¡Esta vez no podrás romper el sello por tu cuenta!

 

Leiyus -¿¡Qué!? –reacciona sorprendido tras escucharla.

 

En ese momento, Argol arremete contra ellos, pero Doma interviene antes de que pueda lastimarlos formando a toda velocidad una barrera protectora que el demonio de inmediato intenta destruir con sus garras.

 

Dine –Durante la última batalla… –continúa ella explicándole mientras la barrera los protege temporalmente -, tuvimos que sellar tus poderes para que pudieras recobrar tu forma humana. Tú solo no podrás romper el hechizo… ¡Sólo un descendiente de la familia real puede hacerlo! Lo lamento, pero como desapareciste a la mañana siguiente, no pudimos decírtelo.

 

Leiyus reflexiona sobre sus palabras por un segundo. -Dine, quiero que rompas el hechizo por mí.

 

Dine -¿¡Acaso no lo entiendes?! Si liberamos tus poderes ahora, perderás el control de ti mismo completamente, y puede que esta vez no podamos regresarte a la normalidad.

 

Doma –¡Dense prisa! –los apresura con la frente perlada de sudor, tratando de mantener la barrera que los protege activa- ¡…no sé durante cuánto tiempo pueda detenerlo!

 

Leiyus –Dine… -continúa el, mirándola a los ojos-. Tienes que salvar a nuestros amigos. Después, ustedes deben abandonarme en este lugar para que yo pueda acabar con Argol. ¡Ahora, rompe el sello, por favor!

 

Al verse comprometida y en una situación tan crítica, Dine finalmente accede a sus deseos: -…está bien.

 

La dragona no pierde tiempo y retira la marca de la frente de Leiyus apenas momentos antes de que la barrera ceda a los constantes ataques del demonio, quien está a punto de destrozarlos con sus garras, pero antes de que eso ocurra, Leiyus logra detenerlas con las manos desnudas. Sólo unas cuantas gotas de sangre brotan de las palmas del guerrero. Sorprendido por aquella proeza, Argol intenta retirar sus garras, pero Leiyus no se lo permite. De repente, el guerrero le lanza un puñetazo al vientre tan tremendo que lo deja sin aliento, luego lo jala hacia él para golpearlo en el rostro con fuerza.

 

Para cuando Leiyus muestra el rostro, puede apreciarse la cicatriz debajo de su ojo derecho y esa mirada fría que lo caracterizan cuando absorbe la energía de dragón.

 

Doma –¡Esta es nuestra oportunidad! –señala-. ¡Mientras están distraídos debemos liberar a sus amigos!

 

A pesar de haber recibido semejante golpe, Argol se pone de pie inmediatamente con un salto. –Puedo ver que te finalmente te has decidido a pelear en serio –agrega, limpiándose restos de sangre de su boca.

 

Acto seguido y con un rápido movimiento, Leiyus se impulsa hacia Argol, quien lo espera moviendo sus garras hacia él, pero éstas sólo cortan el aire. La rodilla de Leiyus se encuentra contra las costillas del demonio, quien retrocede tras el impacto, entonces Leiyus comienza a golpear incesantemente a su rival con una lluvia de puñetazos a la cabeza sin dar oportunidad a su adversario defenderse del salvaje castigo.

 

Entre tanto, Dine y Doma logran auxiliar a sus amigos, quienes previamente habían sido liberados por Doma, pero continúan inconscientes. -¿Cómo están? –pregunta Dine, consternada al ver el estado de sus amigos.

 

De inmediato, Doma revisa el pulso de ambos. –Descuida, tienen algunos rasguños, pero sólo han perdido el conocimiento. Quiero que te encargues de curarlos, después vete con ellos de aquí.

 

Dine –Pero, ¿qué piensas hacer, Doma?

 

Doma –No podemos dejar que Leiyus enfrente solo a Argol. Podría necesitar ayuda... Me quedaré con él.

 

A su vez y a pesar de encontrarse lastimado, Argol tiene ánimos de alzar la mirada para encontrarse con la de Leiyus antes de sonríe, entonces el demonio mueve sus garras rápidamente, intentando sorprender a Leiyus con un ataque relámpago, pero el guerrero lo detiene tomando su muñeca con la mano, entonces prosigue a patearle tan fuerte la cabeza, que el cuello del demonio se quiebra antes de que éste lo suelte y el cuerpo inerte de su enemigo.

 

Sorprendentemente y pasados unos segundos, Argol se pone nuevamente de pie todavía con el cuello roto, por lo que hace uso de su mano pequeña para reacomodarla, consiguiendo que sus vértebras embonen correctamente. Mientras hace aquella maniobra, el demonio no para de reír entre dientes hasta que rápidamente su risa se transforma en una escandalosa carcajada.

 

–¡Es la primera vez en mucho, mucho tiempo, que alguien logra herirme de esta manera! ¿Qué dices si agregamos un poco más de emoción a nuestro juego…? Apuesto a que te mueres por saber qué tipo de poder contiene la perla que poseo. No suelo utilizarla mucho, pero ya que estoy en una situación como esta, te mostraré de lo que es capaz –le advierte a Leiyus a la vez que sostiene la perla al frente.

 

El demonio entonces alza sus dos puños al frente y arquea la espalda al frente… Detrás de él, comienzan a emerger dos estructuras conformadas de hueso, que pronto son cubiertas por piel dorada hasta formar un par de alas que brillan como el oro mismo. Al mismo tiempo, una tremenda cantidad de energía se reúne alrededor del demonio, lo que provoca que fuertes corrientes de viento se arremolinen a su alrededor.

 

Argol deja escapar un grito de furia conforme las corrientes de aire alrededor suyo se convierten en un vendaval, y una vez que el viento se detiene, el demonio finalmente retrae sus imponentes nuevas alas.

 

–Estas son tus alas… –asevera Argol a Leiyus-. Las alas que te fueron robadas cuando fuiste asesinado por mí y el resto de esos sujetos –continúa sin dejar de lanzarle una mirada arrogante y cínica. Entonces el demonio procede a colocar la perla dorada entre sus dientes para después tragársela-. Si quieres recuperar la perla, tendrás que matarme primero, rey de los dragones.

 

Leiyus permanece inmóvil y sin reaccionar a sus palabras, manteniendo en todo momento aquella mirada penetrante y fría.

 

Apenas se da cuenta de la mirada inexpresiva de Leiyus, Doma de inmediato se preocupa. –Tengo un mal presentimiento sobre esto… -asevera para sí.

 

Sin perder tiempo, Leiyus retoma el combate corriendo directamente hacia Argol, que con un veloz movimiento de sus alas genera lo que parecen ser dos ataques similares al corte de vacío de Kindolf dirigidos hacia él. Al darse cuenta de los proyectiles Leiyus logra moverse antes de que los ataques lo alcancen, pero apenas regresa la mirada hacia su enemigo, el guerrero se sorprende al ver que éste parece haberse esfumado. Repentinamente y sin que se dé cuenta a tiempo, detrás de él reaparece el demonio, logrando atraparlo por el cuello con su antebrazo instantes antes de alzar el vuelo junto con él.

 

Ya en el aire, Leiyus trata inútilmente de librarse de su enemigo sin darse cuenta que, al alcanzar cierta altura, Argol da un giro de ciento ochenta grados para comenzar a caer en picada, asegurándose de alinear sus cabezas con el suelo mientras comienzan a descender precipitadamente. Desde el castillo, Dine y Doma observan cómo a pocos segundos de estrellarse Argol suelta a Leiyus con la intención de hacer que se estrelle con enorme fuerza, pero para sorpresa de todos, el guerrero se las arregla para girar en el aire y en el último momento, ser capaz de aterrizar con los pies y manos, generando un cráter en el suelo con su caída.

 

Leiyus entonces se pone de pie, sin haber recibido daño aparente y tomando impulso, da un gran salto enorme para poder llegar a Argol, que todavía se encuentra volando en el aire.

 

Argol apenas consigue esquivar a Leiyus, quien pronto cae de nuevo a tierra. –Vaya –exclama Argol ante aquella situación-, estoy impresionado que no sólo hayas sobrevivido a ese impacto, sino que lo hayas hecho sin sufrir daño alguno. Pero ahora que he liberado el poder de tus alas de dragón, no podrás tocarme.

 

Acto seguido y agitando rápidamente sus alas Agol genera más cortes de vacío con los que ataca a Leiyus desde el cielo, quien no puede hacer otra cosa más que evadirlos debido a que su enemigo se encuentra demasiado lejos de él. A diferencia de los cortes de vacío de Kindolf, las versiones de Argol provocan ondas expansivas que, apenas tocan cualquier superficie, provocan daños en la estructura cual si fuesen explosiones.

 

Leiyus entonces decide arriesgarse dando saltos al cielo con todas sus fuerzas en un intento por llegar hasta Argol, quien tras darse cuenta de lo que intenta, lo recibe arrojándole poderosas ráfagas de viento que lo mandan de regreso al suelo.  

 

Doma y Dine, que hasta entonces estaban cuidando de sus dos amigos, observan con angustia la difícil situación en la que Leiyus se encuentra en desventaja. –Esto no va bien –repone Doma-. Con Argol en el aire, Leiyus no tiene posibilidades de contraatacar.

 

De pronto, Leiyus sorprende a Argol después toma con la mano algo detrás suyo y se lo arroja a gran velocidad, el cual se clava inmediatamente en su pecho, muy cerca de la coyuntura con el hombro.

 

Al bajar la vista, el demonio se encuentra con que dicho objeto se trata de la espada de Leiyus, la cual ha arrojado con tal fuerza, que a pesar de la altura y su gran velocidad el demonio no ha sido capaz de esquivarla.

Asombrosamente y como si fuese incapaz de percibir dolor alguno, Argol procede a retirar la espada de su herida con su mano pequeña, provocando que un chorro de sangre escape de la zona afectada.

 

-¿Eso es lo mejor que tienes? –pregunta desafiante al guerrero que lo mira desde el suelo cono ojos fieros-. Para haberme arrojado tu espada, debes de estar al borde de la desesperación –asegura éste, reanudando su ataque de proyectiles desde las alturas.

 

Esta vez, en vez de evitar los ataques del demonio, Leiyus permanece en el mismo lugar, permitiendo que todos los proyectiles impacten sobre él ante la mirada atónita y horrorizada de sus colegas.

 

Dine –¡Pero, ¿qué está haciendo!?

 

Doma –No lo sé, pero creo que Leiyus tiene algo en mente…

 

En el último momento antes de ser impactado por los cortes, Leiyus coloca las manos al frente y ataca al demonio con un poderoso rugido de dragón del cual Argol apenas logra escapar. La ráfaga de energía provocada por su poder es tan fuerte, que quema parte de su piel del costado de Argol hasta ennegrecerla. Debido a esto, el demonio deja de atacarle.

 

En ese instante Doma comprende el plan de Leiyus. –¡Ahora lo entiendo! Leiyus no le lanzó la espada para atacarlo. ¡Estaba probando la capacidad de maniobra de Argol en el aire!

 

Dine -¿Cómo que lo estaba probando, Doma?

 

Doma – En el momento en el que Leiyus le lanzó la espada, fue para probar la percepción de profundidad de su enemigo... Leiyus debió darse cuenta durante el transcurso de la batalla que Argol, al disponer solamente de un solo ojo, tendría problemas para calcular la posición exacta de sus rivales a grandes distancias. ¡Es por eso que Argol no pudo esquivar la espada en primer lugar! Entonces esperó el momento justo para lanzarle un ataque que él sabía su enemigo no podría evitar del todo.

 

Argol, que en esos momentos se encontraba escuchando la conversación, se echa a reír. –Admito que no me había divertido tanto en mucho tiempo, y ahora que han descubierto mi punto débil –amenaza juntando de nuevo sus garras hasta formar con ella un arma afilada -, no tendré contemplaciones con ustedes.

 

En menos de un parpadeo, Argol se mueve a una velocidad tal que desaparece de la vista de todos. Momentos después, Leiyus logra percibir el  silbido del viento a sus espaldas, lográndose apartar a tiempo de la trayectoria de Argol, que en ese momento intentaba atravesarlo por detrás con su arma. Sin perder tiempo y a una velocidad vertiginosa, Argol vuelve a acometer contra Leiyus desde varios ángulos, consiguiendo confundir a su rival.

 

Dine -¡Está usando la velocidad extrema que le proporcionan sus alas de dragón para atacar a Leiyus! ¡Si esto continúa así, terminará por darle un golpe fatal sin que él pueda defenderse!

 

Doma –Eso se debe a que Leiyus no puede ponerse a la par con su enemigo en velocidad… ¡Para poder derrotarlo, necesita un par de alas…! ¡Dine, tenemos que enviar nuestra aura de dragón a Leiyus! Sólo de esa manera podrá hacerle frente a Argol.

 

Dine –¡Bromeas! Si le enviamos nuestra energía a Leiyus ahora, existe la posibilidad que su conciencia se pierda para siempre! ¡Ahora mismo, su alma humana se encuentra está en un estado muy delicado, si empujamos más sus instintos de dragón, puede que Leiyus…!

 

Doma –¡Comprendo muy bien los riesgos, Dine! –la ataja- ¡Pero comprende que no tenemos otra salida! Si dejamos que Argol le gane, lo más probable es que él nos asesine a todos. ¡Sabes muy bien que ninguno de nosotros es rival para él!

 

Dine –¡Pero…!

 

Doma –¡Créeme cuando te digo que conozco una forma para que regrese a como era antes! ¡Si salimos de esta vivos, te prometo regresar a Leiyus a la normalidad! ¡¡Tienes que confiar en mí, por favor!!

 

A pesar encontrarse dudosa, Dine termina por acceder, por lo que ambos dragones combinan sus auras de dragón antes de enviárselas como un solo ente de dragón de luz hacia Leiyus.

 

Al mismo tiempo, y con el cuerpo ya repleto por múltiples heridas causadas por las garras del demonio, Leiyus apenas y puede mantenerse en pie ante el despiadado ataque de Argol, quien lo remata embistiéndolo con fuerza. De repente, el cielo se ennegrece. Leiyus, que ahora yace tendido en el suelo observa cómo lo que a primera vista parece un relámpago dorado está a punto de caerle encima.

 

Conforme el trueno desciende a la velocidad de la luz, él logra distinguir la forma de un dragón, el cual se introduce de inmediato en su pecho instantes después. Al instante, una intensa aura dorada recorre su cuerpo, devolviéndole las energías a la vez que de su espalda emergen dos alas doradas iguales a las de Argol, a quien hace frente de nuevo lanzando un grito de furia.

 

Argol, observa desde los cielos la escena y los ojos del guerrero, ahora de color rojo brillante clavarse sobre él, y antes de que pueda reaccionar, su rival salta al aire consiguiendo llegar hasta él en una fracción de segundo golpeando su cabeza con una fuerza impresionante para después ser rematarlo con un golpe en el vientre y propinarle una patada en la espalda que manda al demonio a estrellarse violentamente contra el suelo, destruyendo parte del castillo tras el impacto…

 

-o-

 

En otra parte, muy lejos de allí, en el interior del templo del cielo se encuentra Volgia, quien en ese momento tiene audiencia con un ser incorpóreo, con el cual se comunica desde el interior de una sala, a través de una fuente llena de una sustancia desconocida de color marrón, y de apariencia viscosa que parece moverse por sí misma, como si aquél líquido tuviese vida propia. Debajo del dragón negro, se puede ver brillar una estrella de cuatro puntas, misma que emite una fuerza desconocida sobre todo el lugar.

 

Volgia entonces se acerca al recipiente que contiene la sustancia viscosa y comienza a hablarle a ésta:

 

–El tiempo ha llegado… ¡El contrato entre demonios y dragones negros debe consumarse, pero para ello, necesito más poder del que anteriormente pedí, oh, gran señor de las tinieblas…! ¡¡Poderosa muerte oscura, necesito de tus favores, ahora!! –invoca éste a voz en cuello.

 

Una extraña voz le responde al instante a través de aquél líquido, el cual se agita con mayor vigor mientras se comunica con el dragón.

 

“Volgia… hasta ahora has cumplido bien con tu parte, pero aún quedan obstáculos por derribar… Primero, si quieres que te otorguemos nuestros favores incondicionalmente, primero debes detener que la resurrección de Dyamat reencarne a cualquier precio…”

 

Tras escuchar le, de  la frente de Volgia se desliza una gota de sudor frío, producto de la tensión que el dragón negro es objeto en esos momento: –Estoy consciente de ello -le responde a la voz-, pero el general de mis tropas recientemente ha sido vencido, y como consecuencia, el ejército que preparaba para la invasión del mundo no ha sido completado todavía. Allá afuera existen un sinnúmero de civilizaciones que representan una amenaza para nuestros planes, y Dyamat es sólo uno de muchos enemigos a vencer…

 

La sustancia se agita de nuevo, y de ella se forma un rostro humanoide, pero grotesco, el cual le habla:

 

-¿Qué es lo que quieres de mí, Volgia?

 

Volgia –.Necesito el poder de un ejército oscuro. ¡Uno con el que sea capaz de tomar la tierra entera! Tú, que eres el guardián de la puerta al otro mundo, eres el único capaz de brindarme semejante petición.

 

Después de unos momentos de silencio, el rostro finalmente le responde: -De acuerdo… cederé a tu demanda, pero debes saber, que mis poderes no se han recuperado por completo después de la última era... Tendrás que esperar un poco más. Por el momento, te daré sólo una prueba de lo que serás capaz de hacer bajo nuestro manto de oscuridad…

 

De pronto, de entre la sustancia emerge un gran mazo, el cual Volgia toma enseguida entre sus manos mientras la voz continúa:

 

-Con este artefacto impuro, serás capaz de llamar a la batalla una vez más a tus guerreros caídos… Ante ti, los huesos viejos se levantarán, y formarán una legión de dragones inmortales que azotarán este mundo como la peor peste…

 

–Le prometo que no fallaré –asegura Volgia a la entidad oscura con una reverencia, sin dejar de sostener con una sonrisa de satisfacción el diabólico mazo.


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