El poder oculto de Dine
Tras darse cuenta de que su súbdito Bélidas no
tenía posibilidades de ganar, Volgia decidió matarlo y liberar el poder de la
perla del dragón. Aquello provocó que Leiyus perdiera el control de sí mismo y
tomara la antigua forma original de Dyamat, atacando y destruyendo todo a su
paso en su frenesí de locura.
Bélidas exhala su último aliento conforme su
cuerpo se desmorona, convirtiéndose en polvo que el viento arrastra. A su vez,
el asedio por parte del ejército de dragones que se encontraban en la ciudad de
Leirua se detiene en el momento en el que las criaturas son víctimas de una
aguda agonía que invade sus cuerpos. Del interior de sus fauces, inmediatamente
comienza a brotar una especie de humo oscuro al tiempo que el color oscuro de
su piel se desvanece, revelando el brillo de relucientes escamas colores
rojizos, azulados, grisáceos, verdes y marrones. Laurel es el primero en notar
el repentino cambio. –¡Los dragones! ¿Qué está sucediendo? –se pregunta con
asombro.
Mientras tanto, en el campo de batalla, el
exceso de energía de dragón generada por la perla al romperse es absorbido en
su totalidad por Leiyus, quien es incapaz de mantener el control de su
consciencia, a la vez que es atormentado por tremendas punzadas en su cabeza
que lo ponen al borde de la desesperación. Su estado consciente se deteriora
conforme su estado consciente se ve sumergido en una negrura absoluta. Para
entonces, sus ojos se han tornado completamente blancos.
Kindolf -¿¡Qué le está pasando a Leiyus?!
–exclama con creciente preocupación, igual que el resto de sus amigos.
Para entonces, Volgia no puede evitar dejar
escapar una risa pausada. –Muy pronto lo verán… ¡Presencien la destrucción de
su mundo a manos de aquél que juró protegerlos!
En eso, una luz dorada se apodera del cuerpo
de Leiyus conforme éste crece exponencialmente de tamaño, rebasando rápidamente
aquél el de las copas de los árboles y más allá… Pronto, de la gran masa de luz
emergen garras enormes, alas, así como una reluciente piel dorada. La figura de
Leiyus ha desaparecido por completo, dando paso
a la colosal figura de un dragón dorado, cuyas escamas, cuernos y pelaje
en conjunto asemeja a la melena de un león alrededor de su imponente cabeza.
Todos los presentes, excepto Volgia retroceden asustados ante la nueva forma
que ha asumido su amigo.