Finalmente ha llegado la
hora. Signos Etéreos, uno de muchos proyectos por venir hace su debut con el
primer capítulo que narra las andanzas de Jacs Rengard. En este primer capítulo
haré una breve introducción al personaje la cual incluyo abajo así como una
descripción de hechicería empleada. En lo sucesivo todos los capítulos
publicados vendrán acompañados con información relevante para el lector. Sin
más que agregar ¡que comience la aventura!
Residencia: Pueblo Sunabi
Jacs es un joven que fue criado por su madre y por
sus abuelos en una granja en las afueras del pueblo Sunabi, situado a las
orillas del bosque gris, por lo que se le considera uno de los asentamientos
humanos más remotos. Aprendió el arte del combate con espada de su abuelo,
quien desde pequeño tomó el papel de su padre después de que éste muriera
repentinamente. Las razones de su muerte nunca le fueron reveladas a Jacs hasta
años después.
A la edad de 17 años su abuelo también muere en
extrañas circunstancias por un asesino misterioso, lo que lo hace emprender un
viaje para vengar la muerte de su querido abuelo. Es así como empieza su
aventura…
Magia de fuego:
Incendio
súbito: hace arder cualquier objetivo al instante.
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Titulo: El extraño medallón: La verdad se revela
Escenario: en un camino del bosque.
Tiempo: antes del amanecer
Personaje: Lanz Rengard y
Jacs
El choque de espadas resuena por todo el bosque. La luna creciente ilumina el escenario en el que un hombre de avanzada edad pelea ferozmente contra una decena de soldados fuertemente armados. En una breve pausa durante el combate la espalda del anciano es apuñalada por una espada que atraviesa hasta su pecho cayendo herido de muerte. Su espada cae de sus manos con su último aliento de vida… Horas después el sol comienza a salir por entre las montañas.
En una pequeña casa, en
medio del bosque, duerme intranquilamente un joven. Dentro de sus sueños, se ve
a sí mismo rodeado de llamas que amenazan con quemarlo vivo. Con su vieja y
oxidada espada como única arma, crea corrientes de aire que mantienen al ras a
las flamas, pero éstas comienzan a crecer hasta envolverlo por completo.
El joven despierta
agitadamente de vuelta en su habitación, en donde los primeros rayos de luz de
la mañana se cuelan por su ventana. –Era… sólo un sueño… –reflexiona en voz
alta al encontrarse consciente.
Al levantarse recoge su
largo cabello hacia atrás con una cola de caballo, se pone una banda negra en
la cabeza y se dirige a la cocina. Allí encuentra a su madre sirviéndole el
desayuno.
-¡Apresúrate, Jacs!, o
llegarás tarde a la escuela –lo apresura mientras le pone un plato con huevos
fritos frente a él.
Jacs –¿De verdad tengo que
ir? No me siento bien –le responde el joven, cansado por haber pasado una mala
noche.
Madre -¡Por su puesto que
sí! ¿Qué diría tu difunto padre si supiera que su hijo se dedica a causar
problemas y no es un hombre de bien? Jacs, sabes muy bien que algún día tú
abuelo no podrá trabajar y tendrás que pasar a ser el hombre de la casa.
Jacs suspira mientras su
madre continúa sermoneándole. Observa su desayuno sin apetito y, tomando una pieza
de pan tostado, se levanta saliendo de la casa velozmente -Está bien mamá,
entonces nos veremos luego –le dice a medio camino despidiéndose de su madre
con la mano antes de salir por la puerta.
Madre -¡Espera! Al menos
termina tu desayuno –le grita desde la puerta.
Sin hacer caso Jacs continúa
corriendo hasta llegar a un camino que conduce al pueblo. Mientras camina rumbo
a la escuela atraviesa un puente que cruza un río. Allí, unos jóvenes se le
aparecen al paso en busca de problemas.
Un chico mucho más alto que
el resto, que parece ser el líder de la banda le dice con voz enérgica: -Oye,
¡Jacs!, creí haberte dicho que éste es nuestro territorio y que no volvieras
más a menos que estuvieras dispuesto a pagar una pequeña cuota por el derecho
de cruce.
Jacs –¿En serio? –responde
con sarcasmo-. No me digas que ya olvidaste la última vez que nos vimos les di
una paliza. Además, no tengo intenciones de pelear con ustedes –asegura pasando
de ellos sin tomarlos muy en serio.
Líder -¿Ah, sí? Pues te
tengo una pequeña sorpresa –asegura mostrándole un medallón de bronce con un extraño
símbolo en el medio.
Jacs -¿Piensas golpearme con
eso? –le pregunta divertido.
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Líder –Jah, estúpido
campesino. Apuesto a que no sabes lo que es: se trata de un medallón mágico.
Ayer robé éste medallón con el cual me convertiré en un asesino profesional.
Jacs –Pues si crees que
puedes vencerme, adelante –le contesta provocativamente desenfundando su espada
de madera que lleva a cuestas.
Líder –Entonces, probémoslo.
¡Adelante chicos!
Los cuatro cómplices atacan
simultáneamente a Jacs, quien con reflejos sorprendentemente rápidos, golpea hábilmente
a cada uno de los rufianes al tiempo que bloquea sus golpes con su arma hasta
dejar a todos sus secuaces fuera de combate.
Sin darse cuenta, el líder
lo ataca por detrás con llamas que emergen de su mano -¡INCENDIO SÚBITO!
Jacs observa incrédulo que
su enemigo no mentía y logra ponerse a salvo del alcance de las flamas saltando
hacia atrás.
Sin darle tiempo, el líder
de la banda crea inmediatamente otro hechizo invocando llamas que aparecen bajo
los pies de Jacs. Saltando con todas sus fuerzas, Jacs logra esquivar
nuevamente el ataque no sin que una de las flamas lo alcance provocándole una
leve quemadura en su hombro izquierdo.
Al caer en tierra, Jacs resiente
el dolor de la quemadura llevándose una mano a su hombro –Tra… tramposo... –le
reprocha adolorido, y con el orgullo lastimado.
Líder de la banda se acerca
hacia él y le advierte triunfal –Que esta sea la última vez que te veo por
aquí, Rengard, porque entonces ni tu abuelo podrá ayudarte.
Habiéndose alejado el
agresor, Jacs se queda allí, acostado un largo rato junto al puente,
reflexionando lo que sucedió -¿Cómo lo hizo? –se pregunta para sí mismo
reviviendo el momento en su mente.
El atardecer llega y Jacs
regresa a su casa. Al acercarse a la cabaña que es su hogar nota que hay muchos
caballos amarrados e incluso una carroza cerca de la entrada. Cuando abre la
puerta se extraña aún más al ver a gente
desconocida dentro. Su madre y su abuela se encuentran rezando frente a un
altar con velas y sobre él, se percibe el cuerpo de una persona cubierto por
una mortaja negra.
Cuando Jacs se acerca, su
madre lo ve entrar, entonces corre hacia él para abrazándolo -¡Oh, Jacs! –gime rompiendo
en llanto.
Jacs -¿Qué sucede aquí?
La madre le explica entre
sollozos –Jacs… tu abuelo… fue… asesinado.
Al escuchar tan terrible
noticia, Jacs se derrumba -Lo encontraron esta mañana –prosigue ella con voz
entrecortada-, en un claro cerca de la ciudad.
Tras escucharla Jacs
comienza a sentirse mareado. Todo a su alrededor parece dar vueltas a su
alrededor hasta que finalmente no puede soportarlo más y sale de allí intentando
que sus emociones no lo dominen, entonces las lagrimas comienzan a brotar de
sus ojos. Se sienta en un viejo tronco cercano, frente a su casa. Allí evoca
los recuerdos y de los buenos momentos que vivió en ese lugar en el que él y su
abuelo solían charlar y practicar con la espada cuando era más jóven.
Sus pensamientos se ven
interrumpidos cuando siente una mano en su hombro. Al mirar detrás ve a su
abuela, que con voz tranquila y dulce lo consuela: - Tienes que ser fuerte,
Jacs.
Jacs -¿Cómo me pides que sea
fuerte abuela? Mi padre murió de la misma forma injusta que mi abuelo y hasta
ahora su muerte no ha recibido justicia. Jamás se esclareció quién fue su
asesino.
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Su abuela entonces nota la
fea herida en su hombro –Ven, vamos a curarte esa herida. Después quiero
enseñarte algo.
La tenue luz de una vela
ilumina el cuarto de la anciana, la cual sostiene una caja metálica frente a
Jacs. Al abrirla, el resplandor de un medallón dorado con gemas rojas
incrustadas forman un símbolo en el medio el cual Jacs reconoce de inmediato.
Jacs -¡Ese símbolo! ¡Es el
mismo que vi esta mañana!
Abuela -¿Te refieres al
muchacho que te causó la herida? Bueno, este es mucho más poderoso, te lo
aseguro.
Jacs lo toma entre sus manos
observándolo con detenimiento -Este es un medallón –continúa su abuela-, es muy
especial y raro, pues está hecho de gemas preciosas y oro puro, lo que hace que
su magia sea muy poderosa.
Jacs –No lo entiendo abuela,
¿por qué tienes éste medallón?
Abuela –Ese medallón
perteneció a tu abuelo, Jacs. Nunca te lo había contado antes, pero él fue uno
de los más poderosos guerreros de su época. Luchando con su espada y sus
poderes mágicos de fuego, trató durante gran parte de su vida traer justicia y
paz a éste mundo. Desgraciadamente, se dio cuenta ya muy tarde que estaba
luchando del lado equivocado y tuvo que enfrentarse a aquél a quien había
jurado lealtad para poder protegerme a mí y a tu padre. Él nos trajo hasta aquí
que estaríamos a salvo en un pueblo tan remoto e insignificante como este que
está al borde del mundo, pero desafortunadamente parece ser que finalmente esas
personas nos encontraron después de tantos años…
Jacs –Abuela, ¿por qué no me
habías dicho nada de esto hasta ahora?
Abuela –Tu abuelo Lanz
estaba muy preocupado por tu padre, así que decidió mantener su pasado en
secreto para protegerlo, pero cuando tu padre desapareció hace unos años en
aquél viaje, cuando apenas tenías tres años, me hizo jurarle que nunca
revelaría su pasado a menos que le pasara algo. De ese modo podrías vivir una
vida tranquila y libre de preocupaciones. Debes saber lo que ha pasado, hijo.
Jacs -¿Quieres decir que la
desaparición de mi padre también está relacionada con la muerte de mi abuelo?
Abuela –Eso no lo sé, Jacs,
pero lo que sí sé es que ahora tu vida corre peligro. Es por eso que él decidió
enseñarte el arte de la espada, así sabrías defenderte si llegaba el momento.
Jacs –Pero, si quería
protegerme, ¿por qué nunca me dijo nada
sobre la magia?
Abuela -Porque él temía que
al enseñarte a usar la magia serías considerado una amenaza para sus enemigos y
terminarían por perseguirte.
Después de un breve
silencio, Jacs continúa: Abuela, quiero aprender a usar la magia.
Sorprendida ante su
reacción, su abuela titubea, pero al final acepta. –Escucha bien, Jacs. Los principios
de la magia son simples –le asegura al tiempo que toma una hoja de papel y
dibuja en ella el mismo símbolo que forman las piedras del medallón-. Cuando
trazas el símbolo en una superficie, invocas la fuerza vital que se encuentra
alrededor tuyo, y cuándo encierras éste símbolo dentro de un círculo, activas
su poder.
Jacs observa cómo su abuela
ejecuta los pasos en el trozo de papel haciendo que el símbolo resplandezca con
un aura rojiza apenas termina de hacer un círculo. -¡Increíble! –exclama.
-El poder de la magia
depende de muchos factores, como el tipo de material en el que lo traces. En
cierta forma, los medallones son pentagramas portátiles que te permiten usar la
magia en cualquier situación sin tener que marcar el símbolo. Inténtalo – lo
anima entregándole el medallón.
Jacs –Pero, yo no sé cómo
usar la magia –repone intentando devolvérselo.
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Su abuela lo rechaza
sutilmente con una negativa –Es muy sencillo: simplemente crea una imagen
mental de lo que quieres hacer.
Con el medallón en su mano,
Jacs desvía su mirada hacia una vela cercana encendida. Poniendo su otra mano
cerca de ésta, se concentra.
La vela pierde fuerza poco a
poco poder hasta casi extinguirse. De pronto, la tenue flama se convierte en
una llamarada tan potente que alcanza el techo haciendo que algunas pequeñas
flamas comienzan a propagarse por las paredes. Jacs corre fuera por un balde de
agua hasta extinguir las flamas. El alboroto hace que su madre despierte y
corra a ver lo que sucede.
Entre los dos logran apagar
las llamas antes de que se extiendan por toda la casa. En ese momento su madre
los descubre con el medallón a la vista y de inmediato deduce lo que ha pasado.
-Pero, ¡qué acaso estás
loco! –le grita fuera de sí a Jacs mientras toma el medallón en sus manos y lo
agita frente a su cara-. ¿¡Sabes que por ésta razón mataron a tu padre y a tu
abuelo!?
Jacs –Lo siento mucho, pero
ya está decidido: voy a vengar su muerte –repone con detenimiento en los ojos.
-¡Esto no es un juego, Jacs!
esas personas se enteran que puedes usar la magia, no dudarán en asesinarte a
ti también. No voy a permitir que te suceda lo mismo –asegura su madre antes de
marcharse todavía con el medallón en sus manos de vuelva a su habitación.
La noche avanza lentamente
para Jacs, que no puede conciliar el sueño a causa de las ideas en su mente en
busca de una respuesta a sus preguntas. “No
puedo quedarme así. Tengo que saber quién es el responsable de la muerte de mi
padre y de mi abuelo. Mañana partiré antes de que puedan detenerme” piensa
hasta que finalmente toma una decisión.
Ocultándose bajo la
oscuridad antes del alba, Jacs sale de su casa con su espada de madera a
cuestas y algunas provisiones que hurtó de la cocina. Camina lentamente hasta
la colina que marca el límite entre su casa y el camino hacia el pueblo. Allí,
observa por última vez su casa antes de emprender el viaje con los primeros
rayos del sol –Adiós madre… adiós abuela… -se despide en voz baja.
Al darse la vuelta escucha
una voz lo llama desde lejos -¡Espera, hijo! La puerta de su casa se abre con
un golpe y de ella sale su abuela a su encuentro cargando un bulto entre sus
manos que le entrega en el acto.
Él desata con delicadeza el
bulto y observa su contenido. –Pero, abuela…
-Es el medallón de tu
abuelo. Lo tomé durante la noche; también quiero darte algo muy importante –le
dice mientras le entrega una espada de metal con una reluciente piedra roja-.
Esta espada es muy especial, ya que potencia los poderes mágicos. Estoy segura
de que te será de mucha ayuda y te protegerá como lo hizo con tu abuelo en sus
mejores días.
Jacs –Abuela… gracias…
-Sé que no puedo detenerte,
así que lo único que puedo hacer por ti es entregarte esto y rezar por tu
bienestar. Puedo ver en ti la misma determinación en tus ojos que en tu abuelo Lanz.
Confío en que regresarás con bien, hijo mío.
Jacs –Te prometo que así
será, abuela.
Abuela –Hay algo más que
quiero decirte. No estoy segura de si encontrarás a los responsables de la
muerte de tu abuelo, pero sí sé que podrían serte de ayuda unos artefactos
llamados tesoros que se encuentran en
la montaña del sabio de los que me contó alguna vez él.
Jacs asiente con la cabeza
y, después de despedirse, se aleja lentamente hacia la ciudad más cercana y en
la que una nueva aventura está por comenzar.
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