El rival de Mali: parte II
Mali y Xin se miran el
uno al otro fijamente. Ambos han quedado lastimados por el combate, pero
ninguno da muestras de malestar para no mostrar debilidad.
-Debo admitirlo…
-admite Xin-. Soy campeón de artes marciales, y jamás en mi vida me había
enfrentado a alguien como tú. No solo eres rápido, también eres el primero en
soportar un golpe como ese y ser capaz de ponerse de pie en tan poco tiempo.
-Detesto pelear -le
responde Mali-. ¡Odio tener que recurrir a la violencia y hacer daño a otros!
¡Pero tampoco voy a permitir que causes más daños!
Dicho esto, ambos
contendientes se lanzan el uno con el otro hasta que sus puños colisionan el
uno con el otro. Xin entonces sorprende a Mali lanzándole una patada en los
costados que lo saca de balance y con un revés lo lanza con fuerza de espaldas,
pero en vez de caer, Mali aprovecha el impulso apoyándose en el suelo con las
manos y se lanza de cabeza contra Xin, quien recibe un tremendo golpe en el
abdomen.
Ambos entonces saltan
al aire entrecruzando caminos al tiempo que ambos se atacan el uno al otro, aterrizando
en postes de luz y edificios antes de tomar impulso para atacarse de nuevo. La
velocidad y furia con la que los dos pelean termina por consternar a Tisca,
quien observa impotente el combate.
En cierto momento, ambos
logran golpearse el uno al otro en el rostro, haciendo que ambos caigan pesadamente
al suelo sólo para momentos después recuperarse y volver a la carga.
Finalmente, en lo que es
el clímax del combate, ambos se lanzan una vez más el uno contra el otro y sin
importarles nada más, y comienzan a atacarse a patadas y puñetazos con todas
sus fuerzas. Pronto, la gravedad comienza a hacer efecto en ellos y sin dejar
de atacarse, ambos empiezan a caer a una velocidad cada vez más vertiginosa
desde una considerable altura.
Por un momento Xin
logra tener una ventaja al apresar la cabeza de Mali entre sus brazos, y
rápidamente lo coloca debajo de él para que éste reciba toda la fuerza del
impacto de la caída en la cabeza.
Desde el suelo Tisca y
Capricia observan impotentes la escena. -¡Mali!
A sólo un segundo de
impactar con el suelo, Xin patea con fuerza a Mali, quien recibe toda la fuerza
del impacto y del golpe en su vientre mientras que Xin logra aterrizar de pie,
intacto.
Tisca no tarda en
correr a su lado. -¡Mali! ¿Te encuentras bien? -no hay respuesta...
Xin camina hacia
ellos, dispuesto a continuar la pelea, pero Capricia le sale al paso. -¡Ya es
suficiente! ¡Si quieres hacerle daño a Mali, tendrás que pasar sobre mí
primero!
En ese momento Mali
vuelve en sí. -¡Mali! ¡Aguanta! -le implora Tisca, quien lo sostiene en brazos.
No pasa mucho para que él se ponga de pie con sus propias fuerzas.
Xin permanece de pie
por un momento, observándolo a él y a las chicas, luego les da la espalda y se
aleja de allí caminado.
-Esto... no ha terminado...-pronuncia
con la respiración agitada antes de marcharse. Saltando con gran agilidad sobre
los postes y los techos.
Poco después, Tisca y
Mali regresan a la mansión. Allí, ella se reúne con él en su habitación, y
apenas entra lo encuentra sentado en su cama, encorvado, lo que le hace pensar
que quizás esté herido, o triste.
-Mali. ¿Estás
lastimado? -pregunta estirando el cuello hacia él para verle el rostro,
encontrándose, no sin sorpresa a Mali lamiendo sus heridas como si se tratase
de un gato-. Oye, ¡qué crees que haces! –le pregunta ella, extrañada.
-Son sólo algunos
rasguños y heridas superficiales -le asegura-. Nada de qué preocuparse.
Después de escucharlo,
la ira y la preocupación que acogía a Tisca se disipan. –Tienes la cabeza más dura de lo que pensé –dice ella
con alivio.
-Sí... -responde Mali
en un tono más serio-. Pero no me gusta pelear. No entiendo por qué ese tipo
desea tanto pelear conmigo...
Tisca pasa los siguientes
minutos contándole cómo conoció a ese chico días antes en la ciudad, después,
Mali comenta el incidente que tuvo en la entrada en la escuela con Xin.
-Con que era eso...
-dice Tisca
-¿Qué quieres decir?
-No es que Xin sea una
mala persona. Él sólo malinterpretó mis palabras y tus acciones. Estoy segura
que si hablo con él mañana, todo se arreglará –le asegura para después ponerse
de pie de un salto-. ¡Mañana arreglaremos este asunto, ya lo verás!
Al escuchar esto, Mali
sonríe con ella.
El siguiente día en la
escuela, Tisca y Mali van de camino a su salón de clases cuando aparece Xin
caminando hacia ellos en dirección opuesta hasta que Mali y Xin se ven las
caras de nuevo.
-Tu nombre es Mali,
¿no es cierto?
-Así es...
-La pelea que tuvimos ayer…
Ni siquiera fui capaz de predecir tus movimientos.
-Xin, escucha. Quiero
que dejes de intentar pelear conmigo. Nada bueno saldrá de esto.
Tras escucharlo Xin,
intenta disimular una sonrisa burlona. -Quiero hacerte una proposición:
Tengamos un último encuentro para ver quién es el más fuerte de los dos. Si
ganas, prometo que dejaré a Tisca en tus manos.
-¿Y qué pasará si me rehúso
a pelear?
-Entonces continuaré
siendo una sombra en tu vida. No descansaré hasta haberte derrotado, así que
prefiero hacerlo en un duelo honorable. Nos veremos esta tarde en el edificio
en construcción que se encuentra en el centro de la ciudad. Tisca sabe cómo
llegar. Y por tu propio bien, espero que no te acobardes.
Dicho esto, Xin
continúa su camino. Tisca por su parte, lo sigue con la mirada con un dejo de
consternación.
Horas después Tisca
busca incansablemente a Xin, a quien encuentra sentado solo bajo un árbol del
jardín de la escuela. -¿Xin?- Una vez a su lado se sienta con él comienzan a
conversar.
-He estado buscándote
para devolverte esto -afirma Xin al tiempo que le entrega el pañuelo de seda a
Tisca en las manos.
-Muchas gracias…
-No estás aquí por
eso, ¿o sí, Tisca?
Después de una breve
pausa, ella le responde: -¿Por qué quieres pelear con Mali?
-Al principio quería
hacer justicia por lo que me dijiste. Me sentía culpable que hayas arriesgado
tu vida por salvar a mi abuela. Luego entendí que en realidad confiabas en que
ese chico estuviera contigo para salvarte.
-¡Pero no es así como
son las cosas! Debo admitir que ese día estaba enfadada con él, pero mi mal
humor era infundado. Estaba en ese estado porque me asustó mucho pensar que
quizás pude haber perdido la vida, o cuando menos, salir lastimada.
-Ese chico… Mali. ¿Te
gusta?
-¿Quién? ¿Mali? ¡Claro
que no! -replica ella con una sonrisa nerviosa-. Él y yo no siempre nos
llevamos muy bien que digamos, pero es una gran persona, y aunque siempre me
está fastidiando, también reconozco que siempre hace su mejor esfuerzo para
tratar de enmendar sus errores. No me gustaría que saliera lastimado por culpa
mía... Así que, ¿podrías cancelar el encuentro?
Xin reflexiona unos
momentos en silencio para luego ponerse de pie. -Lo lamento, pero ahora que lo
he desafiado frente a todos, mi honor como peleador no me permite retractarme.
Nos vemos, Tisca -se despide mientras se aleja caminando.
Esa tarde Tisca
regresa sola a casa a bordo de la limusina. Al mirar por la ventana con aire
pensativo recuerda las últimas palabras de Mali antes de partir por su cuenta.
”Iré al encuentro
solo, Tisca. No quiero que me sigas, podrías resultar herida… Te prometo que
estaré bien”.
A su vez, en alguna
parte de la ciudad, Mali se presenta para el encuentro en el terreno donde se
construye el edificio. Allí lo espera Xin, sentado en una de las vigas altas
del edificio en construcción, que al verlo, baja de un salto para quedar a tan
sólo unos metros de distancia de él.
-He venido, tal como
acordamos.
-Excelente... Nadie
trabaja en la construcción a estas horas. No habrá nadie que nos interrumpa.
-Antes de comenzar,
quiero asegurarme de que cumplirás tu palabra: Si yo gano, aceptarás tu derrota
y dejarás de intentar pelear conmigo.
-...y si yo gano, te
alejarás de Tisca y de su familia.
-De acuerdo…
-¡Entonces que dé
comienzo el comienzo el combate!
Tan pronto como puede,
Xin se lanza dando una patada que Mali esquiva de un salto para después
aterrizar cerca de una viga de soporte del edificio, cuya superficie resulta
dañada luego de que Xin intentase golpear a Mali nuevamente, pero es lo
bastante rápido para dejarse caer al suelo y usar sus piernas para patear Xin
con fuerza hasta hacerlo caer en un remolque de aluminio, causando una enorme
abolladura en el lado en el que éste impacta. Xin se recupera del golpe casi de
inmediato y sigue a Mali, quien para entonces salta hacia los pisos superiores
del edificio en construcción. Una vez ambos se encuentran de pie en una angosta
viga, Mali toma una tabla de madera que usa a manera de arma. Xin hace lo mismo
con un tubo de metal.
Ambos contendientes
continúan la pelea en las alturas sin darse cuenta que ambos se acercan peligrosamente
al borde de la viga en la que se encuentran luchando, y para cuando Mali se da
cuenta que ha quedado acorralado, ya es demasiado tarde. Xin intenta hacerlo
caer intensificando su ataque con el palo hasta que logra darle un empujón lo
suficientemente fuerte como para sacarlo de balance, pero en el último momento,
Mali logra asirse de la viga de acero abrazándola con los pies y en una
increíble muestra de habilidad, logra hacer un giro en el aire hasta caer en el
piso inferior. Xin no tarda en ir tras él.
-Eres muy hábil,
quizás más que yo, pero careces de la convicción y la fuerza necesarias para
ser un buen peleador –confiesa Xin a Mali.
“Sólo necesito encontrar
el momento correcto para atacarle y dejarlo fuera de combate” -Piensa Mali para sus adentros.
Xin aprovecha su
distracción para arrojarle la barra de acero al rostro, logrando apenas
esquivarla, permitiendo que Xin se acerque a él y lo derribe de una patada,
haciéndolo caer por un agujero dos pisos abajo. Mali no tiene tiempo para
reaccionar al daño que ha recibido ya que es obligado a apartarse rápidamente del
lugar en el que ha caído tratando de evadir una poderosa patada de Xin.
Es hasta ese momento
que Mali nota una bolsa de cemento en polvo cerca de él, la cual toma y arroja
a los pies de Xin. El polvo que el saco levanta sirve para que Mali intente
atacarle por sorpresa, pero pronto se da cuenta que su enemigo ha desaparecido
del lugar en donde se encontraba…
Entre tanto, en la
mansión, es la hora de la comida, y Tisca se encuentra como de costumbre
comiendo con su madre, quien nota de inmediato la actitud distante y pensativa
de su hija.
-¿Qué sucede, hija? ¿A
caso te preocupa algo?
Tisca tarda unos
minutos en contestar. -Mamá... ¿tú crees que Mali sea capaz de lastimar a
alguien?
-Por supuesto que no,
querida. Él es un muchacho muy amable y tranquilo.
-Pero, ¿y si no le
dejaran otra opción más que defenderse?
Tras terminar de
masticar un bocado, su madre se limpia los labios con una servilleta de tela con
delicadeza y deja los cubiertos en la mesa: -¿Alguna vez te he contado por qué
traje a Mali a vivir con nosotros, cariño?
Tisca responde negando
con la cabeza con sorpresa.
-Ta vez no te lo
parezca ahora, pero Mali no siempre estuvo de acuerdo en dejar su aldea natal
para venir a vivir a la ciudad, pero hay un buen motivo para ello. Mali es un
muchacho que creció feliz viviendo en la jungla hasta hace muy poco… Lo que
estoy por contarte no quiero que lo comentes con Mali, pues estoy segura que a
él le traería muy malos recuerdos...
“Hace unos cuatro
años, la guerra estalló entre la tribu de Mali y una tribu rival. Su padre,
como líder de su tribu, fue asesinado a manos de sus enemigos. Desde aquél
entonces él tuvo que hacerse cargo de su gente. Eso lo hizo pasar por duras
pruebas que lo marcaron de por vida. La guerra entre los clanes terminó
recientemente, pero todavía había personas que querían causarle mal a Mali, es una
de las razones más fuertes por las que lo traje a la ciudad a vivir con
nosotros”
-Aquí en la ciudad
Mali no tiene que preocuparse por esas cosas, la verdad es que no sé qué podría
pasar- Al ver la expresión de preocupación de su hija, Acanta se apresura a
agregar: -No te preocupes, cariño. Mali nunca provocaría a nadie.
Tras escuchar a su
madre, Tisca recuerda los repentinos arranques de furia de Mali que presenció
durante la última batalla, entonces Tisca se levanta apresuradamente de la mesa
y sin decir nada, se apresura a salir por la puerta principal. -¡Espera,
cariño! ¿A dónde vas?
Una vez afuera, la
consternación de Tisca crece. -¡Qué tonta fui al no haber acompañado a Mali! ¡Espero
llegar a tiempo!
De vuelta en el
terreno baldío, Xin comienza a ejercer cada vez mayor pasión sobre su
adversario hasta llegar a dominar la batalla. Mali entonces se obligado a
replegarse debido a la constante lluvia de golpes del que es objeto por parte
de Xin.
-Como dije
anteriormente, ¡podrás ser fuerte, pero creces de la fuerza para ser un
verdadero guerrero!
Haciendo uso de su
golpe más poderoso, Xin lanza a Mali del edificio haciéndolo caer pesadamente
dentro de contenedor de arena, varios pisos más abajo. No pasa mucho para que
Xin descienda para comprobar si su adversario ha sido vencido, pero para su
sorpresa encuentra a Mali de pie. Su mirada, normalmente alegre y gentil, ha
sido reemplazada por una mirada más fría y seria.
-Ningún ser humano
puede caer desde esa altura y salir ileso –exclama Xin con sorpresa- ¿A caso no
eres humano?
-Por favor... detén esto...
no quiero... lastimarte –dice con la voz entrecortada, no debido al esfuerzo de
la pelea, sino tratando de contener su creciente furia.
-Terminaremos esto
cuando renuncies a Tisca –propone Xin.
-No lo haré...
-¡Entonces te obligaré
a hacerlo! -lo amenaza lanzándose contra él con una serie de puñetazos en el
abdomen de los que Mali ni siquiera intenta defenderse.
Xin continúa su ataque
con golpes cada vez más poderosos, entonces se prepara para darle el golpe
final con todas sus fuerzas. De pronto, Mali reacciona bloqueando el puñetazo
con su palma fácilmente, lo que toma por sorpresa a Xin, y en el momento en el
que Mali alza la vista para mirarlo de frente, nota el vacío de sus ojos, así
como una extraña serie marcas negras que han aparecido en sus brazos.
Con un grito de furia
que resuena por todo el lugar, Mali lanza a Xin de un rodillazo al aire y de un
salto lo alcanza, atrapando su cuello con su antebrazo para después arrastrarlo
por una de las paredes de concreto del edificio en construcción. Después de
recibir aquél castigo, Xin es capaz de levantarse con tan sólo un poco de
sangre emanando de su cabeza sólo para volver a la carga.
Ambos contendientes se
traban en una feroz lucha cuerpo a cuerpo que termina con Mali lanzando a Xin
por los aires con un fuerte gancho al mentón, causando que éste se estrelle
contra el techo, cuya fuerza de impacto hace trizas. Xin, así como los
escombros son detenidos por el techo superior para después caer pesadamente al
suelo. Lastimado por el ataque anterior, Xin trata de incorporarse con
dificultad haciendo uso de sus brazos.
-Qué fuerza tiene...
-admite, lleno de frustración y asombro-. ¡Su personalidad cambió radicalmente
en un solo instante! ¡Es como si estuviera peleando con una persona
completamente diferente.
En eso, una vibración
en el suelo lo alerta y con rápidos reflejos logra moverse antes de que Mali
destroce el suelo en el que momentos antes se encontraba. Entonces Mali le
ataca de frente usando su cabeza de nuevo con tal fuerza, que el cuerpo de Xin
resquebraja una pared de concreto de la que se quita poco antes de que Mali la fracture
de una patada.
Xin logra poner
distancia entre él y su oponente con un salto largo, aterrizando en una viga
saliente. Es entonces que se da cuenta que está atrapado entre el abismo y
Mali, quien ya se dirige hacia él.
Desesperado, Xin
localiza avista una grúa en lo más alto de la construcción con la que hace
traza un plan.
-¡Jamás me derrotarás!
-lo amenaza para luego saltar a los pisos superiores con gran habilidad. Mali
lo sigue, totalmente fuera de sí.
En ese momento Tisca
llega a la escena buscando a Mali y a Xin, a quienes no tarda en localizar
ascendiendo en esos momentos a la parte más alta del edificio con saltos
acrobáticos.
Xin lucha por mantener
a raya a Mali, quien hace constantes intentos por darle alcance. Finalmente y
después de mucho esfuerzo, Xin logra llegar al brazo de la grúa, que sobresale
del edificio. Mali no tarda en darle alcance. Xin espera a que Mali camine
sobre el brazo de la grúa para hacer su movimiento. -¡Ahora eres mío!
Con un golpe tremendo,
Xin golpea el brazo de la grúa causando una gran sacudida, misma que
desequilibra a Mali, entonces Xin aprovecha para acercarse a toda velocidad,
tomarlo del cuello y arrojarse con él al vacío.
-¡Estás perdido!
¡Prepárate a recibir mi mejor técnica: el descenso del halcón!
Tisca observa a ambos
caer desde la parte más alta de la construcción sin darse cuenta que se
encuentra justo debajo del brazo de la grúa, la cual está a punto de ceder por
el golpe de Xin y caerle encima.
Haciendo uso de una
fuerza sobrehumana, y a diferencia del primer encuentro, Mali logra quitarse de
encima a Xin para después tomarlo del cuello y apuntar su cabeza en dirección
al suelo mientras descienden. De pronto, la voz de Tisca llamándolo llama la
atención de ambos, momentos antes de que una pesada viga de acero caiga muy
cerca de Tisca, haciéndola consciente del peligro, pero demasiado tarde para
poder apartarse de los escombros que están a punto de caer sobre ella.
Al ver que Tisca está
en peligro, la furia de Mali se desvanece, recuperando el control de sí mismo.
-¡Tisca, cuidado!
Rápidamente, Mali
suelta a Xin y con saltos tan veloces como puede, desciende del edificio para
salvar a Tisca. Mali llega justo en el momento en el que el brazo de la grúa
está a punto de caerle encima. Para entonces Xin ha logrado recuperar el
control de la caída y desciende gradualmente saltando por la estructura del
edificio. Para cuando llega al piso, Xin es testigo de cómo Mali y Tisca se
pierden entre el hierro retorcido y los escombros que caen con fuerza al suelo.
Siendo testigo de esta
escena, el primer impuso de Xin es el de acudir a su auxilio, pero a sólo unos
metros de la pila de escombros se detiene en seco, cayendo en cuenta de que
probablemente ya es demasiado tarde para hacer algo por ellos, es en ese
momento que, habiendo perdido toda esperanza se deja caer de rodillas al suelo.
Instantes después, el
sonido de metal chirriar al moverse le hace alzar la vista, y para su asombro
encentra a Mali levantando el pesado brazo de la grúa con sus propias manos.
Las marcas en sus brazos regresan, pero sus ojos ya no parecen vacíos.
-¡Mali, me salvaste! –exclama
Tisca al darse cuenta de que ambos están ilesos, entonces se lanza a abrazarlo
con fuerza.
-Me alegra que estés
bien. Por poco pensé que no llegaría a tiempo.
Xin observa la escena,
atónito, entonces se acerca a ellos. -Ahora comprendo por qué no querías pelear
conmigo. En realidad lo que buscabas era no hacerme daño… Eres mejor adversario
de lo que pensé... y también eres mucho mejor persona de la que esperaba que
fueses -admite, ofreciéndole la mano, misma que Mali acepta estrechar gustoso.
Entonces se aleja caminando.
-¿A dónde vas, Xin?
-le pregunta Tisca a la distancia.
Xin entonces se vuelve
hacia ellos por un momento –Mali, a partir de ahora dejaré de considérate como
un enemigo, pero eso no cambia el hecho de que sigas siendo mi rival para
conseguir el corazón de Tisca. Buena suerte -se despide de ellos con una
sonrisa.
Al día siguiente en la
escuela todo regresa a la normalidad: Tisca persigue a Mali por los pasillos,
pues éste se ha llevado su almuerzo, el cual se come frente a los ojos de Tisca
una vez que ha trepado a un árbol.
-¡Ya verás, chico
mono! ¡Estás muy equivocado si no crees que iré a bajarte de allí yo misma!
Aferrándose con manos
y piernas al tronco, Tisca comienza a trepar torpemente, y penas ha logrado
subir escasos dos metros, cae del árbol. Sorpresivamente para ella alguien la
atrapa antes de que se haga daño. Su salvador resulta nada menos que Xin, quien
de inmediato le ofrece una manzana. -Toma mi almuerzo -la alienta al tiempo que
la baja delicadamente al suelo, luego se aleja caminando sin más, dejando a
Mali y a Tisca atrás mirándose confusamente entre ellos por su repentino cambio
de actitud.
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