22 septiembre, 2019

Una historia de la jungla: Capítulo 29




Esta es la primera de dos partes que componen el final del primer volumen de Una historia de la jungla. En esta ocasión se presenta un nuevo personaje llamado Xin, quien vendrá a darles más problemas de los habituales a Mali y a Tisca. ¡No te lo pierdas!




El rival de Mali

Han terminado las clases, y en vez de regresar a casa en limusina como de costumbre, Tisca decide ir al centro de la ciudad con unas amigas con quienes camina por una transitada calle mientras bromean y ríen con dirección al cine.

Al mismo tiempo, al otro lado de la calle, una anciana de apariencia asiática avanza lentamente frente a un edificio en construcción, ignorando las advertencias de peligro colocadas en la barda. En ese mismo instante, un operador de grúa se encuentra levantando pesadas vigas cuyo destino son los pisos superiores de la construcción, pero en plena operación, una de las vigas choca contra uno de los soportes del edificio, provocando que la grúa pierda el equilibrio peligrosamente al tiempo que una de las vigas se precipita al suelo y termina clavándose con fuerza en el concreto al caer. La anciana, que estaba a poco más de un escaso metro de distancia reacciona asustada y cae de espaldas incapaz de levantarse por sí sola, lo que la pone en riesgo de ser lastimada por el resto de las vigas, que cuelgan peligrosamente sobre su cabeza

El estruendo de la viga al chocar contra el suelo llama la atención de Tisca y las chicas. -¡Miren! -exclama Brenda con preocupación-. ¡Esas vigas están a punto de caer sobre esa anciana!

Por un momento las tres permanecen inmóviles y sin saber cómo reaccionar ante semejante situación hasta que Tisca suprime su temor y atraviesa la calle apenas tomando en cuenta a los automóviles que avanzan velozmente sobre el camino. Una vez llega con la anciana, la urge a que se levante e intenta ayudar a ponerla de pie, pero debido a la impresión y el susto, a la abuela se le hace imposible hacer reaccionar a sus piernas. -¡Vamos! ¡Tenemos que movernos de aquí! -apremia Tisca a la mujer con creciente frustración.

Repentinamente, el soporte que sostenía las vigas termina por vencerse por completo y una lluvia mortal de acero se precipita a tierra sobre ellas. Las amigas de Tisca presencian con impotencia el momento en el que las vigas están a punto de aplastarlas, por lo que en un acto instintivo, Tisca intenta proteger a la anciana con su propio cuerpo. Segundos antes del impacto, aparece una sombra que avanza a gran velocidad hacia ellas.

Tisca cierra los ojos en el momento en el que ve a una de las vigas venírsele encima, pero el sonido del hierro retorcerse momentos después le hace abrirlos de nuevo. No muy lejos de ella, una figura atlética salta hacia las vigas, las cuales golpea con gran fuerza, desviando todas a fuerza de patadas y puñetazos. Las vigas de metal caen en las inmediaciones sin dañar a ninguna persona.

-¡Mali! -alcanza a decir Tisca con asombro ante tal despliegue de fuerza y agilidad, pero una vez aterriza la figura, pronto descubre que se trata de otra persona.

-¿Se encuentran bien? -les pregunta un joven de aspecto asiático y con el torso descubierto, pantalones de mezclilla, y una banda oscura en la cabeza.

Antes de que la anciana o ella respondan las amigas de Tisca atraviesan la calle para reunirse con ellos y asegurarse de que estén bien.

-¡Tisca! ¿Te encuentras bien? –le pregunta Caris a su amiga.

-¿No te hiciste daño? ¡Estábamos muy preocupadas de que salieras lastimada! -secunda Brenda.

-Estamos bien gracias a él –responde Tisca. Es entonces que ella se da cuenta que de una de las manos del desconocido brota sangre-. ¡Estás herido!

-No es nada... -responde el muchacho, restándole importancia.

Rápidamente Tisca saca un pañuelo de seda que ella llevaba en su bolso y lo envuelve sobre la herida a modo de venda. -De ninguna manera –replica ella-. Me siento culpable, ya que fue por nuestra causa que resultaste herido.

Aunque incómodo, el joven se deja dócilmente colocar el pañuelo en el brazo para luego admirar el trabajo de Tisca en su mano; para entonces la venda ha detenido el flujo de sangre en la herida.

-Gracias por arriesgar tu vida para salvarme, dulce jovencita. Te estoy muy agradecida por ello. -interviene la anciana esbozando una sonrisa sincera.

-Por favor, quiero recompensarte por lo que hiciste –agrega el joven desconocido.

Poco después, Tisca se despide de sus amigas y acepta la invitación del joven y la anciana, quienes la llevan a una gran casa cuya decoración y amplios jardines invocan a la cultura china. Una vez allí, la anciana le ofrece una taza de té.

-...ya entiendo. Entonces, esta amable señora es tu abuela, ¿verdad?

-Así es. Ella es la única familia que tengo ahora… Desafortunadamente, debido a su avanzada edad, mi abuela a veces se desorienta y hasta pierde temporalmente la memoria, lo que hace que a veces se meta en problemas.

En eso, al momento de tratar de servirle el té a Tisca, la anciana la confunde con una estatua de la sala a quien saluda amablemente y le pregunta su nombre.

-Ahora comprendo… –dice Tisca, con una sonrisa forzada luego de ver el actuar extraño de la anciana.

-La manera en la que acudiste a ayudar a mi abuela, sin importar que pusieras en riesgo tu vida dice mucho de ti.

-De verdad, no fue nada -asegura Tisca tratando de restar importancia al asunto-. La verdad es que yo no pude hacer mucho. Creo que ya estoy acostumbrada a que cierta persona venga a mi rescate en situaciones como esa.

-¿A quién te refieres exactamente?

-No es nadie… digamos que es mi protector –asegura para entonces bajar un poco su tono de voz- …pero esta vez el muy holgazán decidió quedarse en casa.

Él chico se queda mirándola seriamente por unos momentos hasta que finalmente dice: -Entiendo... regresando al tema, mi abuela y yo te estaremos siempre agradecidos. ¿Cómo podemos compensarte?

-No tienes por qué hacerlo. Para mí fue un gusto ser de ayuda. Es lo que cualquier persona habría hecho.

El joven le responde con una sonrisa. Una hora más tarde, Tisca se despide de Xin frente a la puerta de la mansión.

-Al menos deja que mi chofer te lleve tu casa -insiste el muchacho.

-Ya llamé a la limusina de mi madre para que me recoja... ¡Oh! Ahí está -señala al tiempo que el vehículo se detiene frene a ellos.

- Fue un gusto conocerte. Me vino muy bien un té después del susto –se despide Tisca de él.

Una vez ha abordado el vehículo, Tisca se despide nuevamente de él desde la ventana.

-¿Al menos puedo conocer tu nombre?

-Mi nombre es Tisca.

-Es un honor conocerte. Mi nombre es Xin.

Mientras la limusina se aleja mientras se despide de él alegremente una última vez sacudiendo la mano. Xin permanece mirando en aquella dirección hasta que ésta desaparece entre el tráfico. La imagen de aquella muchacha desconocida todavía ocupa su mente al echar una mirada al pañuelo en su brazo, notando las iniciales de ella bordadas en la tela.

-Tisca... -murmura.

Esa tarde, Tisca llega a la mansión y camina directo a la zona común de entretenimiento, en donde en esos momentos su madre se encuentra sentada en el sofá, viendo la televisión. Así mismo, no muy lejos de allí Mali juega con Tiko, quien corre por todas partes cargando una bolsa de alimento por la cual ambos compiten.

-Veo que ya llegaste, cariño. ¿Cómo estuvo la película?

-No vi la película porque no llegué al cine.

-¿A caso pasó algo, querida? -pregunta su madre al notar el tono de disgusto en su hija.

Sin decir una palabra, Tisca dirige su mirada molesta hacia Mali y el mico, quien en esos momentos compiten por arrebatarse la bolsa de alimento con las bocas como si se tratasen de un par de cachorros.

-Sucede que ocurrió un accidente en el que una ancianita y yo casi morimos aplastadas por unas vigas. ¡Y todo porque ALGUIEN estaba muy ocupado comiendo comida chatarra en casa!
El tono de su voz provoca que Mai y el mico suspendan su pelea y se vuelvan para ver a Tisca, quien pasa de largo junto a ellos para después subir las escaleras y dirigirse a su habitación…

Tiempo después, Mali se encuentra trepado junto con su mono entre las ramas de su árbol favorito, reflexionando. -No entiendo por qué Tisca estaría molesta conmigo... ¿Crees que algo malo le haya pasado mientras estaba con sus amigas?

El mico le responde soltando alaridos cortos.

Días más tarde, Xin viaja en su limusina por la ciudad durante una lluviosa tarde cuando repentinamente, una cabellera rubia cubierta parcialmente por un paraguas que camina por la calle llama su atención.

-¡Detente! -le ordena al conductor para luego salir del vehículo apenas ésta se detiene sin importarle la lluvia.

Xin corre para intentar dar alcance a la chica hasta que consigue tocar su hombro. La chica se da vuelta, y para su decepción se encuentra con un rostro desconocido que lo mira inquisitivamente. Desanimado, Xin regresa al vehículo que lo espera.

-¿A dónde fue en medio de esta lluvia, señor? -le pregunta el chofer, extrañado al ver volver al joven cuyas ropas están completamente empapadas.

-A ningún lado... Creí que había visto a alguien que conocía.

-¿Se refiere a la chica que salvó el otro día, señor? Me parece que su nombre era Tisca.

Tras un breve silencio, Xin finalmente le responde: -Quiero que busques a qué escuela pertenece el uniforme que llevaba esa chica.

Dicho esto, Xin extrae de su bolsillo el pañuelo, ahora limpio, que Tisca le dio para contemplarlo por unos momentos.

A la mañana siguiente, la lluvia continúa cayendo persistentemente sobre la ciudad. La limusina de Xin se detiene frente a la escuela la que Tisca y Mali asisten.

-¿Estás seguro que esta es la escuela a la que asiste?

-En definitiva, señor. Este es el único colegio de la ciudad que utiliza uniformes con las características que usted me describió. Me tomé la libertad de inscribirlo. Estoy seguro que la encontrará señor -le asegura su conductor y sirviente al tiempo que le entrega un uniforme y su paraguas.

Una vez se ha puesto el uniforme y ha salido del auto, Xin se dedica durante los siguientes minutos a preguntar a los estudiantes que se dirigen al edificio si conocen a una chica llamada Tisca sin tener mucha suerte.

Poco después, otra limusina se detiene en la entrada de la cual salen Tisca y Mali apresuradamente, pues se les ha hecho tarde a ambos.

-¡Apresúrate, Mali! -lo alienta Tisca al tiempo que batalla por sostener su paraguas debido al fuerte viento-. ¡Si llegamos tarde otra vez nos pondrán un retardo! -asegura mientras se abre paso entre los estudiantes al escuchar las campanadas de la escuela que indican el comienzo de las clases.

Al mismo tiempo, poco más adelante, Xin continúa preguntando a un par de estudiantes por Tisca cuando en ese momento ella pasa al lado de él tan velozmente que ni siquiera repara en él.

Xin la reconoce de inmediato y su primer impulso es ir tras ella, al verla entrar a la escuela, pero repentinamente un fuerte viento lo golpea.

Debido al fuerte viento, Mali intenta sostener con fuerza su paraguas pero éste se le escapa de las manos y vuela directo a Xin, y en un intento por atrapar su paraguas acelera el paso. En eso, justo antes de que el paraguas impacte contra Xin, éste se da vuelta y en un acto reflejo lo hace pedazos con un rápido movimiento de la mano.

Al darse cuenta que está a punto de estrellarse con Xin, Mali intenta detener su avance, pero debido al suelo húmedo esto le resulta imposible, causando que Mali lo arroje involuntariamente a un charco de lodo cercano formado por la lluvia.

-¡Lo siento mucho! -se disculpa Mali mientras se levanta-. ¡Intenté detenerme, pero...!

Antes de que pueda terminar la frase, Xin le da un puñetazo en el rostro que lo arroja a varios metros de allí.

-¿Qué sucede contigo? ¡Por qué me golpeas! -le reprocha Mali, todavía tirado en el pasto de las inmediaciones-. ¡Ya te pedí disculpas!

Haciendo oídos sordos, Xin se lanza sobre él nuevamente intentando asestarle otro golpe en el rostro mientras Mali está tendido en el suelo, pero gracias a sus rápidos reflejos es capaz de esquivar el golpe arqueando su columna como un resorte y saltando lejos de su alcance hasta aterrizar seguro, cerca de un árbol cercano.

-¡Ya basta! -insiste Mali.

-Eres rápido -admite Xin antes de arrojarle palillos que terminan clavándose en el árbol detrás de Mali después de que éste las esquiva.

Rápidamente, Xin aprovecha el momento para calcular el punto en el que Mali piensa aterrizar y atacarle con otro puñado de palillos que Mali esta vez no es capaz de evadir completamente, por lo que rápidamente, toma un puñado de piedras que arroja contra los palillos, logrando así bloquear los proyectiles.

Sin darle un segundo de respiro, Xin se arroja sobre Mali atacándolo con una lluvia de puñetazos. Poco a poco y sin que Mali se dé cuenta de ello, Xin lo obliga a retroceder hacia una de las paredes de la escuela, en donde una vez lo tiene acorralado le lanza un golpe especialmente fuere que Mali evita aprovechando lo resbaladizo del suelo para deslizarse por entre las piernas de Xin. Para entonces, la fuerza del golpe de Xin ha causado que una parte considerable del muro se cuartee.

-¡Por qué haces esto! -le reprocha Mali.

Por un momento Xin hace una pausa para responderle con voz calma y fría: -Nadie se mete conmigo. No permitiré que nadie me humille de esta manera.

Cuando Xin se dispone a reanudar su ataque, nota a su alrededor a los estudiantes de la escuela observándolo con temor. En eso, la voz de uno de los maestros de la escuela se acerca para ver lo que sucede.

-Esto no ha terminado entre tú y yo.

Tanto los estudiantes de los alrededores como Mali vuelven su atención al maestro que acaba de llegar al lugar. Para entonces Xin ha desaparecido…

Ese mismo día, durante la hora del almuerzo, Mali se pasa molestando a Tisca tomando una de sus plumas preferidas, lo que le hace perseguirle por toda la escuela.

-¡Ven acá! ¡Regrésame mi pluma, Mali!

-¡Primero tienes que atraparme! -asegura éste entre risas con Tisca detrás de él. Ella entonces toma la escoba del intendente que se encontraba casualmente por ahí y reanuda la consecución al tiempo que intenta golpearle con esta.

En ese momento, Xin camina por los pasillos de la escuela llevando el pañuelo de Tisca entre manos con la esperanza de encontrarla, es entonces que el alboroto llama su atención. No muy lejos de allí encuentra a Tisca corriendo detrás de Mali, a quien reconoce de inmediato.

-¡Es ella...! Y está con el sujeto de esta mañana.

Entre tanto, Mali logra escabullirse de Tisca con facilidad para luego trepar a un árbol desde el cual continúa jugando con ella.

-¡Baja de allí ahora mismo, chico mono! ¡Hablo en serio! -le ordena Tisca, furiosa.

-Te la devolveré si subes a jugar conmigo a este árbol.

El comentario la hace enfurecer más. -¡¿A caso me tomas por loca?! ¡Yo no puedo subir hasta allá!

-Si subes, te daré de mis de larvas.

-¡A mí no me gustan las larvas! Muy bien, si así lo quieres... –dice a voz en cuello al tiempo que intenta sacudir el árbol con todas sus fuerzas.

Al ver que sus intentos no dan resultado y frustrada, Tisca comienza a dar manotazos con las palmas al árbol, algo que cae en gracia a Mali. De pronto y sin previo aviso, una ráfaga sacude el árbol, cuya enorme fuerza le hace ceder ante la inmensa presión hasta derribarlo.

Mali logra ponerse a salvo saltando hacia una de las paredes y frena su descenso en vertical a haciendo uso de la fricción de sus manos y pies con la pared, logrando llegar sano y salvo al suelo.

Asustada por lo que acaba de suceder, Tisca se aparta de la base destrozada del árbol. Pronto, ella, Mali, así como el resto de los estudiantes en la escena descubren que el responsable de haber derribado el árbol es nada menos que Xin, quien tiene en la mira en Mali.

-¡Pero si es...! -exclama Tisca al reconocerlo.

-Debí suponerlo - Xin dirigiéndose a Mali-. Tu velocidad, tu fuerza... Tú eras el protector del que Tisca me habló. No sólo trataste de humillarme temprano esta mañana, también eres responsable de que Tisca haya puesto su vida en riesgo el otro día.

-¿Qué? ¿De qué hablas? ¡Ya te dije que lo de en la mañana fue una equivocación! –le espeta Mali.

-¡Por supuesto que fue una equivocación… para ti! ¡No mereces tenerla a tu lado!

-¡Espera Xin! -interviene Tisca-. ¡Esto es un malentendido!

Ignorando las súplicas de Tisca, Xin se dispone a atacar a Mali lanzándole una patada al rostro que éste logra esquivar, pero en vez de desistir, Xin gana nuevamente impulso antes de que Mali pueda reaccionar, golpeándolo fuertemente en el vientre y causando que éste se estrelle contra el muro de la barda de la escuela, causando daños en la estructura. Xin acomete nuevamente lanzado un segundo puñetazo que termina por agravar los daños a la barda, ya que Mali logra saltar sobre ésta apenas a tiempo. Xin le sigue saltando a la parte superior de la barda, donde continúan la pelea.

Tisca, al igual que otros estudiantes los siguen en tierra para no perderse la acción. -¡Detente, Xin! ¡Estás equivocado! –grita ella intentando de hacer entrar en razón a Xin, pero sus súplicas no son escuchadas.

Mali se mantiene a raya de la pelea, limitándose a bloquear o a evadir los golpes, pero la agresividad del ataque se acentúa por parte de Xin, lo que provoca que con una poderosa patada lo arroje a la calle. Mali termina por caer en medio del camino, y antes de darse cuenta, un automóvil está por pasarle encima

-¡Mali! -grita Tisca, temiendo lo peor.

Mai entonces logra apartarse a tiempo impulsándose con las manos hasta la acera. Xin lo sigue de cerca aterrizando sobre el automóvil que por poco arrolla a Mali para después derribar un semáforo con un movimiento de su mano que estaba destinado para caer en su rival.

Repentinamente Mali no se contiene más y le suelta un tremendo puñetazo a la barbilla que arroja a su adversario por el aire hasta caer pesadamente sobre el asfalto de la calle.

Ante esto, Mali parece sorprendido ante su propia reacción, por lo que trata de enmendar su error tratando de ayudar a Xin a levantarse. -¡Lo lamento! No quise hacerte daño.

Cuando lo tiene a su alcance, Xin se recupera rápidamente apresando a Mali con las piernas, mismas que usa para estrellarlo de cabeza sobre el concreto, entonces se levanta de un salto sin daño aparente.

-Pagarás por todo lo que me has hecho.

En ese momento Xin pisotea la cabeza de Mali contra el suelo en repetidas ocasiones hasta que éste toma con ambas manos su pie y con una furia desmedida lo arroja con fuerza contra el suelo, reventando el concreto circundante con el impacto

Después de quedar unos momentos tenido en el suelo, Mali se levanta trabajosamente; lo mismo hace Xin.

-Te… lo pido... -dice Mali respirando agitadamente- No me gusta la violencia... No quiero hacerte daño.

Tisca, que había presenciado la pelea desde el otro lado de la calle se da cuenta que nunca había visto a Mali tan enojado ni hablar tan en serio antes. -Mali...







No hay comentarios.:

Publicar un comentario