El rival de Mali
Han terminado las
clases, y en vez de regresar a casa en limusina como de costumbre, Tisca decide
ir al centro de la ciudad con unas amigas con quienes camina por una transitada
calle mientras bromean y ríen con dirección al cine.
Al mismo tiempo, al
otro lado de la calle, una anciana de apariencia asiática avanza lentamente
frente a un edificio en construcción, ignorando las advertencias de peligro
colocadas en la barda. En ese mismo instante, un operador de grúa se encuentra
levantando pesadas vigas cuyo destino son los pisos superiores de la
construcción, pero en plena operación, una de las vigas choca contra uno de los
soportes del edificio, provocando que la grúa pierda el equilibrio
peligrosamente al tiempo que una de las vigas se precipita al suelo y termina
clavándose con fuerza en el concreto al caer. La anciana, que estaba a poco más
de un escaso metro de distancia reacciona asustada y cae de espaldas incapaz de
levantarse por sí sola, lo que la pone en riesgo de ser lastimada por el resto
de las vigas, que cuelgan peligrosamente sobre su cabeza
El estruendo de la
viga al chocar contra el suelo llama la atención de Tisca y las chicas.
-¡Miren! -exclama Brenda con preocupación-. ¡Esas vigas están a punto de caer
sobre esa anciana!
Por un momento las
tres permanecen inmóviles y sin saber cómo reaccionar ante semejante situación
hasta que Tisca suprime su temor y atraviesa la calle apenas tomando en cuenta
a los automóviles que avanzan velozmente sobre el camino. Una vez llega con la anciana,
la urge a que se levante e intenta ayudar a ponerla de pie, pero debido a la
impresión y el susto, a la abuela se le hace imposible hacer reaccionar a sus
piernas. -¡Vamos! ¡Tenemos que movernos de aquí! -apremia Tisca a la mujer con
creciente frustración.
Repentinamente, el
soporte que sostenía las vigas termina por vencerse por completo y una lluvia
mortal de acero se precipita a tierra sobre ellas. Las amigas de Tisca
presencian con impotencia el momento en el que las vigas están a punto de aplastarlas,
por lo que en un acto instintivo, Tisca intenta proteger a la anciana con su
propio cuerpo. Segundos antes del impacto, aparece una sombra que avanza a gran
velocidad hacia ellas.
Tisca cierra los ojos
en el momento en el que ve a una de las vigas venírsele encima, pero el sonido
del hierro retorcerse momentos después le hace abrirlos de nuevo. No muy lejos
de ella, una figura atlética salta hacia las vigas, las cuales golpea con gran
fuerza, desviando todas a fuerza de patadas y puñetazos. Las vigas de metal
caen en las inmediaciones sin dañar a ninguna persona.
-¡Mali! -alcanza a
decir Tisca con asombro ante tal despliegue de fuerza y agilidad, pero una vez
aterriza la figura, pronto descubre que se trata de otra persona.
-¿Se encuentran bien?
-les pregunta un joven de aspecto asiático y con el torso descubierto,
pantalones de mezclilla, y una banda oscura en la cabeza.
Antes de que la
anciana o ella respondan las amigas de Tisca atraviesan la calle para reunirse
con ellos y asegurarse de que estén bien.
-¡Tisca! ¿Te
encuentras bien? –le pregunta Caris a su amiga.
-¿No te hiciste daño?
¡Estábamos muy preocupadas de que salieras lastimada! -secunda Brenda.
-Estamos bien gracias
a él –responde Tisca. Es entonces que ella se da cuenta que de una de las manos
del desconocido brota sangre-. ¡Estás herido!
-No es nada...
-responde el muchacho, restándole importancia.
Rápidamente Tisca saca
un pañuelo de seda que ella llevaba en su bolso y lo envuelve sobre la herida a
modo de venda. -De ninguna manera –replica ella-. Me siento culpable, ya que
fue por nuestra causa que resultaste herido.
Aunque incómodo, el
joven se deja dócilmente colocar el pañuelo en el brazo para luego admirar el
trabajo de Tisca en su mano; para entonces la venda ha detenido el flujo de
sangre en la herida.
-Gracias por arriesgar
tu vida para salvarme, dulce jovencita. Te estoy muy agradecida por ello.
-interviene la anciana esbozando una sonrisa sincera.
-Por favor, quiero
recompensarte por lo que hiciste –agrega el joven desconocido.
Poco después, Tisca se
despide de sus amigas y acepta la invitación del joven y la anciana, quienes la
llevan a una gran casa cuya decoración y amplios jardines invocan a la cultura
china. Una vez allí, la anciana le ofrece una taza de té.
-...ya entiendo.
Entonces, esta amable señora es tu abuela, ¿verdad?
-Así es. Ella es la
única familia que tengo ahora… Desafortunadamente, debido a su avanzada edad,
mi abuela a veces se desorienta y hasta pierde temporalmente la memoria, lo que
hace que a veces se meta en problemas.
En eso, al momento de
tratar de servirle el té a Tisca, la anciana la confunde con una estatua de la
sala a quien saluda amablemente y le pregunta su nombre.
-Ahora comprendo…
–dice Tisca, con una sonrisa forzada luego de ver el actuar extraño de la
anciana.
-La manera en la que
acudiste a ayudar a mi abuela, sin importar que pusieras en riesgo tu vida dice
mucho de ti.
-De verdad, no fue
nada -asegura Tisca tratando de restar importancia al asunto-. La verdad es que
yo no pude hacer mucho. Creo que ya estoy acostumbrada a que cierta persona
venga a mi rescate en situaciones como esa.
-¿A quién te refieres exactamente?
-No es nadie… digamos
que es mi protector –asegura para entonces bajar un poco su tono de voz- …pero
esta vez el muy holgazán decidió quedarse en casa.
Él chico se queda
mirándola seriamente por unos momentos hasta que finalmente dice: -Entiendo...
regresando al tema, mi abuela y yo te estaremos siempre agradecidos. ¿Cómo podemos
compensarte?
-No tienes por qué
hacerlo. Para mí fue un gusto ser de ayuda. Es lo que cualquier persona habría
hecho.
El joven le responde
con una sonrisa. Una hora más tarde, Tisca se despide de Xin frente a la puerta
de la mansión.
-Al menos deja que mi
chofer te lleve tu casa -insiste el muchacho.
-Ya llamé a la
limusina de mi madre para que me recoja... ¡Oh! Ahí está -señala al tiempo que
el vehículo se detiene frene a ellos.
- Fue un gusto
conocerte. Me vino muy bien un té después del susto –se despide Tisca de él.
Una vez ha abordado el
vehículo, Tisca se despide nuevamente de él desde la ventana.
-¿Al menos puedo
conocer tu nombre?
-Mi nombre es Tisca.
-Es un honor
conocerte. Mi nombre es Xin.
Mientras la limusina
se aleja mientras se despide de él alegremente una última vez sacudiendo la
mano. Xin permanece mirando en aquella dirección hasta que ésta desaparece
entre el tráfico. La imagen de aquella muchacha desconocida todavía ocupa su
mente al echar una mirada al pañuelo en su brazo, notando las iniciales de ella
bordadas en la tela.
-Tisca... -murmura.
Esa tarde, Tisca llega
a la mansión y camina directo a la zona común de entretenimiento, en donde en
esos momentos su madre se encuentra sentada en el sofá, viendo la televisión.
Así mismo, no muy lejos de allí Mali juega con Tiko, quien corre por todas partes
cargando una bolsa de alimento por la cual ambos compiten.
-Veo que ya llegaste,
cariño. ¿Cómo estuvo la película?
-No vi la película
porque no llegué al cine.
-¿A caso pasó algo, querida?
-pregunta su madre al notar el tono de disgusto en su hija.
Sin decir una palabra,
Tisca dirige su mirada molesta hacia Mali y el mico, quien en esos momentos compiten
por arrebatarse la bolsa de alimento con las bocas como si se tratasen de un
par de cachorros.
-Sucede que ocurrió un
accidente en el que una ancianita y yo casi morimos aplastadas por unas vigas.
¡Y todo porque ALGUIEN estaba muy ocupado comiendo comida chatarra en casa!
El tono de su voz
provoca que Mai y el mico suspendan su pelea y se vuelvan para ver a Tisca,
quien pasa de largo junto a ellos para después subir las escaleras y dirigirse
a su habitación…
Tiempo después, Mali
se encuentra trepado junto con su mono entre las ramas de su árbol favorito,
reflexionando. -No entiendo por qué Tisca estaría molesta conmigo... ¿Crees que
algo malo le haya pasado mientras estaba con sus amigas?
El mico le responde
soltando alaridos cortos.
Días más tarde, Xin
viaja en su limusina por la ciudad durante una lluviosa tarde cuando repentinamente,
una cabellera rubia cubierta parcialmente por un paraguas que camina por la
calle llama su atención.
-¡Detente! -le ordena
al conductor para luego salir del vehículo apenas ésta se detiene sin
importarle la lluvia.
Xin corre para
intentar dar alcance a la chica hasta que consigue tocar su hombro. La chica se
da vuelta, y para su decepción se encuentra con un rostro desconocido que lo
mira inquisitivamente. Desanimado, Xin regresa al vehículo que lo espera.
-¿A dónde fue en medio
de esta lluvia, señor? -le pregunta el chofer, extrañado al ver volver al joven
cuyas ropas están completamente empapadas.
-A ningún lado... Creí
que había visto a alguien que conocía.
-¿Se refiere a la
chica que salvó el otro día, señor? Me parece que su nombre era Tisca.
Tras un breve
silencio, Xin finalmente le responde: -Quiero que busques a qué escuela
pertenece el uniforme que llevaba esa chica.
Dicho esto, Xin extrae
de su bolsillo el pañuelo, ahora limpio, que Tisca le dio para contemplarlo por
unos momentos.
A la mañana siguiente,
la lluvia continúa cayendo persistentemente sobre la ciudad. La limusina de Xin
se detiene frente a la escuela la que Tisca y Mali asisten.
-¿Estás seguro que
esta es la escuela a la que asiste?
-En definitiva, señor.
Este es el único colegio de la ciudad que utiliza uniformes con las
características que usted me describió. Me tomé la libertad de inscribirlo.
Estoy seguro que la encontrará señor -le asegura su conductor y sirviente al
tiempo que le entrega un uniforme y su paraguas.
Una vez se ha puesto
el uniforme y ha salido del auto, Xin se dedica durante los siguientes minutos
a preguntar a los estudiantes que se dirigen al edificio si conocen a una chica
llamada Tisca sin tener mucha suerte.
Poco después, otra
limusina se detiene en la entrada de la cual salen Tisca y Mali
apresuradamente, pues se les ha hecho tarde a ambos.
-¡Apresúrate, Mali!
-lo alienta Tisca al tiempo que batalla por sostener su paraguas debido al
fuerte viento-. ¡Si llegamos tarde otra vez nos pondrán un retardo! -asegura
mientras se abre paso entre los estudiantes al escuchar las campanadas de la
escuela que indican el comienzo de las clases.
Al mismo tiempo, poco
más adelante, Xin continúa preguntando a un par de estudiantes por Tisca cuando
en ese momento ella pasa al lado de él tan velozmente que ni siquiera repara en
él.
Xin la reconoce de
inmediato y su primer impulso es ir tras ella, al verla entrar a la escuela,
pero repentinamente un fuerte viento lo golpea.
Debido al fuerte
viento, Mali intenta sostener con fuerza su paraguas pero éste se le escapa de
las manos y vuela directo a Xin, y en un intento por atrapar su paraguas
acelera el paso. En eso, justo antes de que el paraguas impacte contra Xin,
éste se da vuelta y en un acto reflejo lo hace pedazos con un rápido movimiento
de la mano.
Al darse cuenta que
está a punto de estrellarse con Xin, Mali intenta detener su avance, pero
debido al suelo húmedo esto le resulta imposible, causando que Mali lo arroje
involuntariamente a un charco de lodo cercano formado por la lluvia.
-¡Lo siento mucho! -se
disculpa Mali mientras se levanta-. ¡Intenté detenerme, pero...!
Antes de que pueda
terminar la frase, Xin le da un puñetazo en el rostro que lo arroja a varios
metros de allí.
-¿Qué sucede contigo?
¡Por qué me golpeas! -le reprocha Mali, todavía tirado en el pasto de las
inmediaciones-. ¡Ya te pedí disculpas!
Haciendo oídos sordos,
Xin se lanza sobre él nuevamente intentando asestarle otro golpe en el rostro
mientras Mali está tendido en el suelo, pero gracias a sus rápidos reflejos es
capaz de esquivar el golpe arqueando su columna como un resorte y saltando
lejos de su alcance hasta aterrizar seguro, cerca de un árbol cercano.
-¡Ya basta! -insiste
Mali.
-Eres rápido -admite
Xin antes de arrojarle palillos que terminan clavándose en el árbol detrás de
Mali después de que éste las esquiva.
Rápidamente, Xin aprovecha
el momento para calcular el punto en el que Mali piensa aterrizar y atacarle
con otro puñado de palillos que Mali esta vez no es capaz de evadir completamente,
por lo que rápidamente, toma un puñado de piedras que arroja contra los
palillos, logrando así bloquear los proyectiles.
Sin darle un segundo
de respiro, Xin se arroja sobre Mali atacándolo con una lluvia de puñetazos.
Poco a poco y sin que Mali se dé cuenta de ello, Xin lo obliga a retroceder
hacia una de las paredes de la escuela, en donde una vez lo tiene acorralado le
lanza un golpe especialmente fuere que Mali evita aprovechando lo resbaladizo
del suelo para deslizarse por entre las piernas de Xin. Para entonces, la
fuerza del golpe de Xin ha causado que una parte considerable del muro se
cuartee.
-¡Por qué haces esto!
-le reprocha Mali.
Por un momento Xin
hace una pausa para responderle con voz calma y fría: -Nadie se mete conmigo.
No permitiré que nadie me humille de esta manera.
Cuando Xin se dispone
a reanudar su ataque, nota a su alrededor a los estudiantes de la escuela
observándolo con temor. En eso, la voz de uno de los maestros de la escuela se
acerca para ver lo que sucede.
-Esto no ha terminado
entre tú y yo.
Tanto los estudiantes de
los alrededores como Mali vuelven su atención al maestro que acaba de llegar al
lugar. Para entonces Xin ha desaparecido…
Ese mismo día, durante
la hora del almuerzo, Mali se pasa molestando a Tisca tomando una de sus plumas
preferidas, lo que le hace perseguirle por toda la escuela.
-¡Ven acá! ¡Regrésame
mi pluma, Mali!
-¡Primero tienes que
atraparme! -asegura éste entre risas con Tisca detrás de él. Ella entonces toma
la escoba del intendente que se encontraba casualmente por ahí y reanuda la
consecución al tiempo que intenta golpearle con esta.
En ese momento, Xin
camina por los pasillos de la escuela llevando el pañuelo de Tisca entre manos
con la esperanza de encontrarla, es entonces que el alboroto llama su atención.
No muy lejos de allí encuentra a Tisca corriendo detrás de Mali, a quien
reconoce de inmediato.
-¡Es ella...! Y está
con el sujeto de esta mañana.
Entre tanto, Mali
logra escabullirse de Tisca con facilidad para luego trepar a un árbol desde el
cual continúa jugando con ella.
-¡Baja de allí ahora
mismo, chico mono! ¡Hablo en serio! -le ordena Tisca, furiosa.
-Te la devolveré si
subes a jugar conmigo a este árbol.
El comentario la hace enfurecer
más. -¡¿A caso me tomas por loca?! ¡Yo no puedo subir hasta allá!
-Si subes, te daré de
mis de larvas.
-¡A mí no me gustan
las larvas! Muy bien, si así lo quieres... –dice a voz en cuello al tiempo que
intenta sacudir el árbol con todas sus fuerzas.
Al ver que sus intentos
no dan resultado y frustrada, Tisca comienza a dar manotazos con las palmas al
árbol, algo que cae en gracia a Mali. De pronto y sin previo aviso, una ráfaga
sacude el árbol, cuya enorme fuerza le hace ceder ante la inmensa presión hasta
derribarlo.
Mali logra ponerse a
salvo saltando hacia una de las paredes y frena su descenso en vertical a haciendo
uso de la fricción de sus manos y pies con la pared, logrando llegar sano y
salvo al suelo.
Asustada por lo que
acaba de suceder, Tisca se aparta de la base destrozada del árbol. Pronto,
ella, Mali, así como el resto de los estudiantes en la escena descubren que el
responsable de haber derribado el árbol es nada menos que Xin, quien tiene en
la mira en Mali.
-¡Pero si es...!
-exclama Tisca al reconocerlo.
-Debí suponerlo - Xin dirigiéndose
a Mali-. Tu velocidad, tu fuerza... Tú eras el protector del que Tisca me
habló. No sólo trataste de humillarme temprano esta mañana, también eres
responsable de que Tisca haya puesto su vida en riesgo el otro día.
-¿Qué? ¿De qué hablas?
¡Ya te dije que lo de en la mañana fue una equivocación! –le espeta Mali.
-¡Por supuesto que fue
una equivocación… para ti! ¡No mereces tenerla a tu lado!
-¡Espera Xin!
-interviene Tisca-. ¡Esto es un malentendido!
Ignorando las súplicas
de Tisca, Xin se dispone a atacar a Mali lanzándole una patada al rostro que
éste logra esquivar, pero en vez de desistir, Xin gana nuevamente impulso antes
de que Mali pueda reaccionar, golpeándolo fuertemente en el vientre y causando
que éste se estrelle contra el muro de la barda de la escuela, causando daños
en la estructura. Xin acomete nuevamente lanzado un segundo puñetazo que
termina por agravar los daños a la barda, ya que Mali logra saltar sobre ésta
apenas a tiempo. Xin le sigue saltando a la parte superior de la barda, donde
continúan la pelea.
Tisca, al igual que
otros estudiantes los siguen en tierra para no perderse la acción. -¡Detente,
Xin! ¡Estás equivocado! –grita ella intentando de hacer entrar en razón a Xin,
pero sus súplicas no son escuchadas.
Mali se mantiene a
raya de la pelea, limitándose a bloquear o a evadir los golpes, pero la
agresividad del ataque se acentúa por parte de Xin, lo que provoca que con una
poderosa patada lo arroje a la calle. Mali termina por caer en medio del
camino, y antes de darse cuenta, un automóvil está por pasarle encima
-¡Mali! -grita Tisca,
temiendo lo peor.
Mai entonces logra
apartarse a tiempo impulsándose con las manos hasta la acera. Xin lo sigue de
cerca aterrizando sobre el automóvil que por poco arrolla a Mali para después
derribar un semáforo con un movimiento de su mano que estaba destinado para
caer en su rival.
Repentinamente Mali no
se contiene más y le suelta un tremendo puñetazo a la barbilla que arroja a su
adversario por el aire hasta caer pesadamente sobre el asfalto de la calle.
Ante esto, Mali parece
sorprendido ante su propia reacción, por lo que trata de enmendar su error
tratando de ayudar a Xin a levantarse. -¡Lo lamento! No quise hacerte daño.
Cuando lo tiene a su
alcance, Xin se recupera rápidamente apresando a Mali con las piernas, mismas
que usa para estrellarlo de cabeza sobre el concreto, entonces se levanta de un
salto sin daño aparente.
-Pagarás por todo lo
que me has hecho.
En ese momento Xin
pisotea la cabeza de Mali contra el suelo en repetidas ocasiones hasta que éste
toma con ambas manos su pie y con una furia desmedida lo arroja con fuerza
contra el suelo, reventando el concreto circundante con el impacto
Después de quedar unos
momentos tenido en el suelo, Mali se levanta trabajosamente; lo mismo hace Xin.
-Te… lo pido... -dice
Mali respirando agitadamente- No me gusta la violencia... No quiero hacerte
daño.
Tisca, que había
presenciado la pelea desde el otro lado de la calle se da cuenta que nunca había
visto a Mali tan enojado ni hablar tan en serio antes. -Mali...
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