05 julio, 2019

Una historia de la jungla: Capítulo 28




La vida en la ciudad no siempre es color de rosa, en especial cuando una bolsa de dineroy el destino llevan a Mali y a Tisca a conocer a la gente equivocada. ¿Qué es más poderosa, la bala, o la banana?






El asalto al banco

Ha llegado el fin de semana a la ciudad, por lo que Mali aprovecha el tiempo libre que tiene para salir a pasear junto con su mono mascota, que descansa subido sobe su cabeza mientras ambos disfrutan comiendo un cono de helado de camino a la mansión.

No muy lejos de allí, otra escena totalmente distinta se lleva a cabo cuando un camión recolector de basura se detiene frente a un banco, y del cual salen dos tipos de aspecto rudo junto con una mujer, todos ataviados con ropas de recolectores de basura. Los cuales entran al banco al tiempo que un cuarto sujeto con una cicatriz en el rostro y cara de pocos amigos los espera dentro del camión.

Una vez dentro, los hombres sacan armas de fuego y con ellas amenazan a clientes y empleados por igual. Indefensas, las víctimas no tienen más remedio que cooperar y entregarles sus pertenencias, y una vez los maleantes tienen lo que quieren, los hombres y la mujer esconden el botín en bolsas para la basura y salen por la parte trasera del banco, en donde el camión de basura ya los espera. Para cuando el vehículo arranca se pueden escuchar el ulular de las sirenas de la policía acercándose a la escena del crimen.

Entre tanto, Mali cruza la calle despreocupadamente mientras come un helado cuando el rechinar de unos neumáticos le hace girar la cabeza, encontrándose con un enorme camión que se dirige hacia él y está a punto de arrollarlo.

-¡Jefe! ¡Hay un chico en medio de la calle! -alerta uno de los secuaces a bordo del camión al conductor, quien ignora su advertencia y en vez de ello pisa el acelerador a fondo con los ojos fijos en el chico y su mono.

Sabiendo que la colisión es inminente, Mali instintivamente corre directo hacia el vehículo y de un salto trepa hasta el techo a toda velocidad hasta pasar sobre él, evitando así un choque de frente. Finalmente Mali, apoyando su mano en el techo del vehículo se impulsa hasta aterrizar de pie con todo y mono en medio de la calle sin un rasguño. Tanto el mono como Mali entonces hacen un truco final al atrapar las bolas de helado que habían arrojado al aire antes de saltar hacia el camión. Entonces un objeto pesado golpea inesperadamente a Mali por detrás en la cabeza, derribándolo. Para cuando logra reincorporarse, Mali observa al camión desaparecer dejando atrás una bolsa en medio de la calle.

-¡Hey! ¡Olvidaron esto! -los llama Mali en vano.

Incapaz de contener su curiosidad, Mali y su mono echan una mirada a su interior. Sus ojos pronto se encuentran con una potente luz cegadora que emana desde su interior...

Más tarde, ya en la mansión, Tisca disfruta de un baño relajante con espumas en su jacuzzi privado para sacudirse el estrés, pero cuando está a punto de salir, toma una toalla para secarse, y al removerla se encuentra con la cara de Mali y Tiko pegadas a la ventana, quienes le sonríen desde el otro lado.

Tisca lanza un grito tan fuerte al verlos allí que resbala de nuevo a la tina, dejando a Tisca aturdida en el fondo del jacuzzi y con la toalla que lleva puesta completamente mojada.

Poco después, ya vestida y con el cabello aún mojado, Tisca se reúne con Mali en su habitación.

-Bueno, ¿y a qué viene todo esto? -pregunta molesta

-Sucede que Tiko y yo encontramos esta bolsa y...

-¿Todo esto por una bolsa que encontraron en la calle? -dice furiosa, arrebatándosela de las manos-. seguramente se trata del almuerzo de algún trabajador.

Tisca entonces se dispone a echar un vistazo al interior, viéndose obligada a entrecerrar los ojos cuando una luz cegadora llega a sus pupilas. -¡Son joyas! -exclama, tras lo cual extrae una enorme piedra, casi del tamaño de su puño, y que resplandece intensamente.

-¡Increíble! -dice devolviendo la gema a la bolsa para luego cerrarla, incapaz de soportar su resplandor directo por mucho más tiempo-. ¡Es casi tres veces más grande que las joyas de mamá! ¿Dónde la encontraste?

Mali entonces se dispone a explicarle a Tisca lo sucedido. -...entonces, ¿qué crees que debamos hacer, Tisca?

-Por lo que me has dicho, seguramente alguien muy rico o un banco debió haber perdido las joyas al transportarlas. Tenemos que ir a la policía y entregarlas. Estoy segura de que ellos encontrarán al dueño -asegura tomando a Mali de la mano y arrastrándolo consigo.

Al mismo tiempo, en otra parte de la ciudad, el camión se ha detenido en una bodega abandonada y sus ocupantes hacen un recuento del botín.

-¡¿Cómo que no está?! -vocifera a gritos el líder de la banda con la cicatriz en el rostro.

-¡No lo entiendo! -responde la mujer-. ¡Estoy segura que estaba en una de las bolsas!

-¡Jefe! -grita un segundo secuaz desde la parte trasera desde el vehículo-. ¡La puerta trasera estaba abierta!

-¡¡Cómo es eso posible!! -estalla el líder alzando a su subordinado en vilo-. ¡¿Estás sugiriendo que alguien nos la robó?!

-Espera un momento -interrumpe la mujer luego de echar un vistazo al interior del vehículo-. Parece ser que la puerta se abrió por sí sola. Debió caerse debido a una fuerte sacudida mientras escapábamos de la policía.

-En ese caso, ¡cualquiera en esta ciudad podría tener la joya en sus manos! ¡Jamás la encontraremos! -asevera el tercer cómplice con frustración.

En eso, el jefe del grupo recuerda el momento de accidente en el que un joven con un mono se atraviesa frene a ellos. -Puede que no sea así... Creo tener una idea de quién puede tener nuestra joya... Estamos de suerte, muchachos -asevera luego de hacer una pausa para reír.

Tiempo después, la limusina se detiene en una calle en el centro de la ciudad de la cual bajan Tisca y Mali. Antes de partir se despiden de James, quien en ese momento conduce el vehículo. -Estaré cerca por si me necesitan -les asegura.

No pasa mucho para que Tisca y Mali entren a la comisaría de la policía y se planten frente a la recepción.

-¿Qué es lo que quieren? -pregunta con mal humor el servidor de la ley.

Con una sonrisa forzada, Tisca se presenta: -Mi nombre es Tisca, y estamos aquí porque mi amigo que ve aquí encontró...

En eso la voz de un vocero de la televisión la interrumpe presentando un boletín urgente que describe el robo del banco cometido hace poco. -¡De allí es de donde debe haber salido esta joya! -le susurra Tisca a Mali sin quitar la vista de la pantalla-. Acto seguido, el noticiero anuncia a un posible sospechoso que había sido captado en la escena del crimen por un testigo mostrando una serie de fotografías captadas a través de un teléfono móvil en las que aparece Mali, sosteniendo la bolsa del banco, y cuando se percata que es fotografiado, posa felizmente sosteniendo la piedra en mano, incluso se le puede ver tomándose una selfile con el dueño del teléfono, en cuya foto aparecen ambos sonriendo.

De inmediato el oficial reacciona y se vuelve hacia ellos. -¡¡Eres tú!! -inculpando a Mali, quien para entonces ya ha desaparecido de ahí junto con Tisca.

No pasa mucho para que pueda verse a ambos salir de la jefatura de policía corriendo tan rápido como pueden para alejarse de ahí. -¡Eres un torpe! ¡Cómo es que se te ocurre posar en plena calle con un diamante robado!

-¡Yo no sabía que era robado! -le espeta- ¡…Ni siquiera sé que es un diamante!

Mientras corren por la calle, el camión de la basura pasa a su lado a toda velocidad en dirección contraria. Al líder de la banda de asaltantes le toma unos momentos reconocer a Mali.

-¡Es el chico del mono! -ruge el maleante al pisar el freno hasta el fondo y hacer un giro cerrado entre el chirriar de las llantas-. ¡Ese es el chico que tiene nuestro diamante!

Después de un rato y exhaustos de tanto correr, Mali y Tisca finalmente se deciden a detenerse un momento para recobrar el aliento en un callejón oscuro y desolado.

-¡Esto está mal, muy mal! ¡La policía cree que nosotros robamos las joyas!

-Error, me buscan sólo a mí. Lo mejor es que salgas de aquí antes de que te metas en problemas, Tisca.

Su comentario la irrita. -¡No digas tonterías! ¡Tú no hiciste nada...! De todas formas, ahora que nos vieron juntos no hay forma de que no me impliquen a mí también. Lo que tenemos que hacer es llamar a James. Él sabrá qué hacer.

Tisca se dispone a llamar a su guardaespaldas, pero cuando está a punto de hacerlo, un cuchillo de cacería atraviesa el aire y le arrebata el aparato las manos, el cual termina incrustando el aparato sobre una pared. Para cuando vuelven la vista, ambos se encuentran con la banda que robó el banco observándolos, y a su líder frente a ellos.

-Ustedes no llamarán, ni tampoco irán a ninguna parte hasta que nos entreguen lo que nos pertenece.

Mali de inmediato los reconoce. -Ya los recuerdo... Ustedes son...

-Así es, muchacho -lo interrumpe el líder.

-Ustedes son los basureros de la ciudad -conjetura Mali inocentemente.

-¡No, muchachito gracioso! -asevera, el líder hecho una furia.- ¡Somos los que robamos el banco! Yo soy el líder de esta banda, y me conocen como colmillo de obsidiana. ¡Ahora, entréguenos la bolsa con las gemas!

-Pues si tanto las quieres, ¡ahí van! -exclama Mali al momento de arrojarles la bolsa a los maleantes.

El movimiento toma por sorpresa a la banda, pero antes de poder reaccionar, Tiko salta en el aire interceptando la bolsa y escapa con ella al trepar por entre los edificios, lejos del alcance de los maleantes.

-¡Sigan a ese mono! -ordena colmillo de obsidiana a sus esbirros, quienes no tardan en ir tras el primate. Pero al volverse hacia sus víctimas se da cuenta muy tarde que Mali y Tisca han aprovechado la oportunidad para escapar.

No lejos de allí, ambos continúan su escape hasta llegar a una avenida cuyo movimiento constante de vehículos les impide avanzar. Pronto no tarda en aparecer en la distancia colmillo de obsidiana, quien va tras ellos.

-¡¿Qué hacemos, Mali?! -pregunta Tisca angustiada.

En eso, una cuchilla afilada lanzada por su enemigo atraviesa el espacio entre ellos y corta un cable telefónico. -¡Sujétate de mí! -le ordena Mali a Tisca para después tomar el cable telefónico entre sus manos y usarlo para balancearse hasta la parte superior de un semáforo.

Para cuando se preparan a hacer un segundo salto, colmillo de obsidiana ya ha llegado al cruce y los ataca incesantemente lanzando sus cuchillas y navajas en dirección a ellos. Una de sus armas pasa a centímetros de Tisca, logrando cortar un mechón de cabello que estaba a punto de alcanzar su rostro de no ser por los rápidos reflejos de Mali, quien la retira de la trayectoria del proyectil.

-¡Maldición! -brama colmillo de obsidiana al verlos escapar.

Mali y Tisca finalmente llegan sanos y salvos a la otra orilla y continúan su escape hasta llegar a un parque cercano, en donde Mali trepa cargando a Tisca hasta la copa de un árbol para mantenerla oculta y a salvo de sus persecutores.

-Quédate aquí -le sugiere a Tisca.

-¡Espera, a donde vas!

-Tengo que volver por Tiko. Esos tipos no lo dejarán en paz mientras él tenga la bolsa con las joyas.

Mali se dispone a marcharse hasta que Tisca lo llama de nuevo: -¡No vayas!

-Descuida, tendré cuidado -se despide de ella para luego marcharse.

-No lo decía por eso -replica ella para sí misma, con cierto dejo de disgusto-. ¡Es que no quiero quedarme aquí arriba!

Entre tanto, Tiko trepa penosamente por un edificio cargando con la pesada bolsa que contiene las joyas hasta que finalmente logra llegar a la parte más alta de éste. No bien ha arrojado la bolsa al suelo y soltado un suspiro de alivio, la voz de uno de los rufianes lo pone en alerta.

-¡Quieto ahí, mono!

Los dos criminales junto con su compañera caminan hacia el mico, quien intenta cubrir la bolsa, colocándose detrás de esta en una posición protectora.

-Más vale que nos des lo que queremos si quieres volver a probar una banana en tu corta existencia -lo amenaza la mujer, apuntándole al mico entre los ojos al mismo tiempo que uno de sus compañeros toma la bolsa y el otro alza en vilo al animal por la cola.

De pronto, el rufián que sostiene la bolsa exclama: -¡No está! ¡El gran diamante no está!

-¡Tú sabes dónde está! -acusa el segundo tipo que tiene cautivo al mono-. ¡¿Dónde lo escondiste?!

El mono entonces esboza una sonrisa, revelando en el interior de su boca al gran diamante, y cuando el criminal intenta arrebatársela, Tiko le pica un ojo con el extremo de su cola.

-¡Ya me agotaste la paciencia! -exclama el hombre mientras forcejea con el animal hasta que repentinamente Mali reaparece y con todo su peso, lo patea en la nuca. El fuerte impacto contra el suelo deja al criminal fuera de combate al instante.

Al mismo tiempo, el segundo criminal se lanza sobre él intentando golpearle, pero Mali es lo suficientemente rápido y ágil para esquivar sus ataques con facilidad, y en uno de sus muchos intentos, Mali se hace a un lado, dejando que el rufián avance en línea recta hasta el borde del edificio, y antes de que éste caiga al vacío, Mali logra lazar su tobillo a una cuerda momentos antes de que éste se precipite al vacío y se pierda de vista.

Su compañera mujer criminal, que hasta ese momento se limitaba a verlos pelear apunta entonces a Mali con su arma con la intención de dispararle, pero antes de que eso suceda, Mali le hace una seña para que mire a sus pies. Es entonces que ella se da cuenta que el otro extremo de la cuerda se encuentra justo bajo sus pies, y la cuerda se extiende por encima de ella hasta un anuncio publicitario sobre sus cabezas. Segundos después, la cuerda se tensa por el peso de su compañero que ha caído al vacío, terminando por arrastrarla hasta dejarla colgada de cabeza sobre el anuncio, tirando su pistola en el proceso y quedando demasiado aturdida como para intentar liberarse.

Habiéndose deshecho de sus agresores, Mali y Tiko se reencuentran chocando palmas. -¡Buen trabajo, Tiko! Ahora sólo falta volver con Tisca.

Repentinamente la voz del líder de la banda arruina el feliz momento: -¿Buscabas algo, niño?

Al volver la vista, Mali observa desde el otro extremo del lugar al líder de la banda junto a Tisca, a quien ha tomado como rehén y retiene con fuerza en contra de su voluntad amenazándola con un cuchillo que mantiene cerca de su cuello.

-¡Tisca!

-¡Se acabó el juego, niño! ¡Entrégame la bolsa si no quieres que tu novia estrene una nueva cicatriz como la mía en su rostro!

Mali entonces se dispone a arrojarle la bolsa con las joyas hasta que el hombre puntualiza. -¡Sin trucos esta vez!

Sin otra salida, Mali se ve obligado a entregarle en persona la bolsa con las joyas, pero en lugar de soltar a Tisca, inesperadamente el maleante la sujeta con mayor fuerza.

-¡Ya he cumplido con mi parte! ¡Suéltala!

-¿Soltarla? ¡Quién dijo que la soltaría! -repone colmillo de obsidiana con una sonrisa maliciosa-. Verás, niño. Ahora que la policía piensa que tú robaste las joyas, eres el perfecto chivo expiatorio para que los distraigas mientras que yo escapo. Es una lástima para tu amiguita, pero para que mi plan funcione, tengo que deshacerme de cualquier testigo.

-¡¡No te atrevas!!

Sin dejar de sonreír el maleante vocifera: -¡Despídete de ella!

En eso, el sonido del rotor de un helicóptero distrae al maleante, y para cuando se vuelve, presencia la llegada de un helicóptero de la policía en cuyo interior se encuentra James. -¡Esta es la policía! -dice éste a través del altavoz que sostiene con la mano-. ¡Lo tenemos rodeado!

Tisca aprovecha el momento de distracción para golpear al maleante en la parte baja del abdomen, provocándole un dolor tal que éste la suelta instantáneamente. Acto seguido, Mali lo remata tomando impulso y asestándole una patada en el rostro que le tira varios dientes y lo derriba, cayendo inconsciente al piso...

Horas después, la familia se encuentra reunida en la sala de entretenimiento de la mansión en espera de las noticias de la tarde.

-Parece que tuvieron un día muy entretenido -dice Acanta con una sonrisa en el rostro.

-¿Entretenido? ¡Un tipo me amenazó con una navaja, mamá! -repone.

-Pero James estuvo allí para rescatarlos, ¿no es cierto? Les dije que es un buen guardaespaldas.

-Pero James no se apareció sino hasta el último momento -agrega Mali con desgano.

-¡Silencio! ¡Aquí viene el reportaje que nos hicieron después de que arrestaron a esos tipos!

En el televisor se puede ver a una reportera posar frente a un camión de la policía mientras los criminales son subidos al vehículo. No muy lejos de ahí se pueden ver a Tisca, Mali y James posando ante las cámaras.

“Estamos aquí, en el centro de la ciudad con una noticia: Después del robo al banco de esta tarde, los planes de estos criminales de la justicia fueron frustrados gracias a la valentía y arrojo de este simpático muchacho y su mono...”

-¡¿Qué?! -repone Tisca con incredulidad y asombro al ver que es completamente ignorada por la reportera, y su imagen está fuera de cuadro para dar prioridad a Mali.

-¿Díganos, joven, de dónde encontró el coraje para enfrentar a semejantes criminales cara a cara? -continúa la reportera.

-Bueno, la verdad es que no fue difícil. De donde yo vengo estoy acostumbrado a lidiar con fieras de toda clase.

Un poco confundida, la reportera insiste: ¿Pero, no le dio miedo enfrentarlos sabiendo que estaban armados y que portaban armas de fuego?

-¡Claro que no! -responde Mali con modestia.

-¡No cabe duda, televidentes, este chico es la viva imagen de la valentía!

-Oiga, dígame, ¿qué es un arma de fuego? -pregunta Mali ante la incredulidad de la reportera y para vergüenza de Tisca.




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