12 mayo, 2019

Una historia de la jungla: Capítulo 27




La rivalidad entre Capricia y Tisca no es nueva, pero a diferencia del pasado, esta vez Capricia no busca competir sólo en actividades físicas. Por supuesto, Mali quedará involucrado en medio de las dos.






La tenacidad de Capricia


Es temprano en la mañana, y las clases están por empezar. Dos estudiantes se dirijen a toda velocidad hacia la entrada, uno de ellos es Mali, y el otro es Capricia, quien lleva ventaja y espera ganar la carrera, pero en el último momento el chico de la selva pasa junto a ella y atraviesa la puerta sin mucho esfuerzo con un grácil salto. Segundos después Capricia llega a la meta, totalmente exhausta y sin aliento…

Más tarde ocurre lo mismo en el área de la piscina olímpica de la escuela, en donde Capricia se ve vencida fácilmente por Mali, quien nada cabeza arriba sin esfuerzo alguno hasta la meta al tiempo que hace sonidos de foca y los estudiantes espectadores de las gradas lo animan con gritos y aplausos. Capricia por su partem llega en segundo lugar, a punto de desfallecer…

Durante una clase, ella y Mali miden fuerzas en una competencia de vencidas, y cada vez que Capricia pierde, ella pide una nueva revancha, perdiendo en cada ocasión. Esto continúa así durante toda la clase y se prolonga hasta la hora del almuerzo.

-¡No! ¡NO! ¡¡NO!! -grita Capricia, exasperada de tanto perder. ¡¿Cómo puedo perder una y otra vez contigo?!

-¡El secreto está en la muñeca! -responde Mali, sonriente- No me había ejercitado tanto desde que vine a la ciudad. ¡Eres muy fuerte para ser una chica!

Sus palabras enfurecen aún más a Capricia. -¡Tiene que haber algo en lo que pueda ganarte! ¡Te reto a un duelo de comida! -proclama con desesperación al tiempo que toma un enorme pedazo de roast beef y comienza a devorarlo.

Mali la imita alegremente. -¡Acepto tu reto!

No muy lejos de allí, Tisca y sus amigas observan la escena al igual que el resto de estudiantes alrededor.

-Desde que perdió la competencia de natación con Mali, Capricia no ha dejado de retarlo en cualquier cosa que le viene a la mente... -comenta Caris.

-...y en todos ellos la ha derrotado -dice Brenda.

-¿Qué me dices tú, Tisca? ¿No deberías parar esto?

-¡Por supuesto que no! -exclama ella felizmente mientras se lleva a la boca una hoja de lechuga de su ensalada-. Mientras estén compitiendo entre ellos, no habrá manera de que esos dos me metan en problemas como es su costumbre.

-¡Terminé! -proclama Mali satisfecho al pasar su último trozo de carne antes que su contrincante…

Esa tarde, tras salir de la escuela, Capricia toma el tren elevado para regresar a casa, allí, sentada, mira por sobre la ventana con aire pensativo.

-Soy un desastre... -afirma con un suspiro-. Antes de que ese chico viniera a la escuela, jamás había sido derrotada por un hombre. ¡Y lo peor de todo es que no puedo dejar de pensar en él! -grita llamando la atención del resto de personas alrededor, algo que le hace avergonzarse y callar.

“Quizás… hago esto para llamar su atención...” -admite ella para sus adentros.

Capricia entonces se remonta a tiempos pasados, en donde ella jugaba con chicos, y debido a su corta cabellera y a sus gustos pocos femeninos, todos ellos pensaban que era un niño y la trataban como tal.

Más tarde, Capricia camina por una calle cuando comienza a desatarse un aguacero. Ella se refugia en la entrada de una estética cuyo anuncio llama poderosamente su atención. En él se ver a una chica muy bonita y bien arreglada. Ella se queda contemplando el anuncio con aire pensativo hasta que finalmente decide entrar y sentarse en una de las sillas disponibles. No pasa mucho para que una estilista se acerque a ella para atenderla.

-Hola, ¿qué deseas?

Captricia tarda en responderle, pues parece buscar algo entre sus pertenencias hasta que finalmente saca una foto de Tisca y se la muestra a la dependienta. -¿Puede hacerme ver como ella?

Después de mirar la imagen por un momento, la estilista le pregunta extrañada: -¿También quieres ese bigote?

No es sino hasta ese momento que Capricia se percata que la foto de Tisca que lleva con ella tiene adheridos dardos de tiro, y su rostro está pintado con marcador con el que ella le ha añadido a su vieja rival gruesas cejas negras fruncidas y un bigote. Capricia entonces se apresura a esconder la fotografía y dirige una sonrisa forzada a la empleada…

Al día siguiente, de vuelta en la escuela, Mali entra a la escuela apresuradamente buscando a Capricia con la intención de competir con ella antes de que comiencen las clases. No tarda mucho en encontrarla.

-¡Hey, Capricia! ¿Qué dices si competimos en una carrera hasta el otro lado de la escuela antes de que empiecen las clases?

Para cuando ella se vuelve, tanto Mali como los demás estudiantes se sorprenden de su apariencia: su cabello, ahora suelto en vez de recogido, y con un peinado idéntico al de Tisca.

-Hola, Mali -lo saluda ella con algo de timidez al notar su reacción de asombro.

-Capricia, ¿eres tú? –pregunta con incredulidad.

-Por supuesto que soy yo. Lo lamento, pero las clases están por comenzar, quizás podamos competir en otra ocasión. Nos vemos en clase -se despide dándole la espalda para después marcharse.

Tiempo después, ese mismo día. Mali le cuenta lo ocurrido a Tisca.

-¿Estás diciendo que Capricia ahora se parece a mí? ¡Eso es ridículo! Ni si quiera la he visto usar maquillaje una sola vez desde que la conozco.  

-No estoy mintiendo -le asegura, señalando a Capricia, que no está muy lejos de ellos, y ahora se encuentra rodeada de chicos interesados que no paran de pedirle salir con ella.

Abrumada por la atención repentina, Capricia se limita a reír nerviosamente, rechazando una tras otra las invitaciones y regalos que le ofrecen hasta que Tisca entra en modo conflictivo y se acerca a ella.

-Muy bien, Capricia. ¡Qué te propones con esto!

-¿A qué te refieres? –responde ella con una sonrisa.

-¡No te hagas la inocente conmigo! Ahora no sólo quieres competir conmigo en los deportes. ¡¿Ahora quieres parecerte a mí?!

-¡Eso es ridículo! -asevera Capricia- ¡Tan sólo cambié mi estilo!

¿Tu estilo? Nunca has sido muy femenina que digamos. Si mal no recuerdo, hasta hace algunos años, los chicos pensaban que eras uno de ellos.

El comentario la hace estallar: -¿Qué dijiste, prinncesita?

-¡Eso es mucho viniendo de alguien que quiere verse como yo!

-¡Cómo te atreves!

Repentinamente Nendel aparece junto a ellas sosteniendo un ramo de flores. -¡Tisca, no puedo ocultar mi amor por ti por más tiempo! ¡Gritemos al mundo nuestro amor!

En respuesta, Tisca toma el ramo de flores y golpea a Nendel con éste, enviándolo al suelo y haciéndole perder sus lentes.

-¿Y quién es este, un admirador tuyo, Tisca? –pregunta Capricia con malicia.

-¡Claro que no! ¡Ni siquiera sé cómo se llama!

Tras escuchar lo anterior, Nendel se levanta de un salto -¡Mi nombre es Nen... ¿del…? -pronuncia pausadamente, entrecerrando los ojos, tratando de distinguir a las chicas sin llevar sus lentes.

-¡Hay dos Tiscas! -exclama con asombro.

Tras decir esto, ambas le propinan una fuerte bofetada en cada mejilla. Más tarde, habiendo terminado las clases, Capricia camina por la calle, desairada.

-Creo que no funcionó... -dice para sí con un suspiro.

De pronto alguien cuya voz reconoce de inmediato la llama por detrás y la hace volverse. Resulta ser Mali, con quien decide charlar en un café cercano mientras piden algo de beber.

Después de un momento de silencio, Mali finalmente se anima a hablarle: -Oye, Capricia, ¿qué te parece si hacemos una competencia de fuerzas? -le propone.

-N-no me siento de ánimos -se disculpa ella con una sonrisa nerviosa.

-Estás muy extraña el día de hoy. Pensaba que a ti te gustaban las competencias y los deportes igual que a mí.

-Pues, he decidido cambiar un poco mi apariencia. ¿Qué te parece mi nueva yo? –pregunta ella con timidez.

Después de unos momentos de pensar su respuesta, Mali le responde: -Pues, te pareces a Tisca, sólo que menos regañona.

Por un momento, ambos hacen una incómoda pausa en la charla hasta que Capricia se anima a preguntar: -Y... ¿cómo hacían las chicas de tu aldea para gustarle a un chico?

-Bueno, cuando una chica busca llamar la atención de un chico en mi aldea, normalmente se debe adentrar en la jungla, enterrarse en el lodo a excepción de la cabeza y permanecer así por tres días.

¿Y para qué hacen eso? –pregunta, consternada.

-Pues para demostrar a su futuro marido que son pacientes permaneciendo en ese lugar, tenaces ante las dificultades, y fuertes al enfrentar adversidades, como lo puede ser picaduras de insectos, o saber defenderse de depredadores a los que deben ahuyentar con un fuerte rugido, ya que estando allí no pueden usar las manos para defenderse –explica.

“¡Ya veo!” -piensa Capricia para sus adentros-. “En la cultura de Mali, no existe otra relación más que el matrimonio. ¡Es por eso que él no entiende lo que es salir con alguien! Quizás pueda sacarle partido a esto después de todo”.

-Mali… ¿Aceptarías ir conmigo mañana al parque?

-¿Para qué?

-Quisiera enseñarte lo que las chicas y chicos hacen en la ciudad cuando se gustan… ¡Quiero decir! Sería solo para enseñarte cómo son las cosas aquí en la ciudad. Tú sabes, algo con fines educativos.

-¡Claro! Por qué no. Además, me divierte pasar tiempo contigo.

El comentario de Mali provoca que Capricia se sonroje…

Al día siguiente, y con sus mejores ropas casuales puestas, Capricia espera ansiosamente a Mali sentada en una banca en el parque. No pasa mucho para que Mali aparezca.

Capricia entonces se apresura a saludarlo con nerviosismo, a lo que Mali responde regresando el saludo con naturalidad. Una vez se han saludado, entre ellos se crea un silencio que parece prolongarse más debido ya que Capricia no tiene idea de cómo actuar frente a Mali. “¡Y ahora, qué hago!” –dice a sí misma en sus adentros. En eso, divisa un lago, en cuyo pequeño puerto hay aparcadas canoas de pedales dobles diseñadas para parejas. –¡Ya lo tengo!

Más tarde, ella y Mali suben a un bote por el que reman hasta alejarse de la orilla y quedar en medio del lago, aislados del ajetreo típico de la ciudad. No pasa mucho para que, después de algunos minutos de silencio entre ellos, Mali muestre signos de aburrimiento. Capricia en tanto, y demasiado nerviosa para iniciar una conversación decide finalmente dar el primer paso.

–Bueno, como te prometí ayer, hoy voy a enseñarte lo que los chicos de ciudad hacen cuando se gustan el uno del otro. T-tu primera lección… -prosigue, tartamudeando ligeramente-. será tomarnos de las manos.

Mali hace lo que Capricia le dice sin chistar, aunque extrañado. -...Ah, ya veo, es como un saludo, ¿no? Tisca me enseñó a saludar a la gente cuando llegué aquí. No sabía que las parejas también lo hacían.

El repentino y brusco movimiento de Mali al mover la mano de arriba abajo toma por sorpresa a Capricia. -¡No, no es un saludo! –replica más sorprendida que enfadada por su reacción. Luego de recuperar el control de la situación, continúa: -Sólo sostén mi mano. Eso es todo.

Mali así la obedece. Más minutos pasan y la pareja permanece así en silencio, sólo que a diferencia de antes, Capricia se ve satisfecha de sí misma. -“’¡No puedo creer que esté en una cita con Mali, y que él me dé la mano!”.

Por su parte, Mali parece estar más aburrido que antes, por lo que al mirar hacia los pedales de la balsa se le ocurre una idea: -Oye, Capricia, se me ocurre que podemos hacer una competencia. ¡El que pedalee más rápido, gana!

Antes de que ella le responda Mali comienza a pedalear, provocando que la lancha arranque velozmente.

-¡No, espera! ¡Mali!

La lancha avanza a toda velocidad sin control sobre el lago, pasando muy de cerca al lado de otras balsas con parejas sobre ellas, mojándolas en los mejores casos y en los peores, a punto de estrellarse con ellos.

Incapaz de detener a Mali, Capricia no ve otra opción más que comenzar a pedalear ella también para mantener el equilibrio de la embarcación, tratando de ponerse a la par con su compañero en fuerza, logrando recuperar parte del control de la nave.

La balsa pronto atraviesa el lago hasta tocar tierra en la orilla opuesta, en donde la balsa continúa su trayecto por tierra por un corto tiempo debido a la alta velocidad a la que avanzaba hasta finalmente detenerse frente a un árbol que termina por detenerlos.

Capricia no tarda en asomar la cabeza de la balsa, completamente exhausta, sudando profusamente y jadeando por el esfuerzo.

-¡Creo que gané! ¡Eso fue muy divertido! ¿No te parece, Capricia?

Poco después ambos caminan tomados de la mano por una vereda. Mali muestra nuevamente signos de aburrimiento, pero Capricia parece ignorar felizmente este hecho al estar a su lado.  

-Oye Capricia, ¿no te gustaría que hiciéramos una competencia de fuerzas?

-A-ahora no tengo ánimos… -le responde tímidamente-. “A pesar de lo que pasó hace rato, me siento feliz de estar en compañía de Mali… Aun así, parece un poco aburrido. Me gustaría encontrar una actividad en la que pudiéramos divertirnos ambos…”

Pronto, la respuesta a su plegaria llega cuando pasan junto a una heladería. Ellos no tardan en sentarse en una de las mesas de la heladería para comer los helados que han comprado, tan grandes que caben en una cubeta, algo que llama la atención de las parejas circundantes.

-¡Este helado está delicioso! –exclama Mali mientras se deleita engullendo grandes bocados con su cuchara.

Capricia no tarda en idear un plan para sacar provecho de la situación: -¡Hey, Mali! En la ciudad, las parejas acostumbran dar de comer a la otra persona.

-No es necesario –responde él con la boca llena de helado.

-Vamos. ¡No seas así! Anda, abre bien la boca –insiste ella al tiempo que toma una generosa porción con su cuchara de su propio helado y lo acerca a la boca de Mali, quien no lo piensa dos veces para devorar el delicioso postre.

Al ver que Mali deja alimentarse dócilmente por segunda y tercera vez, Capricia se siente feliz: “¡Mali es tan tierno! Pareciera que estoy dando de comer a un cachorrito” –piensa.

-¡Me gusta este juego! Ahora veamos quién hace que el otro se acabe su helado primero.

-¿Eh?

Antes de que pueda hacer algo, Mali le introduce una cucharada llena de helado a Capricia en la boca.

-¡No! ¡Espera! –alcanza a decir ella apenas traga el primer bocado cuando Mali le introduce otro.

Molesta, Capricia toma una cucharada de su helado y hace lo mismo con Mali. Ambos entonces se enfrascan en una competencia alimentándose el uno al otro con helado tan rápido como pueden mientras el otro intenta introducirle más alimento a la boca. El alboroto llama la atención de los comensales a su alrededor, quienes comienzan a animar a su favorito con gritos y virotes. Entonces, y de manera inesperada, se detienen poco antes de acabar de comer cuando a ambos les sobreviene un fuerte dolor de cabeza a causa de la rápida ingestión de la congelada golosina. Tanto Mali como Capricia dejan escapar un fuerte grito respectivamente a causa de esto…

Para cuando ya es tarde y el sol ha bajado, Capricia se da por vencida en su intento y se encamina sola a la salida del parque hasta que Mali le da alcance.
-¡Capricia! ¿A dónde vas?

-Me voy a casa –admite con un dejo de tristeza y cabizbaja-. Todo fue culpa mía, Mali. Lamento haberte hecho pasar un mal rato.

-¿Pero, de qué hablas? ¡Me divertí mucho!

-¿En serio?

-¡Sí…! Bueno, aunque al principio fue un poco aburrido, ¡me la pasé muy bien!

-¿Lo dices de verdad? ¿No lo estás diciendo sólo para hacerme sentir bien?

-¡Claro que no! Aunque debo admitir que antes de que comenzaras a comportarte y verte como Tisca, me agradabas más.

Las palabras de Mali surten efecto en Capricia, devolviéndole la sonrisa…

Al día siguiente, en la escuela, Tisca y sus amigas observan de nuevo a Capricia, esta vez con su apariencia de siempre retar a Mali a una competencia de vencidas, pero esta vez ella no parece molesta, como de costumbre.

-Parece que Capricia aún no se rinde… -comenta Caris.

-Es ilógico que ella le gane a Mali cuando ni siquiera puede ganarme a mí.

Para entonces, la competencia entre ambos ya ha empezado: Tanto Mali como Capricia hacen su mejor esfuerzo para derrotar a su oponente, y aunque al principio Mali comienza a ganar terreno frente a su rival, Capricia se esfuerza todavía más y en un giro inesperado, logra ganarle a Mali empleando tanta fuerza, que termina haciéndole caer de su asiento hasta dejar a Mali tumbado en el suelo. Tisca y sus amigas se sorprenden tanto como Mali ante este resultado.

-¡Vaya! ¡Me ganaste! –exclama Mali, incrédulo, todavía tirado y con expresión de asombro.

Ella le responde con una sonrisa juguetona: –¡El secreto está en la muñeca!




 La tenacidad de Capricia

Es temprano en la mañana, y las clases están por empezar. Dos estudiantes se dirijen a toda velocidad hacia la entrada, uno de ellos es Mali, y el otro es Capricia, quien lleva ventaja y espera ganar la carrera, pero en el último momento el chico de la selva pasa junto a ella y atraviesa la puerta sin mucho esfuerzo con un grácil salto. Segundos después Capricia llega a la meta, totalmente exhausta y sin aliento…

Más tarde ocurre lo mismo en el área de la piscina olímpica de la escuela, en donde Capricia se ve vencida fácilmente por Mali, quien nada cabeza arriba sin esfuerzo alguno hasta la meta al tiempo que hace sonidos de foca y los estudiantes espectadores de las gradas lo animan con gritos y aplausos. Capricia por su partem llega en segundo lugar, a punto de desfallecer…

Durante una clase, ella y Mali miden fuerzas en una competencia de vencidas, y cada vez que Capricia pierde, ella pide una nueva revancha, perdiendo en cada ocasión. Esto continúa así durante toda la clase y se prolonga hasta la hora del almuerzo.

-¡No! ¡NO! ¡¡NO!! -grita Capricia, exasperada de tanto perder. ¡¿Cómo puedo perder una y otra vez contigo?!

-¡El secreto está en la muñeca! -responde Mali, sonriente- No me había ejercitado tanto desde que vine a la ciudad. ¡Eres muy fuerte para ser una chica!

Sus palabras enfurecen aún más a Capricia. -¡Tiene que haber algo en lo que pueda ganarte! ¡Te reto a un duelo de comida! -proclama con desesperación al tiempo que toma un enorme pedazo de roast beef y comienza a devorarlo.

Mali la imita alegremente. -¡Acepto tu reto!

No muy lejos de allí, Tisca y sus amigas observan la escena al igual que el resto de estudiantes alrededor.

-Desde que perdió la competencia de natación con Mali, Capricia no ha dejado de retarlo en cualquier cosa que le viene a la mente... -comenta Caris.

-...y en todos ellos la ha derrotado -dice Brenda.

-¿Qué me dices tú, Tisca? ¿No deberías parar esto?

-¡Por supuesto que no! -exclama ella felizmente mientras se lleva a la boca una hoja de lechuga de su ensalada-. Mientras estén compitiendo entre ellos, no habrá manera de que esos dos me metan en problemas como es su costumbre.

-¡Terminé! -proclama Mali satisfecho al pasar su último trozo de carne antes que su contrincante…

Esa tarde, tras salir de la escuela, Capricia toma el tren elevado para regresar a casa, allí, sentada, mira por sobre la ventana con aire pensativo.

-Soy un desastre... -afirma con un suspiro-. Antes de que ese chico viniera a la escuela, jamás había sido derrotada por un hombre. ¡Y lo peor de todo es que no puedo dejar de pensar en él! -grita llamando la atención del resto de personas alrededor, algo que le hace avergonzarse y callar.

“Quizás… hago esto para llamar su atención...” -admite ella para sus adentros.

Capricia entonces se remonta a tiempos pasados, en donde ella jugaba con chicos, y debido a su corta cabellera y a sus gustos pocos femeninos, todos ellos pensaban que era un niño y la trataban como tal.

Más tarde, Capricia camina por una calle cuando comienza a desatarse un aguacero. Ella se refugia en la entrada de una estética cuyo anuncio llama poderosamente su atención. En él se ver a una chica muy bonita y bien arreglada. Ella se queda contemplando el anuncio con aire pensativo hasta que finalmente decide entrar y sentarse en una de las sillas disponibles. No pasa mucho para que una estilista se acerque a ella para atenderla.

-Hola, ¿qué deseas?

Captricia tarda en responderle, pues parece buscar algo entre sus pertenencias hasta que finalmente saca una foto de Tisca y se la muestra a la dependienta. -¿Puede hacerme ver como ella?

Después de mirar la imagen por un momento, la estilista le pregunta extrañada: -¿También quieres ese bigote?

No es sino hasta ese momento que Capricia se percata que la foto de Tisca que lleva con ella tiene adheridos dardos de tiro, y su rostro está pintado con marcador con el que ella le ha añadido a su vieja rival gruesas cejas negras fruncidas y un bigote. Capricia entonces se apresura a esconder la fotografía y dirige una sonrisa forzada a la empleada…

Al día siguiente, de vuelta en la escuela, Mali entra a la escuela apresuradamente buscando a Capricia con la intención de competir con ella antes de que comiencen las clases. No tarda mucho en encontrarla.

-¡Hey, Capricia! ¿Qué dices si competimos en una carrera hasta el otro lado de la escuela antes de que empiecen las clases?

Para cuando ella se vuelve, tanto Mali como los demás estudiantes se sorprenden de su apariencia: su cabello, ahora suelto en vez de recogido, y con un peinado idéntico al de Tisca.

-Hola, Mali -lo saluda ella con algo de timidez al notar su reacción de asombro.

-Capricia, ¿eres tú? –pregunta con incredulidad.

-Por supuesto que soy yo. Lo lamento, pero las clases están por comenzar, quizás podamos competir en otra ocasión. Nos vemos en clase -se despide dándole la espalda para después marcharse.

Tiempo después, ese mismo día. Mali le cuenta lo ocurrido a Tisca.

-¿Estás diciendo que Capricia ahora se parece a mí? ¡Eso es ridículo! Ni si quiera la he visto usar maquillaje una sola vez desde que la conozco.  

-No estoy mintiendo -le asegura, señalando a Capricia, que no está muy lejos de ellos, y ahora se encuentra rodeada de chicos interesados que no paran de pedirle salir con ella.

Abrumada por la atención repentina, Capricia se limita a reír nerviosamente, rechazando una tras otra las invitaciones y regalos que le ofrecen hasta que Tisca entra en modo conflictivo y se acerca a ella.

-Muy bien, Capricia. ¡Qué te propones con esto!

-¿A qué te refieres? –responde ella con una sonrisa.

-¡No te hagas la inocente conmigo! Ahora no sólo quieres competir conmigo en los deportes. ¡¿Ahora quieres parecerte a mí?!

-¡Eso es ridículo! -asevera Capricia- ¡Tan sólo cambié mi estilo!

¿Tu estilo? Nunca has sido muy femenina que digamos. Si mal no recuerdo, hasta hace algunos años, los chicos pensaban que eras uno de ellos.

El comentario la hace estallar: -¿Qué dijiste, prinncesita?

-¡Eso es mucho viniendo de alguien que quiere verse como yo!

-¡Cómo te atreves!

Repentinamente Nendel aparece junto a ellas sosteniendo un ramo de flores. -¡Tisca, no puedo ocultar mi amor por ti por más tiempo! ¡Gritemos al mundo nuestro amor!

En respuesta, Tisca toma el ramo de flores y golpea a Nendel con éste, enviándolo al suelo y haciéndole perder sus lentes.

-¿Y quién es este, un admirador tuyo, Tisca? –pregunta Capricia con malicia.

-¡Claro que no! ¡Ni siquiera sé cómo se llama!

Tras escuchar lo anterior, Nendel se levanta de un salto -¡Mi nombre es Nen... ¿del…? -pronuncia pausadamente, entrecerrando los ojos, tratando de distinguir a las chicas sin llevar sus lentes.

-¡Hay dos Tiscas! -exclama con asombro.

Tras decir esto, ambas le propinan una fuerte bofetada en cada mejilla. Más tarde, habiendo terminado las clases, Capricia camina por la calle, desairada.

-Creo que no funcionó... -dice para sí con un suspiro.

De pronto alguien cuya voz reconoce de inmediato la llama por detrás y la hace volverse. Resulta ser Mali, con quien decide charlar en un café cercano mientras piden algo de beber.

Después de un momento de silencio, Mali finalmente se anima a hablarle: -Oye, Capricia, ¿qué te parece si hacemos una competencia de fuerzas? -le propone.

-N-no me siento de ánimos -se disculpa ella con una sonrisa nerviosa.

-Estás muy extraña el día de hoy. Pensaba que a ti te gustaban las competencias y los deportes igual que a mí.

-Pues, he decidido cambiar un poco mi apariencia. ¿Qué te parece mi nueva yo? –pregunta ella con timidez.

Después de unos momentos de pensar su respuesta, Mali le responde: -Pues, te pareces a Tisca, sólo que menos regañona.

Por un momento, ambos hacen una incómoda pausa en la charla hasta que Capricia se anima a preguntar: -Y... ¿cómo hacían las chicas de tu aldea para gustarle a un chico?

-Bueno, cuando una chica busca llamar la atención de un chico en mi aldea, normalmente se debe adentrar en la jungla, enterrarse en el lodo a excepción de la cabeza y permanecer así por tres días.

¿Y para qué hacen eso? –pregunta, consternada.

-Pues para demostrar a su futuro marido que son pacientes permaneciendo en ese lugar, tenaces ante las dificultades, y fuertes al enfrentar adversidades, como lo puede ser picaduras de insectos, o saber defenderse de depredadores a los que deben ahuyentar con un fuerte rugido, ya que estando allí no pueden usar las manos para defenderse –explica.

“¡Ya veo!” -piensa Capricia para sus adentros-. “En la cultura de Mali, no existe otra relación más que el matrimonio. ¡Es por eso que él no entiende lo que es salir con alguien! Quizás pueda sacarle partido a esto después de todo”.

-Mali… ¿Aceptarías ir conmigo mañana al parque?

-¿Para qué?

-Quisiera enseñarte lo que las chicas y chicos hacen en la ciudad cuando se gustan… ¡Quiero decir! Sería solo para enseñarte cómo son las cosas aquí en la ciudad. Tú sabes, algo con fines educativos.

-¡Claro! Por qué no. Además, me divierte pasar tiempo contigo.

El comentario de Mali provoca que Capricia se sonroje…

Al día siguiente, y con sus mejores ropas casuales puestas, Capricia espera ansiosamente a Mali sentada en una banca en el parque. No pasa mucho para que Mali aparezca.

Capricia entonces se apresura a saludarlo con nerviosismo, a lo que Mali responde regresando el saludo con naturalidad. Una vez se han saludado, entre ellos se crea un silencio que parece prolongarse más debido ya que Capricia no tiene idea de cómo actuar frente a Mali. “¡Y ahora, qué hago!” –dice a sí misma en sus adentros. En eso, divisa un lago, en cuyo pequeño puerto hay aparcadas canoas de pedales dobles diseñadas para parejas. –¡Ya lo tengo!

Más tarde, ella y Mali suben a un bote por el que reman hasta alejarse de la orilla y quedar en medio del lago, aislados del ajetreo típico de la ciudad. No pasa mucho para que, después de algunos minutos de silencio entre ellos, Mali muestre signos de aburrimiento. Capricia en tanto, y demasiado nerviosa para iniciar una conversación decide finalmente dar el primer paso.

–Bueno, como te prometí ayer, hoy voy a enseñarte lo que los chicos de ciudad hacen cuando se gustan el uno del otro. T-tu primera lección… -prosigue, tartamudeando ligeramente-. será tomarnos de las manos.

Mali hace lo que Capricia le dice sin chistar, aunque extrañado. -...Ah, ya veo, es como un saludo, ¿no? Tisca me enseñó a saludar a la gente cuando llegué aquí. No sabía que las parejas también lo hacían.

El repentino y brusco movimiento de Mali al mover la mano de arriba abajo toma por sorpresa a Capricia. -¡No, no es un saludo! –replica más sorprendida que enfadada por su reacción. Luego de recuperar el control de la situación, continúa: -Sólo sostén mi mano. Eso es todo.

Mali así la obedece. Más minutos pasan y la pareja permanece así en silencio, sólo que a diferencia de antes, Capricia se ve satisfecha de sí misma. -“’¡No puedo creer que esté en una cita con Mali, y que él me dé la mano!”.

Por su parte, Mali parece estar más aburrido que antes, por lo que al mirar hacia los pedales de la balsa se le ocurre una idea: -Oye, Capricia, se me ocurre que podemos hacer una competencia. ¡El que pedalee más rápido, gana!

Antes de que ella le responda Mali comienza a pedalear, provocando que la lancha arranque velozmente.

-¡No, espera! ¡Mali!

La lancha avanza a toda velocidad sin control sobre el lago, pasando muy de cerca al lado de otras balsas con parejas sobre ellas, mojándolas en los mejores casos y en los peores, a punto de estrellarse con ellos.

Incapaz de detener a Mali, Capricia no ve otra opción más que comenzar a pedalear ella también para mantener el equilibrio de la embarcación, tratando de ponerse a la par con su compañero en fuerza, logrando recuperar parte del control de la nave.

La balsa pronto atraviesa el lago hasta tocar tierra en la orilla opuesta, en donde la balsa continúa su trayecto por tierra por un corto tiempo debido a la alta velocidad a la que avanzaba hasta finalmente detenerse frente a un árbol que termina por detenerlos.

Capricia no tarda en asomar la cabeza de la balsa, completamente exhausta, sudando profusamente y jadeando por el esfuerzo.

-¡Creo que gané! ¡Eso fue muy divertido! ¿No te parece, Capricia?

Poco después ambos caminan tomados de la mano por una vereda. Mali muestra nuevamente signos de aburrimiento, pero Capricia parece ignorar felizmente este hecho al estar a su lado.  

-Oye Capricia, ¿no te gustaría que hiciéramos una competencia de fuerzas?

-A-ahora no tengo ánimos… -le responde tímidamente-. “A pesar de lo que pasó hace rato, me siento feliz de estar en compañía de Mali… Aun así, parece un poco aburrido. Me gustaría encontrar una actividad en la que pudiéramos divertirnos ambos…”

Pronto, la respuesta a su plegaria llega cuando pasan junto a una heladería. Ellos no tardan en sentarse en una de las mesas de la heladería para comer los helados que han comprado, tan grandes que caben en una cubeta, algo que llama la atención de las parejas circundantes.

-¡Este helado está delicioso! –exclama Mali mientras se deleita engullendo grandes bocados con su cuchara.

Capricia no tarda en idear un plan para sacar provecho de la situación: -¡Hey, Mali! En la ciudad, las parejas acostumbran dar de comer a la otra persona.

-No es necesario –responde él con la boca llena de helado.

-Vamos. ¡No seas así! Anda, abre bien la boca –insiste ella al tiempo que toma una generosa porción con su cuchara de su propio helado y lo acerca a la boca de Mali, quien no lo piensa dos veces para devorar el delicioso postre.

Al ver que Mali deja alimentarse dócilmente por segunda y tercera vez, Capricia se siente feliz: “¡Mali es tan tierno! Pareciera que estoy dando de comer a un cachorrito” –piensa.

-¡Me gusta este juego! Ahora veamos quién hace que el otro se acabe su helado primero.

-¿Eh?

Antes de que pueda hacer algo, Mali le introduce una cucharada llena de helado a Capricia en la boca.

-¡No! ¡Espera! –alcanza a decir ella apenas traga el primer bocado cuando Mali le introduce otro.

Molesta, Capricia toma una cucharada de su helado y hace lo mismo con Mali. Ambos entonces se enfrascan en una competencia alimentándose el uno al otro con helado tan rápido como pueden mientras el otro intenta introducirle más alimento a la boca. El alboroto llama la atención de los comensales a su alrededor, quienes comienzan a animar a su favorito con gritos y virotes. Entonces, y de manera inesperada, se detienen poco antes de acabar de comer cuando a ambos les sobreviene un fuerte dolor de cabeza a causa de la rápida ingestión de la congelada golosina. Tanto Mali como Capricia dejan escapar un fuerte grito respectivamente a causa de esto…

Para cuando ya es tarde y el sol ha bajado, Capricia se da por vencida en su intento y se encamina sola a la salida del parque hasta que Mali le da alcance.
-¡Capricia! ¿A dónde vas?

-Me voy a casa –admite con un dejo de tristeza y cabizbaja-. Todo fue culpa mía, Mali. Lamento haberte hecho pasar un mal rato.

-¿Pero, de qué hablas? ¡Me divertí mucho!

-¿En serio?

-¡Sí…! Bueno, aunque al principio fue un poco aburrido, ¡me la pasé muy bien!

-¿Lo dices de verdad? ¿No lo estás diciendo sólo para hacerme sentir bien?

-¡Claro que no! Aunque debo admitir que antes de que comenzaras a comportarte y verte como Tisca, me agradabas más.

Las palabras de Mali surten efecto en Capricia, devolviéndole la sonrisa…

Al día siguiente, en la escuela, Tisca y sus amigas observan de nuevo a Capricia, esta vez con su apariencia de siempre retar a Mali a una competencia de vencidas, pero esta vez ella no parece molesta, como de costumbre.

-Parece que Capricia aún no se rinde… -comenta Caris.

-Es ilógico que ella le gane a Mali cuando ni siquiera puede ganarme a mí.

Para entonces, la competencia entre ambos ya ha empezado: Tanto Mali como Capricia hacen su mejor esfuerzo para derrotar a su oponente, y aunque al principio Mali comienza a ganar terreno frente a su rival, Capricia se esfuerza todavía más y en un giro inesperado, logra ganarle a Mali empleando tanta fuerza, que termina haciéndole caer de su asiento hasta dejar a Mali tumbado en el suelo. Tisca y sus amigas se sorprenden tanto como Mali ante este resultado.

-¡Vaya! ¡Me ganaste! –exclama Mali, incrédulo, todavía tirado y con expresión de asombro.

Ella le responde con una sonrisa juguetona: –¡El secreto está en la muñeca!








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