La tenacidad de Capricia
Es temprano en la mañana, y las clases están por
empezar. Dos estudiantes se dirijen a toda velocidad hacia la entrada, uno de
ellos es Mali, y el otro es Capricia, quien lleva ventaja y espera ganar la
carrera, pero en el último momento el chico de la selva pasa junto a ella y
atraviesa la puerta sin mucho esfuerzo con un grácil salto. Segundos después
Capricia llega a la meta, totalmente exhausta y sin aliento…
Más tarde ocurre lo mismo en el área de la piscina
olímpica de la escuela, en donde Capricia se ve vencida fácilmente por Mali,
quien nada cabeza arriba sin esfuerzo alguno hasta la meta al tiempo que hace
sonidos de foca y los estudiantes espectadores de las gradas lo animan con
gritos y aplausos. Capricia por su partem llega en segundo lugar, a punto de
desfallecer…
Durante una clase, ella y Mali miden fuerzas en una
competencia de vencidas, y cada vez que Capricia pierde, ella pide una nueva
revancha, perdiendo en cada ocasión. Esto continúa así durante toda la clase y se
prolonga hasta la hora del almuerzo.
-¡No! ¡NO! ¡¡NO!! -grita Capricia, exasperada de tanto
perder. ¡¿Cómo puedo perder una y otra vez contigo?!
-¡El secreto está en la muñeca! -responde Mali,
sonriente- No me había ejercitado tanto desde que vine a la ciudad. ¡Eres muy
fuerte para ser una chica!
Sus palabras enfurecen aún más a Capricia. -¡Tiene que
haber algo en lo que pueda ganarte! ¡Te reto a un duelo de comida! -proclama
con desesperación al tiempo que toma un enorme pedazo de roast beef y comienza
a devorarlo.
Mali la imita alegremente. -¡Acepto tu reto!
No muy lejos de allí, Tisca y sus amigas observan la
escena al igual que el resto de estudiantes alrededor.
-Desde que perdió la competencia de natación con Mali,
Capricia no ha dejado de retarlo en cualquier cosa que le viene a la mente...
-comenta Caris.
-...y en todos ellos la ha derrotado -dice Brenda.
-¿Qué me dices tú, Tisca? ¿No deberías parar esto?
-¡Por supuesto que no! -exclama ella felizmente
mientras se lleva a la boca una hoja de lechuga de su ensalada-. Mientras estén
compitiendo entre ellos, no habrá manera de que esos dos me metan en problemas
como es su costumbre.
-¡Terminé! -proclama Mali satisfecho al pasar su
último trozo de carne antes que su contrincante…
Esa tarde, tras salir de la escuela, Capricia toma el
tren elevado para regresar a casa, allí, sentada, mira por sobre la ventana con
aire pensativo.
-Soy un desastre... -afirma con un suspiro-. Antes de
que ese chico viniera a la escuela, jamás había sido derrotada por un hombre.
¡Y lo peor de todo es que no puedo dejar de pensar en él! -grita llamando la
atención del resto de personas alrededor, algo que le hace avergonzarse y
callar.
“Quizás… hago esto para llamar su atención...” -admite ella para sus adentros.
Capricia entonces se remonta a tiempos pasados, en
donde ella jugaba con chicos, y debido a su corta cabellera y a sus gustos
pocos femeninos, todos ellos pensaban que era un niño y la trataban como tal.
Más tarde, Capricia camina por una calle cuando comienza
a desatarse un aguacero. Ella se refugia en la entrada de una estética cuyo
anuncio llama poderosamente su atención. En él se ver a una chica muy bonita y
bien arreglada. Ella se queda contemplando el anuncio con aire pensativo hasta
que finalmente decide entrar y sentarse en una de las sillas disponibles. No
pasa mucho para que una estilista se acerque a ella para atenderla.
-Hola, ¿qué deseas?
Captricia tarda en responderle, pues parece buscar
algo entre sus pertenencias hasta que finalmente saca una foto de Tisca y se la
muestra a la dependienta. -¿Puede hacerme ver como ella?
Después de mirar la imagen por un momento, la
estilista le pregunta extrañada: -¿También quieres ese bigote?
No es sino hasta ese momento que Capricia se percata
que la foto de Tisca que lleva con ella tiene adheridos dardos de tiro, y su
rostro está pintado con marcador con el que ella le ha añadido a su vieja rival
gruesas cejas negras fruncidas y un bigote. Capricia entonces se apresura a
esconder la fotografía y dirige una sonrisa forzada a la empleada…
Al día siguiente, de vuelta en la escuela, Mali entra
a la escuela apresuradamente buscando a Capricia con la intención de competir
con ella antes de que comiencen las clases. No tarda mucho en encontrarla.
-¡Hey, Capricia! ¿Qué dices si competimos en una
carrera hasta el otro lado de la escuela antes de que empiecen las clases?
Para cuando ella se vuelve, tanto Mali como los demás
estudiantes se sorprenden de su apariencia: su cabello, ahora suelto en vez de
recogido, y con un peinado idéntico al de Tisca.
-Hola, Mali -lo saluda ella con algo de timidez al
notar su reacción de asombro.
-Capricia, ¿eres tú? –pregunta con incredulidad.
-Por supuesto que soy yo. Lo lamento, pero las clases
están por comenzar, quizás podamos competir en otra ocasión. Nos vemos en clase
-se despide dándole la espalda para después marcharse.
Tiempo después, ese mismo día. Mali le cuenta lo
ocurrido a Tisca.
-¿Estás diciendo que Capricia ahora se parece a mí?
¡Eso es ridículo! Ni si quiera la he visto usar maquillaje una sola vez desde
que la conozco.
-No estoy mintiendo -le asegura, señalando a Capricia,
que no está muy lejos de ellos, y ahora se encuentra rodeada de chicos
interesados que no paran de pedirle salir con ella.
Abrumada por la atención repentina, Capricia se limita
a reír nerviosamente, rechazando una tras otra las invitaciones y regalos que
le ofrecen hasta que Tisca entra en modo conflictivo y se acerca a ella.
-Muy bien, Capricia. ¡Qué te propones con esto!
-¿A qué te refieres? –responde ella con una sonrisa.
-¡No te hagas la inocente conmigo! Ahora no sólo
quieres competir conmigo en los deportes. ¡¿Ahora quieres parecerte a mí?!
-¡Eso es ridículo! -asevera Capricia- ¡Tan sólo cambié
mi estilo!
¿Tu estilo? Nunca has sido muy femenina que digamos.
Si mal no recuerdo, hasta hace algunos años, los chicos pensaban que eras uno
de ellos.
El comentario la hace estallar: -¿Qué dijiste,
prinncesita?
-¡Eso es mucho viniendo de alguien que quiere verse
como yo!
-¡Cómo te atreves!
Repentinamente Nendel aparece junto a ellas
sosteniendo un ramo de flores. -¡Tisca, no puedo ocultar mi amor por ti por más
tiempo! ¡Gritemos al mundo nuestro amor!
En respuesta, Tisca toma el ramo de flores y golpea a
Nendel con éste, enviándolo al suelo y haciéndole perder sus lentes.
-¿Y quién es este, un admirador tuyo, Tisca? –pregunta
Capricia con malicia.
-¡Claro que no! ¡Ni siquiera sé cómo se llama!
Tras escuchar lo anterior, Nendel se levanta de un
salto -¡Mi nombre es Nen... ¿del…? -pronuncia pausadamente, entrecerrando los
ojos, tratando de distinguir a las chicas sin llevar sus lentes.
-¡Hay dos Tiscas! -exclama con asombro.
Tras decir esto, ambas le propinan una fuerte bofetada
en cada mejilla. Más tarde, habiendo terminado las clases, Capricia camina por
la calle, desairada.
-Creo que no funcionó... -dice para sí con un suspiro.
De pronto alguien cuya voz reconoce de inmediato la
llama por detrás y la hace volverse. Resulta ser Mali, con quien decide charlar
en un café cercano mientras piden algo de beber.
Después de un momento de silencio, Mali finalmente se
anima a hablarle: -Oye, Capricia, ¿qué te parece si hacemos una competencia de
fuerzas? -le propone.
-N-no me siento de ánimos -se disculpa ella con una
sonrisa nerviosa.
-Estás muy extraña el día de hoy. Pensaba que a ti te
gustaban las competencias y los deportes igual que a mí.
-Pues, he decidido cambiar un poco mi apariencia. ¿Qué
te parece mi nueva yo? –pregunta ella con timidez.
Después de unos momentos de pensar su respuesta, Mali
le responde: -Pues, te pareces a Tisca, sólo que menos regañona.
Por un momento, ambos hacen una incómoda pausa en la
charla hasta que Capricia se anima a preguntar: -Y... ¿cómo hacían las chicas
de tu aldea para gustarle a un chico?
-Bueno, cuando una chica busca llamar la atención de
un chico en mi aldea, normalmente se debe adentrar en la jungla, enterrarse en
el lodo a excepción de la cabeza y permanecer así por tres días.
¿Y para qué hacen eso?
–pregunta, consternada.
-Pues para demostrar a su
futuro marido que son pacientes permaneciendo en ese lugar, tenaces ante las
dificultades, y fuertes al enfrentar adversidades, como lo puede ser picaduras
de insectos, o saber defenderse de depredadores a los que deben ahuyentar con un
fuerte rugido, ya que estando allí no pueden usar las manos para defenderse
–explica.
“¡Ya veo!” -piensa Capricia para
sus adentros-. “En la cultura de Mali, no existe otra relación más que el
matrimonio. ¡Es por eso que él no entiende lo que es salir con alguien! Quizás
pueda sacarle partido a esto después de todo”.
-Mali… ¿Aceptarías ir
conmigo mañana al parque?
-¿Para qué?
-Quisiera enseñarte lo que
las chicas y chicos hacen en la ciudad cuando se gustan… ¡Quiero decir! Sería
solo para enseñarte cómo son las cosas aquí en la ciudad. Tú sabes, algo con
fines educativos.
-¡Claro! Por qué no.
Además, me divierte pasar tiempo contigo.
El comentario de Mali
provoca que Capricia se sonroje…
Al día siguiente, y con sus
mejores ropas casuales puestas, Capricia espera ansiosamente a Mali sentada en
una banca en el parque. No pasa mucho para que Mali aparezca.
Capricia entonces se
apresura a saludarlo con nerviosismo, a lo que Mali responde regresando el
saludo con naturalidad. Una vez se han saludado, entre ellos se crea un
silencio que parece prolongarse más debido ya que Capricia no tiene idea de
cómo actuar frente a Mali. “¡Y ahora, qué hago!” –dice a sí misma en sus
adentros. En eso, divisa un lago, en cuyo pequeño puerto hay aparcadas canoas
de pedales dobles diseñadas para parejas. –¡Ya lo tengo!
Más tarde, ella y Mali
suben a un bote por el que reman hasta alejarse de la orilla y quedar en medio
del lago, aislados del ajetreo típico de la ciudad. No pasa mucho para que,
después de algunos minutos de silencio entre ellos, Mali muestre signos de
aburrimiento. Capricia en tanto, y demasiado nerviosa para iniciar una
conversación decide finalmente dar el primer paso.
–Bueno, como te prometí
ayer, hoy voy a enseñarte lo que los chicos de ciudad hacen cuando se gustan el
uno del otro. T-tu primera lección… -prosigue, tartamudeando ligeramente-. será
tomarnos de las manos.
Mali hace lo que Capricia
le dice sin chistar, aunque extrañado. -...Ah, ya veo, es como un saludo, ¿no?
Tisca me enseñó a saludar a la gente cuando llegué aquí. No sabía que las
parejas también lo hacían.
El repentino y brusco
movimiento de Mali al mover la mano de arriba abajo toma por sorpresa a
Capricia. -¡No, no es un saludo! –replica más sorprendida que enfadada por su
reacción. Luego de recuperar el control de la situación, continúa: -Sólo sostén
mi mano. Eso es todo.
Mali así la obedece. Más
minutos pasan y la pareja permanece así en silencio, sólo que a diferencia de
antes, Capricia se ve satisfecha de sí misma. -“’¡No puedo creer que esté en
una cita con Mali, y que él me dé la mano!”.
Por su parte, Mali parece estar más aburrido que
antes, por lo que al mirar hacia los pedales de la balsa se le ocurre una idea:
-Oye, Capricia, se me ocurre que podemos hacer una competencia. ¡El que pedalee
más rápido, gana!
Antes de que ella le responda Mali comienza a
pedalear, provocando que la lancha arranque velozmente.
-¡No, espera! ¡Mali!
La lancha avanza a toda velocidad sin control sobre el
lago, pasando muy de cerca al lado de otras balsas con parejas sobre ellas,
mojándolas en los mejores casos y en los peores, a punto de estrellarse con
ellos.
Incapaz de detener a Mali, Capricia no ve otra opción
más que comenzar a pedalear ella también para mantener el equilibrio de la embarcación,
tratando de ponerse a la par con su compañero en fuerza, logrando recuperar
parte del control de la nave.
La balsa pronto atraviesa el lago hasta tocar tierra
en la orilla opuesta, en donde la balsa continúa su trayecto por tierra por un
corto tiempo debido a la alta velocidad a la que avanzaba hasta finalmente detenerse
frente a un árbol que termina por detenerlos.
Capricia no tarda en asomar la cabeza de la balsa,
completamente exhausta, sudando profusamente y jadeando por el esfuerzo.
-¡Creo que gané! ¡Eso fue muy divertido! ¿No te
parece, Capricia?
Poco después ambos caminan tomados de la mano por una
vereda. Mali muestra nuevamente signos de aburrimiento, pero Capricia parece
ignorar felizmente este hecho al estar a su lado.
-Oye Capricia, ¿no te gustaría que hiciéramos una
competencia de fuerzas?
-A-ahora no tengo ánimos… -le responde tímidamente-. “A pesar de lo que pasó hace rato, me siento
feliz de estar en compañía de Mali… Aun así, parece un poco aburrido. Me
gustaría encontrar una actividad en la que pudiéramos divertirnos ambos…”
Pronto, la respuesta a su plegaria llega cuando pasan
junto a una heladería. Ellos no tardan en sentarse en una de las mesas de la
heladería para comer los helados que han comprado, tan grandes que caben en una
cubeta, algo que llama la atención de las parejas circundantes.
-¡Este helado está delicioso! –exclama Mali mientras
se deleita engullendo grandes bocados con su cuchara.
Capricia no tarda en idear un plan para sacar provecho
de la situación: -¡Hey, Mali! En la ciudad, las parejas acostumbran dar de
comer a la otra persona.
-No es necesario –responde él con la boca llena de
helado.
-Vamos. ¡No seas así! Anda, abre bien la boca –insiste
ella al tiempo que toma una generosa porción con su cuchara de su propio helado
y lo acerca a la boca de Mali, quien no lo piensa dos veces para devorar el delicioso
postre.
Al ver que Mali deja alimentarse dócilmente por
segunda y tercera vez, Capricia se siente feliz: “¡Mali es tan tierno! Pareciera que estoy dando de comer a un
cachorrito” –piensa.
-¡Me gusta este juego! Ahora veamos quién hace que el
otro se acabe su helado primero.
-¿Eh?
Antes de que pueda hacer algo, Mali le introduce una
cucharada llena de helado a Capricia en la boca.
-¡No! ¡Espera! –alcanza a decir ella apenas traga el
primer bocado cuando Mali le introduce otro.
Molesta, Capricia toma una cucharada de su helado y
hace lo mismo con Mali. Ambos entonces se enfrascan en una competencia
alimentándose el uno al otro con helado tan rápido como pueden mientras el otro
intenta introducirle más alimento a la boca. El alboroto llama la atención de
los comensales a su alrededor, quienes comienzan a animar a su favorito con
gritos y virotes. Entonces, y de manera inesperada, se detienen poco antes de
acabar de comer cuando a ambos les sobreviene un fuerte dolor de cabeza a causa
de la rápida ingestión de la congelada golosina. Tanto Mali como Capricia dejan
escapar un fuerte grito respectivamente a causa de esto…
Para cuando ya es tarde y el sol ha bajado, Capricia
se da por vencida en su intento y se encamina sola a la salida del parque hasta
que Mali le da alcance.
-¡Capricia! ¿A dónde vas?
-Me voy a casa –admite con un dejo de tristeza y
cabizbaja-. Todo fue culpa mía, Mali. Lamento haberte hecho pasar un mal rato.
-¿Pero, de qué hablas? ¡Me divertí mucho!
-¿En serio?
-¡Sí…! Bueno, aunque al principio fue un poco
aburrido, ¡me la pasé muy bien!
-¿Lo dices de verdad? ¿No lo estás diciendo sólo para
hacerme sentir bien?
-¡Claro que no! Aunque debo admitir que antes de que
comenzaras a comportarte y verte como Tisca, me agradabas más.
Las palabras de Mali surten efecto en Capricia,
devolviéndole la sonrisa…
Al día siguiente, en la escuela, Tisca y sus amigas
observan de nuevo a Capricia, esta vez con su apariencia de siempre retar a
Mali a una competencia de vencidas, pero esta vez ella no parece molesta, como
de costumbre.
-Parece que Capricia aún no se rinde… -comenta Caris.
-Es ilógico que ella le gane a Mali cuando ni siquiera
puede ganarme a mí.
Para entonces, la competencia entre ambos ya ha
empezado: Tanto Mali como Capricia hacen su mejor esfuerzo para derrotar a su
oponente, y aunque al principio Mali comienza a ganar terreno frente a su
rival, Capricia se esfuerza todavía más y en un giro inesperado, logra ganarle
a Mali empleando tanta fuerza, que termina haciéndole caer de su asiento hasta
dejar a Mali tumbado en el suelo. Tisca y sus amigas se sorprenden tanto como
Mali ante este resultado.
-¡Vaya! ¡Me ganaste! –exclama Mali, incrédulo, todavía
tirado y con expresión de asombro.
Ella le responde con una sonrisa juguetona: –¡El
secreto está en la muñeca!
La tenacidad de Capricia
Es temprano en la mañana, y las clases están por
empezar. Dos estudiantes se dirijen a toda velocidad hacia la entrada, uno de
ellos es Mali, y el otro es Capricia, quien lleva ventaja y espera ganar la
carrera, pero en el último momento el chico de la selva pasa junto a ella y
atraviesa la puerta sin mucho esfuerzo con un grácil salto. Segundos después
Capricia llega a la meta, totalmente exhausta y sin aliento…
Más tarde ocurre lo mismo en el área de la piscina
olímpica de la escuela, en donde Capricia se ve vencida fácilmente por Mali,
quien nada cabeza arriba sin esfuerzo alguno hasta la meta al tiempo que hace
sonidos de foca y los estudiantes espectadores de las gradas lo animan con
gritos y aplausos. Capricia por su partem llega en segundo lugar, a punto de
desfallecer…
Durante una clase, ella y Mali miden fuerzas en una
competencia de vencidas, y cada vez que Capricia pierde, ella pide una nueva
revancha, perdiendo en cada ocasión. Esto continúa así durante toda la clase y se
prolonga hasta la hora del almuerzo.
-¡No! ¡NO! ¡¡NO!! -grita Capricia, exasperada de tanto
perder. ¡¿Cómo puedo perder una y otra vez contigo?!
-¡El secreto está en la muñeca! -responde Mali,
sonriente- No me había ejercitado tanto desde que vine a la ciudad. ¡Eres muy
fuerte para ser una chica!
Sus palabras enfurecen aún más a Capricia. -¡Tiene que
haber algo en lo que pueda ganarte! ¡Te reto a un duelo de comida! -proclama
con desesperación al tiempo que toma un enorme pedazo de roast beef y comienza
a devorarlo.
Mali la imita alegremente. -¡Acepto tu reto!
No muy lejos de allí, Tisca y sus amigas observan la
escena al igual que el resto de estudiantes alrededor.
-Desde que perdió la competencia de natación con Mali,
Capricia no ha dejado de retarlo en cualquier cosa que le viene a la mente...
-comenta Caris.
-...y en todos ellos la ha derrotado -dice Brenda.
-¿Qué me dices tú, Tisca? ¿No deberías parar esto?
-¡Por supuesto que no! -exclama ella felizmente
mientras se lleva a la boca una hoja de lechuga de su ensalada-. Mientras estén
compitiendo entre ellos, no habrá manera de que esos dos me metan en problemas
como es su costumbre.
-¡Terminé! -proclama Mali satisfecho al pasar su
último trozo de carne antes que su contrincante…
Esa tarde, tras salir de la escuela, Capricia toma el
tren elevado para regresar a casa, allí, sentada, mira por sobre la ventana con
aire pensativo.
-Soy un desastre... -afirma con un suspiro-. Antes de
que ese chico viniera a la escuela, jamás había sido derrotada por un hombre.
¡Y lo peor de todo es que no puedo dejar de pensar en él! -grita llamando la
atención del resto de personas alrededor, algo que le hace avergonzarse y
callar.
“Quizás… hago esto para llamar su atención...” -admite ella para sus adentros.
Capricia entonces se remonta a tiempos pasados, en
donde ella jugaba con chicos, y debido a su corta cabellera y a sus gustos
pocos femeninos, todos ellos pensaban que era un niño y la trataban como tal.
Más tarde, Capricia camina por una calle cuando comienza
a desatarse un aguacero. Ella se refugia en la entrada de una estética cuyo
anuncio llama poderosamente su atención. En él se ver a una chica muy bonita y
bien arreglada. Ella se queda contemplando el anuncio con aire pensativo hasta
que finalmente decide entrar y sentarse en una de las sillas disponibles. No
pasa mucho para que una estilista se acerque a ella para atenderla.
-Hola, ¿qué deseas?
Captricia tarda en responderle, pues parece buscar
algo entre sus pertenencias hasta que finalmente saca una foto de Tisca y se la
muestra a la dependienta. -¿Puede hacerme ver como ella?
Después de mirar la imagen por un momento, la
estilista le pregunta extrañada: -¿También quieres ese bigote?
No es sino hasta ese momento que Capricia se percata
que la foto de Tisca que lleva con ella tiene adheridos dardos de tiro, y su
rostro está pintado con marcador con el que ella le ha añadido a su vieja rival
gruesas cejas negras fruncidas y un bigote. Capricia entonces se apresura a
esconder la fotografía y dirige una sonrisa forzada a la empleada…
Al día siguiente, de vuelta en la escuela, Mali entra
a la escuela apresuradamente buscando a Capricia con la intención de competir
con ella antes de que comiencen las clases. No tarda mucho en encontrarla.
-¡Hey, Capricia! ¿Qué dices si competimos en una
carrera hasta el otro lado de la escuela antes de que empiecen las clases?
Para cuando ella se vuelve, tanto Mali como los demás
estudiantes se sorprenden de su apariencia: su cabello, ahora suelto en vez de
recogido, y con un peinado idéntico al de Tisca.
-Hola, Mali -lo saluda ella con algo de timidez al
notar su reacción de asombro.
-Capricia, ¿eres tú? –pregunta con incredulidad.
-Por supuesto que soy yo. Lo lamento, pero las clases
están por comenzar, quizás podamos competir en otra ocasión. Nos vemos en clase
-se despide dándole la espalda para después marcharse.
Tiempo después, ese mismo día. Mali le cuenta lo
ocurrido a Tisca.
-¿Estás diciendo que Capricia ahora se parece a mí?
¡Eso es ridículo! Ni si quiera la he visto usar maquillaje una sola vez desde
que la conozco.
-No estoy mintiendo -le asegura, señalando a Capricia,
que no está muy lejos de ellos, y ahora se encuentra rodeada de chicos
interesados que no paran de pedirle salir con ella.
Abrumada por la atención repentina, Capricia se limita
a reír nerviosamente, rechazando una tras otra las invitaciones y regalos que
le ofrecen hasta que Tisca entra en modo conflictivo y se acerca a ella.
-Muy bien, Capricia. ¡Qué te propones con esto!
-¿A qué te refieres? –responde ella con una sonrisa.
-¡No te hagas la inocente conmigo! Ahora no sólo
quieres competir conmigo en los deportes. ¡¿Ahora quieres parecerte a mí?!
-¡Eso es ridículo! -asevera Capricia- ¡Tan sólo cambié
mi estilo!
¿Tu estilo? Nunca has sido muy femenina que digamos.
Si mal no recuerdo, hasta hace algunos años, los chicos pensaban que eras uno
de ellos.
El comentario la hace estallar: -¿Qué dijiste,
prinncesita?
-¡Eso es mucho viniendo de alguien que quiere verse
como yo!
-¡Cómo te atreves!
Repentinamente Nendel aparece junto a ellas
sosteniendo un ramo de flores. -¡Tisca, no puedo ocultar mi amor por ti por más
tiempo! ¡Gritemos al mundo nuestro amor!
En respuesta, Tisca toma el ramo de flores y golpea a
Nendel con éste, enviándolo al suelo y haciéndole perder sus lentes.
-¿Y quién es este, un admirador tuyo, Tisca? –pregunta
Capricia con malicia.
-¡Claro que no! ¡Ni siquiera sé cómo se llama!
Tras escuchar lo anterior, Nendel se levanta de un
salto -¡Mi nombre es Nen... ¿del…? -pronuncia pausadamente, entrecerrando los
ojos, tratando de distinguir a las chicas sin llevar sus lentes.
-¡Hay dos Tiscas! -exclama con asombro.
Tras decir esto, ambas le propinan una fuerte bofetada
en cada mejilla. Más tarde, habiendo terminado las clases, Capricia camina por
la calle, desairada.
-Creo que no funcionó... -dice para sí con un suspiro.
De pronto alguien cuya voz reconoce de inmediato la
llama por detrás y la hace volverse. Resulta ser Mali, con quien decide charlar
en un café cercano mientras piden algo de beber.
Después de un momento de silencio, Mali finalmente se
anima a hablarle: -Oye, Capricia, ¿qué te parece si hacemos una competencia de
fuerzas? -le propone.
-N-no me siento de ánimos -se disculpa ella con una
sonrisa nerviosa.
-Estás muy extraña el día de hoy. Pensaba que a ti te
gustaban las competencias y los deportes igual que a mí.
-Pues, he decidido cambiar un poco mi apariencia. ¿Qué
te parece mi nueva yo? –pregunta ella con timidez.
Después de unos momentos de pensar su respuesta, Mali
le responde: -Pues, te pareces a Tisca, sólo que menos regañona.
Por un momento, ambos hacen una incómoda pausa en la
charla hasta que Capricia se anima a preguntar: -Y... ¿cómo hacían las chicas
de tu aldea para gustarle a un chico?
-Bueno, cuando una chica busca llamar la atención de
un chico en mi aldea, normalmente se debe adentrar en la jungla, enterrarse en
el lodo a excepción de la cabeza y permanecer así por tres días.
¿Y para qué hacen eso?
–pregunta, consternada.
-Pues para demostrar a su
futuro marido que son pacientes permaneciendo en ese lugar, tenaces ante las
dificultades, y fuertes al enfrentar adversidades, como lo puede ser picaduras
de insectos, o saber defenderse de depredadores a los que deben ahuyentar con un
fuerte rugido, ya que estando allí no pueden usar las manos para defenderse
–explica.
“¡Ya veo!” -piensa Capricia para
sus adentros-. “En la cultura de Mali, no existe otra relación más que el
matrimonio. ¡Es por eso que él no entiende lo que es salir con alguien! Quizás
pueda sacarle partido a esto después de todo”.
-Mali… ¿Aceptarías ir
conmigo mañana al parque?
-¿Para qué?
-Quisiera enseñarte lo que
las chicas y chicos hacen en la ciudad cuando se gustan… ¡Quiero decir! Sería
solo para enseñarte cómo son las cosas aquí en la ciudad. Tú sabes, algo con
fines educativos.
-¡Claro! Por qué no.
Además, me divierte pasar tiempo contigo.
El comentario de Mali
provoca que Capricia se sonroje…
Al día siguiente, y con sus
mejores ropas casuales puestas, Capricia espera ansiosamente a Mali sentada en
una banca en el parque. No pasa mucho para que Mali aparezca.
Capricia entonces se
apresura a saludarlo con nerviosismo, a lo que Mali responde regresando el
saludo con naturalidad. Una vez se han saludado, entre ellos se crea un
silencio que parece prolongarse más debido ya que Capricia no tiene idea de
cómo actuar frente a Mali. “¡Y ahora, qué hago!” –dice a sí misma en sus
adentros. En eso, divisa un lago, en cuyo pequeño puerto hay aparcadas canoas
de pedales dobles diseñadas para parejas. –¡Ya lo tengo!
Más tarde, ella y Mali
suben a un bote por el que reman hasta alejarse de la orilla y quedar en medio
del lago, aislados del ajetreo típico de la ciudad. No pasa mucho para que,
después de algunos minutos de silencio entre ellos, Mali muestre signos de
aburrimiento. Capricia en tanto, y demasiado nerviosa para iniciar una
conversación decide finalmente dar el primer paso.
–Bueno, como te prometí
ayer, hoy voy a enseñarte lo que los chicos de ciudad hacen cuando se gustan el
uno del otro. T-tu primera lección… -prosigue, tartamudeando ligeramente-. será
tomarnos de las manos.
Mali hace lo que Capricia
le dice sin chistar, aunque extrañado. -...Ah, ya veo, es como un saludo, ¿no?
Tisca me enseñó a saludar a la gente cuando llegué aquí. No sabía que las
parejas también lo hacían.
El repentino y brusco
movimiento de Mali al mover la mano de arriba abajo toma por sorpresa a
Capricia. -¡No, no es un saludo! –replica más sorprendida que enfadada por su
reacción. Luego de recuperar el control de la situación, continúa: -Sólo sostén
mi mano. Eso es todo.
Mali así la obedece. Más
minutos pasan y la pareja permanece así en silencio, sólo que a diferencia de
antes, Capricia se ve satisfecha de sí misma. -“’¡No puedo creer que esté en
una cita con Mali, y que él me dé la mano!”.
Por su parte, Mali parece estar más aburrido que
antes, por lo que al mirar hacia los pedales de la balsa se le ocurre una idea:
-Oye, Capricia, se me ocurre que podemos hacer una competencia. ¡El que pedalee
más rápido, gana!
Antes de que ella le responda Mali comienza a
pedalear, provocando que la lancha arranque velozmente.
-¡No, espera! ¡Mali!
La lancha avanza a toda velocidad sin control sobre el
lago, pasando muy de cerca al lado de otras balsas con parejas sobre ellas,
mojándolas en los mejores casos y en los peores, a punto de estrellarse con
ellos.
Incapaz de detener a Mali, Capricia no ve otra opción
más que comenzar a pedalear ella también para mantener el equilibrio de la embarcación,
tratando de ponerse a la par con su compañero en fuerza, logrando recuperar
parte del control de la nave.
La balsa pronto atraviesa el lago hasta tocar tierra
en la orilla opuesta, en donde la balsa continúa su trayecto por tierra por un
corto tiempo debido a la alta velocidad a la que avanzaba hasta finalmente detenerse
frente a un árbol que termina por detenerlos.
Capricia no tarda en asomar la cabeza de la balsa,
completamente exhausta, sudando profusamente y jadeando por el esfuerzo.
-¡Creo que gané! ¡Eso fue muy divertido! ¿No te
parece, Capricia?
Poco después ambos caminan tomados de la mano por una
vereda. Mali muestra nuevamente signos de aburrimiento, pero Capricia parece
ignorar felizmente este hecho al estar a su lado.
-Oye Capricia, ¿no te gustaría que hiciéramos una
competencia de fuerzas?
-A-ahora no tengo ánimos… -le responde tímidamente-. “A pesar de lo que pasó hace rato, me siento
feliz de estar en compañía de Mali… Aun así, parece un poco aburrido. Me
gustaría encontrar una actividad en la que pudiéramos divertirnos ambos…”
Pronto, la respuesta a su plegaria llega cuando pasan
junto a una heladería. Ellos no tardan en sentarse en una de las mesas de la
heladería para comer los helados que han comprado, tan grandes que caben en una
cubeta, algo que llama la atención de las parejas circundantes.
-¡Este helado está delicioso! –exclama Mali mientras
se deleita engullendo grandes bocados con su cuchara.
Capricia no tarda en idear un plan para sacar provecho
de la situación: -¡Hey, Mali! En la ciudad, las parejas acostumbran dar de
comer a la otra persona.
-No es necesario –responde él con la boca llena de
helado.
-Vamos. ¡No seas así! Anda, abre bien la boca –insiste
ella al tiempo que toma una generosa porción con su cuchara de su propio helado
y lo acerca a la boca de Mali, quien no lo piensa dos veces para devorar el delicioso
postre.
Al ver que Mali deja alimentarse dócilmente por
segunda y tercera vez, Capricia se siente feliz: “¡Mali es tan tierno! Pareciera que estoy dando de comer a un
cachorrito” –piensa.
-¡Me gusta este juego! Ahora veamos quién hace que el
otro se acabe su helado primero.
-¿Eh?
Antes de que pueda hacer algo, Mali le introduce una
cucharada llena de helado a Capricia en la boca.
-¡No! ¡Espera! –alcanza a decir ella apenas traga el
primer bocado cuando Mali le introduce otro.
Molesta, Capricia toma una cucharada de su helado y
hace lo mismo con Mali. Ambos entonces se enfrascan en una competencia
alimentándose el uno al otro con helado tan rápido como pueden mientras el otro
intenta introducirle más alimento a la boca. El alboroto llama la atención de
los comensales a su alrededor, quienes comienzan a animar a su favorito con
gritos y virotes. Entonces, y de manera inesperada, se detienen poco antes de
acabar de comer cuando a ambos les sobreviene un fuerte dolor de cabeza a causa
de la rápida ingestión de la congelada golosina. Tanto Mali como Capricia dejan
escapar un fuerte grito respectivamente a causa de esto…
Para cuando ya es tarde y el sol ha bajado, Capricia
se da por vencida en su intento y se encamina sola a la salida del parque hasta
que Mali le da alcance.
-¡Capricia! ¿A dónde vas?
-Me voy a casa –admite con un dejo de tristeza y
cabizbaja-. Todo fue culpa mía, Mali. Lamento haberte hecho pasar un mal rato.
-¿Pero, de qué hablas? ¡Me divertí mucho!
-¿En serio?
-¡Sí…! Bueno, aunque al principio fue un poco
aburrido, ¡me la pasé muy bien!
-¿Lo dices de verdad? ¿No lo estás diciendo sólo para
hacerme sentir bien?
-¡Claro que no! Aunque debo admitir que antes de que
comenzaras a comportarte y verte como Tisca, me agradabas más.
Las palabras de Mali surten efecto en Capricia,
devolviéndole la sonrisa…
Al día siguiente, en la escuela, Tisca y sus amigas
observan de nuevo a Capricia, esta vez con su apariencia de siempre retar a
Mali a una competencia de vencidas, pero esta vez ella no parece molesta, como
de costumbre.
-Parece que Capricia aún no se rinde… -comenta Caris.
-Es ilógico que ella le gane a Mali cuando ni siquiera
puede ganarme a mí.
Para entonces, la competencia entre ambos ya ha
empezado: Tanto Mali como Capricia hacen su mejor esfuerzo para derrotar a su
oponente, y aunque al principio Mali comienza a ganar terreno frente a su
rival, Capricia se esfuerza todavía más y en un giro inesperado, logra ganarle
a Mali empleando tanta fuerza, que termina haciéndole caer de su asiento hasta
dejar a Mali tumbado en el suelo. Tisca y sus amigas se sorprenden tanto como
Mali ante este resultado.
-¡Vaya! ¡Me ganaste! –exclama Mali, incrédulo, todavía
tirado y con expresión de asombro.
Ella le responde con una sonrisa juguetona: –¡El
secreto está en la muñeca!
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