Con sólo un capítulo –por el momento- más antes de terminar
con el ciclo de publicación, llega el número 19 de las aventuras de Tisca y
Mali en Una historia de la jungla.
En esta ocasión, y para alivio de Tisca, Malí no será la
principal causa de sus problemas cuando ella organiza una noche de diversión
con sus amigas y todo le resulta mal, terrible mente mal para ellas. ¿Logrará
Mali salvar el día? ¡Averígualo en este nuevo capítulo titulado “Una pijamada a
oscuras”!
Una pijamada a oscuras
Ya es de noche en la mansión, y Tisca se encuentra muy
emocionada, pues planea una fiesta nocturna a la que ya ha invitado a sus
amigas con las que en esos momentos habla por teléfono.
-...Así es, mamá salió de viaje este fin de semana...
¡Sí, tenemos la casa para nosotras solas...! ¿Qué, qué hay de mi hermano? Mamá
se lo llevó con ella para hacerle compañía. ¿Mali? ¡No te preocupes por él! No
nos molestará.
Mientras habla por teléfono, a lado de ella su gata
juega con su pelota de cascabeles favorita.
-Muy bien, tengo que colgar. ¡Nos vemos en media hora!
-se despide Tisca de sus amigas para luego salir de su habitación cargando
cojines de colores, que posteriormente coloca en los elegantes sillones y sobre
la sala del cuarto de entretenimiento, luego se dirige a la cocina, de cuya
alacena extrae golosinas, palomitas de maíz, y del refrigerado un paquete de
gaseosas. Cuando Tisca regresa al cuarto de entretenimiento se encuentra en el
camino con Mali y su mono, que cuelgan de cabeza sobre un candelabro y no dejan
de mirarla con aire inquisitivo.
-Hola, Tisca. No me digas que vas a comerte todo eso.
-Por supuesto que no, es para una pijamada que estoy
organizando.
-¿Una pijamada? -repite, confuso.
-Sí. Es como una fiesta, pero por la noche, y es
exclusiva de chicas.
-Ya veo... ¿Puedo quedarme a la pijamada con ustedes?
Antes de que Tisca le responda, James se interpone
entre ellos. -Lo lamento, joven Mali, pero la señorita Tisca me dio
instrucciones para mantenerlo lejos a usted y a su mascota mientras la
operación “pijamada” se lleva a cabo, todo sea por mantener la seguridad de
nuestras invitadas.
Tras escuchar esto, Mali y el mono se miran el uno al
otro. -No hay problema. Tiko, creo que hoy hace un excelente clima. ¿Qué te parece
si dormimos afuera?
A lo que el mono le responde con entusiasmo.
El tiempo pasa mientras Tisca se prepara para la
llegada de sus amigas, ya con su mejor pijama puesta cuando de pronto escucha sonar
el timbre de la puerta principal. Afuera la esperan sus amigas Caris y Brenda,
a quienes recibe con un abrazo a cada una.
Una vez dentro, sus amigas se ponen cómodas. Caris va
directo a la mesa llena de golosinas, mientras que Brenda se dirige al sistema
de sonido para poner la música que más le gusta.
Desde el jardín, recostado sobre un árbol Mali y su
mico observan el barullo bajo un manto de estrellas. En cierto momento, Mali se
vuelve hacia su mascota para hablarle. -Las personas de la ciudad suelen ser
demasiado ruidosas por la noche, ¿no te parece, Tiko?
Dicho esto, Mali se da media vuelta y se dispone a
dormir sin percatarse que los caramelos y demás golosinas ya han llamado la
atención del mico. Entre tanto, Tisca y sus amigas continúan la fiesta
comenzando un juego llamado “verdad o
reto”, en el que Brenda acepta el reto de beberse una botella completa de
gaseosa mientras sus amigas la animan hasta que ella termina bebiéndose hasta
la última gota.
Al mismo tiempo, el mono se escabulle al interior de
la mansión burlando fácilmente a James, quien se en ese momento encontraba
resguardando la entrada puerta del jardín, pero se había quedado dormido poco
después.
Entre tanto, la gata de Tisca, Alysa, que se
encontraba todavía jugando en la habitación de su dueña termina por aburrirse,
por lo que decide cambiar un poco su rutinaar rojando su juguete como diversión
e ir tras él. Esto pronto la lleva a la planta baja, donde las chicas continúan
jugando.
-¡Tu turno, Tisca! -la anima su amiga Caris-. ¿Verdad
o reto?
-¡Verdad!
Antes de que Caris pueda formular una pregunta, Brenda
se le adelanta preguntando maliciosamente: -¿Cuántas veces has visto a Mali
desnudo?
La pregunta hace que Tisca se incomode y que Caris se
ruborice provocando que el cristal de sus lentes se empañe.
-¡¿Qué clase de pregunta es esa?!
-¡Tienes que responder con la verdad, o perderás el
reto! -le contesta Brenda divertida.
Con el rostro rojo pero evidentemente molesto, a Tisca
le toma unos momentos contestarle. -C-cinco... ¡P-ero sólo porque quería
vestirlo a la fuerza! -se apresura a aclarar a sus divertidas y conmocionadas
amigas, y al ver que éstas no paran de reír, decide recurrir a una salida
rápida. -¡Ya fue suficiente! ¡¡Verdad o truco!! –pregunta exigentemente, dirigiéndose
a Caris.
-Ve-verdad -responde ella tímidamente.
-¿Hay algún chico en la escuela que te guste?
Su tímida amiga es incapaz de responder de inmediato a
la pregunta, quedándose inmóvil sin saber qué hacer, y con los lentes empañados
de vergüenza mientras sus dos amigas la alientan a hablar.
Entre tanto, el mono logra escabullirse de la vista de
las chicas y llega hasta la mesa de las golosinas, escondiéndose debajo del
mantel, desde donde extiende su mano para tomar cuanto caramelo logra alcanzar
y zamparselo en la boca.
Entonces que, por a azares del destino, la pelota con
cascabeles que la mascota de Tisca se encontraba persiguiendo cae justo en la
cola del mono, que en ese momento sobresalía de debajo del mantel, prendiéndose
en ésta. La gata rápidamente localiza la pelota e intenta morderla, pero falla
y termina mordiendo la cola del mono, provocando que éste salga disparado de
debajo de la mesa, llevándose el mantel consigo al tiempo que salta al
candelabro de la habitación para ponerse a salvo.
La conmoción no pasa desapercibida para las chicas,
quienes reaccionan con sorpresa tras escuchar los gritos del mono.
Completamente decidida a recuperar su juguete, la gata
fija nuevamente sus ojos en la pelota en el mono, ahora trepado sobre el
candelabro y con un gran impuso logra prenderse del mantel, haciendo que el
mono salte a tierra para evitar sus garras. Es entonces que la gata derrama
accidentalmente gaseosa sobre el estéreo de la mesa, provocando un corto
circuito en el momento justo en el que el mono huye de la habitación seguido de
cerca por la felina.
-¡Qué fue eso! -exclama Caris al borde del pánico.
-Creo que las luces se fueron... -responde Brenda,
mucho más calmada.
-Apuesto lo que sea a que Mali o su mono tienen algo
que ver... -agrega Tisca con resignación.
-¡Llama a la señora Brisk! -urge Caris a Tisca en
medio de la oscuridad.
-Ya debe estar dormida... y el resto de la servidumbre
no se queda en la mansión después de la hora de dormir.
-Seguramente se fundió un fusible -prosigue Brenda-,
podemos cambiarlo nosotras, es fácil.
-¡Bromeas! -le reprocha Tisca.
-Es fácil, podemos hacerlo... A menos que quieran
pasar el resto de la noche a oscuras...
-¡Yo apoyo a Brenda! -se apresura a decir Caris.
-Está bien... -accede Tisca con resignación- La caja
de fusibles debe estar en el sótano, acompáñenme.
Así, cargando sus teléfonos celulares que usan como
linternas, las chicas dejan la habitación. No es sino hasta ese momento que
James abre la puerta desde afuera y se asoma desde allí.
-Chicas, ¿están bien? -pregunta en medio de la oscuridad,
pero al notar que no hay nadie cerca continúa: -No están aquí... Qué raro...
Parece que no hay luz en toda la mansión. Tendré que revisar la caja de
fusibles antes de ver en donde se encuentran las chicas.
En eso, el mono regresa a la habitación y con el
cuerpo todavía cubierto por el mantel se lanza directo a la cara de James
seguido de la gata. El encuentro deja aturdido y conmocionado al
guardaespaldas. -¡¿Qué fue eso?! ¡¿A caso era terroristas en la mansión?! ¡Oh,
no! ¡Tengo que salvar a la señorita Tisca y al joven Mali de esos rufianes!
-exclama antes de salir en persecución de los animales con su arma en mano.
No muy lejos de allí, Tisca y sus amigas logran llegar
a la puerta que da al sótano. La luz del celular de Tisca ilumina solamente
unas viejas y endebles escaleras de madera por la que las tres bajan hasta
llegar a la planta baja: un amplio espacio lleno de objetos olvidados, ropa y
calderas que proveen de agua caliente los baños de la mansión y la piscina.
Las chicas no tardan mucho en llegar al fondo del
sótano, en donde se encuentra la caja de fusibles.
-¡Aquí está! -exclama Tisca.
-Bien, ahora sólo tenemos que encontrar el fusible
quemado y cambiarlo por uno nuevo.
-¿Qué? ¡Por qué no lo dijiste antes! ¡La caja de
fusibles seguramente debe estar en el cuarto de suministros!
-¿Y en dónde queda el cuarto de suministros?
-En el primer piso, junto a la cocina... -responde
Tisca con fastidio.
Las tres chicas desandan todo el camino con desgano,
pero mientras suben apenas los primeros escalones, un viejo soporte cede y toda
la estructura colapsa, dejándolas atrapadas en el espacioso sótano, cuyas únicas
vías alternativas de escape posibles son pequeñas ventanas colocadas a
demasiada altura como para que alguna de ellas pueda alcanzarlas.
-¡Hay, no! ¡Estamos atrapadas!
-¡No seas tan dramática, Caris! -le reprocha Tisca.
-Nadie sabe que estamos aquí... -interviene Brenda.
-Descuiden, seguramente mañana alguien vendrá a
sacarnos -insiste Tisca.
-¡Yo no quiero pasar la noche aquí!
-Tranquilas, chicas, ya se me ocurrirá algo...
En otra parte de la mansión, Mali despierta
súbitamente tras notar que todo a su alrededor se encuentra anormalmente
tranquilo, y tras echar un vistazo rápido, nota la extraña ausencia de luz
dentro de la mansión.
-Qué raro... Tisca me dijo que pensaba quedarse hasta
tarde con sus amigas, y aún es temprano. Me pregunto si ya se habrá ido a
dormir -Es entonces que también nota la usencia de Tiko-. ¿Tiko? ¡Tiko! ¿A
dónde se habrá metido ese mono? -se pregunta luego de llamarlo con insistencia
sin obtener respuesta alguna, luego da un salto y aterriza en el suelo-. Tendré
que buscarlo antes de que se meta en problemas…
De regreso al sótano, Tisca y sus amigas han
amontonado mesas, estatuas, muebles y todo lo que tienen a su alcance para
formar una precaria torre por la que una a una escalan con cautela. Una vez en
la cima, se encuentran con decepción que la puerta aún se encuentra muy lejos
de su alcance. A Tisca entonces se le ocurre hacer que sus amigas suban sobre
sus hombros para que una de ellas pueda finalmente llegar a la salida y desde
allí ayudarlas o pedir ayuda.
La primera en subirse es Brenda, seguida de Caris. El
peso de sus amigas pronto hace que las piernas de Tisca tiemblen a causa del
esfuerzo. Entre tanto, Caris se esfuerza por estirarse para alcanzar la perilla
de la puerta. -Ya... Ya casi la alcanzo. ¡Sólo un poco más...!
En un intento por hacer que su amiga alcance su
objetivo, Brenda decide usar la cabeza de Tisca como apoyo, pero al hacer esto
provoca que ella alce la vista justo en el momento en el que Brenda apoya su
pie sobre su rostro, haciendo que ella se sacuda más de la cuenta y la torre
bajo sus pues se derrumbe junto con ellas. No pasa mucho para que Tisca asome
la cabeza de entre los escombros de madera y muebles rotos completamente ilesa,
pero aturdida. A su lado sobresalen las piernas de su amiga Brenda con medio
cuerpo enterrado y a su amiga Caris, colgando de un madero, no muy lejos de
allí. -Creo que tenemos que encontrar otra forma de salir...
Repentinamente el pantalón de la pijama de la que
Caris colgaba se rompe por detrás haciendo que caiga pesadamente al suelo.
Tisca no tarda en acercársele. -¿Estás bien?
-Sí -le responde su amiga con el rostro sonrojado-.
-¿De verdad? -Insiste ella al notarla extraña.
-Oye, Tisca... ¿podrías prestarme alguna de tus
pijamas? -le pregunta levantándose del suelo sin dejar de cubrirse la rasgadura
con las manos.
-Claro -le responde con una sonrisa incómoda-. Aquí
está la lavandería, seguramente hay ropa limpia mía que puedas usar por alguna
parte…
Mali entra en la mansión a oscuras, pero gracias a los
grandes ventanales y a su aguda visión nocturna, el chico de la selva no tiene
problemas para navegar por los oscuros pasillos que ya se ha aprendido de
memoria. -No escucho ningún ruido. ¿Habrán salido? –conjetura.
Entre tanto, Tisca y sus amigas revisan sus teléfonos
celulares para averiguar si pueden hacer una llamada.
-No tengo señal -se queja Tisca.
-...yo tampoco -la secunda Caris.
-El mío está completamente muerto -dice Brenda.
-¡Eso es! ¡James! -exclama Tisca al tiempo que vuelve
a su celular-. Mamá configuró mi dispositivo para enviar una señal de
emergencia si me encontraba en peligro.
En cuestión de segundos, la señal de Tisca alcanza el
celular de James, mismo que en esos momentos que se encontrara tirado en medio
del jardín luego de que James lo haya dejado caer por accidente después de
haber salido en persecución de los animales.
Luego de esperar por unos minutos sin recibir
respuesta, Tisca finalmente apaga la señal. –No responde... Tendremos que
quedarnos aquí toda la noche.
-Qué vamos a hacer -la interrumpe Caris abrazándola
fuertemente-. ¡No hay comida aquí, ni tampoco agua!
-Yo me preocuparía más por toda clase de alimañas que
debe haber por aquí- interviene Brenda.
-¿A qué te refieres? -inquiere Tisca con un dejo de
miedo en su voz.
-Ya sabes, ratones, ratas, arañas y toda clase de
insectos. Es sabido que esa clase de animales buscan lugares oscuros y fríos
como estos.
En eso escuchan un sonido seco a la distancia que las
asusta. Las chicas se juntan para abrazarse mientras su imaginación y la
oscuridad juegan con ellas haciéndolas pensar que una rata gigante y rabiosa se
dirige hacia ellas con el propósito de atacarlas. No pasa mucho para que noten
que efectivamente, algo ronda en la oscuridad y se acerca rápidamente hacia
ellas. Finalmente y sin poder contenerse más, Tisca deja escapar un grito junto
con sus amigas, quienes comienzan a lanzar en dirección a aquello que se acerca
todo lo que encuentran, incluyendo ropa de la lavandería. El lanzamiento de una
caja de madera logra derribar a aquello que las chicas se encontraban atacando,
por lo que, armándose de valor, las tres se aventuran cautelosamente en la
oscuridad armadas con trapeadores y escobas. Las luces de sus celulares no
tardan en iluminar el cuerpo maltrecho de Mali, tirado en el suelo y con los
ojos cubiertos por uno de los sostenes de Tisca.
Apenas verlo Tisca corre hacia él y lo sacude violentamente
para hacerlo reaccionar. -¿¡Pero, qué crees que estás haciendo!?
De inmediato sus amigas la detienen. -¡Espera, Tisca!
-Si Mali pudo entrar aquí, quizás también pueda
ayudarnos a salir de aquí también.
Poco después, las chicas llevan al ahora recuperado
Mali frente a una de las pequeñas ventanas del sótano.
-Queremos que nos ayudes a subir a esa ventana -le
pide Tisca a Mali lo más amable que puede-. ¿Podrías encontrar la forma hacerlo?
Mali se queda pensativo unos momentos mientras echa un
vistazo a su alrededor, luego toma unas sábanas de la lavandería que ata con
nudos, y en uno de sus extremos ata un paraguas, con el que tomando impulso,
lanza en dirección hacia la ventana, y en el primer intento, el mango del
paraguas logra atorarse con el marco de la ventana. Poco después las chicas y
Mali comienzan a trepar por la cuerda para intentar salir.
Una vez en la parte superior, Mali intenta ser el
primero en salir por la estrecha ventana, pero no tarda en descubrir que sólo
ha logrado sacar la cabeza y los hombros momentos antes de caer en cuenta que
está atorado.
-¿Qué esperas, Mali? -lo apremia Tisca, que se
encuentra debajo de él.
-Cero... que... estoy... atorado -se excusa sin dejar
de esforzarse para liberarse. -...es inútil. La ventana es demasiado estrecha
como para que yo salga.
Su afirmación hace impacientar a Tisca, que comienza a
empujarlo con las manos. -¡Inténtalo con más fuerza! -lo alienta sin dejar de
empujarlo con todas sus fuerzas.
-¡Espera, Tisca! -le suplica- ¡Sólo estás logrando que
me atore más!
Las sacudidas de Mali y Tisca pronto consiguen aflojar
uno de los nudos de la cuerda improvisada, que termina por deshacerse, dejando
colgadas a las chicas, quienes ahora se aferran con fuerza a las piernas de
Mali para no caer, pero pronto el peso combinado de ellas termina por hacerlos
caer a todos al suelo…
La luz de un nuevo día comienza a colarse por las
pequeñas ventanas del sótano, en cuyo interior se encuentran sentados sobre el
suelo y en silencio las chicas y Mali, en espera de que alguien venga a
sacarlos de allí.
-Ya es de día... -comenta Brenda con el cabello
desarreglado y bolsas debajo de los ojos a causa de la falta de sueño.
-¡Animo chicas! -propone Tisca, en las mismas
condiciones- No falta mucho para que alguien llegue a la mansión y nos
encuentre...
-¿Conque, lo que querían era salir de aquí? -pregunta
de repente Mali, sorprendido.
-¡Claro que sí! -le reprocha Tisca-. ¿A caso ves que
no podemos subir porque no hay escaleras?
-Yo pensé que estaban jugando a algún tipo de juego
-se disculpa Mali con una carcajada.
-¿Quiere decir que todo este tiempo has sido capaz de
salir de aquí? -le pregunta con incredulidad Caris.
-¡Claro!
Acto seguido, Mali se levanta y camina hacia las
escaleras derrumbadas, pega su cuerpo a la pared, y con los brazos y piernas
extendidos trepa por la pared imitando los movimientos de una lagartija hasta
llegar a la salida. Al ver esto, Tisca se lleva la palma al rostro en señal de
frustración…
Una vez los cuatro han salido del sótano, las amigas
de Tisca se dirigen con desgano a las escaleras principales con la intención de
subir a sus habitaciones para dormir un poco. es.
-Creo que dormiré todo el día -asegura Brenda con tono
extenuado.
-Yo igual -la secunda Caris.
Tisca sigue detrás a sus amigas cuando en ese momento
escucha sonar el timbre de la puerta principal.
Al abrir se encuentra con sorpresa a Tiko
arrastrándose hacia el interior, seguido de su gata en las mismas condiciones,
seguida por James.
-¡Señorita Tisca! -exclama el guardaespaldas apenas
verla y con la voz quebrada a causa del cansancio- ¡Qué bueno que está a salvo
de los terroristas!
Sin decir nada, Tisca toma a su gata y vuelve a cerrar
la puerta dejando al mono y al guardaespaldas fuera.
-...creo que pediré vacaciones –dice James luego de
una pausa.
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