Para aquellos que recuerdan la ilustración anterior que publiqué, habrán notado que Cyntia, uno de los nuevos personajes sostiene un huevo entre las manos que hace referencia a este capítulo.
Si te preguntas el por qué de su extraña apariencia, continúa leyendo el nuevo capítulo de Una historia de la jungla titulado: "El huevo de la discordia".
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Si te preguntas el por qué de su extraña apariencia, continúa leyendo el nuevo capítulo de Una historia de la jungla titulado: "El huevo de la discordia".
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El huevo de la discordia
Las clases ya han comenzado en la escuela, y la
maestra en turno se prepara para hacer un anuncio:
-Como les mencioné la clase anterior, esta semana
tendrá lugar el proyecto de crianza en parejas. Los alumnos formarán parejas y
a cada una se le entregará un huevo que deberán cuidar como si fuese un bebé
durante los próximos tres días. Para aprobar, deberán llevar un registro de las
actividades que cada uno de los padres deberán cumplir, y al termino del
proyecto, los estudiantes deberán entregar el huevo intacto.
Tras escuchar a la maestra, el rostro de Tisca
comienza a mostrar una creciente angustia. “¡Oh, no! Si me llega a tocar
Mali de pareja, ¡no quiero ni imaginar lo que me espera!” -dice para sus
adentros sin dejar de mirar a su compañero.
Su imaginación la hace visualizar a Mali sosteniendo
el huevo por un momento, para momentos después, tragárselo entero. Luego,
después de explicarle que ellos deben cuidarlo como si fuera su propio hijo, se
imagina a Mali haciendo un nido de ave gigante en el cual coloca el pequeño
huevo en el que posteriormente se sienta, haciendo ruidos de gallina.
Su imaginación continúa mientras la maestra continúa
explicando- ...veamos. Para evitar favoritismos, he formado al azar a las
parejas. Señoritas Caris y Brenda, ustedes formarán la primera pareja…
Las amigas de Tisca de inmediato se emocionan al
escuchar sus nombres juntos. Entre tanto, la maestra nombra una nueva pareja-: Joven
Mali, usted formará pareja con...
Apenas escucha el nombre de Mali, Tisca se dispone a
levantarse de su pupitre y a marcharse antes de que la maestra pueda detenerla.
Entonces escucha a Mali ser asignado con Cyntia, la chica extraña del salón.
-¡Esto no me lo pierdo! –exclama Tisca con emoción
después de habérselo pensado mejor y retomar su asiento.
-Señorita Tisca, usted hará pareja con su compañero
Nendel.
Apenas termina la maestra de terminar la frase, desde
detrás del salón se escucha la voz de júbilo de Nendel al tiempo que el
semblante de Tisca se descompone de nuevo.
-¡Yupii! -exclama Nendel.
Poco después, la maestra entrega a cada equipo su
respectivo huevo, que tiene marcado en su superficie un sello especial para
evitar que los alumnos hagan trampa remplazándolo por otro huevo. Los primeros
en recibir su huevo son Brenda y Caris, quienes lo reciben alegremente,
planeando con antelación una velada de películas en casa de Brenda para la
ocasión. Los siguientes en recibir su huevo son Mali y Cyntia; esta última
recibe el huevo con entusiasmo.
¡Pero qué hermoso niño! –exclama-. Voy a
confeccionarte un vestido apropiado. ¡Va a ser una pena que no pueda disecarte
como al resto de mis mascotas!
-No entiendo por qué tenemos que cuidar a un huevo
como si fuese un niño -replica Mali, confundido. No somos serpientes como para
cuidar de él. Además, a la edad de 4 años yo ya sabía valerme por mí mismo.
-¡Qué gracioso eres, Mali! –afirma Cyntia luego de
reírse sin tomar muy en serio su comentarios.
Finalmente, la maestra le entrega su huevo a la pareja
de Tisca.
-Bueno, al menos no tendré que preocuparme por
reprobar en este proyecto –dice ella al momento de recibir el huevo.
Nendel no tarda en acercársele, completamente
ignorante de su mal humor. -¡No puedo creer que finalmente tú y yo seamos
pareja, Tisca!
-¡Es de mentiras! -le aclara ella, a punto de estallar
en furia.
-Puedes decirme “querido” -continúa Nendel
inocentemente.
A ese punto el mal humor de Tisca es tal, que
inconscientemente aplasta el huevo que sostenía en la palma de su mano, dando
como resultado que tanto ella, Nendel y su maestra terminen con restos de clara
y yema en la cara.
Una vez han terminado las clases, Tisca, claramente
furiosa, se dirige con paso firme hacia la salida hasta que Nendel la
intercepta. -¡Aquí estás, querida! ¿Qué te parece si hoy llevamos juntos a
junior al cine?
Ella se vuelve de pronto y le introduce parcialmente
el huevo en la boca. -¿Qué te parece si mejor te haces cargo tú del niño por
hoy? -le replica molesta para después marcharse.
Sin inmutarse, Nendel asiente con la cabeza sin perder
el buen ánimo, luego se despide de ella balbuceando y agitando la mano.
Una vez ya en la mansión, Tisca se dispone a leer una
revista, y poco después ve pasar a Mali por el pasillo cargando con su huevo. Intrigada,
decide seguirlo en secreto hasta el baño, en donde Mali toma al huevo, al que
le ha dibujado una cara sonriente, y comienza a tallarlo suavemente con una
esponja enjabonada mientras lo mete en la bañera. -Eso es, pequeño –dice Mali
dirigiéndose al huevo, como si se tratase de un bebé o un niño.
Tisca se queda contemplando la escena por un tiempo
desde la puerta. -Mali está cuidando mejor a su huevo de lo que pensaba...
Quizás no hubiera sido tan malo tenerlo como pareja después de todo... –dice
para sí misma.
Al día siguiente, en la escuela, los alumnos se
muestran entusiasmados los unos a los otros los nuevos aspectos de sus huevos,
a quienes han decorado dibujándoles caras y en algunos casos, incluso han
confeccionado ropas para ellos.
Mali y Cyntia se acercan a Tisca, que se encuentra
sentada con el semblante decaído: -Mira, Tisca. Te presento a nuestro huevo
–dice felizmente, acercándolo para que ella lo vea.
El huevo ahora lleva puesto un vestido rosa junto con
un cinturón negro de cuero con picos.
Así mismo, su rostro ha sido dibujado con profundas
ojeras en los ojos hechas con maquillaje diluido con agua que le hacen ver como
si el rostro hubiese estado llorando. Pese a todo lo anterior a Tisca le llama
la atención un detalle que nota detrás del huevo: una cola peluda.
-¿No te parece lindo? -secunda Cyntia a la hastiada
Tisca, que apenas tiene humor de mirarla a los ojos.
En eso llega Nendel cargando con su propio huevo, a
quien le ha dibujado un rostro similar al de él pegándole también una cabellera
similar a su peinado, junto con un par de gafas. -¡Te presento a junior! ¿No es
adorable? ¡Por fin somos una familia como siempre lo había soñado, y hoy será
nuestra primera cita!
La presencia de Nendel parece irritar a Tisca -¡Ni
creas que voy a salir contigo!
-Pero la maestra dijo que ambos padres deben cuidar
del huevo al menos uno de los tres días -agrega Mali.
-Es verdad. Si no lo haces, reprobarán el proyecto -continúa
Cyntia.
Aunque iracunda, Tisca finalmente cede a la presión de
sus compañeros. -¡Está bien! ¡Tú...! Como quiera que te llames, ¡nos vemos en
tu casa después de clases!
Nendel se pone tan contento que ni siquiera se da
cuenta que ella ha olvidado su nombre.
Esa tarde, la limusina de Tisca la deja en casa de
Nendel, quien al igual que ella vive en una amplia casa de dos pisos. No pasa
mucho para que el mismo Nendel salga a recibirla intentando abrazarla, algo que
Tisca le impide arrojándole su portafolio escolar a la cara para luego pasar al
lado de él y entrar.
-Estoy aquí con el único propósito de sacar una buena
nota en la clase, ¡no lo olvides!
Una vez dentro, Nendel la conduce a su cuarto: una
habitación repleta de figuras de acción y de anime, así como las paredes están
tapizadas por posters de películas y series de ciencia ficción.
-¿Dónde está el huevo? –pregunta ella al tiempo que
inspecciona con la mirada la habitación, y antes de que Nendel pueda
responderle, Tisca nota un contenedor de transparente sobre un mueble que
confunde con una incubadora. Al acercarse, puede apreciar a una pareja de
hamsters que le devuelven la mirada.
-¿No son lindos? –interviene Nendel-. Son mis hamsters
mascotas. Se llaman Marie y Pierre.
En respuesta, Tisca hace una muesca de disgusto.
Entonces Nendel se apresura a ofrecerle una bebida. –Me gustaría un poco de
agua, si no es mucha molestia.
-Para ti, querida Tisca, te regalaría el sol y las
estrellas –dicho esto, Nendel la deja sola en su habitación para ir en busca de
la bebida, algo que ella no desaprovecha y comienza a buscar el huevo.
-¡Tiene que estar en alguna parte! –dice ella en voz
alta al tiempo que revisa cajones, armarios y rincones –Apenas lo encuentre, lo
llevaré conmigo para asegurarme que ese chico raro no lo rompa… ¡Hey!
–dirigiéndose repentinamente hacia los hamsters-. ¿Ustedes saben dónde está el
huevo?
En respuesta, los hamsters, parados sobre sus patas
traseras señalan una perta que se encuentra junto a ellos.
Tisca se aventura a entreabrir la puerta con cautela,
y para su sorpresa, en vez de encontrarse con el huevo que busca, se encuentra
con una habitación oscura que es usada como una especie de altar, en donde se
exhiben incontables fotografías de ella en las paredes y quizás lo más
perturbador, una estatua de ella rodeada por velas encendidas. Tisca cierra de
inmediato la puerta de un portazo y debido a la impresión se dirige a toda
prisa hacia la salida más cercana olvidándose del huevo por completo, pero
cuando está a punto de llegar a la salida se tropieza de frente con Nendel.
Ambos terminan por caer al suelo
Luego del incidente Tisca se percata que el huevo que
estaba buscando siempre estuvo con Nendel, quien había estado sosteniéndolo
todo el tiempo. -¿A dónde vas, Tisca mi amor?
-¡Me largo de aquí! ¡Dame ese huevo! –le exige
intentando arrebatárselo de las manos, cosa que no consigue.
-Te daré el huevo con una condición –propone Nendel.
-¡¡Ni pienses que te voy a besar, abrazar o algo por
el estilo!!
-¡No, no es nada de eso! –explica, intentando
apaciguarla-. Mira, si podemos completar la lista de actividades que tenemos
que cumplir para cuidar a junior, te daré el huevo y podrás irte.
-¡Hecho! –afirma Tisca, ofreciendo su mano para cerrar
el trato con un apretón de manos, pero en vez de ello, intenta arrebatarle el
huevo a Nendel, fallando por segunda vez. -¡Rayos!
-Tisca, te quiero mucho, pero algo me dice que no eres
de fiar –agrega él, suspicazmente.
Más tarde, Tisca y Nendel se sientan ante una mesa con
un gran banquete servido bajo la tenue luz de velas encendidas, mismas que
crean una atmósfera romántica de la que Nendel piensa sacar provecho. Tisca en
cambio, se dedica a fingir que da comida de bebé al huevo con evidente desgano
y aburrimiento.
-¡No, no! ¡Así no! –la reprende Nendel-. Tienes que
hacerlo con amor… A ver, junior, ¡abre la boca! –dice con voz melosa. Acto
seguido, toma la comida para bebé y la cuchara, y se la ofrece al huevo al
tiempo que Tisca lo observa sin mucho interés.
Una vez ha terminado la demostración, Nendel hace lo
mismo con Tisca, ofreciéndole dar de comer comida del banquete con una cuchara,
algo que termina por enfurecerla.
-¿¡Qué crees que estás haciendo!?
-Estoy practicando para cuando estemos casados. A ver,
Tisca, amor mío, abre la boca y di “Aaaaaah”
En respuesta Tisca le da una bofetada y momentos después
sale furiosa del comedor con el huevo en mano, seguida por Nendel, quien se
arrastra por el suelo llevando una lista en manos, en la cual tacha la tarea pendiente
de alimentar al huevo.
No muy lejos de allí, Tisca entra en la cocina y se
dispone a poner el huevo en el lugar en el que se encuentran los platos sucios
con la intensión de lavar ahí el huevo cuando Nendel la detiene.
-¡Pero, qué haces! ¡No puedes bañar a junior en la
cocina, y menos con agua fría!
-¡Es sólo un huevo! –le responde ella con fastidio.
Nendel entonces conduce a Tisca y al huevo al cuarto
de baño, en donde los espera una gran bañera preparada para la ocasión. Allí,
Nendel sumerge al huevo en las aguas tibias y comienza a tallarlo con
delicadeza bajo el agua. Tisca por su parte, se mantiene a prudente distancia
de ellos.
-¿Ves? Así es como se debe tratar a un niño pequeño.
-Si ese fuera un niño de verdad, ya estaría ahogado
–repone ella con frialdad.
Tras hacérselo notar, Nendel saca las manos fuera del
agua sólo para encontrarse que en vez del huevo, sostiene un patito de hule.
-¡El huevo!
Sus gritos llaman la atención de Tisca, quien se
percata de lo que sucede y se apresura rápidamente a llegar al lado de él para
intentar ayudarle a encontrar el huevo.
-¡Qué torpe eres! ¡Si no lo sacamos pronto del agua
caliente, terminaremos con un huevo cocido!
En eso a Nendel se le ocurre una idea: -Temo que uno
de nosotros tendrá que meterse a la bañera a buscarlo.
-Entonces, ¡qué esperas! No pensarás que sea yo quien
me meta al agua, ¿o sí?
-Lo que sucede es que no sé nadar…
-Olvídalo. ¡No traje conmigo un traje de baño ni nada
que se le parezca!
-¡Ese no es problema! –asegura Nendel al tiempo que
corre al armario, en donde toma del guardarropa un diminuto bikini rosa-. ¡Compré
esto para ti! –le asegura-. Estaba guardándolo para tu cumpleaños, pero creo
que es un buen momento para que lo estrenes.
A ese punto Tisca alza a Nendel en vilo y lo arroja a
la bañera con todo y ropa. -¡Jamás me pondría algo como eso, y menos frente a
alguien como tú!
Nendel cae de cabeza a la bañera, y casi de inmediato
emerge nuevamente con el huevo entre las manos. -¡Mira, Tisca! ¡Ya encontré a
Junior!
Poco después ambos regresan a la habitación de Nendel,
en donde Tisca continúa todavía furiosa. -¡Me voy de aquí! –lo amenaza mientras
se dirige a la puerta.
-¡Espera, Tisca! ¡Lo siguiente es cambiar el pañal a
junior! Si me ayudas, te prometo que dejaré que te lleves el huevo.
-¿En serio? Está bien… ¡pero si intentas hacer algo
raro de nuevo, me iré definitivamente! E este punto ya ni siquiera me interesa
sacar una buena nota.
-¡Claro! Te lo prometo –le asegura-. Sólo tienes que
cambiar el pañal de junior. ¡Mira! Hice estos pañales a su medida –asegura al
tiempo que le muestra diminutos pañales que él sostiene en la palma de la mano.
Así, Tisca se entrega de mala gana a colocar uno de
los pañales al huevo, pero cuando termina se da cuenta, no sin sorpresa, que en
vez de haber puesto el pañal en el huevo se lo ha puesto entre dos de sus
dedos. En su segundo intento se sorprende al darse cuenta que en vez del huevo,
se lo ha puesto a uno de los hamsters de Nendel.
-Así no se pone un pañal –la reprende Nendel.
-¿Ah, sí? ¡Pues quisiera verte a ti hacerlo!
-Vaya, no pensé que fueras tan mala cuidando niños…
–dice Nendel en tono pensativo-. ¡Ya sé! Lo que necesitas es más práctica.
-¿Práctica dices? ¿A caso tú ya has cuidado niños
pequeños?
-¡Claro! Yo solía cambiarle los pañales a mí
hermanita. Lo malo es que ella ya no es tan pequeña… ¡Tengo una idea!
Acto seguido, Nendel sale de la habitación para
momentos después volver a entrar con un biberón en la mano y vestido de bebé,
algo que desconcierta y asusta a Tisca.
-¡Puedes practicar conmigo a cambiarme el pañal, Tisca
querida! Y ya que estamos en eso, también te enseñaré cómo arrullar a un bebé,
dar el biberón, y…
Furiosa, Tisca no espera a que termine la oración, y
en un arrebato de ira le arroja el huevo a la cara. Momentos después, Nendel
sale a toda prisa de la habitación, todavía vestido de bebé seguido por ella,
quien lo persigue por toda la casa mientras lo golpea continuamente en la
cabeza con una de las figuras de acción de Nendel.
-¡Ven aquí, degenerado! ¡Yo te enseñaré cómo cuidar a
un bebé!
-o-
Al día siguiente en la escuela, Nendel lee el reporte
sobre lo sucedido el día anterior frente a toda la clase sin dejar fuera ningún
detalle: -…y así es como Junior terminó por irse de este mundo. –dice Nendel,
tratando de contener las lágrimas.
Sentada en su pupitre, Tisca escucha el relato
llena de vergüenza. –La próxima prometo no quejarme si me toca Mali como
compañero –asegura, arrepentida en el momento en el que se vuelve a ver a Mali,
quien le devuelve la mirada con una sonrisa inocente.
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