02 marzo, 2018

Una historia de la jungla: Capítulo 18


Para aquellos que recuerdan la ilustración anterior que publiqué, habrán notado que Cyntia, uno de los nuevos personajes sostiene un huevo entre las manos que hace referencia a este capítulo. 

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 Si te preguntas el por qué de su extraña apariencia, continúa leyendo el nuevo capítulo de Una historia de la jungla titulado: "El huevo de la discordia".

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El huevo de la discordia



Las clases ya han comenzado en la escuela, y la maestra en turno se prepara para hacer un anuncio:

-Como les mencioné la clase anterior, esta semana tendrá lugar el proyecto de crianza en parejas. Los alumnos formarán parejas y a cada una se le entregará un huevo que deberán cuidar como si fuese un bebé durante los próximos tres días. Para aprobar, deberán llevar un registro de las actividades que cada uno de los padres deberán cumplir, y al termino del proyecto, los estudiantes deberán entregar el huevo intacto.

Tras escuchar a la maestra, el rostro de Tisca comienza a mostrar una creciente angustia. “¡Oh, no! Si me llega a tocar Mali de pareja, ¡no quiero ni imaginar lo que me espera!” -dice para sus adentros sin dejar de mirar a su compañero.

Su imaginación la hace visualizar a Mali sosteniendo el huevo por un momento, para momentos después, tragárselo entero. Luego, después de explicarle que ellos deben cuidarlo como si fuera su propio hijo, se imagina a Mali haciendo un nido de ave gigante en el cual coloca el pequeño huevo en el que posteriormente se sienta, haciendo ruidos de gallina.

Su imaginación continúa mientras la maestra continúa explicando- ...veamos. Para evitar favoritismos, he formado al azar a las parejas. Señoritas Caris y Brenda, ustedes formarán la primera pareja…

Las amigas de Tisca de inmediato se emocionan al escuchar sus nombres juntos. Entre tanto, la maestra nombra una nueva pareja-: Joven Mali, usted formará pareja con...

Apenas escucha el nombre de Mali, Tisca se dispone a levantarse de su pupitre y a marcharse antes de que la maestra pueda detenerla. Entonces escucha a Mali ser asignado con Cyntia, la chica extraña del salón.

-¡Esto no me lo pierdo! –exclama Tisca con emoción después de habérselo pensado mejor y retomar su asiento.

-Señorita Tisca, usted hará pareja con su compañero Nendel.

Apenas termina la maestra de terminar la frase, desde detrás del salón se escucha la voz de júbilo de Nendel al tiempo que el semblante de Tisca se descompone de nuevo.

-¡Yupii! -exclama Nendel.

Poco después, la maestra entrega a cada equipo su respectivo huevo, que tiene marcado en su superficie un sello especial para evitar que los alumnos hagan trampa remplazándolo por otro huevo. Los primeros en recibir su huevo son Brenda y Caris, quienes lo reciben alegremente, planeando con antelación una velada de películas en casa de Brenda para la ocasión. Los siguientes en recibir su huevo son Mali y Cyntia; esta última recibe el huevo con entusiasmo.

¡Pero qué hermoso niño! –exclama-. Voy a confeccionarte un vestido apropiado. ¡Va a ser una pena que no pueda disecarte como al resto de mis mascotas!

-No entiendo por qué tenemos que cuidar a un huevo como si fuese un niño -replica Mali, confundido. No somos serpientes como para cuidar de él. Además, a la edad de 4 años yo ya sabía valerme por mí mismo.

-¡Qué gracioso eres, Mali! –afirma Cyntia luego de reírse sin tomar muy en serio su comentarios.

Finalmente, la maestra le entrega su huevo a la pareja de Tisca.

-Bueno, al menos no tendré que preocuparme por reprobar en este proyecto –dice ella al momento de recibir el huevo.

Nendel no tarda en acercársele, completamente ignorante de su mal humor. -¡No puedo creer que finalmente tú y yo seamos pareja, Tisca!

-¡Es de mentiras! -le aclara ella, a punto de estallar en furia.

-Puedes decirme “querido” -continúa Nendel inocentemente.

A ese punto el mal humor de Tisca es tal, que inconscientemente aplasta el huevo que sostenía en la palma de su mano, dando como resultado que tanto ella, Nendel y su maestra terminen con restos de clara y yema en la cara.

Una vez han terminado las clases, Tisca, claramente furiosa, se dirige con paso firme hacia la salida hasta que Nendel la intercepta. -¡Aquí estás, querida! ¿Qué te parece si hoy llevamos juntos a junior al cine?

Ella se vuelve de pronto y le introduce parcialmente el huevo en la boca. -¿Qué te parece si mejor te haces cargo tú del niño por hoy? -le replica molesta para después marcharse.

Sin inmutarse, Nendel asiente con la cabeza sin perder el buen ánimo, luego se despide de ella balbuceando y agitando la mano.

Una vez ya en la mansión, Tisca se dispone a leer una revista, y poco después ve pasar a Mali por el pasillo cargando con su huevo. Intrigada, decide seguirlo en secreto hasta el baño, en donde Mali toma al huevo, al que le ha dibujado una cara sonriente, y comienza a tallarlo suavemente con una esponja enjabonada mientras lo mete en la bañera. -Eso es, pequeño –dice Mali dirigiéndose al huevo, como si se tratase de un bebé o un niño.

Tisca se queda contemplando la escena por un tiempo desde la puerta. -Mali está cuidando mejor a su huevo de lo que pensaba... Quizás no hubiera sido tan malo tenerlo como pareja después de todo... –dice para sí misma.

Al día siguiente, en la escuela, los alumnos se muestran entusiasmados los unos a los otros los nuevos aspectos de sus huevos, a quienes han decorado dibujándoles caras y en algunos casos, incluso han confeccionado ropas para ellos.

Mali y Cyntia se acercan a Tisca, que se encuentra sentada con el semblante decaído: -Mira, Tisca. Te presento a nuestro huevo –dice felizmente, acercándolo para que ella lo vea.

El huevo ahora lleva puesto un vestido rosa junto con un cinturón negro de cuero con picos.
Así mismo, su rostro ha sido dibujado con profundas ojeras en los ojos hechas con maquillaje diluido con agua que le hacen ver como si el rostro hubiese estado llorando. Pese a todo lo anterior a Tisca le llama la atención un detalle que nota detrás del huevo: una cola peluda.

-¿No te parece lindo? -secunda Cyntia a la hastiada Tisca, que apenas tiene humor de mirarla a los ojos.

En eso llega Nendel cargando con su propio huevo, a quien le ha dibujado un rostro similar al de él pegándole también una cabellera similar a su peinado, junto con un par de gafas. -¡Te presento a junior! ¿No es adorable? ¡Por fin somos una familia como siempre lo había soñado, y hoy será nuestra primera cita!

La presencia de Nendel parece irritar a Tisca -¡Ni creas que voy a salir contigo!

-Pero la maestra dijo que ambos padres deben cuidar del huevo al menos uno de los tres días -agrega Mali.

-Es verdad. Si no lo haces, reprobarán el proyecto -continúa Cyntia.

Aunque iracunda, Tisca finalmente cede a la presión de sus compañeros. -¡Está bien! ¡Tú...! Como quiera que te llames, ¡nos vemos en tu casa después de clases!

Nendel se pone tan contento que ni siquiera se da cuenta que ella ha olvidado su nombre.

Esa tarde, la limusina de Tisca la deja en casa de Nendel, quien al igual que ella vive en una amplia casa de dos pisos. No pasa mucho para que el mismo Nendel salga a recibirla intentando abrazarla, algo que Tisca le impide arrojándole su portafolio escolar a la cara para luego pasar al lado de él y entrar.

-Estoy aquí con el único propósito de sacar una buena nota en la clase, ¡no lo olvides!

Una vez dentro, Nendel la conduce a su cuarto: una habitación repleta de figuras de acción y de anime, así como las paredes están tapizadas por posters de películas y series de ciencia ficción.

-¿Dónde está el huevo? –pregunta ella al tiempo que inspecciona con la mirada la habitación, y antes de que Nendel pueda responderle, Tisca nota un contenedor de transparente sobre un mueble que confunde con una incubadora. Al acercarse, puede apreciar a una pareja de hamsters que le devuelven la mirada.

-¿No son lindos? –interviene Nendel-. Son mis hamsters mascotas. Se llaman Marie y Pierre.

En respuesta, Tisca hace una muesca de disgusto. Entonces Nendel se apresura a ofrecerle una bebida. –Me gustaría un poco de agua, si no es mucha molestia.

-Para ti, querida Tisca, te regalaría el sol y las estrellas –dicho esto, Nendel la deja sola en su habitación para ir en busca de la bebida, algo que ella no desaprovecha y comienza a buscar el huevo.

-¡Tiene que estar en alguna parte! –dice ella en voz alta al tiempo que revisa cajones, armarios y rincones –Apenas lo encuentre, lo llevaré conmigo para asegurarme que ese chico raro no lo rompa… ¡Hey! –dirigiéndose repentinamente hacia los hamsters-. ¿Ustedes saben dónde está el huevo?

En respuesta, los hamsters, parados sobre sus patas traseras señalan una perta que se encuentra junto a ellos.

Tisca se aventura a entreabrir la puerta con cautela, y para su sorpresa, en vez de encontrarse con el huevo que busca, se encuentra con una habitación oscura que es usada como una especie de altar, en donde se exhiben incontables fotografías de ella en las paredes y quizás lo más perturbador, una estatua de ella rodeada por velas encendidas. Tisca cierra de inmediato la puerta de un portazo y debido a la impresión se dirige a toda prisa hacia la salida más cercana olvidándose del huevo por completo, pero cuando está a punto de llegar a la salida se tropieza de frente con Nendel. Ambos terminan por caer al suelo

Luego del incidente Tisca se percata que el huevo que estaba buscando siempre estuvo con Nendel, quien había estado sosteniéndolo todo el tiempo. -¿A dónde vas, Tisca mi amor?

-¡Me largo de aquí! ¡Dame ese huevo! –le exige intentando arrebatárselo de las manos, cosa que no consigue.

-Te daré el huevo con una condición –propone Nendel.

-¡¡Ni pienses que te voy a besar, abrazar o algo por el estilo!!

-¡No, no es nada de eso! –explica, intentando apaciguarla-. Mira, si podemos completar la lista de actividades que tenemos que cumplir para cuidar a junior, te daré el huevo y podrás irte.

-¡Hecho! –afirma Tisca, ofreciendo su mano para cerrar el trato con un apretón de manos, pero en vez de ello, intenta arrebatarle el huevo a Nendel, fallando por segunda vez. -¡Rayos!

-Tisca, te quiero mucho, pero algo me dice que no eres de fiar –agrega él, suspicazmente.

Más tarde, Tisca y Nendel se sientan ante una mesa con un gran banquete servido bajo la tenue luz de velas encendidas, mismas que crean una atmósfera romántica de la que Nendel piensa sacar provecho. Tisca en cambio, se dedica a fingir que da comida de bebé al huevo con evidente desgano y aburrimiento.

-¡No, no! ¡Así no! –la reprende Nendel-. Tienes que hacerlo con amor… A ver, junior, ¡abre la boca! –dice con voz melosa. Acto seguido, toma la comida para bebé y la cuchara, y se la ofrece al huevo al tiempo que Tisca lo observa sin mucho interés.

Una vez ha terminado la demostración, Nendel hace lo mismo con Tisca, ofreciéndole dar de comer comida del banquete con una cuchara, algo que termina por enfurecerla.

-¿¡Qué crees que estás haciendo!?

-Estoy practicando para cuando estemos casados. A ver, Tisca, amor mío, abre la boca y di “Aaaaaah

En respuesta Tisca le da una bofetada y momentos después sale furiosa del comedor con el huevo en mano, seguida por Nendel, quien se arrastra por el suelo llevando una lista en manos, en la cual tacha la tarea pendiente de alimentar al huevo.

No muy lejos de allí, Tisca entra en la cocina y se dispone a poner el huevo en el lugar en el que se encuentran los platos sucios con la intensión de lavar ahí el huevo cuando Nendel la detiene.

-¡Pero, qué haces! ¡No puedes bañar a junior en la cocina, y menos con agua fría!

-¡Es sólo un huevo! –le responde ella con fastidio.

Nendel entonces conduce a Tisca y al huevo al cuarto de baño, en donde los espera una gran bañera preparada para la ocasión. Allí, Nendel sumerge al huevo en las aguas tibias y comienza a tallarlo con delicadeza bajo el agua. Tisca por su parte, se mantiene a prudente distancia de ellos.

-¿Ves? Así es como se debe tratar a un niño pequeño.

-Si ese fuera un niño de verdad, ya estaría ahogado –repone ella con frialdad.

Tras hacérselo notar, Nendel saca las manos fuera del agua sólo para encontrarse que en vez del huevo, sostiene un patito de hule. -¡El huevo!

Sus gritos llaman la atención de Tisca, quien se percata de lo que sucede y se apresura rápidamente a llegar al lado de él para intentar ayudarle a encontrar el huevo.

-¡Qué torpe eres! ¡Si no lo sacamos pronto del agua caliente, terminaremos con un huevo cocido!

En eso a Nendel se le ocurre una idea: -Temo que uno de nosotros tendrá que meterse a la bañera a buscarlo.

-Entonces, ¡qué esperas! No pensarás que sea yo quien me meta al agua, ¿o sí?

-Lo que sucede es que no sé nadar…

-Olvídalo. ¡No traje conmigo un traje de baño ni nada que se le parezca!

-¡Ese no es problema! –asegura Nendel al tiempo que corre al armario, en donde toma del guardarropa un diminuto bikini rosa-. ¡Compré esto para ti! –le asegura-. Estaba guardándolo para tu cumpleaños, pero creo que es un buen momento para que lo estrenes.

A ese punto Tisca alza a Nendel en vilo y lo arroja a la bañera con todo y ropa. -¡Jamás me pondría algo como eso, y menos frente a alguien como tú!

Nendel cae de cabeza a la bañera, y casi de inmediato emerge nuevamente con el huevo entre las manos. -¡Mira, Tisca! ¡Ya encontré a Junior!

Poco después ambos regresan a la habitación de Nendel, en donde Tisca continúa todavía furiosa. -¡Me voy de aquí! –lo amenaza mientras se dirige a la puerta.

-¡Espera, Tisca! ¡Lo siguiente es cambiar el pañal a junior! Si me ayudas, te prometo que dejaré que te lleves el huevo.

-¿En serio? Está bien… ¡pero si intentas hacer algo raro de nuevo, me iré definitivamente! E este punto ya ni siquiera me interesa sacar una buena nota.

-¡Claro! Te lo prometo –le asegura-. Sólo tienes que cambiar el pañal de junior. ¡Mira! Hice estos pañales a su medida –asegura al tiempo que le muestra diminutos pañales que él sostiene en la palma de la mano.

Así, Tisca se entrega de mala gana a colocar uno de los pañales al huevo, pero cuando termina se da cuenta, no sin sorpresa, que en vez de haber puesto el pañal en el huevo se lo ha puesto entre dos de sus dedos. En su segundo intento se sorprende al darse cuenta que en vez del huevo, se lo ha puesto a uno de los hamsters de Nendel.

-Así no se pone un pañal –la reprende Nendel.

-¿Ah, sí? ¡Pues quisiera verte a ti hacerlo!

-Vaya, no pensé que fueras tan mala cuidando niños… –dice Nendel en tono pensativo-. ¡Ya sé! Lo que necesitas es más práctica.

-¿Práctica dices? ¿A caso tú ya has cuidado niños pequeños?

-¡Claro! Yo solía cambiarle los pañales a mí hermanita. Lo malo es que ella ya no es tan pequeña… ¡Tengo una idea!

Acto seguido, Nendel sale de la habitación para momentos después volver a entrar con un biberón en la mano y vestido de bebé, algo que desconcierta y asusta a Tisca.

-¡Puedes practicar conmigo a cambiarme el pañal, Tisca querida! Y ya que estamos en eso, también te enseñaré cómo arrullar a un bebé, dar el biberón, y…

Furiosa, Tisca no espera a que termine la oración, y en un arrebato de ira le arroja el huevo a la cara. Momentos después, Nendel sale a toda prisa de la habitación, todavía vestido de bebé seguido por ella, quien lo persigue por toda la casa mientras lo golpea continuamente en la cabeza con una de las figuras de acción de Nendel.

-¡Ven aquí, degenerado! ¡Yo te enseñaré cómo cuidar a un bebé!

-o-

Al día siguiente en la escuela, Nendel lee el reporte sobre lo sucedido el día anterior frente a toda la clase sin dejar fuera ningún detalle: -…y así es como Junior terminó por irse de este mundo. –dice Nendel, tratando de contener las lágrimas.

Sentada en su pupitre, Tisca escucha el relato llena de vergüenza. –La próxima prometo no quejarme si me toca Mali como compañero –asegura, arrepentida en el momento en el que se vuelve a ver a Mali, quien le devuelve la mirada con una sonrisa inocente. 

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