24 noviembre, 2017

Una historia de la jungla: Capítulo 14

Un nuevo capítulo de Una historia de la jungla ha arrivado esta semana acompañado de un nuevo personaje que se integrará a la casa de los Drivas. ¿Quieres saber de quién se trata? Sigue leyendo...


El mundo es un lugar peligroso, y la madre de Tisca, Acanta, lo sabe, y por que hará todo lo posible para proteger a su hija y a Mali de los sufianes con tan sólo una llamada, pero en este caso su remedio será peor que la enfermedad...




El nuevo guardaespaldas


Las clases han terminado en la escuela, por lo que los alumnos se disponen a regresar a casa. Entre ellos está Tisca, que junto con su amiga Caris, esperan impacientemente a Mali luego de que éste entrara a toda prisa al baño.

-¡Es increíble! -exclama Tisca con impaciencia- ¡Ya lleva más de cinco minutos ahí adentro!

-Quizás se perdió... -sugiere su amiga, intentando calmarla.

-No me sorprendería que sea eso o algo peor. ¿Puedes creerlo? ¡La semana que llegó a mi casa, intentó beber del inodoro! -le asegura al tiempo que recuerda el evento, en donde Tisca caminaba por el pasillo de la mansión y pasa casualmente por el baño, allí ve a Mali con la cabeza dentro del inodoro. El grito de Tisca hace a Mali erguirse de inmediato, antes siquiera de que pruebe el agua.

La vivencia parece divertir a Caris, quien trata de disimular su risa cubriéndose la boca con la mano.

En ese instante escuchan a alguien en apuros, no muy lejos de allí. Detrás del patio se encuentran tres estudiantes altos y de aspecto rudo rodeando a Nendel.

-¿Qué ese chico no va en nuestra clase? -pregunta Caris refiriéndose a Nendel.

-Eso parece... ¿Cómo es que se llama...? Bueno, no importa, creo que tendremos que intervenir.

-¡Qué! ¡Estás local! ¡Esos chicos son del ultimo grado, además, ellos son tres!

Haciendo caso omiso de su amiga, Tisca la deja atrás para ir en ayuda de su compañero de salón, que en esos momentos es acosado por los rufianes, y uno de los cuales lo tiene bien sujeto por las ropas.

-Muy bien, cerebrito, ¡danos todo tu dinero!

-¡P-p-pero ya les di todo lo que tengo! -asegura Nendel.

-¡Queremos también tus cosas! -interviene el segundo rufián, el más rechoncho.

-¡Y tus zapatos! -exige el segundo.

-¡Y no olvides tus frenos!

En ese momento llega Tisca a escena, y apenas verla, Nendel, que su agresor había soltado momentos antes se aferra a ella, abrazándola de la cintura. -¡Tisca, mi amor, has venido a salvarme!

La reacción de Nendel provoca tal incomodidad en ella que termina por golpearle con su bolsa escolar para que la suelte.

-¡Sólo lo hago porque no soporto ver que abusen de los débiles! -le aclara- Y ustedes -dirigiéndose a los abusadores- ¿No les da vergüenza hacer este tipo de cosas en una escuela respetable como esta? -les pregunta ella sin asomo de temor.

-¿Y qué vas a hacer? ¿Golpearnos con tu bolso de niña? -se burla el rufián rechoncho luego de solar una risotada nasal que recuerda a los sonidos de un cerdo.

-¡Oye, mocosa! ¡Más te vale que no te metas con nosotros si no quieres salir lastimada! -la amenaza el hostigador de Nendel.

Sin amedrentarse, Tisca se acerca al tipo rechoncho y le propina un puñetazo en el abdomen tan fuerte que le saca todo el aire del estómago.

-¡Pero, quién te crees que eres! -grita el tercer malhechor, señalándola enérgicamente con el dedo, a lo que ella reacciona simplemente tomando su dedo y comienza a torcerlo hasta que se escucha el crujir de sus articulaciones. El tipo no tarda en retorcerse de dolor, llorando como lo haría un bebé hasta que ella finalmente lo suelta.

El líder, que hasta ese momento se había contenido decide actuar sacando una navaja de su bolsillo, misma que usa para amenazar a Nendel y a Tisca. -¡Ahora sí me hicieron enfadar! Tú y tu noviecita pagarán por lo que han hecho! -amenaza blandiendo su arma hacia ellos.

Tisca y Nendel dan un paso atrás ante la amenaza. El líder se acerca a ellos al mismo ritmo que ellos se alejan de él, y cuando la situación sólo parece empeorar se escucha la voz de Mali detrás de ellos: -¡Ya estoy de regreso! Tisca, perdona la demora, pero me dio sed a mitad del camino. Iba a beber de una de esas cosas que llaman retrete que hay en el baño, pero recordé que me dijiste que no lo hiciera y me perdí buscando el bebedero...

Al notar que ni Tisca ni Nendel le prestan atención por estar demasiado asustados, Mali se extraña: -¿Por qué no me contestas? ¿Estás enojada?

-¡Tonto! ¡¿Qué no ves que tiene un arma?! -le responde ella finalmente, evitando todavía moverse para no provocar a su agresor.

Mali finalmente fija su atención en el tipo con el cuchillo, y después de meditar unos momentos finalmente le pregunta: -¿A caso vas a cazar jabalíes con eso? Vas a necesitar un arma más grande.

El comentario confunde a los presentes. -¡Qué jabalíes! ¡¡A caso te estás burlando de mí!!

Irritado, el tipo se lanza sobre Mali con el arma apuntando directo a su abdomen, pero con un movimiento instintivo Mali esquiva el filo del arma arqueando la espalda hasta estar paralela al piso. Al ver que su ataque no surtió efecto, el maleante se dispone a apuñalarlo, obligando a Mali a esquivarlo por segunda vez haciendo un salto hacia atrás mientras lanza los pies al aire, es en este momento que el rufián recibe un tremendo golpe cuando su cara y el pie de Mali se encuentran.


Mali finalmente cae grácilmente al suelo con las manos y en una fracción de segundos atrapa con la boca la navaja que el asaltante acababa de soltar. El agresor retrocede a causa del golpe y termina impactándose con fuerza contra la pared del edificio frente a la atónita mirada de Nendel y Tisca, que contemplan la escena con los ojos muy abiertos. -Oh, lo siento -se excusa Mali con el estudiante que acaba de golpear- Mi cuerpo reaccionó por sí solo. No deberías jugar armas como esa. Alguien puede resultar herido –le aconseja al ahora inconsciente malhechor.

Más tarde, luego de que la limusina haya recogido a ambos en la escuela, ésta los deja en la entrada de la mansión. ,ientras caminan hacia la entrada principal, Tisca le pide un favor a Mali: -No quiero que menciones lo que sucedió esta tarde en frente de mi madre.

-¿Por qué?

-Ella normalmente es muy tranquila, pero cuando piensa que mi seguridad está en riesgo, tiende a sobreactuar.

-De acuerdo, si tú lo dices...

Cuando finalmente llegan a la puerta principal, Acanta aparece de pronto a recibirlos con lágrimas en los ojos recibirlos -¡Gracias al cielo que están bien! -dice luego de abrazarlos con fuera por el cuello, para luego besarles las mejillas y frotarse las mejillas con las de ellos, acción incomoda bastante a ambos.

-Mamá... ¡Cálmate! ¡Mali y yo estamos bien! -insiste Tisca, tratando inútilmente de soltarse del abrazo de su madre.

Finalmente su madre recobra la compostura y los suelta, secándose las lágrimas con un pañuelo. -Estaba preocupada de que hubiesen salido lastimados de ese altercado... -luego hace una interrupción para hacer uso de su pañuelo- Ya he notificado a la escuela sobre lo sucedido... los estudiantes que los atacaron han sido transferidos a otra escuela.

-¡En serio! ¡Qué buenas noticias, mamá!

-Aun así -la interrumpe ella-, creo que he estado tomando su seguridad a la ligera. ¿Qué tal si en vez de estudiantes hubiesen sido víctimas de un traficante de órganos, de la mafia? ¡O peor aún! ¡Qué tal si un día van caminando despreocupadamente por la acera y de pronto les cae un meteorito en la cabeza! ¡Como madre, jamás me lo podría perdonar!

-¡Mamá, no exageres! Esos chicos eran los únicos que cometían fechorías como esas en la escuela. Además, Sasbury siempre viene a recogernos de regreso a casa, y por si fuera poco, Mali fue capaz de enfrentarse a esos tipos sin ningún problema. No necesitamos más protección.

-Ya tomé una decisión -asegura Acanta mientras se seca las lágrimas, ya más tranquila-. He contratado a un guardaespaldas que los acompañará de ahora en adelante. Estará aquí mañana, antes de que partan a la escuela.

-¿¡Lo ves!? -dice Tisca dirigiéndose a Mali con aire apesadumbrado- Te dije que mi madre siempre exagera estas cosas...

-Oye, Tisca, ¿qué es un guardador de espaldas…?

A la mañana siguiente y ya con la limusina lista para partir, Tisca y Mali salen a la entrada acompañados de Acanta y Christopher para esperar el arribo del nuevo guardaespaldas, que llegará de un momento a otro.

Los minutos pasan mientras los tres permanecen en la calle hasta que divisan una camioneta negra aproximarse hasta que esta detiene frente a ellos. Repentinamente la puerta se abre, pero para sorpresa de todos, el interior del vehículo está completamente vacío. Por unos instantes los tres permanecen en silencio -¿Esto es una broma? -se atreve a preguntar Tisca para romper el silencio.

-Nada de bromas, señorita -dice una voz detrás de ellos que los asusta y desconcierta. Al volverse se encuentran con un hombre de aproximadamente 30 años, cabello negro que viste un traje del mismo color, así como unas gafas para sol que se encuentra de pie detrás de ellos sin que éstos se hubiesen dado cuenta de su presencia. -Agente Bolbo cero nueve, nombre clave: ojo de halcón -se presenta ante ellos-, pero ustedes me pueden llamar simplemente James.

Abrumada por su tono y voz firme, a Acanta le toma unos segundos en responder. -¡Vaya! Estamos contentos de que haya llegado a nuestra mansión sin contratiempos. Agradecemos mucho sus servicios.

-Mamá, ¿estás segura de esto? -musita su hija.

-Por supuesto que sí, querida. Un amigo de tu padre me dio muy buenas referencias de él.

Pero mamá. ¡Esto es excesivo! Ya te dije que Mali y yo no necesitamos guardaespaldas para ir a la escuela.

-Confía en mí, cariño -la consuela dándole un beso en la frente-. Ya verás que esto es por su bien.

Mientras Tisca discute con su madre, Christopher se escabulle detrás del guardaespaldas y descubre la funda de su arma, que abre hábilmente sin que éste se dé cuenta. Una vez tiene lo que buscaba se aleja un poco para no ser descubierto, y cuando está a considerable distancia de ellos se detiene para contemplar lo que ha robado, pero para sorpresa del niño se encuentra con que lo que lleva en la mano es una pistola de agua ordinaria. La exclamación del niño de desconcierto atrae la atención de los presentes. Al mismo tiempo, James les muestra su verdadera arma, que aparentemente había cambiado de lugar antes de que Christopher se decidiera a tomarla. -Un buen guardaespaldas siempre está preparado para todo –les asegura.

-Vaya, es bueno... No cualquiera puede engañar a mi hermanito así -confiesa Tisca con asombro.

En breve, la limusina parte con los tres dentro hasta llegar a la escuela, y apenas el vehículo se detiene frente a la acera, Tisca sale del auto apresuradamente, llevándose a Mali consigo antes de que su chofer les abra la puerta como de costumbre, dejando atrás al guardaespaldas y a su chofer. -¡Se nos hace tarde! –se excusa con ellos Tisca- ¡No tienes que acompañarnos dentro, James! ¡Hasta luego! -le asegura mientras se aleja corriendo.

Una vez en el salón de clases, Tisca finalmente respira tranquila al percatarse de que el guardaespaldas no los ha seguido y la clase ha iniciado sin ningún otro percance. En breve, la maestra pasa lista de asistencia, por lo que cuando Tisca escucha su nombre, ella responde como de costumbre.

-¿Tamara? -pregunta la maestra al continuar, a lo que una voz masculina responde con el mismo sonsonete que el de Tisca al responder.

-¡Presente!

Tisca se vuelve al asiento trasero sólo para encontrarse con James sentado detrás de ella, luciendo un uniforme de estudiante femenino que hace resaltar su complexión corpulenta, piernas velludas y calcetas negras y zapatos de hombre.

-¡¿Pero, qué haces aquí vestido así?! -le espeta ella al guardaespaldas fuera de sí.

-Shhh -responde James en voz baja-. Me he infiltrado en la escuela haciéndome pasar por un estudiante común para no interrumpir sus actividades cotidianas.

-¡¡Al menos hubieras elegido un uniforme para hombres!! -lo reprende volviendo a hace un escándalo, lo que llama la atención de toda la clase y de la maestra, quien la reprende.

-¡Señorita Tisca! ¡Haría el favor de guardar silencio! ¡La clase está por comenzar! –la reprende la maestra.

-¡Pe-ero!

-¡Silencio!

Mali entonces se inclina hacia ella para hablarle en voz baja -Oye, ¿qué ese de ahí no es James?

-En efecto... -le contesta ella con tono lastimero.

-Me gusta su atuendo. Me pregunto si habrá de mi talla...

-¡Ese es un uniforme de chica! -le reprocha volviendo a perder los estribos.

-¡Dije silencio! -la reprende nuevamente la maestra con voz más enérgica.

A ese punto y sin perder un segundo, James actúa saltando de su asiento y saca su arma con la que amenaza a la maestra, poniéndosela sobre la sien. -¡Alto ahí! ¡Nadie amenaza a la señorita Tisca de ese modo!

Apenas ve la pistola sobre su cabeza, la maestra se paraliza del miedo. -¿E-e-esa es una pistola? -pregunta antes de caer al suelo inconsciente a causa de la impresión. Segundos después, los estudiantes no tardan en salir gritand en estampida del salón, dejando sólo a Tisca, Mali, James y a la inconsciente maestra atrás. No es sino hasta entonces que James guarda de nuevo su arma, seguro de sí mismo que ha neutralizado la amenaza...

Ese día, durante la hora del almuerzo, Tisca yace sentada en una mesa mirando con desgane su alimento, que consiste en un pudín, un sándwich y leche. A su lado se encuentra Mali, quien a diferencia de ella devora con gusto sus alimentos al punto de casi atragantarse, es entonces que repara en la falta de energía de su compañera, que en esos momentos juega con el pudin revolviéndolo con una cuchara sin probarlo siquiera.

-¿Qué sucede? -le pregunta él a Tisca- ¿Todavía estás preocupada por James? -A lo que ella asiente lentamente con la cabeza en respuesta-. ¡No tienes de qué preocuparte! Parece que todo el mundo ya ha olvidado el incidente de la mañana... Míralo, ahora está haciendo buenas amistades en la escuela –le asegura Mali, señalando a James, quien se encuentra en el comedor eligienndo entre una variedad de alimentos. Cuando finalmente hace su elección, James camina hacia ellos con la intención de sentarse en la misma mesa, pero en su camino tropieza con un estudiante, provocando que derrame su bebida. Apenado, el chico se disculpa con él y pese a los peores temores de Tisca, James hace lo propio reaccionando de una forma mucho más moderada de lo que ella esperaba.

-Bueno, quizá tengas razón.

En ese momento, no muy lejos de allí, Nendel se encuentra escondido en el bote de la basura del comedor mientras toma fotos de Tisca desde lejos. -Tisca, mi amor. Te vez tan linda como siempre sin importar el humor en el que te encuentres, me pregunto quién ha sido el sinvergüenza que ha opacado tu buen humor y sonrisa. -dice para sí mismo dando un suspiro-. De seguro se trata otra vez de ese Mali. No te preocupes, ¡algún día te rescataré de ese bruto musculoso y viviremos felices por siempre!

Mientras fantasea, Nendel escucha una voz que lo llama: -¡Oye, tú! -se escucha la voz de James al momento en el que éste abre el basurero repentinamente y lo saca tomándolo por ropas. -¿Qué haces allí escondido tomando fotografías de la señorita Tisca? -le pregunta en tono molesto.

Demasiado nervioso y confundido para responder algo más que balbuceos, Nendel busca inútilmente en una excusa rápida, pero fracasa en su intento. -¿Eres un espía? -continúa James- ¿A caso trabajas para la KGB o la interpol? ¡Responde!

Entre tanto, el escándalo llama nuevamente la atención de Mali. -¡Mira, parece que James se hizo amigo de Nendel! ¡Hey, ustedes dos! ¿Por qué no vienen a comer con nosotros?

-¡Ni loca me sentaría con ellos! -replica Tisca en rechazo.

Los gritos de Tisca llaman la atención de James, y cuando éste se da cuenta que ella sostiene con la mano una cuchara con pudín se llena de consternación. -¡Oh, no! –exclama al tiempo que suelta a Nendel, quien termina por caer de nuevo al interior del bote de basura.

James atraviesa la zona de comida tan rápido como puede, y antes de que Tisca se dé cuenta, arroja de un manotazo la cuchara y el recipiente de pudín. -¡Señorita Tisca! ¡Debe tener mucho cuidado con lo que elige para comer! ¡Podría estar envenenado!

Ella, sorprendida y con los ojos muy abiertos como platos repone con desconcierto: -Pero si sólo era pudín de la cafetería...

-Su madre me encargó su vida y la del joven Mali. ¡No podemos tomar las medidas de seguridad a la ligera!

Mientras ellos discuten y sin que se den cuenta, el resto del pudín continúa su trayectoria volando por el aire hasta caer en la cabeza de un estudiante. -¡Hey, quién me arrojó eso! -reprocha molesto al tiempo que arroja su sandwich a una niña de la mesa vecina que termina en su cara.

-¡Oye! ¡Ahora verás! -exclama la chica arrojando a su vez su plato con sopa, provocando una reacción en cadena que se esparce como pólvora por todo el comedor.

-¡Guerra de comida! -anuncia un estudiante poco antes de que el aire se vea saturado de proyectiles comestibles de todo tipo.

No pasa mucho para que los tres se vean atrapados bajo una mesa en medio de la batalla. A diferencia de Tisca y James, Mali parece disfrutar del altercado uniéndose a este al responder lanzando la fruta que había guardo como postre. -¡Esto es muy divertido!

Durante la batalla un chico rechoncho prepara un gran platón de helado y se dispone a lanzárselo a Mali por la espalda, pero James se da cuenta de sus intenciones e intenta detenerle lanzándose al aire para intentar interceptar el proyectil de fresa.
En cuestión de segundos, el tazón termina por darle en la cara a James y éste cae pesadamente al suelo. Al darse cuenta de lo sucedido, Mali corre hacia el herido James, que yace con una enorme mancha de helado de fresa en la ropa y le retira el tazón de la cara con delicadeza. Extrañamente el incidente detiene la guerra de comida casi de inmediato.

-¿Estás bien? -le pregunta el chico al guardaespaldas en momento en el que Tisca y el resto de la escuela se juntan a su alrededor.

Con voz entrecortada y los ojos entrecerrados James les pregunta: -¿Lo hice bien? ¿Están heridos?

-No -responde Tisca con toda naturalidad- Mali y yo estamos bien,

-Me alegro... -alcanza a decir James antes de perder el conocimiento.

Mali, así como el resto de la escuela reaccionan con preocupación. -James... ¡James! ¡Contesta! -insiste Mali sin dejar de agitarlo con fuerza con la esperanza de reanimarlo, algo que no sucede.

-...es sólo helado -puntualiza Tisca sin asomo de preocupación.

-Es… que… soy alérgico al… helado –musita James momentos antes de que su cara comience a hincharse y se ponga roja, lo que termina por alarmar a todos, incluso a Tisca…

A la mañana siguiente, Acanta sale a despedir a Tisca y a Mali como todas las mañanas mientras estos se dirigen a la limusina que los llevará a la escuela, y al notar la ausencia de James, Mali le pregunta a ella por el guardaespaldas: -No te preocupes, después de lo que sucedió ayer logré convencer a mi madre de que no lo necesitamos.

¿Entonces, ya no lo veremos más?

-No estés tan seguro. Verás... mi madre rara vez despide a sus empleados, por lo que le ofreció a James un nuevo trabajo...

-¿Ha, sí? ¿Cuál?

-Cuidar a Christopher -le responde sin contener la risa-. ¡Pobrecillo!

Después de pensarlo unos momentos Mali le contesta: -Sí, estoy de acuerdo. ¡Pobre Christopher!

Ante su comentario y sin poder contenerse más, Tisca comienza a reír sin control. -No me refería a mi hermano. ¡Me refería a James!


Mientras se alejan se puede apreciar en el jardín trasero a James corriendo detrás de Christopher, que en esos momentos se encuentra jugando con Tiko subidos a un árbol, jugando con pistolas de juguete. -¡Joven Christopher, le suplico baje de allí de inmediato! -le ordena James al niño con evidente frustración, y en respuesta recibe un dardo pegajoso en la frente seguidos de las risas del niño y del mono.

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