13 octubre, 2017

Una historia de la jungla: Capítulo 11






Tal como lo prometí, ¡está de regreso Una historia de la Jungla a Pagina Unno! Acompaña a Mali y a Tisca en estos nuevos capítulos y descubre a los nuevos personajes que los acompañarán en sus ocurrencias y aventuras en la selva de asfalto.


En éste capítulo, Tisca perderá algo de gran valor para ella, por lo que sus amigos intentarán recuperarlo, incluso si deben bajar a el alcantarillado para conseguirlo. 





La joya perdida

Es de mañana y Tisca se prepara para partir a la escuela arreglándose frente al tocador de su habitación, y con delicadeza abre un pequeño cofre que contiene un dije de oro adornado con un zafiro.

-¡Esto me hará brillar! -afirma con júbilo mientras sostiene el dije entre las manos.

Ya en la escuela, Tisca se empeña en aplacar el rebelde peinado de Mali, quien a diferencia de lo acostumbrado, va muy bien vestido con todo su uniforme completo.

-¡No te muevas! -le espeta ella, tratando de alcanzar su cabeza, estirándose hacia Mali mientras trata de arreglarle el cabello.

-¿Por qué tengo que vestir así? ¡Es sumamente incómodo!

-Porque hoy tomarán la foto de nuestro grupo -le aclara- Esta será tu primera fotografía grupal, así que no quiero que lo arruines.

Mientras discuten y forcejean, ninguno se da cuenta del aviso de piso mojado que ha puesto el conserje en el área que acaba de limpiar, lo que provoca que Tisca se resbale y por poco caiga al suelo de no ser por Mali, quien logra sujetarla por la cadera que termina con ellos en una posición que parece salida de una película romántica, algo que los alumnos a su alrededor no tardan en notar mientras los vitorean con toda clase de indirectas románticas, algo que avergüenza a ambos, haciendo que se separen rápidamente, no sin antes de que Capricia los vea.

-¡Tisca! ¡Eres una aprovechada! No te conformaste con enamorar a mi hermano, ¡sino que también coqueteas con Mali!

-¡Espera un momento! -le espeta-. ¡No es lo que estás pensando!

En ese instante Capricia le introduce los dedos pulgares en las mejillas y comienza a estirarle la cara con fuerza. Tisca hace lo mismo.

Mali las observa pelear desde una distancia prudente junto con los demás estudiantes. -Lo mismo de siempre -comenta con decepción...

Apenas llegan al salón de clases sus amigas les salen al encuentro enfocando su atención en la joya que Tisca lleva colgada al cuello.

Caris es la primera en comentar: -¡Tisca, qué hermoso dije! 

-¿Es de verdad? ¡Es la piedra más grande que he visto!

-¡Debe valer una fortuna!

-¿Les gusta? Es una herencia que me dejó mi abuela. Sólo lo saco a relucir en ocasiones como esta.

En eso Mali acerca el rostro con sumo interés en la joya, misma que trata de morder, algo que Tisca se lo impide apartándola de su camino.

-¡Qué crees que estás haciendo! ¡Esto no se come!

-Disculpa, creí que era un caramelo -dice con una sonrisa nerviosa.

Horas más tarde, el fotógrafo se prepara para tomar la fotografía grupal. Tisca de inmediato se coloca en medio de sus amigas mientras hace lucir su joya. Entre tanto, Capricia, que se encuentra una fila detrás la observa con desdén.

-¡Sonrían todos, por favor! -avisa el fotógrafo, momentos antes de tomar la captura.

Momentos antes de que la fotografía sea tomada, Capricia actúa rápidamente pisando el pie de Tisca, lo que le hace hacer una muesca. No pasa mucho para que la foto grupal sea desplegada en una enorme pantalla desde donde todos los alumnos pueden verla, y al notar la graciosa muesca de Tisca comienzan a reír sin control. Segundos después Capricia sale a toda velocidad del salón seguida de Tisca.

-¡Me las vas a pagar, Capricia! ¡Esta vez fuiste muy lejos!

Capricia responde sacándole la lengua, pues le lleva mucha ventaja. -¡Lo tienes bien merecido, princesita!

Delante de ellas, en la orilla del camino y sin darse cuenta de lo que está ocurriendo a su alrededor, Nendel observa el comportamiento de una abeja que intenta insistentemente abrir el bulbo de una flor cerrada.

-Entiendo perfectamente tu sufrimiento, abejita -dice entre suspiros antes de escuchar el escándalo que se aproxima a él.

Demasiado distraída como para notar a Nendel, Capricia termina tropezando con él, cayendo al suelo, seguida por Tisca, quien es incapaz de frenar su avance a tiempo. Al caer, el dije de Tisca sale volando de su cuello en dirección a la calle. -¡Mi dije! –clama.

Incapaz de impedirlo, Tisca observa cómo su preciada joya rebota en el concreto de la calle hasta finalmente caer en la rejilla del sistema de drenaje.

No pasa mucho para que Mali y las amigas de Tisca lleguen a escena, encontrando a su amiga desconsolada y triste.

-¿Qué sucedió? -pregunta Caris a su amiga, quien se encuentra todavía en el suelo, de rodillas y con las manos en el piso.

-El dije que me dio mi abuela... Lo he perdido.

Más tarde, el grupo se reúne alrededor de la rendija apuntando con la luz de sus teléfonos en un intento por localizar la joya perdida.

-No puedo ver nada... -asegura Brenda.

-...no creo que podamos recuperarla desde aquí -agrega Caris.

Mali se vuelve entonces para mirar a Tisca, quien parece triste y falta de energía, algo poco usual en ella. -Pues no hay más remedio -dice para luego dirigirse al centro de la calle y remover la entrada de la cloaca.

-¿Mali, qué estás haciendo? -pregunta Caris.

-Voy a entrar a recuperar el dije de Tisca.

Su anuncio toma por sorpresa a todos.

Mali entonces se dispone a bajar por la escalera cuando es detenido por Tisca. -¡Espera! ¿Piensas bajar tú solo?

-Bueno, si alguno de ustedes piensa acompañarme, es bienvenido.

-Y-yo creo que mejor nos quedamos aquí -responde Tisca con timidez.

Entre tanto, Nendel formula un plan en su mente: “Si bajo con él y recupero el dije de Tisca antes que Mali, ¡me convertiré en su héroe!”. -reflexiona, imaginando a Tisca abrazándolo y besando su rostro

Sin pensarlo dos veces corre hacia el agujero apartando a Mali de su camino y saltando dentro. ¡Por ti, Tisca mi amor!

“¡Esta puede ser la oportunidad que estaba esperando!” -piensa Capricia-. “Sin ella entrometiéndose, ¡tendré mi oportunidad para ganarme a Mali!” -¡Yo también voy con ustedes! –se apresura a anunciar.

Así, los dos bajan las escaleras que conducen las alcantarillas hasta que Tisca y sus amigas les pierden la vista. Una vez los tres están abajo se disponen a buscar la joya.

-¿Cómo vamos a encontrar la joya en un lugar como este? -pregunta Mali.

-La rendija por la que cayó no estaba muy lejos, debe estar por aquí -dice Capricia.

-Sí, pero no estás tomando en cuenta las corrientes del drenaje -agrega Nendel mientras hace cálculos en su teléfono.

-¡Es verdad! ¿Tienes idea de en dónde se pueda encontrar? -le pregunta Capricia.

-Bueno, según mis cálculos, hay un cincuenta por ciento de probabilidades de encontrarla en esa dirección -asegura señalando hacia un túnel, y cincuenta por ciento de probabilidades de que se encuentre por ese camino -señalando el inicio de un camino junto a él.

-Creo que tendremos que separarnos entonces… -propone Mali.

No bien ha dicho esto Capricia se apresura a intervenir: -¡Yo voy contigo! Quiero decir... Nendel y yo somos los únicos que tenemos una fuente de luz, así que, ¿por qué no vamos los dos juntos, Mali?

-¡Por mí, no hay problema! -repone Nendel.

Una vez Mali y Capricia se han alejado, Nendel se apresura a continuar su camino. -Ahora que me deshice de ellos, ¡sólo me falta encontrar el dije, y el amor de mi amada Tisca será mío!

Mientras tanto, en la superficie, Tisca y sus amigas esperan pacientemente. Tisca escucha música mientras Brenda lee una revista.

-Oye, Tisca, ¿no te preocupa que Capricia y Mali hayan bajado juntos? -le pregunta Caris a su amiga con un tono de angustia.

-¿A qué te refieres?

-¿No es obvio? -repone Brenda sin despegar los ojos de la revista que lee-. Ella se ofreció sólo para estar a solas con Mali. Seguramente intentará algo.

-¡Esa Capricia! ¡Ya me parecía raro que se ofreciera algo como esto! ¡Andando! -ordena a sus amigas, que entre réplicas se resisten a ser llevadas a la entrada del drenaje.

No lejos de allí, Mali continúa la búsqueda del dije perdido con la ayuda de la luz del teléfono de Capricia mientras ella se mantiene detrás de él, es entonces que lo llama por su nombre.

-¿Sí? ¿Qué sucede? ¿Encontraste el dije?

-No es nada de eso... yo... quería decirte...

Al acercarse más a ella, el nerviosismo de Capricia crece a tal grado que no le permite hablar con claridad. -¡C-cierra los ojos! -le pide al tiempo que lo empuja levemente hacia una pared.

“¡Es tu gran oportunidad! ¡Tienes que hacerlo!” -se alienta Capricia a sí misma pasando saliva mientras fija la vista en los labios de Mali.

De pronto, una rata cae en el hombro de él que Capricia termina besando accidentalmente.

-¡Mali, no sabía que tenías bigote! –exclama ella con sorpresa al sentir la piel peluda del roedor en sus labios.

Para cuando abre los ojos Capricia se topa frente a frente con el animal, dejando escapar un estrepitoso grito antes de desaparecer a toda velocidad entre los túneles de alcantarilla.

-¿Eh? ¡Capricia, a donde vas!

Al mismo tiempo, Nendel continúa su búsqueda del dije por las alcantarillas. Finalmente sus esfuerzos se ven recompensados cuando un destello en el agua llama su atención.

-¡Allí está el dije de Tisca! ¡Finalmente lo encontré! Tisca se pondrá tan contenta conmigo que me pedirá que nos casemos. ¡Entonces viviremos felices y tendremos cuatro hijos!

Mientras fantasea, Tisca y sus amigas logran darle alcance y lo miran extrañadas al ver a Nendel simulando en el aire que abraza y besa a la chica de sus sueños en frente de ellas.

Tisca se acerca a él furiosa y le propina un coscorrón en la cabeza. -¡Ni en tus sueños!

Al verla ahí, Nendel se pone contento. -¡Tisca! ¿Estabas preocupada por mí, mi amor?

-¡Nada de eso! ¿Dónde están Mali y Capricia?

-¡N-no lo sé, pero encontré tu dije, amor! -responde, nervioso y señalando en dirección a un montículo de lodo del que sobresale la brillante joya.

-Caris, Brenda, busquen a Mali y a Capricia.

-¿No vienes con nosotros, Tisca?

-Las alcanzaré luego de que recuperemos mi dije. Y en cuanto a ti -refiriéndose a Nendel-. Harías bien en servir en algo e ir por mi dije.


-¡A la orden! -responde Nendel para después dar un paso en el agua sucia y hundirse completamente, dejando en su lugar sólo burbujas.

-No puede ser... -reniega Tisca, cubriéndose la cara de vergüenza.

Mientras tanto, Caris y Brenda se adentran solas en el laberinto del drenaje.

-¡Que mal huele aquí! -se queja Brenda cubriéndose la nariz.

-El mal olor es lo último de lo que nos debemos cuidar -dice Caris con un dejo de miedo.

-¿De qué estás hablando?

-Bueno, existe la leyenda urbana de que en las aguas de alcantarillas de las grandes ciudades habitan grandes cocodrilos que son alimentados por los deshechos de la superficie, algunos de ellos pueden ser radioactivos, haciendo que estos animales sean aún de mayor tamaño.

-¿Estás segura? Yo pensaba que eso sólo aplicaba a tortugas...

En eso ambas escuchan un sonido proveniente de un oscuro rincón de las cloacas que les hace dar un respingo.

-¿Qué fue eso? -pregunta Brenda, agitada.

Su respuesta es contestada cuando dos ratoncitos aparecen caminando hasta detenerse frente a ellas.

-¡Qué lindos! -exclama Caris arrodillándose para verlos mejor.

-¡Caris! No los toques, podrían tener rabia o algo peor.

-Tonterías. Son amistosos, ¿no lo ves? ¿Quieren un poco de chocolate? -les ofrece a los roedores sacando una barra abierta que Caris llevaba en su bolsillo y arrojándoles un trozo.

Los pequeños animales devoran con gusto el pedazo de comida y, alzándose en sus dos patas, parecen pedir más a Caris. -¡Qué tiernos! Aquí tienen más...

Mientras Caris está distraída alimentando a los roedores, algo parece comenzar a perturbar a su amiga Brenda, quien comienza a tocar el hombro de ella con insistencia.

-¿Qué sucede? -apenas alza la vista, la luz de su teléfono ilumina a cientos de ratones alrededor, todos esperando comida.

Ambas chicas se abrazan con fuerza conforme los roedores las acorralan.

En eso, Caris arroja lo que queda de la barra de chocolate hacia los ratones, abriendo una ruta de escape para ellas entre la multitud de animales, ahora congregados alrededor del alimento, pero no pasa mucho para que los ratones la consuman y corran tras ellas con la esperanza de obtener más...

-o-

Apoyada sobre una roca, Tisca extiende su mano a Nendel, quien con una rama trata de tomar el dije del banco de lodo en el que se encuentra atascado, algo que no es fácil debido a la distancia que los separa de su objetivo.

-¡Dáte prisa! -apresura ella a Nendel con voz enérgica.

Nendel por su parte, logra introducir la vara de madera que sostiene en medio de la cadena y tira de esta con todas sus fuerzas.

En eso, un ojo de reptil asoma por entre el lodo, lo que provoca que Tisca suelte a Nendel al agua a causa de la impresión, quien segundos después emerge con el dije en sus manos. -¡Tisca!

Al ver la expresión de horror de ella, Nendel se vuelve en el momento justo en el que un enorme cocodrilo emerge y comienza a perseguirlos. Los gritos combinados de Capricia, Tisca y sus amigas resonando por toda la red del drenaje terminan por alertar a Mali.

En sus frenéticas huidas, Capricia, Breda, Caris, Tisca y Nendel terminan por tropezar entre ellos.

-¡Fíjate por donde vas! -le espeta Tisca a Cparicia frotándose la parte baja de la espalda.

-¡Tú fijate! ¡Estaba huyendo de una rata enorme!

-¿Una? ¡A nosotras nos estaban persiguiendo ratones! -asevera Caris con angustia.

-¿Creen que eso es malo? ¡Detrás de nosotros viene un enorme cocodrilo! ¿No es verdad, Nendel...? ¿Alguien ha visto a Nendel? -pregunta al no hallarlo por ningún lado.

De repente Nendel aparece corriendo hacia ellas seguida muy de cerca por el enorme cocodrilo, quien ya ha logrado arrancar una parte considerable de sus pantalones. El grupo se ve acorralado por el enorme reptil, cuyas fauces se abren, listas para devorar a su primera víctima, y cuando se lanza hacia ellos, una enorme roca atraviesa por sobre sus cabezas hasta bloquear la boca del cocodrilo. Detrás de ellos no tarda en hacer su aparición Mali.

-¡Mali! -exclama Tisca con alegría.

-Muy bien, señor cocodrilo, no tengo nada contra usted, así que deje a mis amigos en paz y nadie saldrá lastimado.

Lejos de hacer caso, el animal tritura la gran roca con sus poderosas mandíbulas y se lanza hacia él. Mali salta logrando esquivar la embestida del animal, pero entonces éste utiliza su larga cola como látigo para atacarle, logrando golpearle el torso con gran fuerza y haciéndole caer.

-¡Mali, cuidado! -grita Tisca para advertirle momentos antes de que el cocodrilo tome a Mali por el cuello con su cola y lo alce en vilo, estrangulándolo. Una vez ha inmovilizado a Mali, animal entonces retoma su atención en el grupo, centrando su atención particularmente en Tisca. Ella junto con sus amigos comienzan a arrojarle rocas como defensa sin que éstas parezcan tener efecto alguno en la dura piel del animal.

Al mismo tiempo, Mali lucha por liberarse al tiempo que trata de no asfixiarse, y tomando impulso con las piernas, logra alcanzar la pared con los pies, lo que le da el impulso necesario para aterrizar en la espalda del lagarto y liberarse de la cola dando al animal un puntapié en la cabeza que le hace caer. Tisca logra apartarse de la trayectoria del cocodrilo antes de que caiga, y cuando éste trata de levantarse nuevamente, Mali lo remata con un golpe a la quijada del reptil aprisionando su cabeza entre su puño y el techo, sacándolo de combate al instante.

Poco después, los cinco emergen de las cloacas sanos y salvos habiendo recuperado el dije de Tisca con éxito.

-¡Lo hicimos! -exclama Tisca- Creí que no volvería a ver el dije de mi abuela nunca más. Hem... gracias Mali -le agradece con cierta timidez.

-También deberías agradecernos a nosotras -interviene Capricia.

-¡Lo único que hiciste fue estorbar, Capricia!

-¡¿A caso me llamaste “estorbo”, princesita rica?!

-Oigan, ¿dónde está Nendel? -pregunta repentinamente Caris.

Debajo, en las cloacas y con los pantalones rotos, Nendel vaga solo por los canales en busca de una salida y de sus amigos.

-¿Tisca? ¿Mali? ¿Amigos...? ¡A dónde se fueron todos!

En eso, un pequeño ratón le sale a su encuentro.

-¡Hay, qué bonito! -exclama con voz melosa-. ¡Te pareces a una de mis mascotas!

Momentos después, repetidos gritos de Nendel se escuchan por las alcantarillas seguidos de cientos de chillidos de ratones...





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