06 abril, 2018

Una historia de la jungla: Capítulo 20



El capítulo final de una historia de la jungla esta temporada está aquí, cerrándo el círculo de publicaciones de la página por un tiempo en el que no haré absolutamente nada estaré trabajando en futuros proyectos por venir en el futuro cercano.

En este capítulo conoceremos un poco más de Tisca, su pasado y su relación con un nuevo personaje que entra a escena. ¡Nos vemos en el último tomo de Signos Etéreos!


La carta de amor de Tisca

Entre sueños, Tisca puede ver la silueta de un muchacho cuyo rostro no es visible a causa del intenso resplandor reflejado por el agua detrás de él. A pesar de ello, puede distinguir una sonrisa dibujada en el rostro del muchacho al tiempo que pronuncia el nombre de Tisca.

De pronto, aquella visión comienza a disolverse hasta que todo queda en oscuridad, es entonces que los ojos de Tisca se abren abruptamente. No pasa mucho para que ella caiga en cuenta de que se ha tratado de un sueño, entonces mira hacia su escritorio de estudio, en donde yace un papel color rosa junto a un sobre...

De camino a la escuela, Tisca parece más contenta de lo acostumbrado, algo que nota Mali de inmediato.

-¿Por qué estás tan feliz?

Al principio la pregunta de Mali la desconcierta, tratando luego de disimular su sonrisa. -No es nada -dice luego de una pequeña-. Confieso que hoy no estaba de humor para venir a la escuela, pero anoche soñé algo que me levantó el ánimo.

-¿Y por qué no querías venir a la escuela hoy, Tisca?

Ella le responde tras un largo suspiro -. Hoy es el día de San Valentín…

-¿Y qué sucede en San Valentín?

-Es un día en el que las personas se demuestran a través de obsequios y cartas que se quieren.

-¿Sólo eso? No veo por qué te molesta tanto. De donde yo vengo la gente también lo hacemos. Una vez le regalé a mi madre una colonia entera de termitas.

-¿Y para qué tu madre querría termitas?

-Para comerlas, claro está.

Una vez ambos llegan a la entrada del edificio de la escuela son recibidos por una multitud de muchachos que de no tardan en rodean a Tisca, empujando a Mali fuera de su camino.

-¡Acepta mi regalo! -le dice uno de ellos a Tisca.

-¡Por favor, sal conmigo, Tisca! -dice otro con insistencia.

-¡Escribí este poema sólo para ti!

Rodeada y sin salida, Tisca se resigna a su destino con un suspiro.

Más tarde, Tisca camina por los pasillos de la escuela cargando una gran cantidad de cartas de amor, regalos y dulces que los chicos de la escuela le han regalado a lo largo del día, mismos que arroja al interior de su casillero, pero debido al gran volumen de estos, ella lucha por cerrar la puerta sin mucho éxito. En eso, sus amigas, que en ese momento pasaban por ahí se detienen a observarla.

-Allí está Tisca -puntualiza Caris a su amiga.

-...y como siempre, es la más popular con los chicos este día.

-Qué envidia... Cómo quisiera ser tan popular como ella.

Ante este comentario, su amiga Brenda se vuelve a ella lanzándole una mirada de incredulidad. -¿De qué hablas? La última vez que te habló un chico casi te desmayas.

-Sí, pero ello no implica que no quisiera tener admiradores secretos que me regalen cosas –admite ella con cierta timidez.

En eso, Capricia pasa junto a ellas para luego dirigirse hacia los casilleros, en donde deja una nota en uno de ellos sólo para darse la vuelta rápidamente y cambiar de dirección en un intento por pasar desapercibida. En ese momento se encuentra frente a Mali, quien la saluda animosamente.

-¡Hola, Capricia! No te había visto el día de hoy.

Cada vez nerviosa, ella apenas logra balbucear un “hola” y se disculpa con él en un intento por alejarse, pero para su mala suerte Mali descubre la carta en su casillero, la cual toma con interés.

-Pa-ra Ma-li -deletrea, luego procede a mostrársela a Capricia- ¿Tú escribiste esta carta? ¿Es para mí? ¡Muchas gracias!

-Temblando y con el rostro ruborizado, Capricia se disculpa nuevamente y se aleja corriendo hasta la esquina del pasillo, en donde momentos después asoma la cabeza para ver si todavía mira en aquella dirección, y al percatarse que el chico se despide de ella con la mano, se retira rápidamente del lugar.

-No puede ser, ¡hasta Mali tiene admiradores! -comenta Caris a su amiga, quienes presenciaban la escena desde lejos.

-Pues a mí la verdad me da igual.

La voz de Nendel se escucha de repente detrás de ellas, quienes de pronto lo observan correr hacia Tisca cargando un enorme animal de peluche con un moño. -¡Allí estás, Tisca mi amor! ¡Te he traído este regalo en este día de los enamorados!

Nendel pasa corriendo por entre los estudiantes a empellones, quienes apenas logran hacerse a un lado debido al gran tamaño del juguete, y cuando Nendel está por llegar con Tisca, tropieza con uno de los listones de su propio obsequio, lo que lo hace trastabillar y finalmente caer por una ventana abierta hasta perderse de vista. Momentos después se puede escuchar el sonido del impacto cuando su cuerpo choca contra el suelo.

Tiempo después, Tisca camina sola por entre los pasillos, y desde la distancia observa un salón de clases y espera con paciencia a que los alumnos salgan de la clase, entonces aprovecha para simular varias veces que sólo pasaba casualmente por ahí, que su mirada se encuentra con un chico alto y de cabellera castaña que apenas verla, le sonríe.

-Hola, Vincent.

-¡Tisca! Hace tiempo que no te veo.

No muy lejos de allí, Mali camina tranquilamente por el jardín exterior de la escuela en un camino adornado con vegetación y flores de todo tipo, que recorre paralelamente los alrededores del edificio. De pronto, algo lo hace detenerse: más adelante nota un objeto alargado que parece emerger de entre la maleza y que se mueve de forma extraña a través del camino. Mali no se percata de inmediato que se trata de una manguera que un jardinero está utilizando en esos momentos para regar las flores.

-¿Una serpiente aquí? ¡Qué bien! ¡Será un delicioso tentempié! –Exclama con alegría, pero pronto se da cuenta que la supuesta serpiente se encuentra peligrosamente cerca del jardinero, y asume que el animal planea atacar al hombre en cualquier momento. -¡Oh, no! ¡Tengo que salvarlo antes de que la serpiente trate de comérselo! -grita consternado para inmediatamente después acudir a su rescate.

Sin perder tiempo, Mali toma una sección de la manguera y comienza a tirar de ella, lo que toma por sorpresa al jardinero, quien lucha para que no se la quite de las manos. -¡Qué estás haciendo, muchacho! ¿¡A caso perdiste la razón!?

-Descuide, ¡yo lo salvaré! -insiste Mali ignorando sus palabras mientras sigue tirando de la manguera. En medio del forcejeo, Mali golpea la llave del agua, provocando que ésta salga con mayor fuerza y comience a lanzar líquido sin control por todo el lugar, haciendo imposible que alguno de ellos pueda controlarla.

Al mismo tiempo, Tisca continúa su conversación con Vincent, de quien esconde a sus espaldas.

-...y, ¿qué es lo que querías decirme, Tisca?

Tisca titubea, indecisa, aferrando con fuerza la carta entre sus manos, buscando el valor para entregársela. -Este... yo... quería...

Justo cuando ella intenta entregarle la carta, recibe un baño de agua que termina empapando sus ropas, cabello, e incluso la carta. Vincent logra evitar mojarse al dar un paso atrás, sorprendido por lo que acaba de suceder…

Más adelante, Tisca, cuyas ropas y cabello están tan empapadas que escurren agua regresa a su salón seguida de cerca por Mali.

-¿Todavía estás enojada conmigo, Tisca? Ya te dije que lo siento. ¡Pensé que una serpiente estaba atacando a ese pobre hombre, y...!

Entonces ella se da vuelta repentinamente para mirarlo a la cara.

-Cómo pudiste... -dice en voz baja, tratando inútilmente de reprimir su rabia-. Puedo tolerar que me hagas muchas cosas, ¡pero esta vez te pasaste de la raya, Mali! -le espeta para luego alejarse de él corriendo.

-¡Tisca! ¡Espera...! No lo entiendo... ¿Por qué está tan furiosa conmigo? Sólo era agua.

Una vez de vuelta en el salón de clases, mientras el maestro imparte la lección del día, Mali no para de mirar hacia el asiento de Tisca. En cierto momento, ella se da cuenta que es observada por él y le lanza una mirada de desprecio para luego volverle la espalda.

-¿Por qué está tan enojada conmigo? -se pregunta para sí mismo.

En eso Brenda, una de sus amigas de Tisca que se encontraba detrás de él le susurra al oído. -Lo que pasa es que para Tisca, ese chico al que por poco mojaste es importante para ella -le aclara.

-¿En serio? No lo sabía...

-En los primeros días, cuando Tisca llegó a esta escuela -prosigue Caris, sentada a su lado derecho-, ella no tenía ninguna amistad antes de que nosotras fuésemos sus amigas.

-Tisca no siempre ha sido la más popular de la escuela, ¿sabes? Antes de eso, ella era mucho más tímida y reservada que Caris -asegura Brenda, lo que pone incómoda a su compañera que escucha cerca-. Al principio, a ella le fue muy difícil hacer amigos aquí, pero hubo un chico que siempre estuvo con ella desde el primer día. Su nombre era Vincent…

Las palabras de Brenda resuenan en la mente de Mali, quien visualiza a una más joven Tisca en su primer día de escuela, caminando en silencio por los pasillos y evitando el contacto visual con los demás alumnos, a quienes evita acercárseles. Tal es su aversión que termina tropezando con uno sin querer, lo que molesta al estudiante. -¡Oye, por qué no te fijas, niña!

El tono agresivo del niño asusta a la joven Tisca haciéndola retroceder, lo que inevitablemente la hace caer de espaldas y tirar un par de libros que cargaba. El incidente llama la atención de los niños a su alrededor, algunos de los cuales comienzan a reírse de ella.

A punto de romper en llanto, los ojos de Tisca se humedecen cuando un chico de entre la multitud se le acerca y le ofrece la mano para ayudarla. -No hagas caso de estos niños. Ven, levántate.

“Desde entonces Vincent y Tisca se volvieron buenos amigos. Él siempre la protegió de los abusadores, y le enseñó a tener más confianza de sí misma. Con el tiempo, su popularidad en la escuela creció, al igual que su actitud positiva hasta convertirse en la Tisca que conoces”

Después de terminado el relato, la mente de Mali regresa al presente al escuchar la voz de Brenda continuar: -El año pasado los estudiantes fuimos reasignados a nuevas aulas, y desde entonces Tisca ya no ve a Vincent con tanta frecuencia como solía entonces.

-No condono de ningún modo su actitud para contigo Mali, pero por favor te pido que la comprendas -interviene Caris.

-Espera a que se le pase el enojo. Seguramente si te disculpas con ella, te perdonará -le aconseja Brenda.

-Pero, ¿cómo puedo disculparme? Ella se reúsa siquiera a hablarme.

-Todavía es el día de san Valentín. Puedes probar con un regalo. A ella siempre le han gustado esa clase de dedicatorias. -sugiere Brenda.

-¿En serio? Pero no sé qué clases de cosas les gustan a las chicas. De donde yo vengo, a las mujeres que no son de tu familia no se les regala nada a menos que uno tenga la intención de casarse con ellas.

-¿Qué es lo que los hombres regalaban en tu aldea a las mujeres?

-Pues depende... para formalizar algo se podía realizar una danza, pero si se quería demostrar que como esposo sería un buen proveedor, normalmente se regalan presas de caza, ya saben, algo como un rinoceronte, o una serpiente…

Mientras habla, las chichas escuchan las palabras de Mali con una expresión de extrañeza y disgusto.

-Si le regalas algo como eso a Tisca, seguramente se podría a gritar -asevera Brenda.

-¿Por qué no mejor intentas algo más tradicional? -Caris tras una breve pausa.

-¿Algo más tradicional? -repite Mali, confundido.

-Sí, como flores -le sugiere Brenda.

-¡O cartas con corazones! -sugiere Caris para luego apresurarse a agregar-. ¡Pero que no se te ocurra regalarle corazones de vedad!

Su aclaración no parece aclarar las muchas de las dudas de Mali, quien todavía parece confundido debido a su explicación. -No entiendo por qué las personas de la ciudad tienen gustos por cosas que no son prácticas, o de alguna utilidad, pero está bien. ¡Aprovecharé la hora del almuerzo para buscar los regalos de Tisca!

Apenas se escucha el timbre que anuncia el fin de las clases, Mali sale corriendo del salón para inmediatamente dirigirse a un parque cercano, en de donde selecciona y corta las flores más bellas que encuentra. Poco después, sale a la calle en busca de algo, entonces divisa a un cartero, que en esos momentos se encuentra entregando el correo en una casa hasta que un pequeño perro le sale al encuentro y lo persigue furioso por todo el patio. Aprovechando su distracción, Mali toma las cartas que halla en su bolsa, que había dejado sobre su bicicleta, para luego marcharse sigilosamente. Finalmente, Mali regresa al salón, toma unas hojas y con unos lápices de colores comienza a dibujar diligentemente...

En ese momento, en el área de comida, Tisca se encuentra sola, algo poco habitual en ella; sentada en una mesa, escribe una nueva carta que no tarda en terminar. Una vez ha acabado suelta un suspiro y la levanta un poco para admirar su obra, la cual ha adornado con pequeños corazones e incluso un dibujo inocente de ella misma. De repente, una voz desconocida la hace dar un respingo: -¡Hola, Tisca! -la saluda Vincent alegremente a sus espaldas.

Al volverse Tisca oculta rápidamente la carta detrás de ella para que él no la vea. -¡Vincent! ¡Hola! ¡Qué sorpresa!

Acto seguido, Vincent se sienta a su lado para hacerle compañía. -¿Por qué no estás con tus amigas? No me digas que te has peleado con ellas, o algo por el estilo.

-¡No, no es nada de eso! ¡E-es que estaba ocupada en unos asuntos! -se apresura a excusarse con nerviosismo.

-Espero que no te hayas resfriado después de que ese chico de intendencia te haya empapado –dice, para después proseguir luego de una pausa tras notar que ella parece no entender de lo que habla-. Hablo de ese chico, el que te mojó el uniforme por accidente con la manguera.

-¡Ah! ¡Él no es…! ¡No te preocupes por eso, Vincent! Siempre tengo un uniforme limpio en mi casillero para ocasiones como esta. -le explica para luego pensar en sus adentros-. “Es verdad, Vincent no sabe que Mali es estudiante de aquí, ni que vive en mi casa” -¿…Hay algo en lo que pueda ayudarte, Vincent?

-En realidad, sólo vine a ver qué es lo que querías decirme hace rato.

En ese momento Tisca aprieta con más fuerza la carta que oculta a sus espaldas. -Yo... bueno... quería....

De pronto, una multitud de chicas escandalosas se acercan a ellos y comienzan a entregarle a Vincent toda clase de cartas de amor y obsequios.

Vincent, sin siquiera molestarse en recibir los regalos permanece inmóvil y con el rostro serio hasta que todas y cada una de ellas han llenado la mesa en la que se encuentran con presentes para él. No es sino hasta que han entregado todos los regalos que finalmente se marchan, tan escandalosamente como llegaron y sin dejar de repetir su nombre con emoción.

Evidentemente molesto, y ahora cubierto con cartas que caen desde su cabeza, Vincent se levanta para sacudirse el resto de cartas, las cuales caen al piso, algo que parece tenerle sin cuidado.

-Detesto cuando esas chicas escandalosas que apenas me conocen me abruman con sus regalos, sus poemas y sus cartas de amor -le dice con desdén mientras su pie se planta sobre una de ellas con indiferencia.

-Bueno, es que eres muy popular entre las chicas -agrega Tisca para excusarlas, un tanto incómoda por su actitud fría.

-A ti también te sucede, ¿no?

-Sí, algunas veces...

-Lo peor que una chica que gusta de mí puede hacer es regalarme cartas de amor, me parece algo que sólo los niños inmaduros hacen. ¿No lo crees?

-Sí, tienes razón... -responde ella.
-Bien, creo que casi es hora de regresar a clases. ¿Por cierto, qué era lo que querías decirme?

Tras escuchar la pregunta Tisca se apresura a aplastar la carta con la palma para luego arrojarla al piso sin que Vincent se dé cuenta. -No es nada importante. Sólo quería saber cómo has estado estos días.

En ese momento se escucha el timbre que anuncia el fin de la hora del almuerzo.

-Bueno, me tengo que ir. Hasta luego, Tisca -se despide Vincent de ella para, luego darle la espalda y marcharse.

Esa tarde, Tisca camina con el semblante triste rumbo a la calle en donde la espera la limusina. No es sino hasta ese momento que escucha el nombre de Mali que la llama.

Al volverse, se encuentra a Mali corriendo hacia ella y cargando un gran saco a sus espaldas. Una vez está junto a ella, Mali toma un tiempo para reponerse y recuperar el aliento después del esfuerzo.

-Mali -dice con sorpresa. No te vi en el salón durante las dos últimas clases, ¿en dónde estabas?

Una vez recuperado el aliento, Mali busca dentro del saco y saca un montón de cartas en desorden, mismo que le entrega. -Perdóname, Tisca. Lamento haberte hecho enojar esta mañana.


-¿Qué es esto? -le pregunta ella sin ocultar su sorpresa al notar que se tratan de cartas ordinarias destinadas a personas que ella no conoce.

-Es mi manera de pedirte perdón en día de San Valentín -insiste, pero al ver su cara de extrañeza, se apresura a entregarle un hermoso ramo de flores silvestres.

El rostro de Tisca se ilumina al recibirlo -¡Qué bonitas! ¿Dónde las compraste?

-Son flores silvestres -explica-. Son comestibles; me aseguré de traer aquellas con más polen. Anda prueba una.

Tisca así lo hace, descubriendo que la flor en efecto, tiene un sabor dulce a causa del néctar que posee. -¡Está deliciosa!

-¡Oh! -exclama Mali de repente mientras busca algo más en el costal y le entrega varios dibujos recortados de formas irregulares.

-Y esto, ¿qué es? Parecen habichuelas rojas...

-Es que quería dibujar corazones -se excusa sin dejar de sonreír-, pero como no me gusta comerlos, no recuerdo muy bien cuál es su forma. Tus amigas me dijeron que a las chicas dela ciudad les gustan las flores, las cartas, y los corazones dibujados, así que traté de conseguir las tres cosas para ti.

A Tisca le cuesta unos momentos comprender lo que dice, entonces se echa a reír a carcajadas.

-¿Eso quiere decir que me perdonas?-inquiere Mali tras verla recuperar el buen ánimo.

-¡Claro que sí! Pero con una condición –dice, para después alejarse de él por un momento y regresar con algo que esconde entre sus manos detrás de ella. -¡Ahora es mi turno de mojarte!

Tisca, que había tomado la manguera del jardín se dedica a mojar a Mali con ella y a perseguirlo con ella a manera de juego.

-¡Espera, Tisca! ¡Está fría, y me estás mojando la ropa!

Ambos pasan un rato jugando con el agua y la manguera mientras el sol comienza a descender detrás de ellos. Cuando llega la limusina por ellos, los chicos suben a ésta completamente empapados. Mientras el auto avanza, Tisca y Mali se miran el uno al otro con una sonrisa.





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