Sabemos que los videojuegos, al igual que la tecnología han
avanzado mucho desde sus primeros años. Sin embargo, en un principio su aspecto
visual era por decirlo de algún modo bastante rudimentario. Si bien los
artistas de la pépoca se esforzaban por mantener el estilo lo más fiel a la
visión que de sus creadores, esto no siempre era posible dada las limitantes de
resolución y colores. ¿El resultado? Ilusiones ópticas de lo más cómicas y en
muchos casos, absurdas.
Comencemos con el clásico Megaman,
en donde un solo pixel puede hacer parecerlo a Pinocho.
Muchos creímos que estos enemigos sonrientes se burlaban de nosotros. La
realidad es que ni siquiera tienen boca.
Pasamos a otra saga clásica que en
lo personal era una de mis favoritas, conocida como Contra. El objetivo del juego era acabar con un ejército de robots
metaleros alienígenas, o algo por el estilo, y nuestra misión era ponernos en
los pies de dos combatientes musculosos de torso descubierto para hacer frente
a esta amenaza. Como se puede observar, las limitantes de las consolas y las
máquinas de arcade de la época dejaban al jugador con un amplio margen de
interpretación.
Final Fantasy se caracterizaba en sus
primeras entregas por su fuertemente influenciado arte conceptual estilo occidental,
pero esto no ayudaba mucho cuando mirábamos a los diminutos personajes en la
pantalla que, para colmo, debían ser diseñados para verse desde una perspectiva
elevada. Aquí vemos a Rachel luciendo su masculina barba de la tarde.
Zelda tampoco quedaría exento.
Después de todo, a muchos nos confundió la época en la que Link decidió
volverse punk y teñirse el cabello de rosa debido a las limitantes de colores
en su aventura por el Super Nintendo. Lo que muchos no notaron, es que en su
búsqueda por la princesa, nuestro héroe no tenía mucho tiempo para comer.
Incluso los cuadros en Super Mario
64 parecen tener mensajes ocultos. ¿Quién dijo que sólo los iluminati lo
hacían?
Cave Story no es un juego tan
antiguo, pero su diseño intencionalmente puede hacer que interpretemos mal las
cosas…