12 enero, 2018

Una historia de la jungla: Capítulo 16


Es un nuevo año, y con él llega un capítulo más de Una historia de la jungla, en el que debuta un nuevo personaje al elenco el cual, por cierto, también estará representado en la próxima ilustración.

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¿Una chica vampiro en la escuela?


La noche ha caído en la mansión, y Tisca se encuentra sola en la sala viendo una película en el enorme televisor de pantalla plana. Abrazando con fuerza una almohada, escucha con nerviosismo al narrador de la película:

“Ahora volvemos con: La venganza del vampiro sangriento y el ejército de zombis”

En la película se aprecia a una mujer corriendo por los pasillos de una vieja y oscura mansión, huyendo de los zombis que se encuentra a cada paso e intentan capturarla. Finalmente la mujer da un traspié y cae al suelo, lo que permite que los zombis le den alcance y la rodeen. La mujer suelta un grito en anticipación al ataque de los no muertos, pero extrañamente, estos se quedan inmóviles unos momentos. De pronto, estos le abren paso a un viejo vampiro que sostiene algo entre manos. -Ya que no puedo tener tu amor, ¡me beberé toda tu sangre y pondré tu corazón en esta caja! -sentencia la criatura acompañada de una carcajada maligna.

En ese instante, una cola peluda toca el hombro de Tisca, algo que le hiela sangre y le hace volverse rápidamente. Al no ver nada desvía de nuevo su atención a la pantalla con creciente nerviosismo, pero en vez de la pantalla distingue una silueta oscura colgando del techo, a apenas a unos centímetros de su rostro. -Oye, Tisca, ¿quieres jugar con mi lagartija? –se escucha una voz.

Tisca deja escapar un estruendoso grito que recorre la mansión. Para cuando Mali enciende las luces, encuentra el sillón donde se encontraba ella volcado, y a Tisca en el suelo, con la lagartija que él había mencionado encima de su cara y en estado de shock.

Al día siguiente ambos caminan como de costumbre hacia la entrada de la escuela para dirigirse al salón de clases cuando a ella se le ocurre mencionar el tema.

-Ayer me diste un susto de muerte -le reprocha ella a Mali con cierto grado de disgusto.

-No pensé que una pequeña lagartija te asustaría tanto.

-¡No me asusté por la lagartija! - finalmente estalla ella.

En eso, Tisca centra su atención en una chica que se encuentra detrás de Mali, al otro lado del pasillo. Su extraña figura encuentra resguardada a la sombra de los primeros rayos de la mañana que se filtran por las ventanas. Sus pies se encuentran en el borde en el que la luz y las sombras convergen, por lo que ella da un paso atrás para evitar que la luz alcance su zapato. La conducta de la estudiante distrae a Tsica de su enfado. -¿Viste eso? Qué chica tan rara -dirigiéndose a su compañero.

-¿Que sucede?

-La chica que está...-insiste, pero para cuando se vuelve por segunda vez para mirar de nuevo, encuentra el pasillo vacío.

-Pues yo no veo a nadie... -responde Mali, forzando la vista.

Más tarde, ese día, entre los pasillos de la escuela puede escucharse el escándalo característico que Mali y Tisca suelen provocar con una de sus riñas. Intentando escapar de ella, Mali llega a toda velocidad a las escaleras seguido muy de cerca por Tisca, quien dando un salto al frente logra apresarlo por una de sus piernas ante la mirada atónita de los estudiantes a sus alrededores. Mali lucha por quitársela de encima y por un momento parece lograrlo, entonces ella se prende con fuerza con los dientes del elástico de su ropa interior hasta que esta finalmente se rasga y Mali queda en libertad, aunque sin ropa. Finalmente Mali echa acorrer de nuevo hasta perderse de vista, dejándola con sus calzoncillos todavía entre los dientes. Acto seguido, Tisca escupe la prenda para continuar con la persecución.

En un intento por alcanzar a Mali, Tisca sube frenéticamente por las escaleras hasta el nivel superior, luego corre por el pasillo en donde vira sin precaución, lo que provoca que choque de frente con otra estudiante haciendo que ambas caigan al suelo.

-¡Lo lamento! –se disculpa a Tisca con la estudiante. No es hasta ese momento que ella se percata de la peculiar apariencia de la chica con la que ha chocado, vistiendo una versión rosa pastel con blanco del uniforme de la escuela regular, además de un llamativo peinado: tan esponjado que parece algodón de azúcar, así como sus ojos grandes y tez pálida le dan casi la apariencia de una muñeca.

-¿Te encuentras bien? -le pregunta Tisca a la chica, notando la mirada de asombro y la gran sonrisa que la estudiante le sostiene.

-¡Qué linda eres! -exclama la extraña estudiante-. ¡Tu cabello es tan suave, y el color de tus ojos son casi tan lindos como los míos!

-¿Así lo crees? -dice Tisca, cada vez más molesta ante los halagos y el interés de la chica por tocar su cabello, así como sus ropas. El incómodo momento culmina cuando la estudiante intenta levantarle la falda levemente, algo que Tisca le impide enérgicamente-. ¡¡Oye, qué crees que haces!! -le reprocha luego de soltar un grito.

-¡Hasta usas ropa interior rosa como yo! -continúa la chica, ignorando los reproches de Tisca.

-¿Al menos escuchas lo que estoy diciendo? ¡No soy esa clase de chica!

En eso, la estudiante echa una mirada a su reloj de mano y en tono apremiante anuncia que se le ha hecho tarde: -¡Mira la hora! Recién acabo de ingresar, ¡y llegaré tarde a mi primera clase! ¡Nos vemos! ¡Después hablamos!

Con una cara de disgusto Tisca se limita a ver a la chica marcharse sin decir más, entonces repara en algo que yace en el suelo bajo sus pies. Tisca lo toma entre las manos sin mirarlo muy bien y se apresura a darle alcance a la chica para devolvérselo. –¡Espera! ¡Se te cayo…! ¿Esto?

Para cuando logra darle alcance, nota que el objeto que tiene en la mano es una muñeca hecha a mano de apariencia extraña, con una cara dibujada asimétricamente, alfileres por todo el cuerpo y una daga de juguete incrustada en el pecho.

La chica entonces se vuelve hacia Tisca, toma la muñeca y le da las gracias con una sonrisa gentil y después se aleja dando saltos de felicidad. -¡Gracias, amiga! ¡Nos vemos!

Tiempo después, durante la clase, el profesor de química imparte la lección del día, que consiste en estudiar la tabla de los elementos. No pasa mucho para que el maestro llame a una alumna Cyntia al frente para terminar la tabla en la pizarra. Tisca nota de inmediato que se trata de la misma estudiante que se encontró en el pasillo anteriormente.

Una vez frente a la pizarra, la estudiante comienza haciendo garabatos de símbolos alquímicos y complicadas ecuaciones que pronto abarcan toda la superficie de la mientras tararea una alegre canción. Finalmente culmina su obra dibujando a una feroz bestia que es representada atacando a personas inocentes en lo que parece un escenario apocalíptico.

En algún momento se escucha el caer de lápices caer al suelo por todo el salón cuando cada vez más estudiantes comienzan a prestar atención a los extraños dibujos al frente de la pizarra.

Una vez la chica termina la tarea encomendada, el profesor finalmente presta atención a lo que la chica había estado haciendo al frente, limitándose a mirarla con incredulidad y extrañeza. -¿Y qué se supone que significa todo eso?

Sin decir nada, la chica se apresura a cubrir las ventanas del salón y a apagar las luces del mismo para crear una ambientación lúgubre, y una vez ha terminado enciende una linterna que dirige directo a su rostro para crear un efecto de sombras sobre su cara: Esta es la tabla de los elementos de Sauderión, el gran ojo flotante que gobierna una realidad superior a la nuestra, en donde las pesadillas más oscuras que han atormentado a la humanidad desde tiempos inmemoriales se vuelven realidad a través de...

El profesor de la clase se apresura a interrumpirla encendiendo las luces del salón. -¡Sí, si! ¡Muchas gracias, Cyntia! -al tiempo que la insta a sentarse de nuevo, entonces procede a borrar lo que ella había escrito y restaura la tabla periódica en medio de un silencio sepulcral.

Tisca entonces acerca el rostro al pupitre de su amiga y le susurra una pregunta. -¿Quién es esa chica?

-Escuché que es una estudiante de intercambio que llegó a nuestra escuela hace un mes.

-¿En serio? ¡Creo que hasta ahora jamás la había visto! –interviene Brenda.

-Tal parece que es una persona muy reservada –continúa Caris- No recuerdo haberla visto hacer amistad con nadie de la escuela hasta ahora.

Una vez terminada la clase y llega la hora del almuerzo, los estudiantes se reúnen en la cafetería, en donde hacen fila para que les den su ración de alimentos. Allí Mali, Tisca y sus amigas se encuentran de nuevo con la chica nueva, quien en esos momentos está sentada en una mesa rodeada de muñecas de todo tipo, todas hechas a mano que la acompañan mientras toma el té junto con bocadillos dulces.

-¿No les parece un poco rara? –se aventura Tisca a preguntarles.

A diferencia de sus amigas, Mal observa a la chica desde lejos sin prestarle particular atención: -Pues yo la veo como todas las demás chicas de esta ciudad. Para mí todos en la ciudad me parece que visten raro...

De pronto y sin que Tisca o sus amigas lo noten, algo dentro de la ropa de Mali comienza a moverse. La cara de Tiko se asoma entre sus ropas, algo que toma por sorpresa a Mali, quien temiendo una represalia por parte de Tisca, lucha con el mono para meterlo de nuevo en sus ropas antes de que alguna de ellas se percate de su presencia.

Después de un corto forcejeo, el mono se cansa de luchar y decide salir completamente de las ropas de Mali. Una vez libre, el mono escapa, algo que ni Tisca ni sus amigas notan debido a que su atención se encuentra concentrada en Cyntia.

Mientras tanto Nendel, que estaba cerca escuchando se une a la conversación -En toda la creación solo existe una criatura tan malvada como el vampiro –interviene, en un tono que parece salido de una película de ultratumba.

-Deja de decir tonterías –le espeta Tisca-, Yo también vi la misma película anoche. ¡Los vampiros no existen!

-¿Qué es un vampiro? –inquiere de pronto Mali, que hasta ese momento prestaba poca atención a la conversación buscando al mono.

-Son seres imaginarios de la cultura popular –responde Tisca.

-¡Pero es cierto! –Insiste- Sólo hay que ver las señales de peligro: Tez inusualmente pálida, aversión a la luz del sol y al ajo, un anticuado gusto por la moda, y lo más importante: ¡Una sed insaciable por sangre humana! Si te muerde, te convertirás en uno de ellos o peor aún, ¡si se bebe toda tu sangre, serás un zombi por el resto de tu vida!

-¿Por el resto de tu vida? ¿Qué los zombis no están ya muertos? -pregunta Brenda.

En eso, Caris presta atención a las muñecas con las que Cyntia está jugando. Una de ellas resulta ser un perrito afelpado. El animalito de peluche de inmediato la conquista. -¡Pero, qué lindo! -exclama, y sin pensarlo dos veces se acerca a la chica para poder tocar el juguete.

-¿Te gusta? -le pregunta la chica al notar su presencia.

-¡Me encanta! -responde tomando en brazos al muñeco.

-Es el señor ladridos -aclara.

Para ese momento el resto de sus amigos se han acercado para apreciar mejor las muñecas.

-Están muy bien hechas... -admite Brenda- Son mejores que las que tuve cuando niña.

Los cumplidos alegran a Cyntia, que responde con una sonrisa. -Lo hice yo misma, al igual que todas las muñecas que ves aquí conmigo.

-¿En serio? ¡Enséñame! -le suplica Caris- ¡Yo también quiero aprender a hacer muñecos de peluche tan adorables como estos!

-Puedes venir a mi casa esta tarde, si quieres. Prepararé una fiesta de té.

Mientras conversan, una maestra se acerca al grupo. -Conque aquí estás, Cyntia, te he estado buscando. ¿Podrías pasar a mi oficina antes de la próxima clase? todavía quedan algunos papeleos que tenemos que poner en orden...

Cyntia accede y se dispone a guardar sus muñecos de regreso a su bolsa para luego acompañar a la maestra de regreso a su oficina, no sin antes volver la cara discretamente y dirigirles a los presentes una mirada fría y carente de emoción.

-Qué chica más rara... -añade Brenda.

-¡Les digo que es una vampiro! -insiste Nendel, quien se acerca de nuevo a ellos luego de que la chica se ha marchado.

-Tisca, ¿me acompañarás a la casa de Cyntia? -dice Caris, cuya pregunta la toma por sorpresa.

-Bueno, es que no puedo… -le responde con una risa nerviosa.

-Lo que pasa es que está castigada -explica Mali

-¡Por culpa tuya! -le reprocha.

Entonces Caris se vuelve hacia Nendel quien se apresura a excusarse. -¡A-a mí ni me veas! -enfatiza, negando con la cabeza y agitando las manos enérgicamente.

-¡Yo te acompaño! -dice finalmente Brenda. -Las muñecas no son lo mío, pero no tengo nada que hacer por la tarde.

Caris por su parte, responde abrazándola con fuerza. -¡Gracias, amiga!

Al mismo tiempo, en la cocina de la escuela, Tiko irrumpe furtivamente cuando se da cuenta de que el personal ha salido, y guiado por el delicioso aroma de la sopa que se cuece a fuego lento se acerca a la olla para echar un vistazo y metiendo el dedo en el brebaje prueba su contenido acto seguido procede a beberse gran parte de su contenido. Una vez ha quedado satisfecho, el mono se dispone a descansar tirándose al suelo, pero tras escuchar la voz de Mali acercándose, el animal se pone nervioso. Finalmente, en un desesperado intento por cubrir las huellas del delito, el mono vacía la cocina en busca de cosas qué arrojar a la olla, de modo que termina arrojando dentro una lata de sardinas, toda clase de verduras, el contenido del bote de basura, y hasta un zapato. El mono loga terminar su fechoría apenas a tiempo ante de que Mali irrumpa en la cocina.

-Conque aquí estabas mono travieso. Regresemos antes de que Tisca se ponga furiosa.

El animal obedece y de inmediato salta a los hombros de Mali aliviado tras percatarse que su dueño no se ha dado cuenta de lo ocurrido.

Más tarde, al finalizar las clases Tisca y Mali salen de la escuela cuando ella nota a sus amigas salir acompañadas de Cyntia.

-¿Aun sigues preocupada por tus amigas?

Ella se vuelve para mirarlo un momento para luego volver la vista hacia sus amigas con un aire de angustia. -¡Descuida! –prosigue él- En mi aldea había una anciana que era igual de reservada y extraña, pero todo el mundo la quería.

-¿En serio? ¿Entonces era buena persona?

-¡Claro que sí! –Las palabras de Mali parecen surtir un efecto positivo en ella hasta que escucha el resto-: Ella era la hechicera de la tribu.

Esto último deja a Tisca decepcionada, algo que Mali inmediatamente percibe. -¿Qué sucede Tisca? ¡Era genial! Una vez me curó el dolor de estómago, y hasta redujo la cabeza de un caimán que atacó la casa de…

-Mejor ya no digas nada… -le espeta entre dientes, tratando de contener la ira.

A la mañana siguiente Tisca y Mali caminan rumbo al salón de clases por los pasillos de la escuela, que se encuentra inusualmente vacía.

-La escuela está muy tranquila hoy, ¿no te parece? -le pregunta Tisca a Mali.

Antes de que éste pueda responderle llegan a la entrada del salón de clases, el cual encuentran completamente vacío. -¿No se supone que la clase está por comenzar? -comenta Mali.

-Qué extraño... busquemos a la maestra.

Dicho esto ambos se encaminan a la sala de maestros. De pronto, a medio camino escuchan un lamento seguida de la voz de su maestra, que los llama a sus espaldas. Al volverse se dan cuenta que su maestra tiene un aspecto terrible: está pálida, y tiene formadas unas grandes ojeras alrededor de los ojos. Tisca da un paso atrás en el momento en el que la maestra vuelve a llamarlos en tono lastimero. Entonces, de la nada, aparece Nendel y se los lleva consigo rápidamente hasta llegar a un salón de clases vacío en el que se esconden debajo de un escritorio.

-¡¿Qué está pasando?! -le pregunta Tisca a Nendel tratando de mantener su tono de voz lo más bajo posible.

-Se los dije, ¡ahora son zombis! ¡Están por todas partes!

-¡Mentiroso, los zombis no existen! –lo acusa Tisca.

-Pues a mí me parece que la maestra se veía enferma -interviene Mali en tono normal, a lo que sus compañeros reaccionan cubriéndole la boca.

-Sea como sea, es muy peligroso quedarnos en la escuela. ¡Debemos salir de aquí!

Así, los tres salen cuidadosamente de su escondite y asoman la cabeza al pasillo, que encuentran desierto, acto seguido proceden a caminar silenciosamente para salir de ahí. No pasa mucho para que el grupo se encuentre a dos estudiantes de pie al fondo de un pasillo que les dan la espalda. Tisca de inmediato reconoce a sus amigas: -¡Son Brenda y Caris!

Tisca hecha a correr tras sus amigas y toma a una de ellas por el hombro; para cuando sus amigas se dan vuelta, Tisca descubre con horror que sus ambas presentan los mismos síntomas que su maestra.

-Tiiisca -claman al unísono.

Aterrada, Tisca echa a correr en dirección opuesta con Mali y Nendel detrás de ella. De pronto Tisca se tropieza con alguien en el pasillo, y pensando que se trata de otra zombi grita de terror. Es entonces que escucha una voz familiar: -Pero, ¿qué es lo que te pasa, princesita? -pregunta Capricia, intrigada por su comportamiento.

-¡Los zombis! ¡Han tomado la escuela y ahora quieren comerse nuestro cerebro! -asegura Nendel.

-¿Qué tonterías está diciendo están diciendo? -dice Capricia con escepticismo.

En ese momento los alaridos de estudiantes y maestros se escuchan por todas la escuela. Para cuando miran a su alrededor, están rodeados de estudiantes con el rosto verde, los ojos en blanco y un aspecto demacrado.

Rápidamente Tisca busca una salida de escape. -¡Allá, por el pasillo!

De inmediato ella y todos sus amigos la siguen con excepción de Nendel quien a medio camino tropieza y es dejado atrás por sus compañeros antes de que los zombis lo rodeen. -¡Tisca, cariño! ¡Amigos! ¡Espérenme!

Mientras huyen, Tisca dirige al grupo a la primera puerta abierta que encuentra. -¡Escondámonos allí!

-¡Espera, Tisca! Eso es... –intenta prevenirla Capricia.

-¡No hay tiempo qué perder! -la interrumpe- ¡Entremos!

Los tres llegan, cierran de golpe la puerta tras de sí. Tisca entonces suelta un suspiro de alivio, pero su alegría no dura mucho cuando se da cuenta de algo que la perturba: -¡Este es el baño de hombres!

-Por eso te dije que no era una buena idea... -le reprocha Capricia.

De un momento a otro comienzan a escucharse los lamentos de los estudiantes al rodear la puerta, misma que intentan derribar dando fuertes golpes contra ella. Tisca, Mali y Capricia de inmediato ponen todo su peso contra la puerta para evitar que ésta sea derribada.

-¿Qué vamos a hacer? ¡Estamos atrapados!

-¡Podemos salir por las ventanas! -sugiere Mali, conforme los golpes se vuelven cada vez más violentos.

-¡Imposible! ¡Estamos en un tercer piso!

-Hay una tubería que corre paralela a la ventana desde el exterior, pueden bajar por allí -sugiere Capricia.

-¿Y qué pasará contigo?

-Yo me quedaré aquí a sostener la puerta mientras ustedes dos escapan -dice con una sonrisa- ¡Deben irse ya, esta puerta no resistirá mucho!

Con lágrimas de cocodrilo Tisca le expresa su gratitud: -Eres una buena amiga. Prometo ir a visitarte al cementerio y sacarte a pasear cuando te conviertas en zombi.

-¡Ni que fuera un perro! -le reprocha ésta, molesta.

Repentinamente la puerta comienza a ceder, y Capricia los urge a salir de allí inmediatamente pese a las protestas de Tisca, a quien Mali se ve obligado a llevarse cargando sobre sus hombros para luego aferrarse de la tubería y deslizarse hasta el patio. Una vez han tocado suelo, por un momento ambos creen estar a salvo, pero pronto se dan cuenta de su error al encontrar el éste infestado por estudiantes en las mismas condiciones deplorables.

-¡Hay, no! -gimotea ella con decepción y fastidio.

En su empeño por evadir a los zombis Tisca y Mali regresan al interior de la escuela, en donde no pasa mucho tiempo para que se encuentren rodeados de las criaturas. Al verse rodeados, ambos se pegan sus cuerpos a la pared. Por un instantes, ambos creen que su fin está cerca hasta que por suerte Tisca descubre que junto a mano hay una perilla de puerta. -¡Es el gimnasio!

Sin tiempo que perder, ambos entran al gimnasio de la escuela, que en esos momentos se encuentra a oscuras y cuyas grandes y fuertes puertas están reforzadas en caso de que ocurra un desastre y deba usarlo como refugio. -Creo que estamos a salvo... - se aventura a decir ella, pero su tranquilidad no dura mucho cuando presiente de que ellos no son los únicos en el gimnasio...

De un momento a otro las siluetas de decenas de estudiantes en medio de la oscuridad aparecen, y en medio de ellos Cyntia, cuyos ojos parecen brillar en la oscuridad. La chica no tarda en andar hacia a ellos, tal como el vampiro en la película.

-Tisca, te he estado buscando. Hay algo que he querido darte -asegura Cyntia al tiempo que sostiene algo entre manos que Tisca no alcanza a distinguir en la oscuridad...

Con cada paso que da Cyntia, los zombis hacen lo propio cerrando cada vez más el circulo a su alrededor y acercándose más y más a ellos. Al borde del terror, Tisca no puede soportarlo más y pierde el conocimiento después de soltar un grito...

Tisca despierta de nuevo en el gimnasio, esta vez con las luces encendidas. A su lado se encuentran Mali, Capricia, Nendel, Cyntia y uno de sus profesores. Al mirar a su alrededor, ella nota también que hay varios estudiantes y algunos médicos.

-¿Te encuentras bien, Tisca? -le pregunta Mali con toda calma.

-¿Qué...? ¿Qué sucedió? -pregunta al tiempo que se incorpora- ¡¿Y los zombis?!

-¿De qué está hablando? -pregunta Cyntia.

-¡Los zombis! ¡Estaban por toda la escuela! Y te atraparon a ti, y a ti -señalando a Nendel y a Capricia, respectivamente- ¡Cyntia es una vampira, y convirtió a toda la escuela en zombis!

-Yo no soy un vampiro -le asegura Cyntia tratando de contener la risa.

-¿Qué? Pero, ¿y los zombis?

-Me parece que tiene mucha imaginación, señorita -le asegura el profesor, divertido.

-Lo que pasa es que ayer se propagó una infección estomacal en la escuela provocada por un alimento contaminado de la cafetería -le explica Nendel-, y como resultado, muchos estudiantes llegaron hoy enfermos, por lo que suspendieron las clases. Adaptamos el gimnasio para el resto de estudiantes que sí vino y comenzaron a sentirse mal.

Al escuchar esto, Mali se pone visiblemente nervioso.

-¡Pero, querían comerse nuestro cerebro! -repone ella al revivir los hechos.

-Lo que pasa es que tuviste la brillante idea de escondernos en el baño de hombres, ¿recuerdas? -interviene Capricia- Algunos estudiantes querían hacer uso del baño porque tenían nauseas, pero no podían hacerlo porque la puerta estaba cerrada.

-¿Pero… y la maestra?

-Su maestra llegó enferma de una fuerte gripe -asegura el viejo maestro- Parece ser que Cyntia la contagió sin querer.

-Estuve enferma la semana pasada -agrega Cintya a modo de disculpa.

-¿Y qué hay de mis amigas?

-Sucede que ayer, después de que ir a casa de Cyntia se hizo tarde y pasamos la noche en su casa -contesta su amiga Brenda, que aparece de entre la multitud luego de soltar un bostezo.

-Y nos desvelamos viendo películas de horror -continua su otra amiga Caris, luego de soltar otro largo bostezo.

-¡P-pero Cyntia quería quitarme el corazón y ponerlo en esa cajita -insiste Tisca al señalar a Cyntia, que todavía tiene una caja de madera de aspecto extraño entre manos.

El comentario toma por sorpresa a Cyntia. -¿Esto? Oh, es un regalo que quería darte por lo del otro día. De no ser por ti, habría perdido a una de mis muñecas favoritas -le confiesa, entregándole la caja.

Apenada por su comportamiento, Tisca acepta la caja con recelos. -Muchas gracias. ¿Qué es? -pregunta, incapaz de contenerse al momento de echar un vistazo a su interior.

-Es una antigüedad. Es un equipo completo de transfusión sanguínea de principios del siglo pasado.

Con la mano temblorosa y una expresión de shock Tisca lucha por articular sus palabras: -¡Gr-gr-gracias!








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